Este es el episodio 19 Chindasvino y Recesvinto y en este episodio aprenderás:
Tulga y el golpe de estado de Chindasvinto
Dejamos la narrativa en el episodio 18 De Sisebuto y Suintila a Chintila con la muerte del rey Chintila, que sería sucedido por su hijo Tulga en el año 639. Es difícil saber si un gobierno débil como el de Chintila fue capaz de asociar al trono visigodo a su hijo saltándose el principio electivo que marcaba el IV Concilio de Toledo, o si fue elegido por magnates godos y obispos de la facción que apoyó a Chintila para mantener su cohesión política. En cualquier caso, Tulga era joven e inexperto y si la sucesión fue hereditaria fue un argumento más de peso para fomentar la oposición interna. Estábamos pues ante la mezcla perfecta para más conspiraciones, como ya habían ocurrido durante el gobierno de su padre.
Tulga pudo desarticular las conspiraciones contra él durante dos años, pero el duque Chindasvinto, de 79 añazos, aprovechó las circunstancias y marchó con su ejército a Toledo para deponer a Tulga. Chindasvinto era historia viva del Reino visigodo, había servido en las campañas de Leovigildo y parece que ya había participado en algunas conspiraciones fallidas, apoyado por una red clientelar que había construido como alguien importante en la estructura administrativa y militar del Reino. Con sus fieles fue proclamado rey en Pampliega, Burgos, cerca de la frontera vascona y cántabra, aunque los obispos cumplieron su juramento y no apoyaron la rebelión.
A pesar de eso, Chindasvinto tuvo éxito en deponer a Tulga y fue ungido como rey de los visigodos en abril del 642. No ejecutó a Tulga y optó por la forma menos violenta de inhabilitarlo como rey, la tonsura para encerrarlo en un monasterio. Pero el octogenario rey godo no tuvo la misma piedad con la facción nobiliaria que había apoyado a Chintila y Tulga, y así empezó su tiranía.
La tiranía de Chindasvinto
¿Y cómo se establece un reino autoritario y de terror? Pues el anciano Chindasvinto fue tan generoso que nos dio una pequeña guía de tres sencillos pasos para convertirte en un tirano. Paso uno, reprime y persigue toda oposición potencial, exiliando y ejecutando a cientos de magnates y confiscando sus propiedades. Paso dos, recompensa a la facción nobiliaria que te ha apoyado con cargos, privilegios y las propiedades de los que has perseguido. Paso tres, quédate con la mayor parte del pastel al enriquecer a tu familia con más propiedades que nadie, y así ningún otro aristócrata godo te hará sombra.
Veamos estos pasos más en detalle. Según la crónica de Fredagario, el rey Chindasvinto mandó ejecutar a 200 miembros de los linajes godos más destacados y 500 de menor rango, además de forzar el exilio de otros tantos y eso sin contar los que se fueron por su cuenta para evitar ser acusados de conspirar contra el monarca, fueran las sospechas infundadas o no. También ejecutó y exilió a viejos compañeros de conspiraciones fallidas, precisamente porque Chindasvinto sabía que si estos habían participado en conspiraciones como él, era probable que planeasen una contra él ahora. El Partido se fortalece depurándose, como decía Stalin.
Los que sufrieron de la brutal represión de Chindasvinto sufrieron no solo la muerte o exilio sino la confiscación de sus propiedades e incluso de sus mujeres e hijas, que fueron repartidas entre los fieles al anciano como si fueran tierras o ganado. El tirano era muy consciente del poder de la Iglesia hispana, y por eso dio a los obispos tanto palos como zanahorias. Los palos incluían la eliminación al derecho al asilo en los templos cristianos, para evitar que los opositores a su régimen los usaran como refugio, e intervino en el nombramiento de obispos. Tampoco gobernó usando constantemente los concilios de Toledo como fórmula pactista con los notables laicos y clero, porque él gobernaba con mano de hierro, y el único concilio de convocó más que un foro político fue un congreso sin oposición abierta a lo Corea del Norte.
En el VII Concilio de Toledo del 646 el implacable octogenario como le califica José Soto Chica añadió la esclavización a los castigos por conspirar contra el rey y la excomulgación de los clérigos. La mayoría de los que fueron considerados traidores fueron ejecutados, aunque a veces podían aceptar la “benevolencia real” y ser cegados en vez de morir. Ya ves que era un tío majísimo este Chindasvinto. Pero Chindasvinto también dio muchas zanahorias, porque donó mucho dinero y tierras a la Iglesia y atribuyó nuevas funciones de gobierno a los obispos para que controlasen la corrupción de los funcionarios laicos y el fraude fiscal.
