Este es el episodio 43 Los condados catalanes, 910-950 y en este episodio aprenderás:
- Las relaciones condales y francas en la primera mitad del siglo X
- El condado de Ampurias en la primera mitad del siglo X
- Suniario I, conde de Barcelona, Gerona y Osona
- Los condados pirenaicos tras la muerte de Wifredo el Velloso
- La batalla de Baltarga, la lucha por el condado de Urgel
- El Veredicto: La dificultad de escribir la historia condal
- Avance y outro
- Fuentes
Las relaciones condales y francas en la primera mitad del siglo X
Antes de nada, como siempre acuérdate de estar suscrito a La Historia de España-Memorias Hispánicas en YouTube o en sus dos podcasts, y puedes ayudarme a seguir con este proyecto de divulgación convirtiéndote en mecenas de Patreon o con una donación en la página web del programa, tienes los enlaces en la descripción. Sé que en el episodio anterior, el episodio 42 Ramiro II de León y la batalla de Simancas-Alhándega, prometí que también hablaría del condado de Castilla bajo el mitificado conde Fernán González, pero entre lo liado que he estado últimamente con el trabajo y que ya tenía suficiente chicha para separar estos temas inconexos en dos episodios pues lo decidí así. Dejamos la narrativa de los condados catalanes en el episodio 38 Wifredo el Velloso y el origen de Cataluña, si no te lo viste te recomiendo encarecidamente verlo porque tiene información muy buena y vi que gustó mucho en YouTube, pero como hace ya cinco episodios de eso pues mejor hago un poco de recapitulación de algunas ideas importantes.
En el 888 murió el rey carolingio Carlos el Gordo sin herederos y se produjo una crisis de legitimidad dinástica que terminó con el Imperio carolingio y dejó una realidad política fragmentada en Europa occidental. El Reino de Francia Occidental era un reino solo en nombre porque la autoridad del rey era muy limitada, especialmente en el sur, y en esta situación de incertidumbre y vacío de poder fueron los últimos condes nombrados por un rey carolingio los que se apropiaron de un poder antes otorgado por el rey y desde entonces el poder condal fue privado y hereditario. Ya en el 896 con la muerte del hermano de Wifredo el Velloso y sin intervención del rey se repartieron sus dominios entre la casa de Ampurias, que se quedó con la parte marítima del Rosellón, y la casa de Barcelona que se quedó con las comarcas un poco más interiores del actual Pirineo francés oriental.
A la muerte de Wifredo el Velloso en el 897, sus hijos heredaron la mayoría de condados de la vieja Marca Hispánica: Wifredo II Borrell se quedó con Barcelona y Osona, más tarde se hizo con Gerona que hasta entonces la había controlado la dinastía emporitana, Sunifredo II heredó el condado de Urgel, mientras que Miró II heredó el condado de Cerdaña-Besalú. Al año siguiente de este acontecimiento, murió el rey Eudes de la dinastía robertina y eso permitió la restauración acordada de la dinastía carolingia en Francia Occidental, bajo el rey Carlos el Simple. Este rey necesitaba demostrar su autoridad por toda Francia Occidental, de manera que empezó su reinado otorgando multitud de diplomas y cargos a condes, fieles y obispos. En los documentos carolingios se empieza a hablar de Gotia y de que el rey Carlos era rey de los godos además de los francos, se respira un aire de renovación del poder carolingio al ir el conde Wifredo Borrell a rendirle homenaje y al ser capaz Carlos el Simple de nombrar desde la corte real a un nuevo obispo para Gerona en el 908, después de varias décadas sin que los reyes francos demostrasen esta autoridad.
Pero los problemas de autoridad carolingia se agravaron en el sur en el año 912 cuando el arzobispo de Narbona fue asaltado y mutilado con heridas mortales cuando iba de camino a un nuevo concilio, se especula que por instigación del conde Suniario II de Ampurias-Rosellón por su tradicional mala relación con el arzobispo y porque quizás iban a excomulgarle de nuevo. El arzobispo de Narbona había sido un activo importante para los carolingios y su sucesión fue resuelta de manera violenta y con intervención papal, no por el rey franco, de manera que su muerte supuso un serio revés para los carolingios. Lo peor estaba por llegar para la dinastía de Carlomagno, ya que Carlos el Simple fue depuesto en el 923 y permaneció encarcelado hasta su muerte, y quien se hizo rey de Francia Occidental fue Raúl, duque de Borgoña que no pertenecía a la dinastía carolingia.
