Este es el episodio 4 llamado Tarteso y la colonización fenicia y griega y en este episodio aprenderás:
Primera Edad del Hierro en la península ibérica
Hacia el 800 a. C. empieza la Edad del Hierro en la península ibérica, que se caracteriza por la adopción de técnicas para trabajar el hierro y usarlo en herramientas agrícolas o armas. El hierro requiere de técnicas metalúrgicas avanzadas, pero es una materia prima más fácil de obtener que el cobre o bronce y permite crear herramientas más duraderas. No está claro si hay que atribuir a los celtas que llegaron a la península ibérica o a los fenicios la introducción de estos conocimientos para trabajar el hierro, o si puede que en algunas zonas deba responsabilizarse a unos y en otras a otros. Para la península ibérica, la Primera Edad del Hierro que podemos decir que llega hasta el 550 a. C. representa la entrada a la historia como tal. Hubo regiones de la península ibérica que permanecieron sin conocer la escritura y seguirían en la prehistoria, pero en la costa mediterránea y parte de la atlántica sí se desarrollaron o adoptaron alfabetos por contactos con los fenicios y griegos venidos del Mediterráneo oriental.
Eso sí, no se han conservado o descifrado obras literarias o que nos hablen de su historia desde los ojos nativos, contamos por ejemplo con epígrafes o con contratos comerciales. Por eso la historiografía suele clasificar este período hasta la conquista romana como la protohistoria de la península ibérica, un período caracterizado porque las informaciones escritas sobre la península ibérica provienen de fuentes extranjeras de civilizaciones más familiarizadas con la escritura. Las colonizaciones fenicias y griegas fueron un motor de cambio sociocultural para las comunidades indígenas de la península ibérica. Las colonizaciones de época arcaica como las fenicias y griegas presentan notables diferencias respecto al imperialismo romano o cartaginés o las colonizaciones europeas de la Edad Moderna y Contemporánea.
Las colonizaciones fenicias y griegas estaban orientada a establecer redes comerciales y asegurar sus rutas de comercio, más que a imponer un control político sobre un extenso territorio. También se formaban los enclaves comerciales y agrícolas por negociación con poblaciones locales en vez de por el uso de la fuerza, y su relación con las poblaciones locales era más simbiótica, de beneficio mutuo, y no tanto de exclusión y de imposición de una cultura y de un sistema político extractivo con pocos beneficios para los nativos. En la época arcaica de Grecia, entre los siglos VIII y VI a. C., el mundo Mediterráneo no estaba caracterizado por ser un lugar de potencias imperialistas compitiendo por crear espacios políticos excluyentes, es decir, no existía un choque de civilizaciones en el Occidente mediterráneo entre fenicios y griegos.
Fue una época donde predominaba la colaboración persiguiendo intereses particulares, por eso, pese a que el predominio era fenicio, comerciantes fenicios proveyeron de información sobre la península ibérica a comerciantes griegos y colaboraron con ellos. Fenicios y griegos tenían otras cosas en común, como que se regían en la época por ciudades-Estado y preferían establecer factorías comerciales o colonias en islotes o acantilados al lado del mar para tener una buena combinación de facilidad de llegar en barco y mantenerse próximos a comunidades indígenas con las que comerciar, pero manteniendo unas defensas naturales o aislamiento suficiente como para tener unas garantías de seguridad. Al final, aunque la colonización fenicia y griega se caracterizase más por la colaboración, eso no excluía la posibilidad de que alguna vez se pudieran producir conflictos con poblaciones locales.
El comercio fue lo que impulsó a los fenicios y más tarde a los griegos a viajar y asentarse en la península ibérica, y este comercio provocó cambios profundos en las sociedades indígenas y también entre las sociedades coloniales, tanto los que se asentaron en la península como en la política, sociedad y economía de sus lugares de origen. En este sentido, la península ibérica en la protohistoria antes de la llegada de cartagineses y romanos fue un lugar sin fronteras claras y con una gran fluidez en los cambios socioculturales de colonos e indígenas, resultando en hibridaciones culturales como ejemplifica la cultura tartésica.
Las élites sociales de las sociedades protohistóricas peninsulares tenían entre sus roles el ser los interlocutores entre sus comunidades y comerciantes extranjeros. Por lo tanto, el comercio colonial reforzó las dinámicas internas de estratificación social y de aparición de linajes políticos dominantes, y los bienes de prestigio de importación ayudaban a reforzar el estatus social de las élites que se estaban consolidando. Bajo la influencia fenicia y griega se explotó más intensivamente las minas, la tierra agrícola y la ganadería y se incrementó la capacidad de almacenamiento con cerámicas y graneros, y es que esto era necesario para una población en crecimiento y porque se debía incrementar la producción indígena para poder incrementar la importación de productos fenicios o griegos.
Por ejemplo, fue por los fenicios en el sur y los griegos en el noreste que se introdujo el cultivo de vid y olivos, por mucho que no se generalizasen en la península ibérica hasta época romana. El vino se apreció y usó en ceremonias y contextos sociales, y de importar este producto se pasó a también producirlo localmente. De hecho, tras los siglos VI y V a. C. y coincidiendo con la crisis tartésica y del mundo fenicio oriental, disminuyó el consumo de bienes de importación y muchos productos manufacturados previamente importados se produjeron en la península ibérica, siguiendo en buena parte estilos fenicios o griegos.
