Este es el episodio 13 llamado ¡Adiós, Imperio romano! y en este episodio aprenderás:

Mayoriano, la última esperanza del Imperio romano de Occidente

Dejamos el episodio anterior con la desintegración del Reino de los suevos y la muerte del emperador Avito, así que ahora echemos un breve vistazo a lo que estaba sucediendo primero en Italia y luego en Hispania. Como comenté brevemente, los conspiradores que derrocaron a Avito fueron el general germánico Ricimero y el general romano Mayoriano. Pero Ricimero no era un general germánico cualquiera bajo el servicio romano, sino que era el hijo del rey suevo Requila y de una hija del rey visigodo Walia. Después de la muerte de Walia los visigodos rompieron relaciones con los suevos y por eso, como perdedor de este tipo de luchas entre bárbaros, Ricimero se unió a los romanos. Mayoriano, por otro lado, pertenecía a una familia aristocrática itálica y se había hecho un nombre sirviendo a Flavio Aecio.

La cosa es que Ricimero y Mayoriano eran amigos, ambos tenían posiciones influyentes, y tenían el apoyo de la descontenta aristocracia italiana para deshacerse del galorromano Avito. Ricimero y Mayoriano forzaron a Avito a abdicar y después de unas semanas lo mataron. El emperador romano de Oriente, León I, decidió no nombrar un emperador de Occidente porque quería gobernar a solas con Ricimero como patricio actuando en su nombre, pero después de unos meses el ejército romano proclamó emperador romano de Occidente a Mayoriano. Ricimero no pudo convertirse en emperador por sus orígenes bárbaros, pero esperaba hacer de Mayoriano un emperador títere ya que era él quien controlaba el ejército. Tanto el emperador oriental como los visigodos se negaron inicialmente a reconocerlo como emperador ya que lo consideraban un usurpador, pero a finales del año 457 León I lo reconoció, dado que no había otra alternativa posible.

Ahora veamos la caótica situación de Hispania. Grandes partes de Hispania estaban gobernadas por las élites locales, ya que la administración romana en Hispania ya era más algo teórico que real. Gallaecia, como mencioné en el episodio anterior, se encontraba en un estado de caos y anarquía después de la desintegración del Reino suevo. Los suevos que sobrevivieron continuaron viviendo allí, y la región se dividió entre dos facciones después del asesinato de Agiulfo. Una facción tenía su centro de poder en el sur de Gallaecia y parte de Lusitania, mientras que la otra facción tenía su base en el norte de Gallaecia.

Lo que ambos grupos tenían en común era que apenas tenían una base de poder permanente y en cambio pasaban su tiempo yendo de aquí para allá entre incursiones y saqueos. A veces competían para unificar a los suevos bajo un solo rey, pero en general actuaban de forma independiente para sobrevivir. Para añadir más complicaciones al norte, un grupo del pueblo germánico de los hérulos atacó con acciones de piratería las costas norteñas, y no está claro si lo hicieron siguiendo órdenes romanas o por su cuenta. La Hispania Tarraconense estaba controlada por la aristocracia hispanorromana, mientras que la Hispania Cartaginense y parte de la Bética estaban bajo la influencia del Reino visigodo de Tolosa, aunque aún había guarniciones independientes de suevos que no fueron conquistadas por los visigodos hasta el 458.

Cuando el emperador Mayoriano tomó el poder, el Imperio romano de Occidente consistía en Italia y una porción de la Galia. Pero incluso eso estaba en riesgo, porque los vándalos de Genserico estaban atacando Italia y la aristocracia galorromana se negaba a reconocer a Mayoriano. En su lugar, la aristocracia galorromana permitió a los visigodos y borgoñones conquistar lo que quedaba de la Galia imperial, mientras que la prioridad urgente de Mayoriano era la defensa de Italia y luego la reconquista del sudeste de la Galia. El mismo Mayoriano lideró sus tropas contra los vándalos que saqueaban la región de Campania en el sur de Italia, y en un abrir y cerrar de ojos aplastó a los vándalos y los expulsó de Italia.

