Este es el episodio 16 Leovigildo y la construcción del Reino visigodo y en este episodio aprenderás:

Liuva y Leovigildo

Dejamos la narrativa en el episodio 15 La Spania bizantina y sociedad visigoda con la muerte de Atanagildo y la elección de Liuva I como rey de los godos. Tras un interregno de cinco meses, a finales del año 567 los magnates godos eligieron al duque de la Septimania como un candidato de consenso para evitar las luchas entre las facciones cercanas al centro de poder, en Toledo. Además de como candidato de consenso, el Reino visigodo se aseguraba el compromiso de los aristócratas de Septimania para la defensa del reino frente a los francos. Es probable que Liuva y su hermano Leovigildo fueran hijos del general ostrogodo Liuverit, afincado en la Septimania por orden de Teodorico el Amalo, por lo que gracias a la intervención ostrogoda esta familia había adquirido una buena base patrimonial en esa región.

El rey Liuva había tomado posesión del trono en un momento de debilidad para los visigodos, ante una Spania fragmentada políticamente en otros estados y poderes locales autónomos que disputaban las pretensiones de los godos. Tanto es así, que los francos merovingios parece que hicieron algún tipo de campaña en la Septimania para aprovecharse de la debilidad goda. Ante esta amenaza, Liuva tomó una decisión determinante para el futuro del Reino visigodo: al igual que habían hecho algunos emperadores romanos, asoció a su hermano menor al trono y dejó que gobernara las posesiones de Spania.

Para asegurarse la lealtad del grupo aristocrático de la facción que apoyaba al rey Atanagildo, Leovigildo se casó con su esposa viuda, Gosvinta, una reina que no se contentaba con el papel de mujer florero y que tendría una gran influencia en la política del reino. Se especula que Gosvinta pudo pertenecer al linaje de la dinastía baltinga que había gobernado a los visigodos hasta Alarico II, aunque no podemos asegurar eso y solo nos podemos imaginar que pertenecía a una de las más poderosas familias godas, y además es posible que tras la muerte de Atanagildo Gosvinta controlase el tesoro real visigodo, por lo que era imprescindible aliarse con ella. Además, Gosvinta estaba emparentada con los francos merovingios de los reinos de Austrasia y Neustria por el matrimonio de dos de sus hijas, así que sus conexiones familiares podrían servir para mantener la frontera de Septimania en paz.

Relaciones matrimoniales de la realeza goda y merovingia con Leovigildo y Recaredo, por Mikel Pozo Flores
Relaciones matrimoniales de la realeza goda y merovingia con Leovigildo y Recaredo, por Mikel Pozo Flores

José Soto Chica presenta a Liuva como un rey poco enérgico, pero con la limitada información que tenemos también podría interpretarse el contrario, que era un líder tipo Jon Nieve, un hombre de acción poco interesado en el politiqueo de la corte. Por eso prefirió volver a su natal Septimania y defender personalmente la frontera frente a la amenaza de los francos, que cesaron sus ataques porque tenían otros frentes abiertos. Liuva siguió gobernando la Galia goda sin mayores problemas hasta su muerte en el año 573, mientras que su hermano sería el que se colmaría de gloria por sus conquistas y la construcción del Reino visigodo en Spania.

Los motivos de las conquistas de Leovigildo

El reinado de Leovigildo es sin duda uno de los más importantes de la historia de los visigodos y de la península ibérica. Cuando comenzó el reinado de Leovigildo, el reino estaba rodeado de enemigos: el norte no estaba bajo control visigodo, en el noroeste los suevos todavía tenían su reino independiente, más allá de los Pirineos los reinos francos hacían incursiones en territorio godo, y en el sur estaban los bizantinos y diversos poderes locales autónomos.

Leovigildo (1855) por Juan de Barroeta
Leovigildo (1855) por Juan de Barroeta

Por lo tanto, la mejor manera de asegurar la supervivencia del Reino visigodo era lanzar una serie de campañas militares contra los enemigos del reino, porque sería con sangre como se construiría el Reino godo de Spania. De esta manera, Leovigildo no sólo podría gobernar más territorios, sino también fortalecer el poder de su dinastía. El mundo del siglo VI era un mundo de magnates laicos y eclesiásticos, así que Leovigildo también tenía que ganarse el apoyo de los aristócratas hispanogodos y recompensarlos con más tierras y riquezas, y al mismo tiempo castigar y perseguir a aquellos que se le oponían.

