Este es el episodio 5 llamado Pueblos prerromanos de la península ibérica y en este episodio aprenderás:
- Segunda Edad de Hierro en la península ibérica
- Íberos: escritura, urbanismo, y situación militar
- Íberos: sociedad, costumbres, y economía
- Sucesores de los tartesios: turdetanos
- Rasgos generales de los celtas
- Lusitanos, vetones, y celtas del norte
- Los celtíberos
- Vascones y el ADN y origen de los vascos
- El Veredicto: El mito de la ancestral raza vasca
- Avance y outro
- Fuentes
Segunda Edad de Hierro en la península ibérica
A partir del 500 a. C. entramos en la Segunda Edad de Hierro, y para la península ibérica eso significa que el uso del hierro se generalizó en todas partes y también aumentó la cantidad y variedad de herramientas. El siglo V a. C. también viene marcado por el declive de Tartessos y el aumento de la presencia celta en el centro y oeste peninsular, y todos estos cambios fueron los que dieron origen a los pueblos prerromanos que describieron los conquistadores romanos. Antes de entrar en materia y ponerme a hablar a grandes rasgos sobre los pueblos prerromanos, quiero avisar de que debemos entender las diferencias étnicas, lingüísticas o de otro tipo que mencionaré aquí, no en un sentido estricto, sino en términos generales.

Las culturas y pueblos prerromanos de los que hablaré hoy no tenían estados ni fronteras estrictas, sino que eran culturas muy fluidas que estaban, en mayor o menor medida, interconectadas, y que a veces se mezclaban. Sin embargo, había dos grandes grupos etnolingüísticos en la península ibérica antes de las conquistas cartaginesas y romanas, los íberos y los celtas. Étnicamente, los íberos eran predominantemente preindoeuropeos mientras que los celtas eran indoeuropeos, aunque eso no significa que no hubiera indoeuropeos con cultura y lengua íberas y viceversa. También tenemos a los celtíberos que eran un grupo mixto, y los vascones cuyos orígenes aún siguen siendo objeto de estudio y controversia.
Íberos: escritura, urbanismo, y situación militar
Los íberos fueron pueblos preindoeuropeos de la estirpe del Neolítico situados en el lado mediterráneo de la península ibérica, desde Cataluña hasta la Andalucía Occidental, aunque veremos a los turdetanos de lo que era Tartessos como un caso aparte. La cultura íbera se gestó alrededor del siglo V a. C., como una cultura de carácter cada vez más urbano e influenciada por los contactos con griegos y fenicios, como podemos ver fácilmente en sus obras artísticas. Desde el litoral y de forma heterogénea, la cultura íbera fue expandiéndose hacia el interior, produciéndose lo que llamamos un proceso de iberización. Sin embargo, lo que conocemos como íberos no eran un grupo unificado ni homogéneo, sino diferentes sociedades de jefaturas del Mediterráneo español que compartían características similares.
Por ejemplo, en el territorio íbero había múltiples sistemas de escritura, y conocemos los sonidos de los caracteres de las escrituras íberas, pero no su significado ya que los arqueólogos no han encontrado una Piedra Rosetta íbera. Además del alfabeto greco-íbero que usaba la variante jónica del alfabeto griego, había otras dos escrituras, la ibérica nororiental y la suroriental. Estas escrituras no eran exactamente alfabetos, sino un sistema mixto entre un alfabeto y un silabario, y esto significa que había signos que representaban tanto fonemas como otros representaban sílabas. Fue solo entre los siglos I y II d. C. que las lenguas íberas desaparecieron, así como las otras lenguas paleohispánicas, ya que la mayoría de hablas indígenas fueron reemplazadas por el latín.
Para aprender sobre los pueblos íberos, necesitamos confiar más en la arqueología que en la literatura, porque toda la literatura sobre ellos es grecorromana y por tanto es sesgada. No es como si los romanos o los cartagineses hubieran hecho un estudio antropológico sobre los íberos antes de sus conquistas ni que vinieran sin unos prejuicios, y esto es en parte similar a las conquistas y colonizaciones europeas alrededor del mundo, es decir, tenemos que entender las limitaciones de las fuentes de los conquistadores. Dicho esto, empecemos por el urbanismo íbero, algo fácil de estudiar a través de la arqueología.