Esa victoria le dio prestigio como un emperador capaz, un verdadero héroe que apareció en el momento de mayor necesidad. Realmente admiro este tipo de hombres fuertes que aparecen en tiempos de adversidad, como Abderramán III para el Emirato de Córdoba o Napoleón para la República francesa. Pero este tipo de líderes poderosos se ganan la enemistad de otros envidiosos, como sucedió con su viejo amigo Ricimero. Recuerda que Ricimero tenía la ambición de ser el gobernante de facto del Imperio romano de Occidente, y no esperaba que Mayoriano fuera un emperador tan magnífico. No le gustaba ser eclipsado, así que Ricimero se distanció de Mayoriano y pacientemente comenzó a trabajar para debilitar la posición de su viejo amigo.

Reconquista romana de la Galia

Mientras que Mayoriano se centraba en los asuntos de Italia, Teodorico II expandió audazmente el Reino de los visigodos tanto en la Galia como en Hispania, conquistando la Bética, incluyendo la importante ciudad de Sevilla con el apoyo de una parte de la élite local. El emperador romano controlaba ahora firmemente Italia, pero para iniciar una expedición de reconquista de gran parte de la Galia el emperador necesitaba reclutar más tropas entre los bárbaros, incluyendo ostrogodos, borgoñones y suevos. Esto también es muy significativo de la debilidad romana en Occidente, pues se pretendía una reconquista no con gente local sino con los mismos extranjeros que amenazan la integridad del Imperio.

Por otro lado, Mayoriano también comenzó a reconstruir la armada para enfrentar a los vándalos, pero de momento no era suficiente para lanzar una ofensiva. A finales del 458 Mayoriano comenzó su campaña para reconquistar la Galia, liderando él mismo el ejército y dejando a Ricimero en Italia. Romanos y visigodos se enfrentaron en la batalla de Arelate, cerca de la estratégica ciudad de Arlés. Allí los romanos derrotaron decisivamente a los visigodos, tanto es así que Teodorico II se vio obligado a abandonar Septimania, la región sudoriental de Francia con ciudades como Narbona o Carcasona.

El tratado firmado en el 459 devolvió a los visigodos el estatus de federados y les obligó a abandonar no sólo la Septimania sino también los territorios conquistados en Hispania. Mayoriano nombró a un general de confianza llamado Egidio para gobernar la Galia, mientras que el emperador continuó su campaña contra los borgoñones que también volvieron a ser federados. Mayoriano se reconcilió entonces con la aristocracia galorromana para continuar sus ambiciosas campañas y recuperar la antigua gloria del Imperio romano. De victoria en victoria, parecía que su sueño podía hacerse realidad.

Reconquista romana de Hispania

Su siguiente objetivo era Hispania, y envió emisarios allí para anunciar que visigodos volvían a ser federados del Imperio y que Hispania volvía a ponerse bajo control imperial. Con la ayuda de los federados visigodos, el Imperio romano restableció el control de Hispania Tarraconense, Cartaginense y Bética. Mientras tanto, los romanos también restablecieron el control sobre Sicilia y los Balcanes. En Hispania la verdadera campaña comenzó en Lusitania y Gallaecia contra las facciones de los suevos. Allí los romanos dirigidos por el conde de las Hispanias Nepociano y los federados visigodos reconquistaron importantes ciudades fortificadas como Lugo o Santarém, pero la operación fue de alcance limitado, ya que el Imperio no los aplastó de forma decisiva.

Imperio romano de Occidente en el 460 con las campañas de Mayoriano
Imperio romano de Occidente en el 460, tras las campañas de Mayoriano

El propio Mayoriano dirigió un gran ejército a través de Zaragoza para luego ir a la actual Santa Pola, en la provincia de Alicante, donde una importante flota fue atracada para embarcar una expedición para derrotar de una vez por todas a los vándalos en África. Genserico estaba nervioso y temía al aparentemente imparable Mayoriano, y por ello intentó negociar la paz con los romanos. Mayoriano se negó a negociar porque estaba decidido a restaurar el control romano sobre el antiguo granero del Imperio. Todo iba perfecto hasta ese instante, y todo apuntaba a que Mayoriano podía lograr algo más grande e impresionante incluso que Aureliano y Diocleciano en el siglo III.

Muerte de Mayoriano, muerte del Imperio romano

Sin embargo, el destino decidió no darle ese honor. A partir de 460, todo salió mal para el Imperio romano de Occidente. Los vándalos pagaron a algunos de los encargados del muelle para dejar que los vándalos destruyeran sin oposición la gran flota que se necesitaba para destruir el Reino vándalo, en la conocida como batalla de Cartagena. Mayoriano se vio obligado a cancelar la expedición y dejar para otra ocasión su sueño de reincorporar las provincias africanas. Decidió entonces volver a Italia, haciendo una parada en Arlés. Ricimero, el general germano que se había marchado a Italia y viejo amigo de Mayoriano, empezó a conspirar contra el emperador mientras luchaba valientemente fuera de Italia.