Desde un punto de vista teleológico y nacionalista, se dice que los godos tenían la ambición y el destino de gobernar toda Spania, es decir, que Leovigildo quería alcanzar la unidad peninsular bajo la soberanía goda. Esta idea ya viene de Isidoro de Sevilla, el gran ideólogo del Reino visigodo que presentaba a los godos como predestinados a gobernar Spania, y este era un modo de justificar la expulsión de los bizantinos del sureste de Spania en el momento en que escribía este discurso político. Es difícil saber si los godos ambicionaban controlar toda la península ibérica, pero si es así nunca lo consiguieron.

Según Pablo Poveda Arias, al que entrevisté en Memorias Hispánicas, si los godos deseaban tanto esa unidad peninsular no se entiende que Recaredo no emprendiera campañas militares como las de su padre y en cambio adoptara una actitud defensiva. Y quizás más importante aún, como veremos ahora, vemos a Leovigildo trayendo la guerra de un lado para otro, pero sin centrar sus esfuerzos en una misma región hasta conquistarla. Ya hemos visto a lo largo de los últimos episodios que la posición de los reyes bárbaros dependía mucho de su éxito militar, por eso la guerra era un instrumento de legitimación política y de reforzamiento del poder regio, y a diferencia de Alarico II o Amalarico, Leovigildo sí tuvo éxito como rey guerrero.

A través de exitosas campañas militares un monarca podía perpetuarse en el poder frente a posibles rivales, pero el rey no era el único beneficiado, porque la participación en campañas ofensivas era voluntaria al fin y al cabo. La guerra servía para que los intereses del monarca y de la aristocracia convergieran cuando había promesas de nuevas tierras y de botín de guerra. Así que los intereses privados en términos políticos, económicos y simbólicos de los monarcas y aristócratas eran los que motivaron principalmente las campañas de Leovigildo y de otros monarcas a lo largo de la historia, mientras que el interés colectivo y la motivación ideológica eran secundarios.

Campañas godas en el sur

La primera campaña de Leovigildo fue contra los bizantinos en el año 570, que como recordarás del episodio anterior habían establecido la provincia de Spania en las costas del sur peninsular. Debemos entender esta campaña en un contexto más global, porque los lombardos estaban conquistando territorios italianos del Imperio bizantino y éstos estaban sufriendo importantes derrotadas frente a los reyezuelos bereberes en África. Pero esta expedición no fue de conquista, sino de saqueo y devastación de los campos de las comarcas de Baza, la Vega de Granada, Antequera y Málaga.

Los visigodos sí que conquistaron al año siguiente la plaza fuerte de Medina Sidonia, por medio de la traición de uno de los soldados bizantinos, aunque al cabo de unos años la ciudad volvió a ser entregada a los imperiales. Aun así, la toma de Medina Sidonia amenazaba directamente el control bizantino sobre el estrecho de Gibraltar, así que era un movimiento importante, pero antes de seguir atacando a los bizantinos debía consolidar los dominios sobre la Bética. Por eso Leovigildo no perdió el tiempo y sometió la independiente Córdoba, con un ataque nocturno que se saldó con victoria goda y la ejecución de sus defensores.

Con la toma de Córdoba, también cayeron varias plazas fuertes de la zona del valle medio del Guadalquivir, que según nos cuenta el cronista Juan de Biclaro estaban defendidas por rústicos, es decir, por campesinos armados por sus señores. La masacre de estas milicias era una advertencia al resto de aristócratas que no reconocían la autoridad goda: los godos vendrían a saquear o a conquistar sus tierras, y la decisión de evitar un derramamiento de sangre dependía de ellos.

Campañas contra regiones autónomas

En el 573 el escenario de la campaña cambió completamente, ya que se trasladó al noroeste. Era buen momento para reafirmar la hegemonía goda sobre Spania frente a las pretensiones de los suevos gobernados por el rey Miro, porque éstos habían atacado la Asturias central y la zona de León y Zamora el año anterior. Estas zonas no estaban bajo control ni suevo ni visigodo, y Leovigildo saqueó el área de Zamora, llamada en las fuentes Sabaria, y conquistó sus castella, que como recordarás del episodio 14 Intermedio ostrogodo los castella eran pequeños poblados situados en lugares elevados y con buenas defensas.

