En el episodio corto 1 hablo de un tema poco conocido: la homosexualidad en el Reino visigodo. En este episodio aprenderás cómo y por qué se pasó de una actitud permisiva hacia el sexo entre hombres en la Antigua Roma, a su condena en la Antigüedad tardía, culminando con la dura represión a finales del Reino visigodo. Como siempre, dejo el guión aquí abajo:

¿Por qué se pasó de permitir la homosexualidad en la Antigua Roma a su condena en la Antigüedad tardía?

Bien, antes de empezar decir que este episodio corto está basado en el artículo científico titulado “La condena legal de la homosexualidad masculina en el Reino visigodo de Toledo’, publicado en el 2020 por Rosario Valverde Castro de la Universidad de Salamanca. Voy a resumir y analizar este trabajo, pero dejo el enlace del artículo en la descripción de este episodio. Por cierto, aviso que esto va solo de homosexualidad masculina porque la femenina no fue legalmente perseguida, en parte por la invisibilidad de las mujeres y en parte porque ni siquiera se consideraba que pudieran tener una sexualidad activa.

Dicho esto, antes de ponerme a hablar sobre la homosexualidad en el Reino visigodo, toca hablar de por qué se pasó de permitir la homosexualidad en la Antigua Roma a su condena en la Antigüedad tardía. En época republicana y del Alto Imperio, los conceptos de heterosexualidad y homosexualidad no existían como tal, y el sexo de la persona con la que hacías el amor no era tan importante como sí lo era el ser activo o pasivo. Dejarse penetrar era propio de mujeres, chicos jóvenes y esclavos, era signo de debilidad y por tanto algo despreciable, mientras que ser activo y penetrar al otro era algo digno de todo hombre libre y adulto.

En el siglo III y IV fue imponiéndose una nueva ética sexual en el mundo romano, y no solo exclusivamente por el auge del cristianismo como muchos se piensan. Las religiones paganas también se volvieron más represivas en temas sexuales, y se ensalzaba el control de los impulsos sexuales y el sexo solo con fines reproductivos. Parece que ni Jesús ni los primeros seguidores hablaban mucho de sexualidad, pero el Apóstol Pablo sí que condenó cualquier comportamiento homosexual, ya fuera en rol activo o pasivo, y esa posición de Pablo y la condena de la homosexualidad ya por parte del judaísmo han sido muy influyentes en el cómo se ha visto la homosexualidad en gran parte del cristianismo.

El auge del rigorismo sexual en general y del cristiano en particular provocó que se reprobara cualquier tipo de relación sexual por mero placer sin fines reproductivos, por lo tanto, el sexo entre hombres estaba abocado a ser perseguido. A medida que el cristianismo ganó adeptos y que el poder de la Iglesia creció, de la reprobación social y moral se pasó a la persecución legal de la homosexualidad en el Imperio romano tardío, hasta el punto de condenarlos a morir en la hoguera. Como hay una clara continuidad entre el Imperio romano y los reinos bárbaros como el Reino visigodo, no es sorprendente que la misma moral sexual del Bajo Imperio se mantuviera en el Reino visigodo.

La ley 3.5.4 de Chindasvinto

En el Reino visigodo arriano no se crearon nuevas leyes contra los homosexuales, pero en el famoso código legal Liber iudiciorum sí. El Liber iudiciorum fue promulgado en el año 654 por el rey Recesvinto, y este cuerpo de leyes fue muy influyente a lo largo de la historia de España, porque en época medieval se siguió usando en los reinos cristianos y entre los mozárabes de al-Ándalus.

Pero a lo que iba, la ley 3.5.4 del Liber iudiciorum fue promulgada durante el reinado del padre de Recesvinto, el anciano Chindasvinto. Esta ley tiene el título “De los actos deshonestos entre hombres”, y del texto se desprende una fuerte repulsión hacia la homosexualidad masculina, porque califica el sexo entre hombres como “detestable”, “horrendo” o “infame”. Además, se consideraba que era un acto ilícito y que como castigo a aquellos que practicaran el sexo entre hombres se les castraba, es decir, se les cortaba las pelotas, y además debían cumplir una dura penitencia bajo la supervisión del obispo de la región.

Pero a pesar de que se implique en esta ley al obispo, lo cierto es que en el texto no hay referencias a la moral cristiana para esta condena legal, a diferencia de la ley bizantina de Justiniano donde se enfatizaba eso. Chindasvinto fue un rey visigodo muy enérgico, que tomó medidas para centralizar el Reino visigodo, reducir el poder de los nobles y la Iglesia, y hacer más laico el estado visigodo, de ahí se entiende que su ley contra los homosexuales no tenga un carácter religioso.