Ricimero tenía el apoyo de algunos aristócratas itálicos que no estaban contentos porque Mayoriano les había obligado a pagar más impuestos por sus grandes empresas. Antes de llegar a Roma, Ricimero interceptó a Mayoriano con un destacamento militar, hizo que lo arrestaran, golpearan y torturaran, y luego lo decapitó en el 461. Un final muy triste para un héroe como Mayoriano. El canalla y rata traicionera que era Ricimero nombró entonces un emperador títere, como siempre había soñado. Sin embargo, su emperador títere no fue reconocido por el emperador romano de Oriente, ni por ninguno de los generales que sirvieron a Mayoriano como Egidio en la Galia, Nepociano en Hispania o Marcelino en los Balcanes y Sicilia.

El sueño de restablecer el Imperio romano de Occidente murió con Mayoriano. Desde entonces, Ricimero gobernó lo que quedaba del Imperio en Occidente, que consistía principalmente en Italia. Los diferentes pueblos bárbaros aprovecharon la oportunidad y conquistaron las provincias occidentales, y la aristocracia y clero provincial colaboró activamente con las elites bárbaras. Los borgoñones conquistaron Lyon y los visigodos recuperaron el acceso al mar Mediterráneo al reestablecer su autoridad en Septimania. Mientras tanto, Egidio y Marcelino gobernaron independientemente el norte de la Galia y las Balcanes. Egidio detuvo un intento de los visigodos de expandirse en el norte de la Galia en el año 463 con la ayuda de los alanos de la Galia y los francos, mientras que el comandante romano de Hispania Nepociano fue depuesto por Teodorico II.

El gobierno imperial también perdió el control sobre Hispania, ya que los visigodos cortaron la conexión terrestre entre Italia e Hispania y las rutas marítimas estaban controladas por los vándalos. Es muy significativo cómo un noble hispanorromano fue a la corte de Tolosa en lugar de a la de Rávena para pedir una intervención militar de los visigodos contra los suevos. Eso muestra cómo la autoridad romana imperial se vino abajo para siempre en Occidente.

Conquistas visigodas en Hispania y reunificación sueva

Como he dicho, aparte de reconquistar Septimania, el Reino visigodo de Teodorico II trató de expandirse hacia el norte en la Galia después de la muerte de Mayoriano pero fracasaron. Teodorico II negoció la paz con los francos y el Imperio romano de Occidente, pero algunos nobles visigodos pensaron que no tenían nada que negociar con la decadente autoridad imperial. Por lo tanto, como ya había sucedido entre los visigodos y continuará sucediendo a lo largo de su historia, hubo una conspiración para derrocar y asesinar al rey. El único hermano vivo de Teodorico II, Eurico, logró eliminar a su hermano en el 466.

Eurico rápidamente derrotó a otros pretendientes y caciques independientes, y unificó a los visigodos bajo su mando. Después de eso, lanzó expediciones tanto en la Galia como en Hispania, conquistando para el Reino visigodo de Tolosa la Hispania Bética y Cartaginense. La conquista de Mérida fue especialmente importante para controlar la mayor parte de Hispania utilizando las antiguas calzadas romanas. Por otro lado, no fue hasta el 472 que los visigodos conquistaron con poca o ninguna oposición la Hispania Tarraconense, donde el último representante imperial en España, el dux Hispaniarum Vicente o Vicencio, colaboró con los visigodos y dio fin oficialmente a la administración romana en Hispania después de casi 700 años de presencia.

Eurico también capturó algunas plazas fuertes del norte de España como Pamplona, pero los visigodos no controlaron firmemente esa región. En realidad, los visigodos tenían un débil control sobre toda Hispania, pero la consolidación del poder visigodo en Hispania sería obra de otros monarcas. Aunque su reinado comenzó con un pecado, Eurico fue lo suficientemente inteligente como para integrar a la aristocracia galorromana e hispanorromana en posiciones militares y administrativas. Ese fue un paso muy importante para consolidar la posición del Reino visigodo, porque no se puede gobernar un territorio con la enemistad de los poderes locales.