Fenicios en la península ibérica
Creo que todo el mundo sabe situar a los griegos, pero ¿quiénes fueron los fenicios y de dónde vinieron? Fenicia era una región que ocupaba principalmente lo que hoy es el Líbano, en el Levante mediterráneo, pero también partes de Israel-Palestina y Siria. Hacia finales del segundo milenio a. C., en torno al 1200 a. C., se puede empezar a hablar de los fenicios, unas gentes semitas definidas principalmente por compartir una lengua y alfabeto y unas creencias religiosas, además de unas mismas dinámicas políticas y económicas. Fenicia fue una civilización que destacó por sus navegaciones marítimas y el comercio a larga distancia, y además los fenicios fueron muy importantes por crear un alfabeto en contraste con los jeroglíficos u otros sistemas de escritura menos eficientes. Tanto es así que el alfabeto griego surgió a partir del fenicio, y de él el latino que usamos actualmente, así que dadles las gracias que si no podríamos tener un sistema de escritura como los caracteres chinos.
Fenicia se organizaba por ciudades-Estado independientes, sus principales ciudades eran Sidón, Tiro, Biblos, y Arwad, a veces sometidas al tributo de imperios como el Imperio neoasirio o el egipcio. Las ciudades-Estado fenicias se regían por monarquías hereditarias con monarcas prácticamente divinizados. Los mayores mercaderes fueron los reyes, que contaban con una gran flota y financiaban viajes de exploración arriesgados en busca de nuevas oportunidades de negocios. De este modo, los estados tuvieron un papel fundamental en las colonizaciones fenicias, lo que pasa es que a la que se establecían rutas, factorías comerciales y colonias progresivamente más y más gente no relacionada con la monarquía se beneficiaba de ello.
De ahí emergieron desde el siglo IX a. C. unas oligarquías urbanas o burguesías enriquecidas por el comercio a larga distancia, y actuaron como una facción política y un contrapoder de la monarquía a través de asambleas políticas. Eso generó divisiones políticas y sociales, porque los reyes, aristócratas y en definitiva los terratenientes les parecía más bien mantener la alianza y el pago de tributo a los asirios, pero los burgueses y oligarcas urbanos querían acercarse a Egipto porque los tributos en forma de productos de lujo exigidos por los asirios perjudicaban su principal fuente de riqueza. El estar en medio de dos imperios provocó que en el siglo VII a. C., entre los años 700 y 600, los asirios intervinieran de forma más directa en la política fenicia, mientras que Egipto promovió revueltas aplastadas violentamente por los asirios.
La ciudad-Estado de Tiro, de donde procedían la mayoría de colonos fenicios occidentales, perdió su hegemonía sobre el resto de Fenicia y Sidón fue destruida en medio de estos conflictos, y estas guerras provocaron la migración de muchos fenicios a las colonias occidentales, notablemente hacia Cartago pero también en otras más pequeñas como las de Cerdeña o la península ibérica. Esto a su vez fortaleció económicamente las colonias y debilitó económicamente sus metrópolis y el lazo que había existido entre la colonia o factoría comercial y la ciudad que la fundó. Irónicamente, no empezó a emerger una identidad común fenicia cuando ya prácticamente dejamos de hablar de Fenicia, algo similar a lo que ocurrió en la Antigua Grecia.
Es decir, no fue hasta que las ciudades-Estado fenicias se vieron amenazadas por potencias extranjeras o ya cayeron en sus manos que se formó una identidad común fenicia más allá de la identidad ligada a su ciudad-Estado como había ocurrido hasta entonces, del mismo modo que solo hubo intentos de unidad política fenicia para cuando ya era demasiado tarde. De hecho, el nombre de los fenicios no venía de ellos mismos, sino que les vino dado por los griegos que bautizaron con este nombre a las poblaciones que eran las principales productoras y exportadoras del tinte púrpura y tejidos de ese color. ¿Cuándo llegaron los fenicios a la península ibérica y qué los llevó a comerciar tan lejos de su tierra natal?
Los fenicios ya habían establecido rutas marítimas y contaban con factorías comerciales en Chipre o Cerdeña, y desde Cerdeña es probable que recibiesen las primeras informaciones sobre la península ibérica. Sus primeros viajes a la península ibérica serían un poco a modo de exploración del potencial económico del comercio ibérico sin que se produjera la fundación de asentamientos fenicios, esto es lo que conocemos como precolonización. Tenemos varias informaciones que apuntan en esta dirección, como menciones bíblicas a Tarteso que apuntan a que los fenicios pudieron llegar tan pronto como en época del rey Hiram I de Tiro y de los reyes David y Salomón de Israel, en el siglo X a. C. Y de manera más verificable se encontraron en Huelva cerámicas fenicias, griegas eubeas, chipriotas y sardas de finales del siglo X a. C., en torno al 900 a. C.
No sabemos si Huelva puede definirse como una ciudad en aquella época porque por desgracia la mayoría de investigaciones arqueológicas en la capital onubense han sido intervenciones de urgencia, no ha habido una excavación sistemática, sobre todo porque claro, Huelva es una capital provincial. Hubiera uno o varios poblados en la zona ocupada hoy por la ciudad de Huelva, el caso es que ya estaban bien consolidados y seguramente por eso los fenicios no pudieron establecer colonias ahí. Si la zona del sudoeste peninsular y el estrecho de Gibraltar fue la que más interesó a los fenicios para comerciar y colonizar es porque lo que más andaban buscando eran metales, sobre todo estaño, oro, plata, cobre y plomo.
Las poblaciones de Huelva gozaban de buen acceso a estas materias primas, tanto por las minas cercanas y el río Tinto rico en metales como porque las élites locales onubenses tenían buenas relaciones comerciales con poblaciones atlánticas y más del interior. Tras años de fructíferas relaciones comerciales con estas poblaciones de Huelva, los fenicios optaron por formar asentamientos cerca de Huelva pero en zonas sin poblados establecidos, como era el caso de la bahía de Cádiz. Cádiz es considerada la ciudad más antigua de Occidente, por haber permanecido ocupada desde su fundación. Los geógrafos clásicos como Estrabón afirmaban que la colonia fenicia de Gadir, futura Cádiz, fue fundada en torno al 1100 a. C., pero se ha podido descartar esa fecha porque el registro arqueológico más temprano data de finales del siglo IX o principios del VIII a. C., en torno al año 800 a. C., unos cien años después de los primeros intercambios comerciales entre fenicios y nativos del sudoeste peninsular.