Aparte de afectar al condenado, la condena por sexo con otro hombre también tenía repercusiones para su familia, si tenía mujer e hijos. La mujer podía recibir toda su dote y volver a casarse, y esto es muy relevante porque el matrimonio era visto prácticamente como indisoluble en un reino católico como el visigodo, mientras que los descendientes recibían todos sus bienes. Por tanto, con esta ley los homosexuales perdían sus genitales, eran alejados de la sociedad para cumplir penitencia, se rompía su matrimonio, y perdían toda su riqueza.

El rey Egica contra los homosexuales

Unos 40 o 50 años después, en el XVI Concilio de Toledo del año 693 se adoptó la primera resolución sinodal contra la homosexualidad, por orden expresa del rey Egica. Egica se dirigió a los nobles y obispos convocados y dijo lo siguiente: “debéis decretar el exterminio de aquel crimen obsceno que es la homosexualidad, cuyas prácticas horrendas ensucian la gracia de una vida honesta y provocan la ira del Supremo Vengador que está en los cielos.” Este es el mismo rey que abogaba por la esclavización de todos los judíos, o sea que en el siglo XX habría sido el mismísimo Adolf Hitler.

Esta disposición de Egica es bastante diferente a la ley de Chindasvinto, porque el delito civil de Chindasvinto pasa a tener un marcado carácter religioso con Egica, ahora el sexo entre hombres no es solo un acto ilícito y horrendo sino un grave delito contra Dios. Al igual que en el Reino visigodo de la época se pide el exterminio de los judíos, se aboga por el exterminio de los homosexuales para proteger al conjunto de la sociedad católica del posible castigo colectivo de Dios por estas ofensas, y de hecho se hacen alusiones al relato de la destrucción de Sodoma como ejemplo de lo que pasaría si no se persigue la homosexualidad.

Pero aunque el rey Egica quería su exterminio, la resolución del XVI Concilio de Toledo establecía que a los castigos de la ley 3.5.4 de Chindasvinto al condenado se le sumaban el destierro de por vida del Reino visigodo, y si no era eclesiástico se le aplicaban además diversos castigos corporales al nivel de los condenados por traición. La norma del Concilio parece que no fue suficiente para Egica, y éste promulgó una nueva ley para combatirla en que ya no se hacía distinción entre cargos eclesiásticos y el resto del pueblo.

Está claro que Egica tenía la determinación de erradicar la homosexualidad de su reino, incluso desafiando la voluntad de una de las instituciones más poderosas del Reino visigodo, la Iglesia. Según la teoría política de Isidoro de Sevilla un buen monarca cristiano tenía la obligación de apartar a sus súbditos del mal, y por tanto, según este modo de ver, Egica estaba cumpliendo con su responsabilidad de proteger a su gente y a su reino del mal.

¿Por qué se radicalizó la condena a la homosexualidad en el Reino visigodo?

No se sabe con certeza por qué Chindasvinto legisló contra los homosexuales, pero sabiendo los detalles del texto queda claro que esa condena es propia de la moralidad sexual de la Antigüedad tardía. Lo que sí sabemos es que tanto en el caso de Chindasvinto como en el de Egica la condena de la homosexualidad se produjo por iniciativa regia, y por tanto en este caso se desmiente el tópico de que fue por la Iglesia católica que se condenaban a los gays.

En el caso del rey Egica, las causas de su iniciativa contra los homosexuales y en general contra todo lo que parezca pecado están más claras. En parte como resultado de la expansión del Imperio sasánida primero y las conquistas musulmanas después, en todo el Mediterráneo cristiano se extendió un pensamiento pesimista y la idea milenarista de que el regreso de Cristo y el Juicio Final estaban cerca. Esto de prepararse para el Juicio Final y que de pronto todo el mundo sea el más ortodoxo y devoto es algo cíclico en la historia cristiana y también musulmana.

Este pesimismo milenarista solía aparecer después de catástrofes naturales, epidemias, o incluso eclipses, ya que todas estas circunstancias se creía que precedían el fin de los tiempos. Lo único cierto de estas predicciones es que el fin del Reino visigodo estaba cerca.

Conclusiones y outro

Así que en resumen, que un hombre sintiera atracción por otro hombre en el Reino visigodo era una auténtica putada. No estamos hablando solo de estigmatización y exclusión social, sino de que te cortaban las partes masculinas, a riesgo de morir por ello dados los conocimientos médicos de la época, y si tenías mujer e hijos se terminaba tu matrimonio y todas tus posesiones pasaban a estar en manos de tu familia. Y en los últimos años del Reino visigodo, si te pillaban también eras desterrado del país, o sea que básicamente te quitaban todo lo que tenías.

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