En Gallaecia, el rey suevo Remismundo ganó la guerra civil y reunificó a los suevos con la aprobación del clero galaicorromano y de Teodorico II, y para lograrlo tuvo que convertirse en hijo de armas de Teodorico II, una especie de vasallaje común entre los germanos. Aparte de la supremacía política y militar de los visigodos sobre los suevos, éstos abandonaron su paganismo y se convirtieron al cristianismo arriano en el año 466 gracias a un misionero enviado por los visigodos. Sin embargo, no es que a Remismundo le gustara ser vasallo de los visigodos, y tras la muerte de Teodorico II Remismundo consideró que había dejado de ser cliente militar de los visigodos y se libró de la influencia visigoda consiguiendo el apoyo de la élite galaica y lusitana.

Remismundo ocupó con éxito Lisboa y otras ciudades con la colaboración de los locales, y podemos interpretarlo como un cambio en la actitud de la clase dirigente local hacia los suevos. Desgraciadamente, la crónica de Hidacio termina bruscamente en el 469 con su muerte, y tenemos un oscuro período de unos 80 años del que prácticamente no sabemos nada de Gallaecia. Odio cuando eso sucede, porque sólo podemos adivinar y especular sobre lo que estaba sucediendo en el Reino suevo. Sin embargo, sí podemos concluir que la élite provincial aceptó el gobierno de los suevos para preservar sus privilegios y evitar el centralismo de un reino más poderoso como el visigodo

476, la caída de un imperio

En el 472 el gobernante de facto del Imperio romano de Occidente, Ricimero, murió, y eso abrió una oportunidad para que las diferentes potencias bárbaras tomaran lo que quedaba del Imperio en Occidente. Eurico por ejemplo conquistó la región de Provenza en el sudeste de la Galia. Los mercenarios bárbaros se rebelaron y el caudillo hérulo Odoacro depuso al emperador Rómulo Augusto y envió las insignias imperiales a Constantinopla. Esto lo hizo para ganarse el favor del emperador oriental y ser nombrado patricio de Italia, pero ya fuera porque no fue reconocido o simplemente porque quería legitimar su posición, Odoacro se proclamó también rey de Italia en el 476.

Mapa Fin del Imperio romano Occidental, año 476, por Undevicesimus
Mapa del mundo post-Romano tras la caída del Imperio romano de Occidente, año 476, por Undevicesimus

Esa es la fecha convencional del fin del Imperio romano de Occidente, lo que para algunos es el inicio de la Edad Media pero para la mayoría de académicos seguimos estando en la Antigüedad tardía. Desde ese momento hasta hoy Europa, Oriente Próximo y el norte de África permanecieron divididos en múltiples estados. Como bien señala el historiador Guy Halsall, lo más irónico de la caída del Imperio romano de Occidente es que muchos de los hechos decisivos en la caída del Imperio fueron llevados a cabo por gente que quería mejorar su posición dentro de las estructuras del Imperio romano.

Este hecho lo lleva a afirmar que el Imperio romano no murió asesinado ni de muerte natural, sino que más bien el Imperio romano cometió un suicidio involuntario. Eso sí, hay que aclarar algunas cosillas. El Imperio romano seguía existiendo porque nunca hubo dos estados separados entre Oriente y Occidente, sino que era un estado gobernado por dos augustos. A partir del 476, el Imperio romano solo tenía un emperador en Oriente y los reyes germánicos se presentaban como federados que gobernaban en su nombre hasta bien entrado el siglo VI.

Este era un relato de ficción porque a todas luces ya no existía el Imperio romano en Occidente, pero es importante destacar esta idea porque Roma seguía siendo fuente de legitimidad para gobernar, al igual que pasó siglos después cuando los condados catalanes eran de facto independientes pero técnicamente seguían siendo vasallos de los carolingios. De hecho, como la idea de Roma seguía viva, Justiniano inició un ambicioso programa de reconquista y restauración imperial en la primera mitad del siglo VI. Es a partir de su muerte cuando podemos hablar más propiamente de Imperio bizantino porque abandonaron el latín como lengua administrativa y abandonaron la aspiración de restaurar el Imperio romano en Occidente.