El año siguiente, el rey guerrero convocó una nueva campaña, esta vez contra Cantabria. Hay que aclarar que la Cantabria tardoantigua comprendía las actuales provincias de Cantabria, Burgos, Palencia y partes de La Rioja y Álava, así que era un escenario extenso que no sería conquistado en su totalidad. En la Vida de San Millán de Braulio de Zaragoza, escrita unas décadas después, se habla de un misterioso senado que gobernaba Cantabria. Esto ha llevado a algunos historiadores como José Soto Chica a afirmar que las élites hispanorromanas de la zona habían constituido un extenso estado independiente, pero esta interpretación seguramente es errónea. Lo más probable es que este supuesto senado sea un senado municipal, la típica curia romana de alguna ciudad de la zona, pero es muy difícil que creer que se hubiera formaba un estado que gobernase un extenso territorio.

En cualquier caso, de la Cantabria tardoantigua parece que los visigodos lograron conquistar la zona de antes de llegar a la cordilla Cantábrica, incluyendo la estratégica Peña Amaya de Burgos que volverá a dar que hablar en la conquista musulmana y con el condado de Castilla. Así que toda la zona montañosa cántabra siguió siendo autónoma, pero Leovigildo ya había logrado el verdadero objetivo militar de la campaña, que no era otro que controlar las comunicaciones entre el valle del Ebro y la submeseta norte. La campaña del año 575 tuvo como objetivo conquistar otro territorio autónomo disputado por suevos y godos, los montes Aregenses, situados en la actual Orense, donde capturaron a su más importante señor por su acercamiento a los suevos y se apropiaron de sus riquezas.

Por cierto, quiero comentar que en las fuentes se hablan de pueblos y regiones solo mencionadas en estas campañas de Leovigildo como los sappos de Sabaria en la zona de Zamora, los runcones en Asturias, o los montes Aregenses y básicamente se les da un sentido de alteridad respecto a los godos, es decir, como pueblos opuestos a los godos sin ninguna explicación más. Estos pueblos toman el nombre deformado de pueblos prerromanos en algunos casos, pero esto no es más que un recurso de las crónicas para hacer a estas gentes autónomas enemigas de los visigodos, y quizás ni ellos mismos se llamaban sappos o runcones. Es un gran error tratarlos como indígenas prerromanos que de algún modo había sobrevivido todos estos siglos bajo dominio romano calladitos, pero que ahora reaparecían en las fuentes como rebeldes.

Mapa del Reino visigodo bajo Leovigildo por Desperta Ferro
Mapa del Reino visigodo bajo Leovigildo, por Desperta Ferro

Aclarado esto, en el 576 Leovigildo lanzó al fin un ataque contra el Reino suevo, pero esta campaña terminó pronto porque el rey Miro pidió la paz.  Parece que Miro ofreció algún tipo de subordinación, una relación de dependencia o vasallaje como la del rey Teodorico II y el suevo Remismundo décadas atrás por la que los suevos tendrían la obligación de responder a una llamada a las armas y deberían pagar tributo a los godos. Leovigildo aceptó porque él no tenía la ambición de unificar Spania como algunos nacionalistas españoles afirman, sus campañas eran predatorias para enriquecerse tanto él como sus seguidores, y con el tributo de los suevos se ahorraba los problemas y costes de un gobierno directo sobre el territorio suevo y evitaba tener que negociar con su gente el reparto del botín de guerra.

El siguiente objetivo estaba lejos, de nuevo hacia el sur, contra la región de Oróspeda, en las sierras de la actual Jaén y Albacete. Esta era una zona marginal y autónoma como Sabaria o los montes Aregenses, y que en cierto modo era una zona colchón entre la Spania bizantina y el Reino visigodo. Así que Leovigildo conquistó a sangre y fuego la Oróspeda, y el ejército visigodo tuvo que regresar el año siguiente para reprimir una revuelta.

La construcción del Reino visigodo de Toledo

Después de siete años de continuas campañas en diferentes regiones de Spania, hubo un año de paz. Leovigildo había logrado consolidar y fortalecer el Reino visigodo, ya que ahora los visigodos tenían menos enemigos en comparación con la precaria situación vivida al comienzo de su reinado. Como he dicho antes, el Reino visigodo de Toledo se construyó tanto a base de negociaciones con la aristocracia como por imposición, por medio de purgas políticas y ofensivas militares por toda la península ibérica.