Ante esta situación, la mayoría de magnates y eclesiásticos de los condados catalanes siguieron fechando los documentos en base a los años de reinado de Carlos el Simple, no solo durante su cautiverio sino que hasta le siguieron sumando años después de su muerte, todo en un esfuerzo teórico de presentarse como legitimistas carolingios. No hay que olvidar que Wifredo el Velloso obtuvo tantos condados gracias a que se mantenía leal a los carolingios, sobre el papel porque esta lealtad para los reyes carolingios no se trasladaba a mucho más que evitar granjearse otro abierto opositor. Al morir Raúl de Borgoña sin hijos en el 936, el hijo de Carlos el Simple Luis regresó a Francia de su exilio en el Reino de Wessex de su madre en Inglaterra, de ahí que se ganase el apodo de Luis de Ultramar.
Luis de Ultramar ni siquiera pudo gozar de la breve esperanza de restauración carolingia de su padre, Luis solo controlaba los territorios del noreste de Francia Occidental mientras que París y todo el territorio entre los ríos Sena y Loira los dominaban la rival dinastía robertina y los otros territorios de Francia Occidental estaban en manos de otros aristócratas. Únicamente el conde Wifredo de Besalú en el 952 viajó hasta la corte de Luis de Ultramar para obtener preceptos, y fue el último conde del sur de los Pirineos en ir a rendir homenaje a un rey franco, el resto de condes de Gotia solamente siguieron datando los documentos en función de los reinados carolingios y consintieron y acataron algunas concesiones eclesiásticas que otorgó el rey Luis. Fue en la segunda mitad del siglo X cuando hubo un cambio significativo en la búsqueda de legitimidad y de una autoridad superior fuera de los condados catalanes, sustituyendo poco a poco a los reyes de Francia Occidental por el papa de Roma.
El condado de Ampurias en la primera mitad del siglo X
La historia política del condado de Ampurias en la primera mitad del siglo X diría que es más interesante que la de la dinastía barcelonesa, y es que hay intrigas, conflictividad social e invasiones extranjeras. Dejamos la comarca del Ampurdán en el este de Cataluña con el conde Suniario II de Ampurias, que estuvo desde la década de los 860 hasta el 915 gobernando el condado, y estuvo metido de lleno en la política condal e imperial luchando para que se restaurase el obispado de Ampurias, reconociendo al rey Eudes en vez de a la dinastía carolingia como siguió haciendo Wifredo el Velloso, y también Suniario lanzó una expedición naval contra la marinera ciudad de Pechina, en Almería, y es que el condado de Ampurias siempre estuvo muy ligado al mar. Suniario de Ampurias fue sucedido por sus dos hijos en condominio, pero su segundo hijo falleció al año y fue Gausberto el que se quedó al frente del condado emporitano.
De la etapa de gobierno de Gausberto de Ampurias tenemos un litigio del año 913 muy ilustrativo de una sociedad en vías de feudalización. De los habitantes de Vilamacolum, una aldea del Alto Ampurdán entre Figueras y Ampurias, el conde quiso obtener tributos y prestaciones de servicio obligatorias como hacer de guarda en torres de vigilancia de la ciudad de Ampurias o formar parte de sus huestes, argumentando que la casa condal emporitana les había concedido la tenencia de la tierra. Los campesinos propietarios de Vilamacolum defendieron ante el mandatario y los jueces que se encargaban del juicio dentro de la iglesia del pueblo que nunca habían pagado tributos ni prestado servicios al conde de Ampurias y que durante más de treinta años habían poseído sus tierras libres de cargas y las habían transmitido a sus herederos.