El reinado de Eurico

Con la caída del Imperio romano aclarada, quiero destacar que Hispania para Eurico era un área reservada para la futura expansión visigoda, pero el núcleo del reino estaba todavía en la mitad sur de la Galia. Sin embargo, la desintegración del poder romano y la presión de los francos en el norte fomentaron el asentamiento de los visigodos en Hispania. Los visigodos alcanzaron entonces su máxima expansión, con sus fronteras naturales en los ríos Loira y Ródano, y el Reino visigodo de Tolosa se convirtió en el estado más poderoso de Occidente.

Mapa del Reino visigodo en el año 500
Mapa del Reino visigodo en el año 500, en su máxima extensión

Aún así, como con el Reino de los suevos de Requila y Requiario hay que recordar que los mapas son engañosos y que había grandes extensiones de Hispania que eran a efectos prácticos independientes y controladas por poderes locales.  Lo último que quería hablar del reinado de Eurico es su política administrativa y religiosa. Su trabajo administrativo más importante fue el Código de Eurico, la primera colección escrita de leyes germánicas, ya que los germanos siempre se habían regido por leyes no escritas. Cabe destacar que el Código de Eurico sólo se aplicó a los visigodos, no a la población galorromana o hispanorromana.

Los godos y los súbditos romanos estaban claramente divididos por la ley, me refiero entre otras cosas a que a los godos tenían prohibido casarse y tener hijos con la población local. Esa división con el tiempo desapareció, pero eso ocurrió un siglo después. Por otro lado, Eurico ha sido visto a veces como un anticatólico, pero eso no sería justo, porque no quería conflictos religiosos. Lo que Eurico quería es que el poderoso clero católico de la Galia e Hispania se sometiera a los visigodos, pero algunos se oponían a ellos, y fueron purgados por razones políticas, no religiosas.

El poder de la Iglesia en el siglo V

Y es que la institución más beneficiada del derrumbamiento del estado romano fue sin duda la Iglesia católica, tal y como explico en detalle en el episodio extra 5 del que hablaré en la outro. Desde el siglo IV ya se estaba observando cómo el poder de la Iglesia iba aumentando e incluso sustituyendo a los poderes civiles, por eso observamos como en algunas ciudades donde antes había un consejo municipal de senadores ahora había un obispo gobernando. El clero católico asumió competencias de la administración romana y se presentó como continuadora de la romanidad, y gracias a eso ejerció un enorme poder sobre la sociedad. Los bárbaros eran conscientes del poder político y económico de la Iglesia y por eso intentaron conseguir su apoyo para gobernar las provincias conquistadas, en el caso de los visigodos y suevos sobre los hispanorromanos y galorromanos.

También se puede decir que en parte los bárbaros fueron claves para que la Iglesia fortaleciera aún más su posición. De manera más o menos consciente, los bárbaros querían sustituir a los funcionarios romanos y establecer sus propios reinos, así que qué mejor que apoyarse en un poder como el eclesiástico para mutuamente repartirse lo que quedaba de la administración romana. Entre tanto, la sociedad hispanorromana se estaba cristianizando cada vez más durante el siglo V, y por eso las viejas élites seculares codiciaron los mejores cargos y en algunas ocasiones facciones del clero buscaron el apoyo de los bárbaros para imponer su dominio sobre una ciudad o provincia.

El reinado de Alarico II antes del desastre

En el 484 el rey Eurico murió y fue sucedido por su hijo Alarico II. Alarico II ha sido tratado injustamente hasta hace poco, debido a la desastrosa batalla de Vouillé en el 507 de la que hablaré más tarde. Sin embargo, su política fue similar a la de su padre, y a veces incluso mejor. Alarico trabajó para consolidar el poder visigodo en Hispania, ya que realmente el control visigodo sobre Hispania era muy débil. Además, Alarico II centró sus esfuerzos en el fortalecimiento de la autoridad real y en la integración de la aristocracia y el clero galo e hispanorromano en el estado visigodo. Con estos objetivos en mente, podemos entender la promulgación del Breviario de Alarico y su relajada política hacia el clero católico.

Comencemos con el Breviario de Alarico, que era una colección muy completa de leyes romanas compiladas y aprobadas en el 506 con la colaboración del clero y la aristocracia. Las leyes del Breviario de Alarico eran las que se aplicaban a la población no visigoda, y es notable cómo los visigodos continuaron la tradición romana y trataron de presentarse como continuadores de la romanidad. Con el Breviario de Alarico, el Reino visigodo reconoció que las leyes romanas eran fundamentales para la constitución del reino, mientras que al mismo tiempo la promulgación de leyes representaba la plena soberanía de los visigodos.