En aquel entonces la bahía de Cádiz se veía bastante diferente, y Cádiz era un archipiélago compuesto por unas islas conocidas como Erytheia y Cotinusa. En época fenicia y romana Cádiz se mantuvo como una ciudad dividida por un canal que servía de puerto, y al experimentar un gran crecimiento en el siglo VI a. C. también hubo población que se asentó en tierra firme. Los fundadores de Cádiz fueron colonos fenicios de Tiro, igual que los fundadores de Cartago que fundaron esa ciudad unos pocos años antes de fundar la ciudad gaditana. Los primeros fenicios colonos eligieron el emplazamiento del archipiélago gaditano como un espacio no poblado por los nativos, con buenas defensas naturales y buen acceso para los barcos, y como lugar de tránsito cercano al lugar de mayor interés para los fenicios, Huelva.
Cádiz sirvió de puente entre culturas diferentes y fue un enclave importante para el comercio, aunque vale la pena decir que no parece que superase en importancia a Huelva durante todo el período tartésico y que Cádiz seguramente nació como un emporio o factoría comercial que al ir creciendo se elevó a ciudad. Unos cincuenta años después de los primeros asentamientos fenicios, se observa un aumento significativo en las importaciones de ánforas fenicias en Huelva y otros rincones, y esto nos confirma el éxito de sus aventuras coloniales. En la fundación de nuevas colonias los sacerdotes tuvieron un papel importante, y es que los propios templos fenicios actuaban como centros de transacciones comerciales y financieras donde los dioses garantizaban que las transacciones fueran legítimas.
Esto se ve por ejemplo en el templo de Melqart de Cádiz. Melqart era el dios entre comillas nacional de Tiro y protector del comercio y los navegantes, fue una divinidad muy venerada entre las colonias fenicias de la península ibérica porque la mayoría de fenicios peninsulares provenían de Tiro. Por cierto, tras la conquista romana el culto a Melqart se convertiría en culto al semidiós griego Heracles en Cádiz. Ya que hablamos de creencias religiosas, los fenicios fueron politeístas con una diversidad de prácticas religiosas según la ciudad-Estado y los fenicios estaban abiertos al sincretismo religioso al entrar en contacto con nuevas culturas. Ya es revelador de esta flexibilidad que sus dioses provienen en gran medida de divinidades sirio-palestinas, mesopotámicas y egipcias.
Entre las creencias religiosas de los fenicios estaban la condición sagrada y purificadora del agua por su escasez en su región de origen, de forma similar a la importancia de la ablución en el islam. En su religiosidad cotidiana usaban frecuentemente amuletos, pero no solían representar en el arte a sus divinidades. Luego en cuanto a cómo se organizaban políticamente las colonias fenicias de la península ibérica, pues no estamos muy seguros por la falta de fuentes literarias fenicias. En base a Cartago y a informaciones posteriores sobre Cádiz y otras colonias, podemos afirmar que no se formaron monarquías hereditarias como en su metrópolis y que seguramente se rigieron por jueces y un consejo de ancianos. Los lazos de las colonias peninsulares con la ciudad de Tiro se irían debilitando a lo largo de los siglos hasta lograr una completa autonomía política.
Después de la fundación de Cádiz, los fenicios fundaron otras colonias como Málaga, Ibiza, Sexi que hoy se correspondería con el municipio granadino de Almuñécar, o Baria que se sitúa en Villaricos, Almería. Hubo asentamientos fenicios desde la Comunidad Valenciana y Baleares hasta Portugal, principalmente en las desembocaduras de los ríos Tajo y Mondego. En Lisboa se han encontrado estelas y otros artefactos fenicios, esto ha llevado a un debate no resuelto sobre si Lisboa pudo ser fundada por los fenicios, aunque por su posición estratégica es probable que ya hubiera un asentamiento nativo previo. Incluso se han detectado evidencias del comercio fenicio en las islas Canarias, imagina si llegaron lejos las naves y productos de estos semitas.
Se formaron asentamientos mayoritaria o exclusivamente fenicios, pero también hubo poblaciones mixtas o predominantemente indígenas con algunos individuos fenicios. A partir de esta coexistencia y contactos frecuentes entre indígenas y fenicios se desarrolló la cultura tartésica. También con la migración de muchos fenicios a Occidente en los siglos VII y VI a. C. hubo una colonización agrícola en el interior, es decir, se formaron poblados fenicios o poblaciones mixtas en el interior, como fue el caso de Carmona, en Sevilla. En la Rábita de Guardamar del Segura, Alicante, se ha concluido que mercaderes fenicios fundaron una colonia a finales del siglo VIII a. C. por las ventajas de estar en la desembocadura del río Segura, y atrajeron a población nativa de los alrededores, resultando en un poblado culturalmente mestizo.
La arquitectura y urbanismo era de tipo fenicio, pero la cerámica de estilo indígena siguió teniendo mucha presencia, y con el tiempo resulta difícil distinguir unos de otros. Igual que con los tartesios, esto puede sugerir un proceso de hibridación cultural que afectó tanto a nativos como a los propios fenicios. Sobre el final del período fenicio arcaico, ya hablé al principio de esta sección sobre la historia política de Fenicia mencionando que se incrementó la presión asiria a nivel tributario y militar en el siglo VII a. C. y en el siglo VI a. C. las ciudades-Estado fenicias cayeron en manos del Imperio neobabilónico y luego del Imperio persa. Esta inestabilidad atrajo población fenicia a las colonias occidentales, pero también provocó grandes cambios en las dinámicas políticas y económicas de la península ibérica y el Mediterráneo en su conjunto.