Las persecuciones bajo Chindasvinto alcanzaron una magnitud nunca antes vista en el Reino visigodo, pero las recompensas a sus partidarios fueron también de igual magnitud. Chindasvinto era un perro viejo y por eso creó una facción de fieles muy leal hacia su familia, que no solo incluía a magnates laicos sino también a exiliados extranjeros, libertos y conversos que tuvieron un ascenso social meteórico gracias a su fidelidad y méritos. Ahí está el caso de Ardabastro, un armenio o iranio que fue desterrado del Imperio bizantino y terminó en la Spania goda casándose con una sobrina del monarca y de cuyo matrimonio nacería supuestamente el rey Ervigio, si hacemos caso a las crónicas asturianas.
Obligó a las viudas e hijas de los ejecutados y exiliados a casarse con sus partidarios, y se reestructuró la red de alianzas y lazos de parentesco de los magnates godos. Como resultado de sus purgas y generosidad hacia sus fieles, Chindasvinto provocó una gran redistribución del poder político y de la riqueza en el Reino visigodo. Y por supuesto la mayor beneficiada fue su familia, porque como lo había hecho Leovigildo ponerse por encima de todos los demás godos a nivel de riqueza era imprescindible para hacer más segura su posición y trabajar para construir una dinastía hereditaria.
Y quizás te preguntes, ¿por qué Chindasvinto hizo la mayor purga nobiliaria del Reino visigodo? Aparte de para beneficiar a su familia y partidarios, hay que tener en cuenta que los años que van desde Liuva II en el 601 hasta Tulga en el 642 fueron años caracterizados por las luchas de poder entre facciones nobiliarias. Excepto por áreas del norte peninsular poco interesantes, el Reino visigodo ya no tenía ningún objetivo de conquista en Spania, y eso significa que ya no se podían usar los enemigos exteriores como válvula de escape para fortalecer el poder regio, como había hecho Leovigildo. Los problemas estructurales del Reino visigodo quedaron al descubierto, y por eso el reinado de Chindasvinto se caracteriza por intentar poner fin a las luchas internas mediante la fuerza y una labor legislativa reformista.
Además de empezar la compilación del Liber Iudiciorum como veremos a continuación, las reformas de Chindasvinto alcanzaron la administración y organización militar del Reino visigodo, porque eliminó la figura del rector y el duque provincial asumió no solo atribuciones militares sino también civiles y judiciales. De este modo se militarizó la administración goda y se concentró el poder en unas pocas manos, pero esto era un arma de doble filo, ya que los duques se volvieron aún más poderosos y si no se mantenían bajo control las consecuencias para la estabilidad y unidad del Reino podían ser nefastas. Aprovecho aquí para pedirte que te suscribas al canal o pódcast si eres nuevo y para hacer la pregunta secreta del episodio: ¿si fueras rey, crees que tendrías tendencias autoritarias como Chindasvinto? Deja tu respuesta en los comentarios.
Dejando eso de lado, dentro de la Iglesia Chindasvinto despertaba pocas simpatías por sus injerencias en el poder eclesiástico. Braulio de Zaragoza, la figura de más prestigio de la Iglesia hispana en aquellos tiempos, fue presionado para convertirse en arzobispo de Toledo, aunque lo pudo rechazar. Pero Braulio de Zaragoza no pudo escaquearse de seguir una maniobra política teatralizada en la que Chindasvinto probablemente le obligó a escribir una carta solicitando formalmente que asociara al trono a su hijo Recesvinto, para darle más legitimidad a este movimiento contrario al principio electivo de la monarquía visigoda. Así fue como Chindasvinto asoció al trono a su hijo Recesvinto a partir del 649, con el que cogobernó durante cuatro años. El incansable Chindasvinto murió a los 90 años, dejando atrás un Reino visigodo fortalecido y muchos aristócratas y clérigos que lo odiaban. Su heredero tendría que lidiar con las víctimas de la tiranía de Chindasvinto.