Igualmente importante era la política religiosa de Alarico II hacia la jerarquía católica, ya que el clero era aún más poderoso que la aristocracia en muchas regiones. Alarico II utilizó la vieja táctica del palo y la zanahoria, para recompensar a los leales al Reino visigodo y exiliar a los que conspiraban con los francos o los borgoñones. Entre otras cosas, Alarico eliminó la subordinación de las iglesias galas e hispanas ante Roma, algo que el influyente obispo Cesáreo de Arlés deseaba. Más importante aún, Alarico II convocó a los obispos de su reino en la ciudad gala de Agda para celebrar un concilio en el 506 presidido por Cesáreo de Arlés. Esto es indicativo de lo fundamental que era el apoyo de la Iglesia para sostener el poder de la monarquía visigoda. Los obispos hispanos no asistieron al concilio, pero se planeó uno nuevo en Tolosa al año siguiente. Pero como pronto verás, ese concilio no pudo celebrarse debido a un trágico evento político y militar.

El auge de los francos

El trágico suceso del que hablo está relacionado con los francos. Desde la muerte del rey Eurico, los francos emergieron como un poderoso reino bárbaro que se expandió desde la contemporánea Bélgica hasta el norte de Francia. Clodoveo I logró unir a los cacicazgos francos y conquistó el Reino de Soissons, el enclave galorromano fundado por Egidio después del asesinato de Mayoriano. La amenaza de los francos se hizo más y más clara, y en los años 80 y 90 del siglo V, visigodos y francos se encontraron en batalla en múltiples ocasiones, sin que los visigodos pudieran frenar el progresivo avance franco.

Para contrarrestar la pujanza franca, Alarico II confió en la diplomacia. Con la ayuda de los visigodos, los ostrogodos liderados por el rey Teodorico el Grande conquistaron Italia, y esta alianza natural entre godos se selló con un matrimonio. Antes de seguir hablando de los francos, quiero centrar la atención en lo que estaba pasando en suelo hispano. Nuestra única fuente de información es la Crónica de Zaragoza, que nos informa que hubo dos revueltas infructuosas contra los visigodos en la Tarraconense entre el 496 y 506.

Estas revueltas sucedieron en parte por el aumento de la migración y el asentamiento de los visigodos en Hispania. Aquí hay dos líneas de interpretación distintas, la primera la defienden historiadores como Javier Arce y nos dicen que antes del 507 los visigodos solo tenían guarniciones militares y poco más, es decir, que los asentamientos godos eran de clientelas militares. La otra interpretación sería la de historiadores como José Soto Chica, que defienden que hubo un influjo de refugiados importante a partir de la última década del siglo V a causa de las conquistas francas en el norte de la Galia.

Los visigodos se asentaron sobre todo en la Meseta norte, alrededor de ríos y caminos importantes para controlar más fácilmente el resto de la península ibérica y para evitar poner más presión demográfica en la Hispania Bética y la Tarraconense. Sobre cómo se distribuyeron esas tierras entre los visigodos, es probable que los visigodos ocuparan fincas hispanorromanas e imperiales abandonadas en vez de arrebatar propiedades labradas, y que simplemente explotaran las villas romanas cobrándose una buena parte de sus frutos.

La batalla de Vouillé y sus consecuencias

Bien, dicho esto, volvamos al conflicto entre visigodos y francos. Clodoveo I, el rey de los francos, reinició las hostilidades contra los visigodos en el 507 gracias a la instigación de los romanos de Oriente, que le habían prometido nombrarlo patricio de las Galias si enfrentaba a los visigodos mientras ellos enfrentaban a los ostrogodos. Clodoveo aprovechó que los visigodos eran arrianos y que él había convertido a los francos al catolicismo para presentar su guerra como una guerra de liberación de los galorromanos. Para probar que era una guerra de liberación, Clodoveo prohibió a sus tropas hacer razias y saqueos.

El factor religioso fue exageradamente enfatizado por el clero galo y franco como una variable que contribuyó a la victoria de los francos, pero sin duda les ayudó a ganarse simpatías. Los borgoñones se unieron a los francos, mientras que el suegro de Alarico II, Teodorico el Grande, se ocupaba de un ataque de los romanos de Oriente. Sabiendo que al menos por un tiempo no recibiría ninguna ayuda y que la propaganda de los francos podía provocar la pérdida de apoyos, Alarico II decidió reunirse con los francos en la batalla de Vouillé. Esto lo hizo a la desesperada sabiendo que su prestigio y supervivencia dependía de derrotarlos rápidamente, pero cometió el error de no concentrar todas sus fuerzas y tener algunas aún en Hispania y otras dirigiéndose contra los borgoñones.

