Este es el episodio 12 llamado El apogeo del Reino suevo y en este episodio aprenderás:
- La sucesión de Honorio
- Los vándalos abandonan Hispania
- Hispania y el Imperio romano de Occidente en el 430
- Hermerico y la difícil consolidación de los suevos en Gallaecia
- Flavio Aecio y la conquista vándala de África
- Requila, el rey suevo conquistador
- Requiario, el primer rey bárbaro católico
- La amenaza de los hunos
- La batalla de Órbigo, el fin de la hegemonía sueva
- ¿La desaparición de los suevos?
- El Veredicto: El factor demográfico
- Avance y outro
- Fuentes
La sucesión de Honorio
Antes de empezar, advierto que este no es un episodio dedicado solo a los suevos, esto es parte de una serie cronológica de historia de España, pero si quieres conocer la historia política completa de los suevos y su reino en Gallaecia he publicado el episodio La historia del Reino suevo de Gallaecia en este mismo canal de YouTube o en el pódcast Memorias Hispánicas, tienes enlace en la descripción. Bien, dejamos el episodio 11 Bárbaros contra bárbaros con la desastrosa campaña imperial del general Castino en Hispania, y la crisis política se agravó en la parte occidental del Imperio romano al morir el emperador Honorio en el 423. En el interregno un hombre llamado Juan fue proclamado emperador en Roma, pero su control sobre los territorios nominales del Imperio romano de Occidente era muy limitado y débil.
No controlaba la Galia, no controlaba las provincias del norte de África, apenas controlaba una porción de Hispania, y no tenía el reconocimiento del emperador romano de Oriente para darle legitimidad. En cambio, el emperador de Oriente reconoció como emperador de la parte occidental al hijo de 5 años de Gala Placidia, Valentiniano III. Antes de que el ejército romano oriental atacara, Juan envió a un joven y prometedor general a buscar la ayuda de los hunos. El hábil hombre era Flavio Aecio, y trajo consigo un ejército huno a Italia, pero demasiado tarde. El ejército romano oriental ya había derrotado y ejecutado a Juan. Sin embargo, Aecio negoció con el regente Gala Placidia y ambas partes lograron un acuerdo favorable. Los hunos que acompañaron a Aecio recibieron su pago sin hacer nada y dejaron Italia, mientras que Aecio se convirtió en general del ejército romano en la Galia.
Allí Aecio luchó con éxito contra los francos, así como contra los visigodos de Teodorico I. Consiguió levantar el asedio visigodo de Arlés y, después de tramar el asesinato del generalísimo del ejército romano, ganó mucha influencia durante la regencia de Gala Placidia y ésta no hizo más que aumentar después de que Valentiniano cumpliera 18 años. Mientras tanto, el Imperio era tan débil que no pudo detener la creciente hegemonía naval de los vándalos. Fue durante los años 20 del siglo V cuando los vándalos tuvieron su período de hegemonía en la península ibérica, en ese entonces saquearon ciudades como Cartagena o Sevilla, e incluso hicieron sus primeras incursiones en el norte de África. Gunderico y sus vándalos volvieron a sitiar Sevilla en el 428 y entonces el rey murió en circunstancias inciertas. Su medio hermano Genserico fue elegido rey de los vándalos y alanos, y puede que te suene su nombre porque fue el hombre que convirtió a los vándalos en una gran potencia mediterránea que rivalizaba de tú a tú con el Imperio romano.
Los vándalos abandonan Hispania
Como he dicho, durante los años 420 los vándalos bajo Gunderico construyeron una gran flota a base de requisar cualquier barco que encontraran en Hispania, ya con el objetivo de trasladar a sus gentes al norte de África y establecer un reino con una poderosa armada. Las razones para abandonar Hispania no están claras. Podrían haberse ido respondiendo a la llamada del gobernador del norte de África Bonifacio, para evitar ataques de otros bárbaros, o para apoderarse de una provincia tan fértil como lo era entonces África. Genserico ejecutó el plan en el año 429, y los suevos trataron de aprovecharse de la situación y atacaron a los vándalos en su retaguardia, pero fueron derrotados. Genserico pudo trasladar con éxito a sus guerreros vándalos y alanos y sus familias al norte de África, el sueño que los visigodos de Alarico y Ataúlfo no pudieron cumplir.