Treinta y cinco propietarios de Vilamacolum, uno con el nombre árabe de Abd al-Rahman y siete de ellos mujeres, aportaron treinta y dos testimonios jurados para avalar su caso. Este es un caso único porque encima solo seis días después de celebrarse el juicio y sin aún sentencia, todos los noventa y seis habitantes de Vilamacolum vendieron la mitad de la aldea y sus tierras a un particular por la notable cifra de 300 sólidos, una venta extraña que se especula que pudieron hacer los aldeanos para evitar las obligaciones que quería imponerles el conde Gausberto. Por otra parte, la casa condal de Ampurias tuvo encontronazos con el obispado de Gerona y el arzobispado de Narbona porque Ampurias no tenía sede episcopal propia en la Alta Edad Media y estaban cometidos al obispo que controlaba el conde de Gerona.
Esto no fue tan problemático cuando la dinastía emporitana gobernaba Gerona, pero al perderle a favor de los descendientes de Wifredo el Velloso su posición estuvo más comprometida y tuvieron que buscar formas de compensar esta debilidad. Por ejemplo la casa condal emporitana consiguió que hermanos del conde Gausberto fueran obispos de Elna, en el condado del Rosellón, entre los años 916 y 947, y en Ampurias iniciaron una política de fundar monasterios a cambio de prerrogativas como tener el control del nombramiento de sus abades, de este modo los condes fortalecieron el control sobre la Iglesia en sus dominios. El monasterio más destacado por su estrecha relación con los condes de Ampurias fue el de Sant Pere de Rodes, tanto Gausberto como su heredero hicieron numerosas ventas y donaciones de tierras, castillos, derechos de pesca y rentas a este monasterio benedictino del cabo de Creus. Tan importante fue Sant Pere de Rodes que a la elección de su nuevo abad en el 944 asistieron los condes y obispos de Barcelona, Gerona y Ampurias. Otro ejemplo sería el monasterio de San Quirze de Colera, al que el conde Gausberto donó todo el valle situado en la frontera de Francia a su muerte en el 931.
Pasando a otro tema, desde hace siglos que hay un debate sin conclusión definitiva de cuándo la capitalidad del condado de Ampurias se trasladó desde la antigua Ampurias y San Martín de Ampurias hasta Castellón de Ampurias, situada más al norte y al interior. No hay una respuesta segura a cuándo se produjo el traslado, pero debemos vincularlo a algunos de los episodios de destrucción de la antigua Ampurias a lo largo de la Alta Edad Media. En el 924 el conde Gausberto de Ampurias y Rosellón participó en la defensa de Septimania por una incursión del pueblo nómada de los húngaros que ya habían hecho devastaciones por toda Europa central, sabemos que los húngaros entraron por primera vez en la península ibérica, saquearon la capital emporitana y destruyeron su iglesia que fue restaurada en el 927.
Gausberto fue sucedido en el 931 por su hijo Gausfredo que tuvo un longevo gobierno de sesenta años, y no tardó mucho en tener que enfrentarse a ni más ni menos que a una flota del Califato de Córdoba que hizo campaña contra los condados catalanes en el 935. El principal objetivo estratégico de la campaña era eliminar la flota emporitana porque en términos de poder naval era la mayor amenaza cristiana, me hace gracia que luego de manera anacrónica como la historiografía catalana suele ser bastante Barcelonacéntrica a veces directamente omiten la parte de Ampurias y saltan a los menos relevantes encuentros militares del condado de Barcelona, cuando Barcelona no era ninguna amenaza naval por aquel entonces mientras sí lo era Ampurias. El momento era adecuado porque al estar depuesto y morir en cautiverio el rey Carlos el Simple, ya he explicado antes que el duque de Borgoña ejerció de rey de Francia Occidental pero no fue reconocido por los condes del sur de los Pirineos, de manera que no existía ninguna protección teórica superior para los condados de Gotia.
Fue una gran expedición, cuarenta naves, veinte con fuego griego y otras veinte para transportar mil soldados del ejército omeya y dos mil tripulantes, embarcaron desde Almería, que aún era el puerto de Pechina, y primero visitaron las islas Orientales, es decir, las islas Baleares con la finalidad de comprobar que el gobierno local funcionase bien y siguiera obedeciendo al gobierno central y también para que los musulmanes de las Baleares participaran en la expedición y vieran los beneficios del dominio de los omeyas. Luego atacaron una población fortificada del actual Rosellón antes de ir a por el objetivo más importante de asediar por tierra y mar Ampurias, incendiaron sus naves y arrabales para anular su poderío naval y mataron a cuatrocientos hombres según Ibn Hayyan. Los marineros de Pechina aún se acordaban de cómo los emporitanos atacaron su ciudad en los caóticos años 890 y les devolvieron el golpe, esta vez bajo la protección de un Califato de Córdoba que deseaba ejercer su hegemonía política y militar por toda la península ibérica y el Magreb, incluyendo sus costas.