Cartago se benefició especialmente porque tenía muy diversificadas sus fuentes de riqueza, de manera que la caída en picado de la demanda desde Fenicia no le afectó negativamente. Cartago pudo sobresalir como nueva potencia mediterránea a nivel militar y económico, y no tardó en poner dentro de su órbita de influencia política a otras colonias fenicias occidentales. En el siglo VI a. C. hubo una reordenación territorial en la península ibérica, con muchas pequeñas factorías comerciales fenicias desapareciendo a favor de ciudades fenicias más grandes y dinámicas, y este fenómeno urbano también ocurrió entre las comunidades nativas. Por su parte, Cádiz emergió como una ciudad-Estado recogiendo el testigo dejado también por la tartésica Huelva y reorientó con éxito su economía del comercio con metales y productos de lujo a productos piscícolas. De manera que la importancia de la minería y metalurgia cayó, pero Cádiz y otras colonias fenicias apostaron por actividades relacionadas con la explotación de recursos marinos tales como la pesca, salazón, salinas o la producción cerámica.
Tarteso y los tartesios
¿Qué es Tarteso? Algunos la buscaron como si fuera una ciudad mítica perdida, una especie de Troya de Occidente, otros pensaban que el mito platónico de la Atlántida se inspiró en Tarteso. Fantasías aparte, hoy en día se entiende Tarteso como una civilización o cultura indígena fuertemente influida por los fenicios, una cultura híbrida del sudoeste peninsular, con una cronología que va desde el siglo VIII al V a. C. Y es que los intercambios comerciales también suponen un intercambio de ideas, creencias, y costumbres. Al inicio de los contactos con los fenicios Tarteso se limitaría a la costa suroccidental, entre Huelva y las desembocaduras del Guadalquivir y Guadiana hasta la bahía de Cádiz. A la que se fue afianzando la colonización fenicia y la hibridación cultural de los indígenas influidos por los fenicios, surgiendo así la cultura tartésica, la cultura tartésica fue poco a poco extendiéndose en el siglo VII a. C. más al interior, hasta el río Guadiana en Extremadura.
No era un territorio culturalmente homogéneo, porque claro, la intensidad de la influencia fenicia no fue igual en todo ese territorio y antes de los contactos y colonización fenicia no existía una única cultura indígena. Sobre Tarteso tenemos algunas informaciones en fuentes escritas. Cada vez más está más aceptado que el Tarshish de la Biblia hebrea es Tarteso, pues Tarshish era descrito como un lugar importante para el comercio fenicio, asociado a la ciudad-Estado de Tiro, y conocido por su riqueza en metales preciosos, con lo que cumple con las características asociadas a Tarteso. Por ejemplo, nos revela estas noticias importantes sobre Tarteso y el comercio con los fenicios: «Pues la flota del rey iba a Tarshish con los siervos de Hiram; una vez cada tres años las naves de Tarshish solían venir trayendo oro, plata, marfil, monos, y pavos.”
«Tarshish hizo negocios contigo [Tiro] por la abundancia de tu magnífica riqueza; plata, oro, estaño, y plomo intercambiaron por tus mercancías.” En una cerámica griega se encuentra una referencia a la plata de Tarshish, y vale la pena señalar que se encontró plata del sudoeste peninsular en Israel. Las primeras noticias de Tarteso en fuentes griegas proceden de un poema del siglo VII a. C., que identifica Tarteso como un río, el Guadalquivir. Más tarde se asociaba a la región del sudoeste peninsular y a una gran riqueza en metales preciosos, y también autores como Heródoto mencionaban su comercio e intercambios culturales con los fenicios y griegos foceos. Los viajes griegos a Tarteso debieron tener un componente estatal importante, porque una de las pocas informaciones de historia política con las que contamos sobre Tarteso es sobre un rey tartesio llamado Argantonio.
Desconocemos si existió un rey con tal nombre, si fue un nombre dado por los griegos para relacionar su riqueza a la plata, o si más bien era una dinastía por la longevidad que se le atribuía. Por cierto, no existe evidencia que pueda apoyar la teoría de que existió un Reino o Imperio tartésico, ni arqueológica porque no hay indicios de violencia generalizada o de que fuera una sociedad guerrera, ni literaria porque un pasaje bíblico apunta a que había múltiples reyes en Tarteso, lo que tiene todo el sentido del mundo dado el contexto mediterráneo arcaico donde predominaba la organización política en ciudades-Estado. Aún así, podemos describir Tarteso como un engranaje cultural y económico integrado, pese a la falta de unidad política. Volviendo a Argantonio, lo que parece real es que este rey tartésico ofreció a los griegos foceos la posibilidad de asentarse en sus dominios, y al rechazar estos su ofrecimiento lo que hizo fue darles el oro necesario para financiar la construcción de una muralla en Focea, su lugar de origen amenazado por otras potencias.
Este recinto amurallado de entre cinco y ocho kilómetros se ha podido documentar arqueológicamente y databa de entre los años 600 y 580 a. C., con lo que confirma que esta información era real. Además, también se descubrió de la misma época un santuario dedicado a la diosa Atenea, de manera que el influjo de jugosas ganancias del comercio con Tarteso pudo ser clave en todas estas obras públicas construidas en un reducido lapso de tiempo antes de caer Focea en manos persas. ¿De dónde pudo ser el rey Argantonio? No lo sabemos, pero no sería extraño que reinase sobre Huelva. Con el crecimiento económico traído por el comercio de metales en su privilegiada ubicación en la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel, Huelva emergió como núcleo urbano y fue la principal ciudad de Tarteso, y mantuvo un poder político y económico más fuerte que Cádiz hasta el siglo VI a. C., cuando se produjo la crisis en el núcleo de Tarteso como veremos más adelante.