Los íberos generalmente se asentaron y construyeron sus poblados en lugares elevados para tener una defensa natural, y sus pueblos también podían tener muros. Este tipo de urbanismo se llama oppidum y se encontraba por toda Europa, no es que fuera algo único de los íberos. Una de las mayores ciudades íberas se dice que era la capital de Oretania, Cástulo, situada en la Andalucía Oriental, una ciudad tan importante que para sellar la paz y una alianza Aníbal Barca se casó con una princesa de la región.
Un hecho muy curioso en mi opinión es que las ciudades íberas que tenían una cierta influencia sobre su región fundaban pequeños pueblos o construían casas dispersas alrededor, y estas ciudades incluso usaron esculturas para representar actos heroicos y así justificar su expansión e influencia. Las viviendas íberas eran de menos de 30 m2, con paredes de adobe y techos de madera, es decir, todo era hecho de materiales sencillísimos. Su arquitectura y urbanismo no eran tan avanzados como el anterior urbanismo tartésico, pero en comparación con sus vecinos celtas los íberos estaban más urbanizados y se dedicaban menos a la trashumancia y a la vida nómada.
No tenían tecnología militar avanzada como por ejemplo catapultas hasta la segunda guerra púnica, pero los íberos eran conocidos como guerreros feroces y por ello atraían la atención de potencias extranjeras que buscaban mercenarios. La guerra entre íberos era endémica y se hacía entre jefaturas, para asaltar y saquear a poblaciones vecinas. Los íberos destacaron por sus emboscadas y tácticas de guerrilla, y la infantería utilizó el clásico hit and run, es decir, la táctica de ataque y retirada que es básica para la guerra de guerrillas. En cuanto a sus armas, la falcata destaca por ser la espada prerromana característica de las sociedades íberas. La falcata tiene una cuchilla de un solo filo que no solo sorprende por su forma, sino también por la calidad del hierro. Su calidad fue tan reconocida que inspiró a los militares romanos a adoptar como propias las falcatas después de las Guerras Púnicas. Además, los soldados íberos usaban lanzas, jabalinas, tenían escudos de cualquier tamaño, y los jinetes íberos eran muy afamados y respetados.
Íberos: sociedad, costumbres, y economía
Por otro lado, la sociedad íbera estaba tan estratificada como cualquier otra sociedad mínimamente urbanizada de la época, con sus caudillos, nobles, sacerdotes, artesanos, campesinos y esclavos. Los nobles se reunían en consejos y los caciques mantuvieron su poder a través de un sistema de vasallaje y servidumbre. La nobleza era una clase guerrera, como lo demuestran las esculturas y las necrópolis encontradas, donde observamos una idealización de los valores aristocráticos típica de sociedades militarizadas. Las formas de gobierno de los íberos parece que eran variadas, pues encontramos caudillajes de jefaturas, ciudades-estado gobernadas por reyes, y consejos y senados aristocráticos, en las que los más ancianos tenían un papel capital. Pero lo que más destaca políticamente es que los pueblos íberos estaban muy divididos, y solo algunas jefaturas formaron confederaciones lideradas por caudillos como reacción a la llegada de invasores cartagineses y romanos.

Estrabón habla en estos términos de la fragmentación política de los íberos: “Se pueden explicar las andanzas de los griegos entre la gente bárbara por estar divididos ellos en pequeñas partes y reinos que no tenían unión entre sí por su terquedad, de manera que resultaron endebles contra los extranjeros que los atacaron. Esta terquedad entre los iberos resultó aún mayor al añadir su naturaleza pérfida y no sencilla. Porque en su vida eran guerreros y bandoleros y se atrevieron sólo a empresas pequeñas, evitando grandes hazañas, por no tener grandes fuerzas y alianzas. Si hubiesen querido ayudarse unos a otros, no habría sido posible a los cartagineses el conquistar la mayor parte de su país con su fuerza superior.” Este relato casi que suena a la España de las autonomías.
Entre sus costumbres, encontramos la devotio ibérica, una especie de pacto de vasallaje con características religiosas donde los devoti o clientes juraban proteger a su jefe, a cambio de recompensas, protección y un estatus social más alto. Si el líder moría, los clientes tenían que suicidarse, ya que también prometieron proteger a su líder ante los dioses. Esta institución social jugó un papel crucial en algunas heroicas últimas defensas vistas durante la conquista romana de Hispania, como la famosa de Numancia, y sirvió a los intereses romanos más tarde porque los íberos rápidamente adoptaron el culto al emperador. Los romanos tenían una institución similar, pero su devotio era radicalmente diferente, ya que en su caso los romanos se consagraban a los dioses para garantizar una victoria militar a cambio de su vida, mientras que los íberos ofrecían su vida para proteger a una persona.