La batalla de Vouillé ocurrió cerca de Poitiers y allí los francos derrotaron decisivamente a los visigodos y galorromanos que los apoyaban. Los visigodos resistieron bastante bien y mantuvieron un buen rato la pelea reñida, el problema es que el terreno no les permitió explotar la ventaja que tenía su caballería. El momento crucial ocurrió cuando Clodoveo presumiblemente mató a Alarico, porque eso provocó la masacre de muchos visigodos en el caos de la estampida. Los visigodos sin líder no supieron cómo reaccionar, y aprovechando la confusión de la situación, Clodoveo marchó hacia el sur conquistando Burdeos y la capital del reino, Tolosa, con parte del tesoro real visigodo incluido.

Campañas francas contra el Reino visigodo de Tolosa 507-509
Mapa de la segunda guerra franco-visigoda, la campaña decisiva de los francos contra el Reino visigodo de Tolosa, años 507-509

Dejaré para el próximo episodio lo que sucedió después porque la guerra no había terminado, pero las consecuencias de la batalla de Vouillé aún resuenan hoy. Los francos conquistaron la mayor parte de la Galia y eso definió, en términos generales, las fronteras de la actual Francia. Los Pirineos se establecieron como una frontera natural definitiva entre los visigodos y los francos, como ocurre hoy entre Francia y España, a excepción de la provincia de Septimania que siguió en manos godas. Durante más de 50 años, los visigodos sufrieron de inestabilidad, ya que la supremacía de la dinastía baltinga estaba en duda.

La batalla de Vouillé acabó con el sueño de los visigodos de alcanzar la supremacía sobre los otros reinos bárbaros y de asumir el papel de heredero de Roma, ya que no solo perdieron una batalla y un rey, sino el reino entero. Finalmente, la batalla terminó la fase conocida como el Reino visigodo de Tolosa y abrió una etapa de transición hasta la fijación de la capital visigoda en Hispania, dando paso al Reino visigodo de Toledo.

El Veredicto: La sobreextensión de los visigodos

En El Veredicto de hoy quiero señalar la importancia de no excederse, de no ir más allá de tus posibilidades. Creo que una de las causas por las que los visigodos fueron aplastados en la Galia es que se extendieron demasiado, como le sucedió a muchos otros reinos e imperios como la España de los Habsburgo, la Alemania Nazi o la Francia Napoleónica. Los visigodos tenían mucha más población que los suevos, por ejemplo, pero no tanto como para dominar tanto la Galia como la Hispania.

Los ostrogodos tenían alrededor de la misma población, unas 100-150.000 personas, se asentaron en Italia y no se expandieron más allá. Los visigodos no decidieron si establecerse en la Galia o en Hispania, pero los francos ya se encargaron de escoger por ellos. ¿Qué es mejor, aprovechar la oportunidad para ocupar y explotar un territorio aunque sepas que no podrás mantenerlo, o avanzar sólo si puedes consolidar tu estado allí? Esa respuesta te la dejo a ti. Y con eso, El Veredicto termina.

Avance y outro

Antes ya he hablado un poco de la Iglesia en el siglo V y su relación con los bárbaros, pero si quieres ver cómo te cuento sobre este tema en profundidad te recomiendo convertirte en mecenas en patreon.com/lahistoriaespana. A partir de 5 euros al mes disfrutarás de acceso anticipado a los vídeos y no solo a los podcasts y acceso a un episodio exclusivo mensual, como el episodio extra 5 La Iglesia y los bárbaros en el siglo V. En este episodio extra respondo a preguntas como qué actitudes mantuvieron los hispanorromanos frente a los bárbaros, cómo ganó la Iglesia tanto poder, qué poderes tenían los obispos y su rol de mediadores con los bárbaros, y muchas otras cuestiones. Si te ha gustado este episodio, te animo a suscribirte al canal de YouTube o al podcast y a comentar si pensabas que la caída del Imperio romano había ocurrido tal y como te he contado en estos últimos episodios. Esto es todo por hoy, ¡gracias por escucharme y hasta pronto!

Fuentes

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