Estamos hablando de trasladar según las estimaciones 80.000 personas en barcos, ¡o sea es una auténtica locura para los estándares de la Antigüedad tardía! Este gran logro logístico habría sido imposible sin requisar barcos y probablemente con la colaboración de parte de la población hispanorromana, que estaba interesada en dejarlos ir cuanto más lejos mejor. Ya fuera con su apoyo activo o no, como el gobernador de África Bonifacio estaba enfrentado al gobierno imperial, ese conflicto interno permitió a los vándalos emigrar con poca oposición. Los vándalos conquistaron rápidamente los territorios romanos de la costa de Marruecos y Argelia, y gracias a eso pudieron firmar un tratado de federación en que se reconocía su asentamiento en estas provincias y a Genserico como rey aliado. Con los visigodos todavía en la Galia y los vándalos en el norte de África, los únicos bárbaros que quedaban en Hispania eran los suevos, y debido a este vacío de poder pronto hubo un breve período de apogeo del Reino suevo.
Hispania y el Imperio romano de Occidente en el 430
Después de que los vándalos dejaran Hispania para ir al norte de África, los suevos quedaron como los únicos bárbaros en la península ibérica, así que el contexto era perfecto para que los suevos pudieran tener un período de protagonismo. Mientras tanto, con la salida de los vándalos el Imperio romano recuperó el control de las provincias de Cartaginense, Lusitania y Bética, al menos nominalmente. La realidad es que el Imperio tenía cada vez menos control efectivo sobre Hispania, y en su lugar la aristocracia y el clero hispanorromano gobernaban los territorios hispanos de forma muy autónoma.
En la corte de Rávena, el ambicioso Flavio Aecio conspiró contra el comandante en jefe del ejército romano y mano derecha de Valentiniano III. Hizo que lo ejecutaran a él y a su familia y durante algún tiempo compitió contra Bonifacio por la supremacía política. Tienes que comprender que Aecio se ganó un buen prestigio realizando campañas contra los visigodos, burgundios, alamanes, y bagaudas, hasta el punto de que se le veía como el salvador de Roma frente al caos. Entonces Aecio luchó contra Bonifacio, al que logró matar, y con la ayuda de los hunos pudo convertirse en el hombre más influyente del Imperio romano de Occidente, eclipsando a la aún regente Gala Placidia, antigua esposa del godo Ataúlfo.
Volvamos ahora nuestra atención a lo que estaba sucediendo en Hispania. Sobre los suevos, hay que decir que desconocemos si ya tenían un liderazgo consolidado en la figura del rey Hermerico o si existían bandas suevas independientes, como podría haber sido el caso de Heremigario, el hombre que lideró el ataque suevo contra la retaguardia vándala. Los suevos se asentaron en ciudades fortificadas como Braga, Lugo y Astorga, lo que es una incógnita es hasta qué punto poblaron también los campos y los labraron. Tenemos fuentes literarias que dicen que fueron los bárbaros que adoptaron más rápidamente un estilo de vida sedentario, pero eso cuesta de casar con sus continuas incursiones. Puede que simplemente les ocurriera como a los vascones durante el período visigodo, es decir, que hicieran incursiones porque no todos los suevos tenían medios para subsistir, o quizás simplemente querían enriquecerse y hacerse con botín.
Hermerico y la difícil consolidación de los suevos en Gallaecia
En el 430 los suevos, liderados por el rey Hermerico, asaltaron la región central de Gallaecia, pues aún no había sido sometida. Sin embargo, Hermerico no logró someter esas ciudades gracias a sus fortificaciones y, viendo como algunos de los suevos murieron o fueron capturados, se vio obligado a restablecer la paz. El fracaso de esas incursiones demuestra que los suevos aún no tenían una base de poder sólida, ni siquiera en un área relativamente pequeña. El proceso de asentamiento y dominio suevo sobre la provincia de Gallaecia fue lento y lleno de contratiempos para ellos, porque gran parte de la población local era reacia a su presencia y a entregarles tributos y suministros.