La riqueza mineral de Tarteso provenía principalmente de las minas en torno al río Tinto y de Sierra Morena. Los fenicios introdujeron técnicas más avanzadas para la extracción y procesamiento de la plata, y esto permitió incrementar su producción. Pese a esa adopción de una tecnología fenicia, las élites locales tartésicas eran quiénes controlaban el cotarro de la explotación minera y el transporte de materiales, y los fenicios se limitaban a exportar el codiciado estaño, oro, plata y cobre de Tarteso, por lo que fue una relación muy beneficiosa para ambas partes. Este comercio también debió atraer otros grupos ibéricos que no habían habitado el sudoeste peninsular ya que se ve un notable incremento demográfico y el surgimiento de numerosos núcleos urbanos tras las primeras colonizaciones fenicias para satisfacer la demanda de minerales y otros productos.
Las sociedades asociadas con la riqueza suelen ser muy desiguales como hemos visto en otros casos como la cultura argárica o en al-Ándalus, así que no me sorprendería que la sociedad tartésica fuera muy desigual y es posible y hasta me atrevería a decir probable que existiese algún tipo de servidumbre o esclavitud en Tarteso, para explotar las minas entre otras actividades. Pero la economía de Tarteso no dependía solo de la explotación minera, numerosos mitos asocian Tarteso a una riqueza ganadera, que aún se explotaba mucho mediante el pastoreo y la vida un poco nómada, pero también aumentó la cría de ovejas, cabras, cerdos y aves de corral. Es curioso que los análisis hasta la fecha apunten a un aumento del consumo de carne de cerdo, cuando los fenicios estaban en contra igual que otros pueblos semitas, y datos como estos nos recuerdan que los tartesios no eran una copia ibérica de la cultura fenicia.
Los fenicios tuvieron una gran influencia en las técnicas de alfarería tartésicas, lo que permitió crear tipologías más diversas de cerámicas e incrementar los niveles de producción. El valle del Guadalquivir era suelo muy fértil para la agricultura y se formaron poblados como Carmona, con población indígena y también fenicia colaborando para explotar mejor la fértil tierra andaluza. Y como comenté al principio del episodio, los fenicios introdujeron el cultivo de vid y olivos, así como de nuevas especies leguminosas y árboles frutales. Eso demuestra que, por mucho que destaquemos el papel comercial y metalúrgico de los fenicios, tuvieron también incidencia en la agricultura y otras actividades económicas.
Pasando a la religión, los tartesios adoptaron el culto de numerosas deidades fenicias como Melqart, Astarté o Baal. La diosa fenicia Astarté fue aún más venerada que Melqart entre los tartesios y otros pueblos indígenas peninsulares. Astarté era una madre diosa de origen mesopotámico que representaba el culto a la naturaleza, la vida, el amor y la fertilidad, vamos, que era la diosa comodín pa to. Baal era el dios del clima y por tanto estaba ligado a la prosperidad de la agricultura, y se representaba con un toro. Los ritos y creencias religiosas tartésicas estaban muy influidas por las fenicias, aquí sí que había poca originalidad indígena. Por ejemplo, normalmente seguían el rito funerario de la incineración como los fenicios, y los templos servían de punto de reunión y comercio. Incluso los templos tartésicos eran originalmente imitaciones de los santuarios fenicios, aunque con el paso de los años sí les dieron más personalidad propia con diseños originales.
Pero la civilización tartésica, a la par de otras mediterráneas de la época como la etrusca de Italia, vio su desarrollo truncado entre el 575 y 550 a. C., curiosamente mil años después del derrumbamiento de la civilización argárica de la que hablé en el episodio 3 Prehistoria de la península ibérica. El núcleo de Tarteso cerca del litoral andaluz atlántico experimentó una repentina crisis, de un plumazo parece que desaparecieron numerosas poblaciones, incluyendo la más importante, Huelva. Se han buscado causas que pudieran haber provocado un declive gradual, factores internos como el agotamiento de la riqueza mineral fácil de conseguir en el sudoeste peninsular o factores externos como la inestabilidad y finalmente caída de Fenicia en manos de otras potencias o los problemas que también experimentaron los griegos foceos.
Estos factores sin duda tuvieron incidencia en Tarteso, pero eso no explicaría el abandono repentino de poblados cercanos a la costa mientras que muchos de más al interior permanecieron impasibles o creciendo en población. ¿La verdad detrás del colapso del núcleo de Tarteso? Ni más ni menos que un devastador terremoto seguido de un tsunami según las investigaciones geológicas y arqueológicas más recientes. Este desastre medioambiental habría truncado el desarrollo cultural y económico tartésico, aunque no acabó con Tarteso como cultura en todos los lugares. En el territorio nuclear tartésico, cerca de la costa, cambió el modelo de poblamiento, la cultura material y el modelo económico, de ahí nace la cultura turdetana como heredera de la tartésica. Pero hubo tartesios que migraron más al interior o en otras zonas, unos en la desembocadura del Tajo, en el área de Lisboa, y otros más estudiados en el valle medio del Guadiana, en la provincia de Badajoz.