El conde Gausfredo I de Ampurias reunió las gentes de los alrededores de la ciudad para defenderla mientras los musulmanes desembarcaron algunos soldados y saquearon y capturaron gente para esclavizarla de numerosas aldeas y masos, es decir, las explotaciones agrarias típicas de Cataluña. La flota califal omeya abandonó el condado de Ampurias y fue bajando hacia el sur pasando por las costas de Gerona, donde se adentraron a las comarcas interiores por el río Ter y llegaron cerca de la misma ciudad de Gerona, y luego provocaron daños en el litoral barcelonés, cosechando victorias militares según las crónicas árabes, hasta que los expedicionarios llegaron al puerto de Tortosa, en la frontera islámica oriental. Una de las consecuencias de la campaña islámica del 935 fue que condes como Gausfredo de Ampurias y Suniario de Barcelona no tardaron nada en reconocer en sus diplomas al rey Luis de Ultramar a la que recuperó el trono para los carolingios, si no fuera por esta campaña quizás no se habrían precipitado tanto a mantener este espejismo, y organizaron una expedición contra los territorios andalusíes en torno a Tortosa al año siguiente.
El historiador Pere Balañà y otros han sugerido que las destrucciones sobre Ampurias causadas por vikingos, húngaros y musulmanes a lo largo de los siglos IX y X provocaron un fenómeno que ya se ve en otras partes del Mediterráneo ante los ataques de flotas estatales y piratas, que es que progresivamente la población del litoral fue asentándose cerca de la antigua ciudad con puerto pero más al interior para tener mayor protección. Si bien en el ataque del 935 se ve que Ampurias era claramente aún la capital del condado, este evento fue la gota que colmó el vaso y más y más emporitanos fueron desplazándose a la vecina Castellón de Ampurias, mientras que el núcleo de población de San Martín de Ampurias fue quedándose solo con las infraestructuras básicas como el puerto y atarazanas y el castillo. El acta de consagración de la iglesia de Castellón de Ampurias del 1064 con la asistencia del conde de Ampurias, Barcelona y Besalú y numerosos nobles y eclesiásticos supuso a ojos medievales la oficialización del cambio de capitalidad y el olvido de la antigua Ampurias heredera de los remotos tiempos de las colonias griegas.
Suniario I, conde de Barcelona, Gerona y Osona
Wifredo II Borrell murió en el 911 sin hijos varones y quien lo sucedió al frente de los condados de Barcelona, Gerona y Osona no fueron Suifredo II de Urgel o Miró II de Cerdaña que ya estaban gobernando, sino su hermano menor Suniario, que había permanecido bajo la tutela de Wifredo Borrell. Nada más empezar su gobierno Suniario de Barcelona tuvo que hacer frente a las razias del señor de Huesca Muhammad al-Tawil, pero ya en su segundo encuentro el conde infligió heridas mortales a este señor de guerra andalusí. Suniario expandió el condado de Barcelona y Osona incorporando las comarcas del Garraf, Panadés, Bages y Anoia, aunque la implementación de la autoridad condal no fue muy fuerte excepto por el territorio en torno al castillo de Olérdola, a unos cuarenta kilómetros al oeste de Barcelona, que en décadas anteriores había sido la fortaleza andalusí más próxima a la frontera barcelonesa.