Y eso no es raro, ya que los suevos pasaron sus primeros años causando todo tipo de problemas a los locales, como robar cosechas y ganado, asaltar caminos, o tomar rehenes para pedir rescates. Los suevos estaban en una situación legal difícil, porque su presencia en Gallaecia se debía a un pacto con un emperador usurpador y los romanos no les reconocían su estatus de aliados federados, algo que hubiera permitido asentarlos como un ejército a cambio de quedarse con parte de la recaudación en la provincia. Este fue un período muy inestable para Gallaecia, porque con el vacío de poder dejado por la administración imperial y la llegada de los suevos había mucha intranquilidad y desorden. Los suevos de vez en cuando llegaban a acuerdos de paz con las élites locales, pero esos acuerdos se rompían y reestablecían constantemente.
Lo que hay que destacar aquí es que las negociaciones eran exclusivamente locales y solía ser mediante la mediación de la Iglesia y sin intervención de ninguna autoridad imperial. Esto no debería sorprender a nadie, ya que el Imperio había abandonado las provincias pobres y periféricas para concentrar sus escasos recursos en las provincias más económicamente importantes. Este abandono de la provincia de Gallaecia ejemplifica el gradual proceso de desintegración del Imperio romano en Occidente. Para denunciar estas acciones de saqueo y deshacerse de los suevos, el obispo Hidacio de Chaves encabezó una delegación en el 430 para reunirse con Flavio Aecio en la Galia y pedir ayuda militar.
Por cierto, en su viaje Hidacio menciona que se encontró un visigodo de camino a Hispania con motivos ocultos, ¿puede ser que fuera un espía del rey Teodorico I para recabar información sobre Hispania? En cualquier caso, Hidacio regresó a Gallaecia no con un ejército porque el Imperio no tenía recursos para tanto, sino con un representante diplomático de Aecio llamado Censorio para negociar la paz con los suevos, y en este viaje hay un detalle que me parece muy curioso. La unión de élites locales galaicorromanas y de representantes imperiales probablemente asustó un poco al rey Hermerico, por lo que liberó a los cautivos y ambas partes llegaron a un acuerdo de paz sin aparentes contraprestaciones para los suevos, porque éstos no consiguieron que la autoridad imperial les reconociera su estatus de federados en Gallaecia.
Flavio Aecio y la conquista vándala de África
Entre tanto, en la década de los años 30 del siglo V, Flavio Aecio se centró en luchar contra varios grupos, comenzando por los bagaudas que se estaban volviendo cada vez más problemáticas en la Galia. Los bagaudas no eran otro grupo bárbaro, sino milicias rústicas rebeldes lideradas por personas de arraigo local que perturbaban el orden social con sus acciones de saqueo de villas y poblaciones rurales. Fueron un problema político y social en la década de los 430 y 440, pero la historiografía moderna exageró la importancia del problema de los bagaudas en el fin de la parte occidental del Imperio romano. En Hispania fue un fenómeno que también apareció, aunque no fueron tan problemáticas como en las Galias, y aquí los bagaudas fueron algunas milicias vasconas que se habían encargado del control de los pasos pirenaicos y de la seguridad de la calzada de Burdeos-Astorga y ahora como rebeldes se dedicaban a cometer saqueos en la Tarraconense.
Este fenómeno de acciones de saqueo de milicias lideradas por jefes vascones continuó durante el período visigodo. Aparte de los bagaudas, el general Aecio luchó contra burgundios y visigodos para mantenerlos a raya y sometidos como federados aliados de Roma. Por estos problemas el Imperio no tenía recursos para centrarse en Hispania. Como tantas provincias del Imperio o estaban devastadas o estaban bajo control bárbaro o de romanos autónomos, cada vez era más y más difícil reclutar soldados del Imperio, y esto obligaba a Aecio a depender más y más de bárbaros mercenarios. Y como no había suficientes efectivos para defender la plaza, los vándalos conquistaron Cartago en el 439 y desde allí conquistaron con su poderosa armada las islas de Baleares, Cerdeña y Córcega.