El valle medio del Guadiana había sido la periferia de Tarteso, pero este influjo extra de población hizo que la cultura tartésica sin cambios en su arquitectura, arte, religiosidad o ritos funerarios sobreviviese un siglo y medio más, hasta finales del siglo V a. C. Los tartesios desplazados construyeron poblados como Medellín, cuna de Hernán Cortés, o construyeron casas rurales a modo de haciendas, como el santuario de Cancho Roano o la espectacular casa de El Turuñuelo. El Turuñuelo es un edificio muy grande para la época, de al menos dos pisos, con partes construidas con mortero de cal cosa que se pensaba que no se produjo hasta época romana, igual que la bóveda de ladrillo de El Turuñuelo también sorprendió porque no se pensaba que ya estuviera tal técnica en época tartésica. Aquí se ha documentado una escalinata con once peldaños que terminaba en un patio, un altar en forma de piel de toro, y recientemente unos relieves que representaban caras humanas, se desconoce si representaban divinidades o personajes tartésicos destacables.
En el yacimiento hallaron una escultura de mármol con materiales del monte Pentélico del norte de Atenas y pintado con azul egipcio, marfiles etruscos, o cuencos de vidrio macedonios y de otras partes del Mediterráneo oriental. Todo esto no deja de ser una confirmación de lo rico y bien conectado con los mercados internacionales que estaba el territorio tartésico. También encontraron en El Turuñuelo más de cincuenta animales sacrificados, la mayor parte siendo caballos y puestos de una forma como teatral, no dejada al azar. El Turuñuelo sigue sorprendiendo año tras año con nuevas informaciones de sus excavaciones, y tuve el placer de hablar con Esther Rodríguez, arqueóloga que codirige el yacimiento así que si quieres escuchar más sobre Tarteso te recomiendo escuchar mi entrevista a Esther Rodríguez en Memorias Hispánicas y te recomiendo seguir Construyendo Tarteso en redes sociales para seguir las novedades arqueológicas de este y otros yacimientos tartésicos.
El Turuñuelo, igual que Cancho Roano, forma parte de más de una docena de edificios que se localizan a lo largo del Guadiana ocultados bajo túmulos, de ahí que se hayan podido mantener en un excelente estado de conservación. ¿Pero por qué fueron ocultados? Pues de nuevo, el final de lo que quedaba de Tarteso pudo estar marcado por un evento abrupto en torno al 400 a. C., una crecida extraordinaria del Guadiana que ocurría más o menos cada quinientos años, antes de estar muy regulado su curso por pantanos. Hay que pensar que la mayoría de edificios tartésicos del valle medio del Guadiana se situaban al lado del río, en un lugar adecuado para no sufrir las inundaciones de crecidas del Guadiana que ocurrían cada diez años y por tanto eran previsibles, pero claro, de esa que ocurría cada quinientos no podían saber nada.
El problema no era tanto que los edificios en sí quedasen afectados por las inundaciones, que también, pero el mayor problema era que había los campos de alrededor habían quedado inservibles durante años. Esto explica por qué, pese a ser un evento catastrófico, los tartesios del Guadiana pudieron dedicarle días a la ocultación ritual de edificios, de manera que se descarta la tesis de que los ocultaron por una invasión de celtas u otras gentes porque de ser así no hubieran tenido tiempo que perder. En los edificios ocultados bajo túmulos de Tarteso se celebraba primero un gran banquete, luego se sacrificaban numerosos animales, después se incendiaba el edificio, y necesitaron movilizar a muchas personas para rellenar con tierra los edificios monumentales enterrados.
Una vez el proceso de rellenar con tierra los edificios se completaba, derramaban alguna bebida en honor a alguna divinidad, de ahí que en la superficie de los túmulos se encontrasen copas de lujo, y por último se aseguraba el sellado del edificio aplicando una capa de arcilla al túmulo. Teniendo en cuenta que sellaron tan bien los edificios, cabe plantear la posibilidad de que pretendieran volver a ellos cuando las tierras volvieran a ser cultivables, aunque de ser así no se explicaría bien por qué los hubieran incendiado. En fin, mucho misterio aún en torno a eso, y sigue siendo un misterio a dónde fueron estos tartesios tras abandonar sus propiedades. En cualquier caso debemos imaginar que se marcharon en busca de nuevas tierras cultivables, y quizás esta vez no tan cerca de un río. Lo de los tartesios con el agua ya es mala suerte eh, porque dos veces que colapsó su civilización y dos veces que fue debido al agua.
Griegos en la península ibérica
La civilización de la Antigua Grecia ocupaba lo que hoy sería Grecia y parte de Albania, además del litoral del otro lado del mar Egeo, ya en Asia Menor o Anatolia. Pero de ahí se lanzaron a colonizar otros territorios, como gran parte de la costa del mar Negro, buena parte de Chipre y Sicilia, el sur de Italia o el golfo de León del sur de Francia. En la península ibérica, bautizada por los griegos como Iberia, los griegos actuaron de forma bastante similar a los fenicios pero a una escala menor y más tarde. Lo que más les interesaba a los griegos era actuar de intermediarios comerciales y vender cerámicas, vino, aceite y perfumes, a cambio de metales, cereales, lino, esparto y salazones de pescado de los nativos ibéricos. Los griegos estuvieron en modo precolonización durante mucho más tiempo que los fenicios, es decir, venían a comerciar a veces pero sin formar asentamientos permanentes.