La expansión territorial en el espacio catalán siempre fue más difícil que desde los reinos del norte peninsular porque la tierra de nadie entre cristianos y andalusíes era mucho más reducida que en la cuenca del Duero porque el valle del Ebro estuvo mucho mejor articulado y defendido, pero pese a eso Suniario mantuvo una actitud a veces beligerante y a veces diplomática en relación al Califato de Córdoba. En la expedición del 936 paralela a la rebelión del señor de Zaragoza Muhammad ibn Hashim y de otros señores musulmanes con el apoyo del rey de León las tropas condales barcelonesas fueron derrotadas por el ejército omeya. En el 940 el secretario y diplomático judío Hasday ibn Shaprut fue a Barcelona para comunicar que el califa al-Nasir había aceptado su propuesta de paz y aceptó las condiciones de señores que se adhirieron a la paz como el señor de Arlés, que pidió un salvoconducto para que comerciantes de su tierra pudieran comerciar en el Califato de Córdoba y garantías de no recibir ataques piratas desde Baleares o la colonia andalusí de Fraxinetum, situada en la Provenza.
Fue un acuerdo alcanzado con la coerción de una flota dirigida por el almirante califal Muhammad ibn Rumahis, que con barcos de Almería y Tortosa amenazó las costas de Ampurias y Barcelona pero no atacó al estarse produciendo negociaciones diplomáticas. La paz a la que se acogieron Suniario de Barcelona y su hermano Sunifredo II de Urgel incluían la cancelación de un matrimonio con la dinastía Jimena de Pamplona y la promesa de no aliarse con ningún enemigo del califa a cambio de no atacar sus condados. En su viaje de vuelta a Córdoba, Hasday iba acompañado del obispo de Gerona, que entre los regalos que trajo estaba incluido un libro sobre la historia de los francos que pocos años después terminó en Egipto. Del 942 tenemos noticia de que el conde Suniario impuso tributo a Tortosa y se apoderó de Tarragona, antigua ciudad que desde las campañas del emperador Luís el Piadoso de principios del siglo IX debemos imaginar que estaba completamente desestructurada políticamente y con muy pocos habitantes, como dan fe los registros arqueológicos y la falta de menciones de Tarragona en escritos.
Pocos contingentes se establecerían en Tarragona y la vieja ciudad estuvo bajo un débil dominio condal hasta que Almanzor expulsó a los barceloneses de la llanura tarraconense. En todo caso parece que esto rompió la paz entre Córdoba y Barcelona y al año siguiente el califa envió a la flota omeya, pero por una tormenta la expedición no tuvo éxito. En este contexto de una creciente sensación de amenaza cristiana por parte de los andalusíes de Tortosa, sus habitantes pidieron una exención de impuestos que les fue concedida y Abd al-Rahman III mandó construir más fortificaciones a lo largo del Ebro y un astillero para Tortosa, igual que había hecho en Almería, Algeciras o Denia. Gracias a las inversiones en nuevas infraestructuras como nuevas murallas, el arsenal o una gran mezquita aljama, Tortosa adquirió una gran importancia estratégica en al-Ándalus y una autonomía clara respecto a Zaragoza que hasta entonces no había gozado.
Los condados pirenaicos tras la muerte de Wifredo el Velloso
A la muerte de Wifredo el Velloso en el 897, Sunifredo II se quedó con Urgel, el feudo que había estado durante generaciones en dominio de su familia, y si te interesa particularmente la historia de este condado que podemos ver como el hermano menor de Barcelona en las conquistas de la Cataluña Nueva pues te recomiendo ver el episodio extra 15 El condado de Urgel (870-1066). A diferencia de otros condes de la antigua Marca Hispánica, ni Sunifredo II ni sus sucesores ni tampoco la clase dirigente urgelesa fueron a la corte franca en busca de la legitimidad que daba un rey franco. Sunifredo II de Urgel expandió su condado al incorporar en sus estructuras políticas la mitad norte de la comarca del Solsonés, la cuenca Dellá y los municipios de Orgañá y Oliana, de este modo asentaba las bases para expandir más este condado pirenaico por la llanura al mismo tiempo que bloqueaba la posibilidad de expansión territorial del condado de Pallars.