Ante tal reverso, Aecio se vio obligado a firmar un nuevo tratado de federación con los visigodos en el que se les reconocía como pueblo soberano o semisoberano gobernados por un rey, aunque de poco sirvió la paz con los visigodos para combatir en otros frentes. De hecho, algunos consideran que la toma vándala de Cartago supuso la puñalada mortal del Imperio romano en Occidente, porque sin el grano y los impuestos africanos era imposible mantener la administración y el ejército como hasta ahora. Los terratenientes africanos se arruinaron porque los vándalos confiscaron sus tierras y bienes y el emperador romano perdió muchas de sus explotaciones personales más valiosas.
Fue a partir de la toma de Cartago que el emperador Valentiniano III tuvo que eliminar muchos privilegios fiscales, afectando incluso a la Iglesia, y tuvo que recortar el número de soldados quedándose solo con 18.000 soldados de infantería y 10.000 de caballería según las estimaciones. Como se redujo la capacidad del Imperio romano de recuperar sus antiguas posesiones y de defender su integridad territorial, cada vez más las élites provinciales optaron por colaborar con los reyes bárbaros para garantizar su seguridad y el orden. Además, el Mediterráneo dejó de ser el tranquilo Mare Nostrum romano y pasó a ser un mar inseguro plagado de piratas, y así el comercio marítimo y las comunicaciones entre las provincias romanas quedaron muy tocadas.
La situación era tan grave que en el 442 Valentiniano III se vio obligado a firmar un tratado de paz con Genserico que reconocía la independencia del Reino vándalo. El Imperio recibió de vuelta la Mauritania Tingitana como para poder vender que habían conseguido algo y no era una completa humillación, aunque en realidad ya no tenían control sobre las costas de Marruecos y los líderes bereberes también aprovecharon la situación para ampliar sus dominios. Así que la década de los años 30 del siglo V fueron más importantes de lo que suele parecer porque el Imperio romano reconoció por primera vez a los bárbaros como iguales, reconoció la pérdida de muchos territorios, y su capacidad militar para reconquistar lo perdido quedó muy tocada.
Requila, el rey suevo conquistador
Hermerico, que estaba ya enfermo y anciano, abdicó en el año 438 a favor de su hijo Requila. Aparentemente, los suevos no tenían una monarquía electiva sino una hereditaria, o al menos en ese momento el poder de la dinastía gobernante se consolidó lo suficiente como para saltarse cualquier elección. También es revelador que Hermerico tuviera que abdicar por estar incapacitado para liderar un ejército, y es que para ser un rey bárbaro se debía ser un guerrero capaz. Mientras que Hermerico era una especie de rey prudente y diplomático, quizás más obligado por las circunstancias que por su carácter, su hijo Requila era mucho más beligerante y ambicioso.
En su primer año de reinado Requila rompió la paz con los romanos y comenzó una ambiciosa campaña para saquear y conquistar las provincias de Lusitania y Bética. El movimiento era audaz, pero Lusitania estaba abandonada por el gobierno imperial y la Bética era famosa por su riqueza, así que si Requila lograba conquistar esas provincias los suevos estarían en una posición mucho más fuerte. Era el momento perfecto, ya que los vándalos habían dejado la península ibérica y el gobierno imperial luchaba en otros frentes. Antes de comenzar sus campañas, Requila aseguró la retaguardia haciendo las paces con los pueblos del norte de Galicia, que aún no estaban sometidos.
Después de eso marchó hacia el sur y en la Bética Requila derrotó a un ejército liderado por un hombre llamado Andevoto. Este ejército muy probablemente fue organizado de manera privada por latifundistas hispanorromanos, ya que no tenemos noticia del envío de una expedición imperial de Valentiniano III a Hispania. El ejército hispanorromano de Andevoto fue derrotado y el tesoro con oro y plata que llevaba fue capturado y distribuido como botín entre los suevos. No conocemos muchos detalles de esta campaña, pero en el 440 los suevos conquistaron la capital de la diócesis de las Hispanias y de Lusitania, Mérida, que convirtieron como en una segunda capital para los suevos junto a Braga y donde en la primera mitad del siglo V se perciben signos de destrucción en sus arrabales extramuros, quizás por esta conquista. Luego en el 441 ocuparon Sevilla, la ciudad más importante de la Bética, y poco después se expandieron hasta partes de la Cartaginense.