El historiador Adolfo Jerónimo Domínguez Monedero y otros han propuesto la posibilidad de que los griegos de la isla Eubea, en la Grecia central, fueran los primeros en venir a comerciar en la península ibérica. Los eubeos tenían colonias en Sicilia, así que no sería descabellado que pudieran haber hecho algunas travesías largas, igual que en el Oriente mediterráneo usaban también rutas frecuentadas por los fenicios y se contempla la posibilidad de que hubiera empresas mixtas de comerciantes fenicios y griegos. Además, hay evidencia toponímica que apunta a la influencia de los griegos eubeos en la península y las cerámicas griegas más antiguas que he mencionado de Huelva a finales del siglo X o principios del IX a. C. son de origen eubeo. Toda esta evidencia podría explicarse de otras maneras, pero tiene sentido que comerciantes griegos también frecuentasen el sudoeste peninsular en busca de la riqueza de Tarteso en un período tan temprano.
De quiénes podemos confirmar con total seguridad sus viajes y asentamientos por la evidencia literaria y arqueológica son los griegos samios y foceos, de las costas de Anatolia. Fueron los griegos de Jonia y especialmente de la ciudad-Estado de Focea y de su colonia gala de Massalia, actual Marsella, los que mantuvieron intereses directos en el Occidente, por ejemplo con su contacto con la civilización tartésica, que quedó registrado en el recuerdo del semimítico rey Argantonio y en los hallazgos arqueológicos de la ciudad de Huelva. De estas experiencias nacieron poemas épicos y fábulas que presentaban el extremo occidental del mundo conocido como una tierra con un aura de misterio y rica en metales y ganado, gobernada por hombres sabios y longevos. La ciudad fenicia de Málaga se ha comprobado arqueológicamente que tuvo una importancia especial en el comercio de mercancías griegas, lo que de nuevo refuerza la tesis de cooperación entre fenicios y griegos y no de antagonismo a lo choque de civilizaciones.
Tras estos contactos comerciales, griegos foceos de la colonia de Massalia fundaron entre el 580 y 560 a. C. Ampurias o Emporion como la conocían ellos. Como el nombre indicaba, nació como un emporion, un mercado o factoría comercial de poca extensión con exclusiva vocación comercial y sin ningún gran terreno agrícola, con la función de extender las redes comerciales de Focea y Massalia y comerciar con los nativos de cerca y servir también de punto de tránsito para antes de embarcarse en travesías más largas por el sur de la península. Aún sigue habiendo debate historiográfico sobre cuándo Emporion pasó a ser una polis, una auténtica ciudad-Estado con sus muros, hinterland agrícola, acuñación de moneda y gobierno cívico, pero se puede decir que desde el siglo V a. C. se la puede considerar una polis.
El primer asentamiento de Ampurias, conocido como Palaiapolis, fue un poblado de tres hectáreas fundado sobre un asentamiento indígena de la Edad del Hierro según revelaron los hallazgos arqueológicos del último cuarto de siglo. En este asentamiento autóctono ya había unos pocos restos de importación de materiales fenicios, etruscos y griegos, posiblemente llegados a través de comerciantes griegos que actuaban de intermediarios de productos de origen diverso, unas décadas antes de la fundación de la colonia griega de Ampurias. En el segundo cuarto del siglo VI a. C. hay una clara ruptura respecto al pasado indígena por la instalación de una colonia griega.
Desconocemos exactamente bajo qué términos los griegos se establecieron ahí, si por acuerdo con los indígenas o de forma violenta, pero los contactos comerciales de cooperación previa parecen favorecer la tesis de que más bien hubo colaboración y coexistencia entre indígenas y griegos, ya que igualmente el objetivo de los colonos era vender productos a los nativos. Desde entonces aumentaron los materiales de importación, se observa una mayor estructuración del espacio habitado, nuevas técnicas constructivas, y nuevas actividades artesanales. Pero al mismo tiempo entre la segunda mitad del siglo VI y todo el siglo V a. C. los arqueólogos creen que hubo casas y objetos claramente de tradición indígena, con lo cual el nacimiento de la colonia griega de Ampurias pudo ser mucho más complejo de lo que las fuentes escritas transmitieron y la identidad del asentamiento pudo ser mixto griego e indígena antes de que el elemento griego se convirtiera en el dominante.
Palaiapolis pertenece al sector ocupado hoy por el pueblo de San Martín de Ampurias, que hasta el siglo XI fue la capital del condado de Ampurias. Originalmente esta zona era un promontorio o un cabo unido a tierra firme por un pequeño istmo, pero actualmente está completamente unido a tierra por la sedimentación del paso de los siglos, al igual que el antiguo puerto natural situado en el estuario de los ríos Ter y Fluviá. Por lo demás la localización no era nada excepcional, pues por ejemplo el puerto natural no era más que una cala de poco fondo y expuesta a los vientos del norte. No muchos años después, los griegos fundaron Neápolis, un núcleo urbano un poco más grande, de cinco hectáreas, situado unos metros más al sur del puerto natural, y es la parte del yacimiento que hoy en día está excavada. De este modo la Emporion griega se convirtió en una ciudad doble.
Los emporitanos fueron los primeros en acuñar moneda en la península ibérica, acuñando monedas de plata inspiradas en las de la colonia griega de Siracusa, en Sicilia. Las monedas emporitanas circularon en la península ibérica y el sur de la Galia y fueron imitadas por otros, lo que refleja la importancia comercial de Ampurias en la época. Se encontraron monedas griegas por supuesto en toda Cataluña por ser donde tenían más influencia, pero también se encontraron algunas en la costa valenciana y Baleares, Aragón, Murcia, Andalucía e incluso Castilla-La Mancha o Extremadura. La acción de los expoliadores de patrimonio y coleccionistas privados ha dificultado un estudio completo y riguroso para entender el grado de circulación de moneda griega en la península ibérica, porque muchas monedas en manos privadas no están documentadas y la mayoría de las documentadas fueron hallazgos casuales o descontextualizados arqueológicamente por no haberse encontrado siguiendo un método científico.