Estas incorporaciones por tierra de nadie fueron muy similares a las del Reino asturleonés por el Duero, podemos imaginar que la mayoría de veces se haría sin el uso de la fuerza, donde sí tendría que usar la fuerza fue en la defensa del condado por la razia del señor de Huesca Muhammad al-Tawil en el 910, que se saldó con la destrucción de la Seo de Urgel, la muerte de algunos hombres y captura de decenas de mujeres. Sunifredo II de Urgel fue el verdadero organizador del condado de Urgel tras su separación respecto a Cerdaña y ejerció de soberano en el terreno político, militar y judicial, y por ejemplo con él surge la figura del vizconde de Urgel desde los años 920. Los primeros vizcondes de Urgel tenían la función de sustituir en su ausencia al conde de Urgel, este rol se vio muy potenciado cuando el conde de Barcelona Borrell II también lo fue de Urgel, y como recompensa al linaje de los vizcondes les dio todas las tierras del valle de Castellbó, al oeste de la Seo de Urgel.
Esta concesión del año 989 hizo que el linaje vizcondal de Urgel se territorializará, es decir, pasaron a ser señores de un territorio importante y no solo representantes del conde ausente en la ciudad capital. Más al este, Miró II de Cerdaña-Besalú, también conocido como Miró el Joven, heredó la Cerdaña, Conflent y Vallespir, una mezcla de condados y territorios de interior entre el norte de la provincia de Gerona y el Pirineo francés, y le sumó el vecino condado de Besalú en el 913 al morir su tío Radulfo. A su muerte en el 927 dividió sus dominios entre dos hijos, Sunifredo se quedó con Cerdaña y Conflent y su otro hijo Wifredo heredó Besalú y Vallespir. Miró II de Cerdaña-Besalú estuvo casado con Ava, una hija de un magnate local cerdano, pero tenía como amante a una hija del conde Delá de Gerona, el hermano de Suniario II de Ampurias.
Quiero aprovechar aquí para decir que las condesas altomedievales peninsulares ejercían un poder político, es muy conocido y estudiado el caso de Ermesenda de Carcasona que gobernó por sí misma Barcelona, Gerona y Osona en parte del siglo XI, pero ya antes había condesas que no eran simplemente la esposa de. Las condesas del siglo X y XI Ermengarda de Cerdaña, Constanza Velasquita de Urgel o Lucía de Pallars Sobirá presidieron juicios y administraron justicia, uno de los poderes más importantes, también numerosas condesas ejercieron de regentes al morir sus maridos y dejar herederos demasiado jóvenes para gobernar, y viendo como hay numerosos ejemplos en diferentes condados podemos afirmar que el ejercicio del poder político de las mujeres era generalizado en los antiguos condados carolingios, si bien si había un hombre adulto el hombre siempre ejercía mucho más el poder.
Las mujeres aristócratas y de la élite política podían administrar grandes patrimonios e instituciones religiosas, un caso paradigmático es el de la hija de Wifredo el Velloso Emma, que con la cantidad de gentes y pueblos que se sometieron a la autoridad de la abadía de San Juan de las Abadesas gozó de una base territorial propia y un gran poder político. Colaboró estrechamente con su hermano el conde Miró II, pero Emma y su agresiva política de expansión territorial por la frontera entre Besalú, Osona y Urgel, hizo que se ganara como enemigo a su hermano el conde Suniario, que aprovechará su muerte para deshacer parte del legado de Emma y limitar el poder de San Juan de las Abadesas. Y dejando de lado los condados bajo los herederos de Wifredo el Velloso, en el condado de Ribagorza-Pallars su soberano Ramón fue sucedido a su muerte en torno al 920 por sus cuatro hijos, Isarno fue conde de Pallars con su hermano Lope asociado mientras que Bernardo heredó el título condal de Ribagorza con su hermano Miró asociado.
Era una práctica común en los condados de Gotia del siglo X que todos los hijos heredasen en condominio los condados, eso sí, con el primogénito ejerciendo el rol preeminente. El conde Bernardo de Ribagorza se casó con la hija del conde de Aragón y obtuvo como dote el condado del Sobrarbe que separaba estos dos condados del Pirineo aragonés. Tenemos noticia de la muerte del último Banu Qasi que tuvo relevancia política al ser muerto a traición en el 929 por los condes de Ribagorza que lo acogieron. La única conquista de la que se tiene constancia que realizó Bernardo fue la del municipio hoy despoblado de Soperún, bastante cerca de la localidad de Graus que sería muy disputada entre los aragoneses y musulmanes más de un siglo después, y si hay pocas noticias bélicas en la zona de Ribagorza y Pallars a lo largo del siglo X es porque era muy difícil expandirse tanto por los escasos recursos humanos con los que contaban como por la fortaleza del Califato de Córdoba. La autoridad en Ribagorza y Pallars permaneció fragmentada desde la muerte de Ramón y estos pequeños condados del Pirineo central se fueron particionando más al heredarse entre generaciones, hasta que reinos más grandes terminaron por absorberlos.