conquistas, eran ocupaciones y saqueos temporales, por eso mapas como este son engañosos
El Imperio estaba impotente en esta situación con tantos frentes abiertos, y los romanos primero intentaron una solución diplomática enviando al embajador Censorio de nuevo a Hispania. Sin embargo, Requila fue muy agresivo con los romanos y tomó al diplomático como rehén durante muchos años. Sin embargo, estas campañas y todo el mapa de supuestas conquistas suevas son engañosas, porque las “conquistas” no se consiguieron mayoritariamente por la fuerza y asedios sino por medio de diplomacia, traiciones y el apoyo de facciones dirigentes de las ciudades. El campo no lo controlaban, solo podían controlar algunas ciudades y desde ahí exigir tributos, y a saber hasta qué punto podían conseguirlo. Esto también hacía que la autoridad sueva más allá de Gallaecia fuera muy débil y que pudiera derrumbarse en cualquier momento, como de hecho terminó pasando.
Recuerda que estamos hablando de un ejército de unos 5.000 suevos, a los que es posible que se le hubieran sumado algunos miles de bárbaros o incluso de romanos más o también que hubieran sumado más hombres por crecimiento demográfico suevo, pero es que, aunque hubieran sido 10.000, sus fuerzas hubieran sido insuficientes para ejercer un control fuerte y permanente sobre buena parte de Hispania. Los suevos eran más un ejército móvil que iba de aquí para allá, solo dejando algunos hombres guarneciendo poblaciones importantes, pero estas guarniciones serían a todas luces numéricamente insuficientes en caso de ocurrir alguna desgracia. Las campañas suevas no eran más que acciones de saqueo para enriquecerse, sin mucha preocupación por consolidar un reino.
Por tanto, con sus limitados números, ¿qué tipo de control ejercieron los alanos, vándalos y suevos sobre Hispania en la primera mitad del siglo V? Pues no crearon reinos ni hubo una administración como tal, ni tampoco pudieron ocupar todas esas grandes extensiones de terreno que supuestamente controlaban por limitaciones demográficas. Por tanto, su control se basaba en el colaboracionismo con los hispanorromanos tras haber sido abandonados estos por la administración central, y si algunos se negaban a colaborar los bárbaros podían amenazar con usar la fuerza. Aprovecho aquí para plantear la pregunta secreta del episodio, ¿crees que se habla demasiado poco de los suevos? Espero tu respuesta en los comentarios, y de paso te recuerdo que puedes suscribirte al canal o a los dos pódcasts, y unirte a la comunidad de mecenas de Patreon como varias decenas de seguidores han hecho ya.
Entretanto, entre el 441 y 446 Valentiniano III envió tres expediciones para combatir a los bandidos de las bagaudas en la provincia de Tarraconense y para combatir a los suevos en el sur, y aunque las dos primeras campañas tuvieron algo de éxito, la última fue un completo desastre. Hay algo significativo que destacar de esas expediciones, y es que la población local hispanorromana se estaba cansando de los altos impuestos que los romanos y sus federados visigodos les imponían. Digo que es significativo porque los locales se sentían cada vez más desconectados del Imperio romano, un imperio que se estaba desmoronando y que era cada vez más difícil de mantener. También esto es normal teniendo en cuenta el factor generacional, es decir, para esta década ya había romanos y bárbaros que habían convivido durante toda su vida, y sentían más cercanos a los bárbaros que a unas lejanas autoridades imperiales. Ese fenómeno estaba ocurriendo en toda la parte occidental del Imperio romano, y se siente claramente en Hispania a mediados del siglo V.
Requiario, el primer rey bárbaro católico
Según informa la crónica de Hidacio, el rey Requila murió en Mérida en el 448, la capital de la diócesis de las Hispanias que había convertido en una sede regia del Reino suevo para dejar claro que quería dominar toda Hispania. Fue sucedido por su hijo Requiario, algo que causó cierta oposición dentro de la aristocracia sueva. Esta oposición tal vez tuvo algo que ver con el hecho de que era el primer rey germánico católico de Europa, cincuenta años antes de la mucho más famosa conversión del rey de los francos Clodoveo. Es posible que su conversión antes de llegar al trono fuera un movimiento político para ganar la simpatía de la población hispanorromana y del poderoso clero, pero en cualquier caso su conversión personal no se tradujo en una conversión masiva de los suevos al catolicismo, eso fue algo que aún tardaría varias décadas en ocurrir y en ese entonces la mayoría de suevos eran paganos.