Los arqueólogos durante mucho tiempo pensaron que los íberos no tenían templos ni santuarios, pero eso se ha demostrado que no era así, aunque sí es cierto que los íberos preferían realizar los ritos religiosos en los hogares y al aire libre. A los íberos no les gustaba representar sus divinidades como sí hacían los griegos, por lo tanto, sabemos muy poco acerca de sus creencias religiosas. No obstante, tanto los griegos como los fenicios influyeron en sus prácticas religiosas, ya que algunas de sus deidades eran conocidas y adoradas. Por otro lado, los íberos utilizaron figuras exvoto que eran únicas, lo que significa que cada una de ellas representaba a un individuo diferente. Por tanto, es de suponer que básicamente sirviera para representar familiares y gente querida y pedir a los dioses que les bendijeran con buena salud y fortuna. También realizaban comúnmente el sacrificio ritual de animales para contentar a sus dioses, al igual que muchas otras culturas de todo el mundo.
En cuanto a sus costumbres funerarias, los íberos siempre incineraron los cuerpos de los muertos utilizando una pira funeraria, a excepción de los cuerpos de algunos recién nacidos. En sus necrópolis podemos observar cuán estratificada estaba su sociedad, con tumbas más grandes para las familias aristocráticas, mientras que las cenizas de gente más humilde se ponían en cajas pequeñas. Dos buenos ejemplos de entierros aristocráticos son la Dama de Baza y la Dama de Elche. Ambas son esculturas muy bonitas que representaban a mujeres nobles con un agujero en la parte posterior que contenían las cenizas del difunto, aunque algunos las interpretan como representaciones de una diosa protectora de los difuntos. Por cierto, estas magníficas esculturas y urnas funerarias originalmente estaban pintadas, pero por desgracia han llegado a nuestros tiempos descoloridas, y la historia de cómo la Dama de Elche estuvo retenida en Francia muchos años y su regreso a España en 1941 es una historia muy interesante de leer.
Por otro lado, los íberos comerciaban a menudo con otros pueblos mediterráneos, ya que la cerámica y trabajos metalúrgicos íberos se pueden encontrar en Francia, Italia, Grecia o el norte de África. La cría de caballos era importante para la nobleza, y la alfarería y metalurgia eran importantes en muchas partes del mundo íbero. Sin embargo, la agricultura cerealista fue la actividad económica más importante, y fue la base que sostuvo un crecimiento demográfico a partir del siglo V a. C. También tenían ganado con animales pequeños como ovejas, cabras y cerdos, y de hecho en aquellos tiempos la predominancia de la agricultura sobre la ganadería no era tan clara como siglos después.
Los íberos importaban artículos de lujo, especialmente de los griegos, como cerámica, joyas y perfumes. Es interesante ver cómo es casi imposible encontrar monedas atenienses considerando las cantidades de cerámica ateniense encontradas en la Península, algo que parece indicar que el comercio con estos artículos se realizó a través de intermediarios de las colonias griegas del sur de Italia o Francia. Lo que está claro es que los íberos empezaron a usar monedas extranjeras gracias al comercio y también porque muchos servían como mercenarios para griegos, itálicos o cartaginenses. Mención especial aquí a los honderos baleares, unos mercenarios también muy preciados por los cartagineses y romanos. A partir del siglo III a. C., con las conquistas púnicas, los íberos empezaron a acuñar su propia moneda, y esto evidencia su creciente participación directa en el comercio.
Sucesores de los tartesios: turdetanos
Centrándonos en un grupo muy particular de íberos, tenemos a los turdetanos, que sucedieron a los tartesios. Realmente, hay una continuidad clara entre tartesios y los turdetanos, y el cambio de nombre viene por el inicio de la dominación romana. Por tanto, tenemos que ver a los turdetanos como tartesios de otra época, de igual modo que los griegos del siglo VIII a.C. y los del siglo III a.C. son distintos. Los turdetanos eran íberos con parte de ADN semítico debido a la presencia fenicia en la región, aunque probablemente también había celtas de cultura turdetana, ya que como vimos en el episodio anterior hubo migraciones de celtas alrededor del Guadiana.