La batalla de Baltarga, la lucha por el condado de Urgel
El reparto de los condados de Wifredo el Velloso a su muerte se hizo con aparente tranquilidad y en los primeros años posteriores a su defunción no hubo graves problemas entre los hijos de Wifredo, pero las tensiones fueron en aumento por fricciones fronterizas y las sucesiones de hijos a nietos de Wifredo. Según la interpretación de Ramón d’Abadal, Miró II de Cerdaña no se opuso a que su hermano menor Suniario sucediera a Wifredo Borrell en Barcelona, Gerona y Osona, pero a condición de aceptar esto al morir su tío Radulfo el territorio de Besalú pasaría de estar asociado a Gerona a la Cerdaña. Al morir Miró II de Cerdaña en el 927 sin herederos en edad suficiente para gobernar, la condesa Ava asumió la regencia en espera de que sus hijos Sunifredo y Wifredo fueran capaces de gobernar, y Suniario, como conde de Osona y Gerona, aprovechó esta inestabilidad política para ganar territorios en los límites del condado de Besalú. Como puedes imaginar esto no hizo ninguna gracia a la clase dirigente cerdana.
La muerte sin descendientes del conde Sunifredo II de Urgel en el 940 hizo que movieran ficha tanto Sunifredo II de Cerdaña como la casa condal de Barcelona de su tío Suniario para hacerse con el condado urgelés. Durante unos meses la condesa viuda ejerció de regente, pero a falta de unas reglas de sucesión claras o de un testamento político de Sunifredo II de Urgel las ambiciones barcelonesas y cerdanas iban a chocar sí o sí en una guerra abierta. ¿Por qué iban a seguir renunciando los condes de Cerdaña a lo que les pertenecía, si Urgel y Cerdaña antiguamente habían sido una unidad territorial? ¿No estaba acumulando demasiado poder la casa de Barcelona? Y si la casa condal barcelonesa se quedaba con Urgel, ¿no bloqueaba acaso cualquier posibilidad de expansión territorial para Cerdaña? Estos conflictos son un recordatorio que la narrativa de unos condados precatalanes armoniosos y que convergían naturalmente hacia la constitución de Cataluña es un discurso tan falso como el de la Reconquista, y aquí cada conde luchaba por sus intereses particulares y para maximizar su influencia.
Probablemente el conde Suniario aprovechó la cercanía de Osona y Urgel para extender la autoridad de su hijo Ermengol de Osona y tomar posesión del condado de Urgel, y esto era una declaración de guerra contra su sobrino Sunifredo II de Cerdaña. En esta guerra las huestes de Cerdaña ocuparon algunas parroquias del valle del Lord de Urgel y el conde de Barcelona usó su influencia para elegir la abadesa que sucedería a su difunta hermana Emma frente al monasterio femenino de San Juan de las Abadesas, ya que este poderoso cenobio estaba en la disputada comarca del Ripollés del condado de Besalú y disponía de muchísimas propiedades que Suniario les quitó en estos años. Pero el episodio decisivo del conflicto fue la batalla de Baltarga. El historiador Albert Benet planteó que la batalla de Baltarga enfrentó a huestes condales catalanas contra los invasores húngaros que hicieron campaña y llegaron hasta la Lérida musulmana en el 942, pero diversos historiadores han desmontado su argumentación.
De las pocas informaciones seguras que tenemos de la incursión magiar del 942 es que los húngaros destruyeron diversas iglesias de los condados de Gerona y Barcelona, tales como la iglesia de Santa Coloma de Farners, que capturaron al señor de Barbastro y pusieron bajo asedio Lérida durante ocho días pero tuvieron que abandonar las fronteras califales por falta de éxitos y alimentos, y que algunas semanas o meses después en la retirada los húngaros se enfrentaron a un ejército franco y fueron derrotados. Esta información viene de las crónicas árabes, y como también llamaban francos a los habitantes de los condados catalanes es probable que un ejército condal derrotase a los húngaros en su ruta de vuelta. Como ha estudiado el historiador Oliver Vergés, es mucho más razonable que la batalla de Baltarga enfrentase a las huestes de la casa de Barcelona y las de Cerdaña en este municipio de la frontera de Cerdaña en agosto del 943.