El rey Requiario continuó la agresiva expansión de su padre, haciendo primero incursiones en la Bética y luego dirigiéndose al norte al año siguiente para adentrarse en Vasconia. Requiario no sólo viajó al norte de Hispania con fines militares, sino que tenía una misión mucho más importante: después de cruzar los Pirineos, fue a Tolosa y se casó con una hija del rey de los visigodos. Así es, Teodorico y Requiario sellaron con éxito una alianza política, después de que los visigodos se enemistaran mucho con los vándalos por otro matrimonio que terminó en tragedia. El católico Requiario se casó con una princesa arriana, pero no importó ya que las diferencias religiosas no importaban tanto. Pero, aunque una alianza política solidificada con un matrimonio puede parecer fuerte, la historia demuestra continuamente que no es así, y ese mismo trágico destino ocurriría con la alianza entre los visigodos y los suevos, para desgracia de los suevos.
Mientras el rey Requiario estaba en la Galia con los visigodos, Censorio, el embajador romano que fue tomado como rehén en el 440, fue ejecutado por un hombre de origen varno llamado Agiulfo, un hombre que no tardaría en volver a aparecer en la historia hispana. Algo que explicaría la ejecución de Censorio después de tantos años de cautiverio podría ser precisamente la alianza con los visigodos, ya que los visigodos no estaban en buenos términos con los romanos en esos años. Las alianzas se hacían, rompían y rehacían continuamente en el caótico siglo V, pero no los juzgues, porque era una simple cuestión de supervivencia.
Requiario, en su camino de regreso a Hispania después de una feliz boda, se encontró con el líder de los más poderosos bagaudas del valle del Ebro y responsable de la muerte del obispo de Tarazona. Juntos suevos y bagaudas saquearon las regiones de Lérida y Zaragoza, obtuvieron un gran botín y capturaron muchos esclavos, vamos, lo que yo llamaría una buena luna de miel para Requiario y su esposa. Seguramente se trataba de una razia de saqueo sin intención de conquistar la Tarraconense y expulsar de ella a las autoridades imperiales.
La amenaza de los hunos

Todo esto dejó de importar, porque una auténtica tormenta geopolítica lo cambió todo. La amenaza de los hunos se hacía más real que nunca, ya que tras unificar a miles de bárbaros bajo su mando Atila el Huno estaba decidido a invadir la Galia. Si los hunos lograban eso, afectaría tanto a los bárbaros que vivían en la Galia como al Imperio romano. Los viejos enemigos Aecio y Teodorico sabían que, si querían que sus naciones sobrevivieran, debían dejar de lado sus diferencias y formar una coalición contra los hunos, y a ellos se les unieron burgundios, sajones y otros. Los suevos no participaron en la coalición, seguramente porque la Galia les caía lejos, pero esto supuso el fin de la breve alianza entre visigodos y suevos.
Romanos, visigodos, burgundios y muchos otros lucharon juntos contra los hunos y sus vasallos en la decisiva batalla de los Campos Cataláunicos del 451. La coalición romano-bárbara logró la victoria, aunque el bando vencedor tuvo importantes bajas como el rey de los visigodos Teodorico I. Le sucedió su hijo Turismundo, reconocido por Aecio como amigo de Roma, y la dinastía baltinga y los godos en general vieron como aumentaba su prestigio y cohesión interna y el aprecio de la población romana. Sin embargo, Turismundo no duró mucho tiempo al trono, ya que su hermano Teodorico II le tenía envidia y decidió conspirar para asesinarle. Con la retirada de los hunos de la Galia la parte occidental del Imperio romano pudo respirar un poquito de nuevo, así que Valentiniano III centró su atención en Hispania.
El emperador romano envió una delegación en el 453 para negociar la paz con los suevos. Sabemos que los suevos devolvieron a los romanos la Cartaginense y la Bética hasta el estrecho de Gibraltar, mientras que Requiario todavía mantuvo bajo su control las importantes ciudades de Mérida y Sevilla. Más importante aún, Valentiniano reconoció la independencia del Reino suevo con su control sobre Gallaecia, Lusitania y la Bética Occidental, como ya había tenido que hacer con los vándalos en el norte de África. Eso fue motivo de celebración y el rey Requiario emitió sus propias monedas de plata con su nombre escrito, un hecho muy notable, porque hasta ese momento ningún otro rey bárbaro había hecho eso para gritar a los cuatro vientos que su reino era independiente del Imperio romano.