Sin embargo, su idioma y alfabeto era bastante diferentes al que hablaban los otros íberos, y además gracias a los contactos ancestrales con fenicios y griegos los turdetanos eran las gentes más urbanizadas y menos guerreras de la Península. Estrabón también nos hablaba de los túrdulos, que vivían en la Alta Andalucía, pero él mismo dice que no había diferencia entre turdetanos y túrdulos. Dicho esto, esta es la descripción que el geógrafo griego Estrabón nos deja sobre los herederos de Tartessos: “Los turdetanos resultan ser los más cultos de los iberos y tienen escritura y escritos históricos en prosa y poesía, y leyes en forma métrica, que, según se dice, datan de hace seis mil años. También los demás iberos tienen escritura, pero no la misma, siendo también sus idiomas distintos.”
Cada geógrafo de la Edad Antigua elogió la riqueza y fertilidad de la región de los turdetanos, a pesar de que no parece que fueran tan prósperos como solían ser los tartesios. También Estrabón nos dice que los turdetanos exportaban trigo, vino, aceite, sal y, por supuesto, seguían exportando plata, cobre, oro y hierro, aunque presumiblemente a menor escala de la vista con Tartessos. Eso sí, hay que matizar que Estrabón habla como alguien en época de Augusto, cuando ya la Turdetania llevaba mucho tiempo bajo dominio romano y estaba romanizada, y sabemos que en época prerromana los olivares y viñas no eran tan comunes. En relación con su organización política, parecen haber estado divididos políticamente en ciudades-estado monárquicas antes de que llegaran los cartagineses y romanos.
Por ejemplo, se menciona un monarca llamado Culchas a la llegada de los romanos, que habría gobernado 28 ciudades con un ejército de 3.000 hombres y 500 jinetes. Parece que había monarquías turdetanas basadas en su fuerza militar, pero también pudo haber formas de gobierno oligárquicas o asamblearias. La sociedad turdetana parece que era muy desigual, con una élite rica y siervos que trabajaban en actividades agrícolas y mineras. Eso explicaría por qué los cartagineses usaron fácilmente esclavos nativos cuando conquistaron el sur de España, pues los esclavos solo cambiaron de amo. Aún así, otros autores creen que más que una esclavitud o servitud individual, había una servitud colectiva. Esto quiere decir que las grandes urbes esclavizaron pueblos enteros, como se da a entender en un edicto romano que liberó un pueblo de la servidumbre respecto a una ciudad. Así que quizás la riqueza de la Turdetania no estaba muy bien repartida.
Rasgos generales de los celtas
Después tenemos las tribus y jefaturas celtas de origen indoeuropeo, esa es la principal diferencia respecto a los íberos, y los celtas emigraron al centro, norte y oeste de la península ibérica en distintas olas migratorias entre el 900 y el 500 a. C. Eso no significa que sustituyeran a la población local, sino que la población indígena preindoeuropea fue celtizada. El desarrollo de esos celtas fue menor que el de los íberos, principalmente porque no interactuaron directamente con los colonizadores fenicios o griegos ni comerciaron directamente con los pueblos del Mediterráneo. Algunas culturas celtas se dedicaban más a la agricultura, pero la mayoría vivían una vida principalmente dedicada a la trashumancia, a la cría de ganado, o a la caza, pesca y recolección.

La unidad social y política básica era la gens, que básicamente es lo que sería un clan, es decir, relaciones de parentesco pero no como una familia desunida como tantas hay ahora, sino como algo verdaderamente vital para la sociedad celta. La gens representaba un grupo más grande e importante para los celtas que la familia nuclear, significaba tener un ancestro común, y estas gens se agrupaban en poblados. Vemos la manifestación de esta institución social en sus hogares, donde tenían grandes comidas familiares y cada pariente dormía bajo el mismo techo. Esto cambió con la conquista romana, y la pertenencia a una ciudad o la familia nuclear pasó a tener más importancia.