Pero paralelamente a estos logros militares, un buen rey como Leovigildo reorganizó y desarrolló el estado con reformas administrativas y legales. Antes de él, el Reino visigodo básicamente era el monarca junto con su tesoro real y ejército, pero con Leovigildo se transformó en un estado más como lo entendemos ahora, con sus instituciones y demás. Leovigildo tenía la visión de un Reino godo centralizado y fuerte, inspirándose en los modelos políticos tardorromanos, y para fortalecer el poder regio tuvo que enfrentarse a enemigos externos e internos.

Al igual que hizo décadas después Chindasvinto, Leovigildo redujo el poder de la aristocracia a base de ejecuciones, destierros y confiscaciones que enriquecieron el tesoro real visigodo. Esto permitió eliminar posibles pretendientes al trono y aumentar más la diferencia entre el poder y recursos económicos de Leovigildo y el resto de notables godos. Y esta distancia respecto a sus súbditos también aumentó simbólicamente, porque tenemos informaciones que apuntan a que adoptó una serie de ceremonias y protocolos para engrandecer la figura del rey, quizás inspirándose en la etiqueta cortesana del estado romano. Y para rematar el fortalecimiento de su dinastía, en el 573 Leovigildo asoció al trono a sus hijos Hermenegildo y Recaredo, nacidos de un matrimonio anterior a Gosvinta, para transformar el Reino visigodo en una monarquía hereditaria.

Con sus campañas militares y expolio de enemigos internos, las finanzas del reino estaban rebosantes, tanto que Leovigildo pudo acuñar monedas de oro sin hacer mención al emperador romano, para así reafirmar la independencia del Reino visigodo. Leovigildo asumió de nuevo una prerrogativa de un emperador romano al fundar una nueva ciudad en Guadalajara, Recópolis, en honor a su hijo Recaredo. Todas estas medidas eran una declaración de intenciones de Leovigildo, que se presentaba como digno continuador de la romanidad.

En cuanto a las reformas administrativas y territoriales, Leovigildo emuló al Imperio bizantino al dividir el territorio en provincias gobernadas por duques con la autoridad militar provincial y condes con la autoridad civil en las ciudades y sus áreas cercanas. Además, con la idea de cohesionar más el reino, levantó la prohibición de los matrimonios mixtos entre la población goda e hispanorromana y es posible que aplicara un código legal conocido como Código de Leovigildo a todos los naturales del reino. Ese fue un paso muy importante para consolidar el Reino visigodo como una monarquía independiente con base en Spania.

Causas de la rebelión de Hermenegildo

Sin embargo, el reinado de Leovigildo también tuvo complicaciones, sobre todo por un drama familiar digno de Juego de Tronos. En el 579 el hijo mayor de Leovigildo, Hermenegildo, se casó con una princesa católica y franca, Ingunda, hija del rey Sigeberto de Austrasia. Ingunda era también nieta de Gosvinta, así que este matrimonio tenía dos vertientes: la internacional para sellar una alianza con el reino de Austrasia, y la interna para cohesionar las facciones nobiliarias que representaban Leovigildo y Gosvinta.

El enlace parecía una buena apuesta, pero fue el detonante de una grave crisis interna. Tenemos dos relatos bastante distintos sobre las causas de la rebelión de Hermenegildo, el de Gregorio de Tours y el de Juan de Biclaro, obispo de Gerona. Según el cronista franco, la reina Gosvinta dio una paliza a su nieta Ingunda porque se negaba a convertirse al arrianismo. Gregorio de Tours como en otras ocasiones enfatizaba el fanatismo arriano de los godos como causa de conflictos, pero esto no parece muy creíble. Juan de Biclaro, en cambio, muestra a Gosvinta como instigadora de la rebelión contra su marido.

Parece que simultáneamente Leovigildo entró en contacto con el rey Chilperico de Neustria para casar a su hija con Recaredo. Esta hija también era nieta de Gosvinta, pero Chilperico era el mismo rey que no había tenido reparos en asesinar a su esposa goda para casarse con su amante. Esto lógicamente no le hizo ninguna gracia a Gosvinta, y ella y la poderosa facción que lideraba desde tiempos de Atanagildo parece que instigaron la rebelión de Hermenegildo. Digo parece porque lo que es extraño si supones que es verdad que Gosvinta tuvo un rol activo en la rebelión es que no parece que la reina fuera castigada, y a ella se la pinta como una ferviente arriana.