Por otra parte, los hunos intentaron entonces atacar Italia, pero después de sufrir de una epidemia y hambruna se vieron obligados a retirarse de allí también. Atila murió en el 453 y la confederación de los hunos se desintegró, y por ello el emperador Valentiniano III se sintió lo suficientemente confiado como para asesinar al general que lo había hecho su títere durante dos décadas, Flavio Aecio. Pero el karma le devolvió el golpe a Valentiniano y fue asesinado por seguidores de Aecio al año siguiente. Su muerte y la de Aecio fueron el final de una era, porque a partir de entonces, una serie de breves reinados sucedieron a la dinastía de Teodosio, y sólo en raras ocasiones las autoridades imperiales trataron de restaurar el viejo orden romano fuera de Italia.
La batalla de Órbigo, el fin de la hegemonía sueva

Petronio Máximo, sucesor de Valentiniano III, no tuvo mucho tiempo para liarla, pero fue tan incompetente que lo logró. Canceló el matrimonio entre una hija de Valentiniano y un hijo de Genserico, y eso lógicamente enfureció a los vándalos, que usaron todo su poder naval para atacar y saquear la Roma en el 455, de una forma más brutal que la de Alarico en el 410. Entonces el galorromano Avito tomó el poder con el apoyo de los visigodos, y Requiario se aprovechó de la debilidad del Imperio para romper los acuerdos que había hecho con Valentiniano III. Los suevos invadieron la provincia de Cartaginense, y tanto el Imperio romano como el Reino visigodo de Tolosa enviaron un ultimátum a los suevos para que se retiraran de la Cartaginense y respetaran el tratado que habían firmado.
Pero el rey Requiario había venido a jugar, así que los suevos doblaron su apuesta atacando también la Tarraconense, pero esta vez la respuesta de Rávena y Tolosa fue abrumadora. El emperador Avito ordenó a Teodorico II que entrara en Hispania y derrotara a los suevos y de paso a los bagaudas del valle del Ebro. Los visigodos entraron en Hispania nominalmente con autorización romana, pero en realidad actuaron muy por su cuenta. El propio Teodorico II comandó un ejército de visigodos con auxiliares francos y burgundios en el 456 para aplastar a los suevos. Los suevos con sus pocos efectivos no podían hacer nada contra una fuerza tan abrumadora. Así que el 5 de octubre de 456 los visigodos derrotaron decisivamente a los suevos gobernados por el rey Requiario en la batalla de Órbigo, cerca de Astorga.
Muchos suevos perecieron en la batalla, otros fueron capturados, y otros pudieron huir. El rey Requiario fue herido y pudo escapar a Lusitania, aunque fue capturado allí y ejecutado en diciembre. La sede regia de los suevos, Braga, fue saqueada y sus iglesias quemadas. Por supuesto, eso no solo afectó a los suevos, sino que también saquearon propiedades de la población hispanorromana de la actual Galicia y de las provincias de Zamora, Palencia y León. En su crónica, Hidacio se muestra frustrado y furioso por las acciones violentas y salvajes de los visigodos, que actuaron en nombre de un poder civilizado como representaba Roma para los hispanorromanos. Pero de momento, Hidacio se regocijó porque creía que había desaparecido el Reino suevo.
¿La desaparición de los suevos?
Los visigodos se trasladaron de Gallaecia a Lusitania y Bética, tomando Mérida, que no fue saqueada gracias a una negociación con el obispo, uno de tantos ejemplos de pactos entre la Iglesia y los bárbaros en el siglo V como expliqué en el episodio extra 5. Sin encontrar resistencias significativas, Teodorico II estableció guarniciones y asentamientos visigodos permanentes, expandiendo así la influencia del Reino visigodo en Hispania, aunque hubo varias oleadas migratorias visigodas y la mayor migración goda hacia Hispania no ocurrió hasta la década del 530. Sólo la expedición de Mayoriano unos años más tarde restauró muy brevemente el control imperial sobre una parte de Hispania.