Además de la gens, los celtas tenían instituciones sociales como la devotio como los íberos o el hospitium, que era un pacto entre ciudades o jefaturas iguales o también pactos por los que un extranjero se incorporaba al clan, con derechos y obligaciones recíprocas. Aparte de la devotio o hospitium, tanto en celtas como en íberos había relaciones de clientela basadas en la desigualdad y típicas de muchas otras sociedades, en que un patrón se comprometía a proteger a su cliente a cambio de un servicio y fidelidad incondicional. Los celtas eran belicosos, por lo tanto, muchos sirvieron como mercenarios en ejércitos extranjeros. Los romanos vincularon su sociedad beligerante con su pobreza, y justificaron sus conquistas diciendo que era necesario pacificar a esos pueblos bárbaros y guerreros.
Sabemos que compartieron algunos dioses con el resto de los celtas de Europa, como Lug, un dios asociado a muchas cosas, desde la guerra hasta las leyes. Otro por ejemplo es Cernunnos, el dios de la fertilidad, o Epona, la diosa de los caballos que quizás conozcas por Zelda. Los celtas tenían muchas deidades locales, y los rituales religiosos los llevaban a cabo los druidas o nobles. Para terminar con la descripción general de los celtas, quería añadir que su urbanización se basaba en la cultura castreña, lo que significa que construyeron poblados fortificados conocidos como castros. Si has visto los castros de Galicia o Asturias habrás observado como son construcciones circulares construidas muy juntas, sin ninguna calle ni planificación urbanística aparente.
Lusitanos, vetones, y celtas del norte
En el oeste peninsular encontramos los lusitanos y los vetones. Como sabrás los lusitanos vivían en buena parte de la actual Portugal, mientras que los vetones estaban más asentados en las provincias occidentales de Castilla. No está claro si los lusitanos y vetones eran celtas con fuertes rasgos indígenas, o preindoeuropeos profundamente celtizados, pero ese no deja de ser un debate un poco estéril. En cualquier caso, los vetones tenían una cultura diferenciada que manifiesta su preferencia por la ganadería y la caza, la cultura de los verracos, que consistía en erigir monumentos y esculturas que representaban animales como toros, cerdos o jabalíes.

Ahí tenemos por ejemplo los famosos Toros de Guisando de la provincia de Ávila, un lugar históricamente importante también por el Tratado de los Toros de Guisando donde Enrique IV de Castilla reconoció como sucesora a su hermana Isabel en 1468. El significado de los verracos no está del todo claro, pero podría haber sido de índole religiosa, económica o incluso funeraria. Los lusitanos, en cambio, vivían en tierras más fértiles que los vetones, por lo tanto, la agricultura tenía un papel más importante y el sector minero también era relevante. Sin embargo, las actividades comerciales, metalúrgicas y artesanales eran marginales antes de la conquista romana, mientras que actividades como la cría de caballos, la pesca o la caza eran más importantes.
Un dato interesante que muestra la estratificación de la sociedad lusitana es que el tamaño del ganado mostraba el poder y el prestigio de una persona. Debido a las amplias desigualdades sociales y a que estas economías eran muy rudimentarias, muchos de los más pobres se vieron forzados a vivir como bandidos. Cuando hablamos de bandidos aquí no es que fueran cuatro gatos en las montañas, sino que formaron verdaderos ejércitos que lograron derrotar a ejércitos romanos en el siglo II a. C. Así que el bandolerismo lusitano no fue un problema menor, sino un grave problema social en Lusitania que sirvió como pretexto para que los romanos lanzaran expediciones de conquista.
Los celtas del norte de la península ibérica eran incluso más pobres que los lusitanos, y por ello también se vieron abocados al bandidaje, aunque en su caso no era a causa de desigualdades sociales sino por una falta general de desarrollo económico, es decir, que todos eran igual de pobres. Bebían agua o cerveza en vez de vino, dormían en el suelo, los hombres dejaban crecer su pelo como las mujeres, comían bellotas y castañas la mitad del año, y no usaban moneda alguna. Eso es comprensible, ya que estaban muy lejos de los focos de las civilizaciones desarrolladas y urbanizadas, y de hecho el norte peninsular seguiría estando poco urbanizado incluso cuando se fundó el Reino de Asturias. La excepción del norte era Galicia, pues el latino Plinio y la evidencia arqueológica apunta a que había muchos castros galaicos y alrededor de un total de medio millón de galaicos en el siglo I a. C.