Por esta y muchas otras razones he hecho un episodio en Memorias Hispánicas en contra del fenómeno de los detectoristas de metales y ahí también expliqué por qué es importante seguir un método científico al realizar hallazgos arqueológicos, asegúrate de escucharlo si no lo hiciste ya. Cerca de Emporion los griegos fundaron unos siglos más tarde Rode, actual Rosas, un pequeño asentamiento en el mismo golfo de Rosas que Emporion del que hay muchos menos restos y que no se ha estudiado tanto, aunque se sabe que durante un breve período de tiempo gozó de suficiente autonomía como para también acuñar moneda. No tenemos constancia de que los griegos fundasen más colonias aparte de Ampurias y Rosas en la península ibérica.
La Ampurias griega fue creciendo, no solo debido a su prosperidad económica, sino también por eventos políticos, como la conquista persa de Focea y la derrota naval que sufrieron los foceos frente a cartagineses y etruscos. Esto obligó a muchos foceos a emigrar a Massalia, Emporion u otras colonias occidentales, a convertir antiguas factorías comerciales en colonias también agrícolas, y a comerciar con productos de Italia y las colonias occidentales en vez de productos de Oriente, de modo similar a lo ocurrido a los fenicios de Occidente. Emporion emergió como un poblado fuertemente fortificado para el siglo V a. C., cosa que mostraba también una mayor exclusión y desconfianza hacia los nativos vecinos. Desarrolló en el siglo IV a. C. un casco urbano poblado por indígenas, pero que separaba por un muro la población griega de la indígena según Estrabón.
A la que se fue consolidando el poder de Emporion, su cultura fue imitada por los poblados indígenas cercanos, de modo similar a cómo las colonias fenicias influyeron mucho en las culturas nativas y especialmente tuvo incidencia en el surgimiento de Tarteso. Un caso paradigmático de poblado ibero influido por la colonia griega es Ullastret, un asentamiento nativo a pocos kilómetros de Ampurias que creció mucho en los siglos IV y III a. C. e imitaba el urbanismo griego. Entre los iberos de la actual Cataluña hubo una asimilación o imitación de elementos culturales griegos en su arte, escritura y arquitectura, se familiarizaron con un sistema legal y unos contratos, pero tampoco es que llegase a convertirse lo griego en un elemento cultural dominante, como sí se podría discutir sobre la cultura tartésica y la influencia fenicia.
Aparte de su comercio en el noreste peninsular, el agotamiento de la riqueza tartésica provocó que los griegos reorientasen su interés comercial en el Levante peninsular, con acceso desde el río Segura a los distritos mineros de Jaén. Precisamente por eso se observa en la provincia de Jaén cómo penetró la influencia cultural griega en el siglo V o IV a. C. y jefaturas políticas de la región fundaron monumentos dedicados a héroes y toda una iconografía que permitía ensalzar algunos personajes de la élite ibera. Si los griegos influyeron en la cultura del interior de la Alta Andalucía es porque frecuentaron más a menudo las costas de la actual Comunidad Valenciana. Uno de los lugares que frecuentaron fue el poblado de La Picola en Santa Pola, Alicante, un asentamiento con trazado regular y calles paralelas como las ciudades griegas y que duró poco más de cien años, entre el 450 y 330 a. C.
La Picola fue fundada por como emporion de los iberos de la ciudad de Elche y acogió esporádicamente comerciantes griegos en tránsito a otras tierras o que venían al Levante, y esto enriqueció a este poblado que actuaba de centro comercial de redistribución de sus productos. Por este tipo de asentamientos apareció el alfabeto greco-ibérico en esa región, para satisfacer la necesidad de recoger las comunicaciones entre griegos y las comunidades indígenas de la zona. Y es que los griegos cada vez triunfaban más en los negocios, desde el siglo V a. C. aumentó mucho la difusión de cerámicas y otros productos griegos. Los vasos griegos no eran usados de forma cotidiana para comer como en Grecia, sino que entre los iberos eran objetos de prestigio que no todo el mundo podía conseguir y se usaron como ofrendas funerarias y en contextos sociales muy concretos.
Esto es similar a como Coca Cola es un producto de consumo común en Estados Unidos, pero hace unos años en Kenya por ejemplo era una bebida de lujo reservada para reuniones sociales y dar la bienvenida a invitados. Con esto quiero decir que los productos pueden tener significados y prácticas distintas a las pensadas originalmente a la que cruzan fronteras, y es un ejemplo de que en algunas cosas, más que helenizarse los iberos, se estaban iberizando productos griegos. En cualquier caso, Emporion no hizo más que crecer y ya adelantándonos al siglo II a. C., con la llegada de los romanos, la riqueza de Ampurias conseguida por los beneficios de ser aliada de Roma permitió transformar el urbanismo emporitano con una nueva plaza ágora y un puerto artificial. Veremos más sobre Emporion y la influencia griega en la península ibérica en los próximos episodios.
El Veredicto: Herencia fenicia
El Veredicto de hoy es una reivindicación de la herencia fenicia, y lo digo porque la influencia de los fenicios en la península ibérica a menudo ha sido subestimada. Eso es porque desde los nacionalismos europeos y en este caso el español se habla de que los pilares de la “civilización occidental” son Grecia y Roma, y claro, para esta narrativa mejor obviar todo lo que no case con este discurso, como la influencia de al-Ándalus o la influencia de un pueblo semita como el fenicio. Lo cierto es que en la época arcaica los fenicios tuvieron una influencia mucho más grande que los griegos en la península ibérica, y a ellos les debemos el alfabeto, el vino, y el aceite de oliva, y ya ni menciono su influencia en la formación de Tarteso, así que vivan los fenicios. Y con eso, El Veredicto termina.
Avance y outro
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Fuente
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