¿Instigó realmente Gosvinta la rebelión de Hermengildo? ¿Usó Hermenegildo la justificación religiosa del catolicismo desde el principio, o eso fue más adelante al perder posiblemente el apoyo de Gosvinta y su facción? Es difícil encontrar respuestas a estas preguntas clave. En cualquier caso, Leovigildo despachó a Hermenegildo e Ingunda a Sevilla para gobernar los territorios de la Bética controlados por los godos. Esto también lo han visto algunos como compensación por el aparente favoritismo de Leovigildo hacia su hijo menor Recaredo al fundar Recópolis en el 578. Pero hubiera o no rivalidad entre hermanos lo único seguro es que Leovigildo se equivocó al no dudar de la lealtad de Hermenegildo y enviarlo a un lugar lejos de su control.

En Sevilla se encontraba el poderoso Leandro de Sevilla, hermano de Isidoro de Sevilla, además de toda una aristocracia y clero contrarios a las políticas centralizadoras de Leovigildo. Esto se puede extender a toda la Bética, que era una región periférica para un Reino visigodo aún en construcción en Spania, y es que los terratenientes del sur podían luchar casi de tú a tú con los visigodos y aparte de ser independientes tenían la opción de entrar en la órbita política del Imperio bizantino. Bajo la influencia de Leandro de Sevilla y su esposa Ingunda, Hermenegildo se convirtió al catolicismo para tener la sanción de la Iglesia católica, legitimar su rebelión y ganar apoyos entre los notables hispanorromanos. El hijo mayor de Leovigildo ganó el apoyo de Mérida y buena parte de Lusitania, y a nivel internacional contactó con el Imperio bizantino, los suevos y los francos de Austrasia y Borgoña para solicitar su apoyo.

Todo valía para hacerse con el poder, incluso aliarse con enemigos extranjeros que querían un Reino visigodo débil. Después de ganarse varios apoyos Hermenegildo se proclamó rey en el 580, y la maquinaria propagandista católica justificó su rebelión por motivos religiosos. Esto es una patraña, porque como ya vimos en el episodio extra 5 La Iglesia y los bárbaros en el siglo V, los obispos católicos y los reyes bárbaros no solían tener problemas para colaborar, y las persecuciones fueron siempre por motivos políticos, no religiosos. Pero claro, Hermenegildo no podía simplemente decir que se rebelaba porque quería ser rey y posiblemente para evitar que Recaredo fuese el sucesor.

Un padre contra un hijo

La rebelión de Hermenegildo no puede ser vista como una guerra religiosa entre católicos y arrianos, y tampoco puede ser vista como una guerra étnica entre godos e hispanorromanos, sino que simplemente se tratan de luchas de poder. Una rebelión política donde entraban en juego factores locales, como los intereses particularistas de los magnates de la Bética, factores estatales a nivel hispano, y factores internacionales. Pero por extraño que parezca para un monarca enérgico como él, Leovigildo adoptó un enfoque prudente sin que tengamos noticia de una respuesta militar a la rebelión hasta por lo menos más de un año después. ¿Por qué no actuó antes Leovigildo? Leovigildo no tenía un ejército permanente listo para el combate, sí tenía en cambio soldados visigodos en guarniciones, y es posible que una parte importante de los soldados godos se hubieran unido a Hermenegildo, así que su capacidad de maniobra era limitada.

Levantar un ejército implicaba tanto quitar soldados de guarniciones militares, con el riesgo a posibles revueltas, como pedir la ayuda de otros godos y de hispanorromanos y galorromanos fieles que pudiesen proporcionar siervos y esclavos para ayudarle. Primero Leovigildo tenía que cerrar filas tomando una serie de medidas para asegurar la lealtad de sus súbditos, resolver la cuestión religiosa, y evitar que se extendiera la rebelión y se involucrasen potencias extranjeras. Leovigildo convocó en el año 580 un concilio de obispos arrianos en Toledo, con el que se adoptaron medidas para reducir al mínimo las diferencias teológicas entre el catolicismo niceno y el arrianismo. De este modo, estamos hablando de una solución de compromiso, una especie de arrianismo quasi-católico, y se dieron facilidades para las conversiones y también sobornos para convencer a los obispos.