Además de recolectar frutas, los celtas norteños dependían principalmente de la ganadería para alimentarse, y como hay algunas buenas minas en el norte, las tribus del norte extrajeron algunas materias primas como oro, estaño o hierro para hacer truques. La organización social y las costumbres de los celtas del norte han sido objeto de estudio, porque muchos historiadores de los textos de Estrabón dedujeron que la sociedad astur y cántabra era matriarcal. Sin embargo, Estrabón habla de una ginecocracia, que significa que las mujeres gobiernan, y eso no excluye que la sociedad fuera patriarcal o y patrilineal. En cualquier caso, el poder que tenían las mujeres astures y cántabras chocó mucho con la mentalidad romana, ya que por ejemplo podían heredar propiedades o concertar los matrimonios de sus hermanos.
Los celtíberos
Seguro que a muchos os viene la cabeza la película Manolo La Nuit con la introducción del celtíbero español, conquistador de todas las guiris habidas y por haber, pero vamos a ponernos un poquito serios. Se solía describir a los celtíberos como la fusión o mezcla entre íberos y celtas, pero eso es una simplificación, ya que no es necesariamente una mezcla genética, sino una mezcla cultural. Los celtíberos eran celtas, pero por su proximidad los celtíberos se vieron más influenciados por los íberos que otros celtas. Por ejemplo, compartían las mismas instituciones sociales y religiosas con el resto de los celtas, pero su cultura material era parecida a la de los íberos, que a su vez estaba influida por culturas orientales.
Las fuentes antiguas divergen al delimitar la región de la Celtiberia, pero vivieron alrededor del despoblado territorio de la Serranía Celtibérica, también conocida como la Laponia española en el área de Soria, Guadalajara, Cuenca, y partes de Aragón. Aparentemente, la Celtiberia experimentó un crecimiento demográfico y económico que también provocó un mayor grado de urbanización y la aparición de ciudades amuralladas en la región. Los celtíberos eran más pastores que agricultores, una particularidad que tiene que ver con las condiciones ecológicas de sus tierras, pero es curioso como parece que se regían por una explotación colectivista agraria.
Diodoro de Sicilia, en el siglo I a. C., dijo sobre los celtíberos que “cada año distribuían la tierra arable a los labradores y, poniendo en común sus frutos, entregaban a cada uno su parte, y a los labradores que se apropiaban de alguna parte para ellos mismos les daban muerte como castigo.” Además, los celtíberos eran famosos por ser guerreros feroces y valientes. Los hallazgos arqueológicos sugieren que ya en el siglo VII o VI a. C. en la Celtiberia se desarrolló una sociedad estratificada y guerrera, y ya os adelanto que los celtíberos jugaron un papel muy destacado en la resistencia nativa frente a la conquista romana.
Vascones y el ADN y origen de los vascos
Los últimos nativos que deben mencionarse son los vascones. Los vascones vivían un poco más hacia el este que hoy, ocupando toda Navarra, partes de La Rioja y Aragón, y una parte del País Vasco. Estas gentes estaban relacionadas con los aquitanos que vivían en el suroeste de Francia, pero conocemos muy pocos detalles sobre su cultura y aún hoy los vascos son objeto de estudio por sus orígenes genéticos y lingüísticos. No hay un consenso académico sobre el origen de los vascones ni del euskera, y probablemente nunca lo habrá por falta de información. Sin embargo, voy a presentar la información más contemporánea basada en la investigación en los campos de la antropología, genética y lingüística. Empezando con los orígenes de los vascos, debemos confiar en la genética para estudiarlos.
Se han realizado diferentes estudios para comparar el ADN de los vascos modernos con el de otros españoles, otras personas europeas y ADN antiguos. Lo que haré ahora será discutir los resultados de dos de los últimos estudios realizados sobre la materia. Tenemos un estudio publicado en 2015 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. Investigadores reputados analizaron ADN de esqueletos de 3000 a 5000 años de antigüedad encontrados en el famoso yacimiento prehistórico de Atapuerca, en Burgos. Los investigadores compararon los genomas de estos restos con los genomas de europeos actuales y los genomas antiguos de otras partes de Europa occidental y central. Los resultados sugieren que los vascos modernos no son descendientes de antiguos cazadores-recolectores que lograron sobrevivir, como alguna vez se dijo, sino que son los descendientes más cercanos de los primeros agricultores ibéricos.