La campaña del 456 supuso la destrucción del Reino suevo que había dominado parte de Hispania en la década anterior. El rápido auge y caída de los suevos muestra lo débiles que eran las bases de su poder, y al final, el factor numérico fue la variable decisiva. Teóricamente, Gallaecia volvió a estar sometida al dominio romano, pero en realidad la victoria de Teodorico II creó un vacío de poder y un estado de anarquía, incertidumbre y guerra civil en la provincia que no terminó hasta unos diez años después. El Reino suevo desapareció por un tiempo, pero para desgracia de Hidacio y muchos galaicorromanos aparecieron bandas de suevos y éstos causaron un clima de violencia que no se había visto en la región en más de una década.
La pregunta ahora es, ¿dónde estaban los suevos ahora que el poder central se había desintegrado? Por un lado, tenemos los suevos desperdigados en algunas guarniciones de la Bética, que no fueron conquistados por los visigodos bajo el servicio romano hasta el 459. Los esfuerzos imperiales, o más precisamente visigodos, se centraron en esa región debido a su importante valor estratégico y al temor de que los vándalos pudieran reconquistarla. Por otro lado, Gallaecia, el pilar de su poder, estaba en un vacío de poder que necesitaba ser llenado. En este contexto reapareció Agiulfo, el verdugo de Censorio. Teodorico II había nombrado a Agiulfo para que sirviera como cliente militar suyo para gobernar a los suevos de Mérida, ya que los visigodos intentaban integrar a los supervivientes suevos en su reino, un poco como los vándalos habían integrado a los alanos.

Sin embargo, Agiulfo tenía sus propios planes, quería convertirse en rey de los suevos y por ello se rebeló contra los visigodos. Agiulfo aprovechó la oportunidad porque los visigodos de Teodorico II habían abandonado Hispania por la muerte de su amigo y títere el emperador Avito, aunque luego los visigodos mandaron un pequeño ejército que acabó sin problemas con Agiulfo. En Rávena, el general germano Ricimero y el romano Mayoriano habían liderado la conspiración para deponer a Avito y matarlo poco después. Sin embargo, en pocos meses hubo un interregno y por eso el rey visigodo quiso tener voz y voto para decidir quién debería ser el próximo emperador. Después de todo, alguien como Avito había sido muy beneficioso para los intereses de los visigodos, y si podía entronizar a un amigo como él sería perfecto para sus intereses. Desafortunadamente para los visigodos, eso no ocurrió, como veremos en el próximo episodio.
El Veredicto: El factor demográfico
En El Veredicto de hoy quiero destacar lo importante que es el factor demográfico, ya que los suevos son un ejemplo perfecto de ello. Basándose en su población, los suevos nunca tuvieron la capacidad de controlar firmemente toda Hispania. Sí, podían establecer algunas guarniciones en ciudades estratégicas para hacer incursiones desde allí, pero no podían tener un control consolidado con un territorio tan grande como la península ibérica.
Si los suevos pudieron tener su breve edad de oro es sólo porque no había otros grupos bárbaros alrededor para oponerse a ellos, así que cuando los visigodos aparecieron el resultado del encuentro era obvio de antemano. Los 5.000 guerreros suevos no tenían ninguna oportunidad contra los visigodos, que tenían el mayor ejército en suelo romano occidental. Incluso los visigodos pasaron décadas tratando de poner a toda Hispania bajo su control directo, así que sí, muchas veces una variable aburrida como la población es decisiva para decantar la balanza. Y con eso, El Veredicto termina.
Avance y outro
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Fuentes
Álvarez Palenzuela, Vicente Ángel, editor. Historia de España de la Edad Media. Ariel, 2011.
Aragonés, Daniel Gómez. Historia de los visigodos. Editorial Almuzara, 2020.
Arce Martínez, Javier. Bárbaros y romanos en Hispania:(400-507 A.D.). Marcial Pons Historia, 2013.
Arce Martínez, Javier. Esperando a los árabes: Los visigodos en Hispania (507-711). Marcial Pons Historia, 2013.
Bravo, Gonzalo. Hispania: la epopeya de los romanos en la Península. La esfera de los libros, 2007.
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