Obispos católicos como el de Zaragoza se sumaron a esta iniciativa, con la que el rey godo pretendía unir a la población hispana, gala y goda con una religión nacional y una jerarquía eclesiástica leal al monarca. Y por si estas medidas no bastaban, Leovigildo también supo recorrer a la expulsión de los obispos de su sede y a la incautación de bienes de sus opositores. Por ejemplo, Leovigildo colocó al obispo arriano Sunna y a un nuevo obispo católico títere al frente de Mérida mientras que exilió al obispo católico Masona por su presunto apoyo a Hermenegildo, y como puedes imaginar todas estas purgas fueron útiles para la propaganda de Hermenegildo. Estas luchas revestidas de luchas religiosas también tenían mucho de luchas políticas para que Leovigildo ejerciera una autoridad más efectiva sobre Mérida, una de las ciudades de Spania más importantes en aquel momento.

En la narración de Juan de Biclaro, no se registran enfrentamientos militares entre Leovigildo y Hermenegildo entre los años 580 y 582 en el sur, pero una inscripción encontrada en Alcalá de Guadaíra, en Sevilla, dice que “en el segundo año de nuestro señor Hermenegildo, a quien persigue su padre, el señor rey Leovigildo”. Esto demuestra que ya hubo enfrentamientos menores en la Bética y Lusitania, o también podría referirse a la campaña de Leovigildo contra Vasconia en el 581 que probablemente está relacionada con la rebelión de Hermenegildo. De otro modo, sería difícil de explicar que Leovigildo tuviera tiempo para atacar el norte mientras tenía una guerra civil montada en su reino.

La campaña contra los vascones que posiblemente apoyaban a Hermenegildo terminó en victoria, y esta expedición se hizo simultáneamente con otra por parte del rey franco de Neustria Chilperico que vino a ayudar a su aliado. Por otra parte, la conquista de Mérida supuso un gran varapalo para Hermenegildo, y esto allanó el camino para la conquista del epicentro de la rebelión, Sevilla. Los reinos de Austrasia y Borgoña estaban ocupados en otras guerras y no podían ayudar al rebelde, pero el Imperio bizantino tras unas importantes victorias en África podía mandar efectivos a Spania.

El final de la rebelión de Hermenegildo

Sabiendo el peligro que suponía el Imperio romano oriental, Leovigildo lanzó una ofensiva final con toda su fuerza para asediar Sevilla. Hermenegildo estaba desesperado porque ninguna de las potencias extranjeras que habían prometido ayudar habían venido. Tenemos informaciones contradictorias sobre si el rey Miro del Reino suevo apoyó la rebelión de Hermenegildo. Una versión nos dice que sí, que inicialmente lo hizo, pero que en el 583 tuvo que deponer las armas y volver a jurar fidelidad a Leovigildo y participar en la campaña contra Hermenegildo. La otra nos dice que desde el principio el rey de los suevos actuó fielmente del lado de Leovigildo.

El sitio sobre Sevilla continuó durante un año, y la situación para Hermenegildo era cada vez más difícil de sostener. Entonces el usurpador abandonó Sevilla y huyó a Córdoba, donde esperaba por fin encontrarse con refuerzos imperiales. Sin embargo, la rebelión quedó sentenciada cuando el ejército bizantino traicionó al usurpador a principios del 585. Los bizantinos tomaron a la esposa e hijo de Hermenegildo como rehenes para llevarlos a Constantinopla y se retiraron del Reino visigodo. ¿Y por qué se retiraron? Todo parece indicar que además de las tropas de la provincia de Spania, había refuerzos llegados de África, así que eran una fuerza considerable.

Pero Leovigildo supo convencer a los imperiales para retirarse tras devolver algunas plazas conquistadas anteriormente, como Medina Sidonia, además de un soborno de 30.000 sólidos. El Imperio nunca estuvo muy comprometido con la rebelión de Hermenegildo, así que con esto bastó para que se largaran por donde habían venido. Al mismo tiempo, importantes obispos católicos que habían apoyado a Hermenegildo pudieron volver a sus sedes episcopales. Esto puede verse tanto como un fracaso de la política religiosa de Leovigildo, como la evidencia de la agudeza política de Leovigildo, que era capaz de convertir antiguos enemigos en aliados.