La victoria fue barcelonesa, pero la consecuencia más trágica para la dinastía barcelonesa fue la muerte de Ermengol de Osona, joven hijo primogénito del conde Suniario y asociado pocos años antes al condado de Osona que iba a heredar. Una victoria muy agridulce para el conde Suniario, y la muerte de su hijo Ermengol le produjo un gran pesar y culpa porque al fin y al cabo fue el conde de Barcelona el que incitó el conflicto, y la muerte de Ermengol repercutió en su abdicación a favor de sus hijos Borrell y Miró y su retirada a una vida monástica. La paz formalizada seguramente no llegó hasta el año 948, cuando Suniario tomó los hábitos y acordaron con la casa de Cerdaña el nombramiento de una nueva abadesa para San Juan de las Abadesas, la confirmación de que Besalú pertenecía a la casa de Cerdaña, la restitución a Urgel de los territorios del valle del Lord ocupados por Cerdaña, y la renuncia a cualquier derecho sucesorio sobre Urgel por parte de Sunifredo II de Cerdaña. De este modo se aceptó a Borrell, segundo hijo de Suniario, como conde de Urgel igual que lo fue de Barcelona, Gerona y Osona junto a su hermano Miró, poseyendo así cuatro sedes episcopales. Se iniciaba así una nueva etapa política para los condados catalanes.
El Veredicto: La dificultad de escribir la historia condal
En El Veredicto de hoy quiero hablar de lo difícil que es escribir una historia política de los condados catalanes y por qué no se le presta mucha atención a este espacio a nivel historiográfico. El principal problema deriva del tipo de fuentes que tenemos, Cataluña tiene una de las colecciones de documentos diplomáticos más ricas del mundo y más para la Alta Edad Media donde en muchos otros lugares no se han conservado documentos originales tan antiguos. Estas fuentes nos dan mucha información sobre propiedades, herencias, compraventas, donaciones y privilegios que se otorgaban, dan información muy local y son vitales para escribir una historia social. Entonces, ¿cuál es el problema David? Si esto que dices suena muy bien.
Pues el problema es que no tenemos unas crónicas escritas en los condados catalanes hasta siglos más tarde, y encima las únicas que tenemos fueron escritas para ensalzar la dinastía condal barcelonesa descendiente de Wifredo el Velloso, lo que no hace más que ahondar en que de manera presentista se escribe mucho la historia medieval de Cataluña dándole una importancia desproporcionada a Barcelona. Debido a la falta de crónicas propias para este período debemos recurrir a las informaciones sobre los condados que nos puedan proporcionar la cronística franca y árabe y a usar como podamos los diplomas, lo que muchas veces obliga a plantear más hipótesis que certezas y a construir unos relatos hipotéticos con poca base documental, por lo que hay que tener cuidado con hacer afirmaciones rotundas. Y con esto, El Veredicto termina.
Avance y outro
Hasta aquí el episodio de hoy, si te ha gustado dale a me gusta y comenta qué es lo que te ha parecido más curioso de lo que te he contado. Recuerda que puedes consultar los guiones y fuentes en lahistoriaespana.com, ahí también tienes una tienda con merchandising y la posibilidad de hacer una donación y contactar conmigo, y puedes ayudarme a seguir divulgando historia de España y obtener beneficios exclusivos convirtiéndote en mecenas en patreon.com/lahistoriaespana. Muchas gracias a Michael Cain que ya me seguía de cuando hacía el podcast en inglés y a Juan Sabater por ser de los últimos en apoyarme en Patreon. En el siguiente episodio de la serie principal sí que veremos la historia y la leyenda del conde Fernán González de Castilla, asegúrate de seguir el programa en YouTube, podcast y redes sociales para no perdértelo. ¡Gracias por escucharme y hasta la próxima!
Fuentes
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