La agricultura aparentemente se extendió en gran medida a través de las migraciones, por lo tanto, estos primeros agricultores ibéricos habrían venido de otras partes de Europa y se habrían mezclado con los cazadores-recolectores locales. Sin embargo, después de esta mezcla, los antepasados de los vascos quedaron más aislados y Vasconia quedó mucho menos afectada por las migraciones posteriores en comparación con otras partes de la península ibérica o Europa. Aquí me estoy refiriendo a los romanos, visigodos o árabes y bereberes. Lo mismo sucedió en la isla de Cerdeña, y está claro que la geografía jugó un papel importante en mantener a los vascos y sardos más aislados y con pocos cambios genéticos en comparación con otros pueblos de Europa.
En un estudio más reciente de 2019, publicado en Science Magazine, los resultados muestran que los vascones de la Edad del Hierro no eran genéticamente distintos de otros pueblos de la península ibérica. No obstante, el estudio confirma que Vasconia se mantuvo genéticamente sin cambios sustanciales con la llegada de romanos, germanos y africanos del norte, aunque eso no significa que los vascones no cambiaran en términos culturales. Acerca de la historia externa de la lengua vasca, las lenguas vascas antiguas se hablaban en un territorio mucho más amplio en comparación con el euskera moderno. Basándonos en evidencia histórica, antroponímica y toponímica, sabemos que los dialectos vascónicos se hablaban en lo que hoy es el País Vasco, Navarra, La Rioja, el norte de Aragón, el valle de Arán en Cataluña, y la región francesa de la Gascuña. Por lo tanto, había otras gentes que hablaban el llamado protoeuskera aparte de los vascones a los que se referían los romanos.

El Veredicto: El mito de la ancestral raza vasca
En el veredicto de hoy quiero discutir la manipulación histórica realizada por los nacionalistas vascos en relación con quiénes son. Para hablar sobre este tema, primero debo definir qué es una etnia. Una etnia es un tema complejo, porque tiene mucho que ver con cómo nos percibimos primero a nosotros mismos como pertenecientes a un determinado grupo y luego cómo nos perciben los demás. La identidad de una etnia se basa en múltiples factores, donde cada factor puede considerarse de diferente importancia según cada etnia. Como factores, tenemos raza, idioma, religión, cultura material, ideología, entre otros.
Lo que pasa con los vascos es que el nacionalismo creó una imagen de los vascos como una raza antigua, aislada y distinta, y si bien es cierto que los vascos son las gentes de la Península que menos han cambiado genéticamente, genéticamente se ha comprobado que la diferencia entre los vascos y el resto de los españoles no es tan sustancial. Dos problemas importantes que crean el nacionalismo son el mito nacional que tiene poco que ver con la historia real, y esto también lo veremos con personajes mitificados como don Pelayo o Wifredo el Velloso, y el hecho de que el nacionalismo presenta a las naciones como grupos fijos que no cambian, lo que por supuesto es falso. Las personas interactúan entre sí y casi ninguna etnia humana está aislada, por lo tanto, no podemos entender las culturas o las naciones como entidades fijas, sino como algo dinámico. Tened esto siempre presente, ya que esto se aplica a todos los nacionalismos. Y con eso, El Veredicto termina.
Avance y outro
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Fuentes
Bravo, Gonzalo. Hispania: la epopeya de los romanos en la Península. La esfera de los libros, 2007.
Domínguez Ortiz, Antonio. Historia de España 1: desde la prehistoria hasta la conquista romana (siglo III a.C.). Planeta, 1990.
Gracia Alonso, Francisco, editor. De Iberia a Hispania. Ariel, 2008.
Günther, Torsten, et al. «Ancient genomes link early farmers from Atapuerca in Spain to modern-day Basques.» Proceedings of the National Academy of Sciences 112.38 (2015): 11917-11922.
Lara, María, y Laura Lara. Breviario de historia de España. Desde Atapuerca hasta la era de la globalización. EDAF, 2018.
Menéndez Fernández, Mario, et al. Prehistoria y protohistoria de la Península Ibérica. Tomo II. UNED, 2007.
Olalde, Iñigo, et al. «The genomic history of the Iberian Peninsula over the past 8000 years.» Science 363.6432 (2019): 1230-1234.
Plácido Suárez, Domingo. Historia de España 1: Hispania Antigua. Editado por Josep Fontana y Ramón Villares, Crítica, 2009.
Salinas de Frías, Manuel. Los pueblos prerromanos de la Península Ibérica. Akal, 2006.
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