Hermenegildo, sin apoyos, se refugió en una iglesia de Córdoba porque ningún soldado podía entrar en un templo sagrado, y Leovigildo mandó a Recaredo a negociar su salida. Parece ser que su padre le habría prometido que no lo ejecutaría, así que Hermenegildo se rindió y fue desterrado a Valencia. Pero el drama familiar goda no había terminado ahí, porque Hermenegildo fue enviado más tarde a una prisión de Tarragona y fue asesinado, no se sabe si por orden de su propio padre, de su hermano, o si por la iniciativa de un hombre que actuaba por su cuenta, aunque esto último no parece muy creíble. La lección es que no creas todo lo que te prometen, incluso si las promesas vienen de tu padre.

La conquista visigoda del Reino suevo

¿Y ahora qué, por fin llegó la tan deseada paz? Claro que no. El rey de los suevos Miro murió de camino o poco después de regresar a Gallaecia y fue sucedido por su hijo Eborico. Sin embargo, una parte de la aristocracia sueva estaba en contra de la renovación del vasallaje. Por eso un pariente llamado Audeca usurpó el trono suevo y tonsuró y encerró en un monasterio a Eborico porque eso le inhabilitaba para volver a ser rey. Este fue el pretexto perfecto para que Leovigildo comenzara la conquista del Reino suevo, porque no iba a permitir que existiese otra entidad política capaz de rivalizar o dar problemas a los visigodos en Spania, y aunque sería un proceso costoso y no sin obstáculos, integrando el Reino suevo en el visigodo se aseguraría que pagarían su tributo a Toledo.

Reino suevo en el 585, por Pablo C. Díaz
Reino suevo en el 585, por Pablo C. Díaz

Los francos de Borgoña también aprovecharon la situación creada por la rebelión de Hermenegildo para atacar Septimania, en un probable intento de expulsar definitivamente a los godos de la Galia. El heredero al trono Recaredo dirigió las tropas godas y repelió la ofensiva, y la armada franca enviada para apoyar a los suevos también fue aplastada. Divididos entre quienes apostaban ya por una integración política dentro del Reino visigodo y quienes se oponían, los suevos que se resistían tuvieron que luchar solos en una guerra con un final seguro de antemano. Los suevos fueron rápidamente aplastados y el tesoro real suevo fue incorporado en el tesoro visigodo. Con eso, el Reino visigodo se anexó Gallaecia y los suevos desaparecieron de la historia como una nación independiente. Por cierto, te recomiendo mi episodio de Memorias Hispánicas La historia del Reino suevo de Gallaecia para una historia política completa de los suevos en la península ibérica.

Un aristócrata llamado Malarico se negó a asumir la derrota y se levantó en armas, pero su intento fracasó. Tras esto, sólo la provincia bizantina de Spania permanecía bajo el control de otro estado, mientras que las tierras del norte seguirían estando fuera de un control estatal. Poco después de estas grandes victorias, el rey Leovigildo falleció en el 586, y su hijo Recaredo le sucedió sin oposición inicial. Leovigildo es considerado por muchos como el mejor rey de la Spania visigoda, ya que unificó buena parte de la península ibérica bajo su gobierno y se esforzó por cohesionar y fortalecer más el Reino visigodo. El reinado de Leovigildo fue un punto de inflexión en la historia de los visigodos, ya que logró revertir el declive del reino y construir de verdad el Reino visigodo de Toledo gracias a sus campañas militares y a su inteligencia política.

La economía del Reino visigodo

Dejo el reinado de Recaredo para el próximo episodio, porque ahora quiero hablar de la economía del Reino visigodo. Como sabrás, en toda economía preindustrial el sector primario era de lejos el más importante, así que empecemos por ahí. Los visigodos no provocaron cambios en los cultivos y la dieta de Spania, la mayor parte de la tierra agrícola se dedicaba al cultivo de trigo y cebada, y en algunas regiones también abundaban las viñas y olivares. La explotación de la tierra estaba organizada en torno a aldeas y una gran parte de las tierras estaban en manos de terratenientes. Como ya vimos en el anterior episodio, había pocos hombres libres y las tierras las labraban siervos, libertos y esclavos.

La hambruna era una amenaza constante, porque las sequías, inundaciones y plagas de langostas solían arruinar las cosechas. La situación era aún peor si consideramos que el clima y las tierras de muchas zonas de la península ibérica no eran lo más aptas para según qué cultivo, y menos con las técnicas agrícolas heredadas del Bajo Imperio. Además, epidemias como la plaga de Justiniano o los saqueos y destrucciones de las guerras eran recurrentes y suponían un grave problema económico y social. Por eso, tras analizar tumbas de la época Gisela Ripoll dijo: “el análisis de tumbas observa insuficiencias alimentarias, falta de vitaminas básicas, enfermedades patológicas, absoluta falta de higiene, debilidades óseas, dificultad al andar de los individuos, y dificultad en mantener la verticalidad”.

La trashumancia era muy común en los valles y montañas, y los animales más habituales para criar eran los cerdos, ovejas, cabras y vacas. Spania seguía siendo conocida por la cría de caballos, y también se criaban asnos, mulas y aves de corral. La actividad pesquera siguió siendo relevante y la industria de la salazón y de la fabricación de púrpura continuó en época visigoda. Y para terminar de hablar del sector primario, hay que hablar de las minas de época goda. Como en el Bajo Imperio, la extracción minera de metales como el hierro o el mercurio o la explotación de las canteras seguía a niveles mucho más bajos en comparación con el período del Alto Imperio. Sobre fiscalidad hablaré en el próximo episodio, pero hay que saber no se acuñaban ni circulaban muchas monedas, porque la capacidad recaudatoria del estado visigodo era baja y la economía era eminentemente autárquica, con poco comercio tanto a nivel estatal y regional como internacional.

Las transacciones comerciales se realizaban en las ciudades, porque las ciudades actuaban como mercados donde se intercambiaban excedentes agrícolas, bienes manufacturados, y productos importados de lujo. Para otras transacciones en zonas rurales, la práctica del truque estaba muy extendida. El comercio internacional estaba controlado por mercaderes orientales de Grecia, Siria y Egipto, y éstos formaban colonias tanto en ciudades con puerto como Barcelona o Sevilla, como en importantes ciudades del interior como Mérida o Toledo. El volumen del comercio internacional era reducido y estaba en general limitado a productos de lujo para los magnates del reino.

De Oriente y el norte de África el Reino visigodo importaba especies, sedas, perfumes, inciensos, marfiles, y productos de orfebrería, mientras que el Reino visigodo exportaba aceite de oliva, vino, sal, garo, y los ya célebres cueros de Córdoba. También se comerciaba con la Francia merovingia, y se intercambiaban cereales francos por hierro, oro, salazones de pescado y cueros. En cuanto a actividades manufactureras, cerámicas, textiles y herramientas agrícolas eran bienes usados por la mayoría de la población y a veces producidos para el autoconsumo, pero actividades como la orfebrería eran mucho más marginales porque sus productos estaban restringidos a las clases dominantes de la sociedad visigoda.

Por lo tanto, el panorama general de la economía visigoda no era bueno, pero era un fenómeno que se producía en todo el mundo posromano. En comparación con la economía del Imperio romano en su apogeo, la economía visigoda era más rural y autárquica, con una producción menos especializada y más dedicada al autoconsumo. La riqueza era menor que en época imperial, y las hambrunas, plagas y epidemias podían ocurrir en cualquier momento. No fue un gran período para estar vivo, pero para la mayoría de las personas en la historia de la humanidad siempre ha sido así, ¿no crees?

El Veredicto: Preguntas sobre Leovigildo

Al igual que en el episodio anterior, en El Veredicto de hoy quiero plantearte algunas preguntas sobre el reinado de Leovigildo. La primera es, ¿qué interpretación le das a las conquistas de Leovigildo, estaban más motivadas por fortalecer su posición política y económica, o el trasfondo ideológico tuvo también importancia? ¿Cómo valoras el Reino suevo a lo largo de su historia ahora que había terminado siendo anexionado? Y finalmente, ¿cómo valoras en su conjunto el reinado de Leovigildo? Déjame tu respuesta a estas preguntas en los comentarios del vídeo o podcast. Y con esto, El Veredicto termina.

Avance y outro

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Fuentes

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