El Liber Iudiciorum de Chindasvinto y Recesvinto
Los reinados de Chindasvinto y Recesvinto son reinados reformistas en los que se inicia una nueva etapa política para el Reino visigodo. Y tanto porque promulgaron muchas leyes como por otros motivos que luego veremos, Chindasvinto mandó compilar un nuevo código legal, el Liber Iudiciorum. Muchas leyes eran ligeras modificaciones de leyes tardorromanas, pero también se incluían leyes de Leovigildo, Recaredo y otros monarcas godos, además de 99 leyes de Chindasvinto y 87 de Recesvinto. Otras fuentes de derecho para el Liber Iudiciorum incluían los cánones de los concilios de Toledo, el Corpus iuris civilis de Justiniano, las leyes burgundias, y la Biblia.
Es de resaltar que en el Liber Iudiciorum de Recesvinto solo sus leyes y las de su padre eran atribuidas a un rey nombrado, mientras que todas las anteriores que se mantenían eran calificadas de leyes antiguas sin explicitar qué rey las promulgó, y esta era una manera de limpiar la imagen de Chindasvinto y favorecer el linaje de Recesvinto frente a otros que fueron borrados de la memoria. Esto es así porque el código de Chindasvinto y Recesvinto no solo es un cuerpo legal, sino que hay una narrativa histórica presente en la explicación de las leyes. Esto era algo común en la Antigüedad tardía y Alta Edad Media y lo vemos también con los lombardos, francos o anglosajones, así que, como defiende el historiador Michael Kelly, hay una conexión fuerte entre las narrativas históricas y los textos legales.
La publicación de la primera edición del Liber Iudiciorum en el año 654 manifestaba la autoridad superior de la monarquía visigoda como única fuente de derecho en Spania. Se derogaban las leyes no incluidas en él y se prohibía el uso de costumbres y el libre criterio de los jueces para casos no contemplados en la legislación, que en caso de ocurrir tenían que acudir al rey para resolver esas lagunas legales. Para Recesvinto, publicar el Liber Iudiciorum fue una manera de consolidar su poder sin conquistas militares como Leovigildo ni purgas como Chindasvinto, y así se ganó la imagen de rey moderado. Tampoco es casualidad que se estructuren los doce libros del Liber Iudiciorum gracias a la ayuda del obispo Braulio de Zaragoza de tal modo que Chindasvinto y Recesvinto parece que sean los únicos legisladores católicos, para así reforzar el poder de su dinastía y restaurar la imagen de su padre.
Por tanto, todo esto quiere decir que el Liber Iudiciorum tenía un propósito que iba más allá del de un mero código legal. Eso desde el lado de la monarquía, pero una cosa es la producción de la legislación y otra es la difusión y aplicación de estas leyes. La producción recae en el poder central, pero la difusión y aplicación requiere de la aceptación y cooperación de los poderes locales, desde los funcionarios públicos a los obispos y terratenientes laicos. Por lo tanto, tal y como defiende Paulo Pachá Recesvinto tuvo que buscar el consenso de los aristócratas del reino para promulgar el Liber Iudiciorum.
Así lo dejó claro Recesvinto en el discurso de apertura del VIII Concilio de Toledo en que reconocía la labor de los obispos y magnates de palacio en la elaboración y aplicación de las leyes, siempre eso sí bajo la vigilancia y aprobación del rey. Además, en el Liber Iudiciorum Recesvinto codificó los derechos y obligaciones de los reyes y jueces para evitar los abusos de autoridad que habían ocurrido cuando reinaba su padre. El legado del Liber Iudiciorum fue enorme, porque en plena época medieval se siguió usando por parte de los mozárabes de al-Ándalus y de parte de los reinos cristianos, renovándolo como Fuero Juzgo en la Castilla de Fernando III que siguió en uso como derecho local hasta el siglo XIX.
El reinado de Recesvinto
Pese a haber estado asociado al trono durante varios años, la sucesión no fue tranquila para Recesvinto. En el 653 se produjo la revuelta de Froya, organizada por represaliados y exiliados por Chindasvinto. Froya era un exiliado o quizás incluso el duque de la Tarraconense, y se valió de otros que sufrieron durante el reinado del viejo tirano y de los vascones para proclamarse rey de los godos. Según el sucesor de Braulio de Zaragoza, Tajón, los rebeldes apoyados por bandas de vascones hicieron saqueos y tomaron cautivos por el valle del Ebro. Froya puso a Zaragoza bajo asedio, pero la ciudad resistió hasta que llegó el ejército godo de Recesvinto y derrotó a los rebeldes. La revuelta de Froya no fue castigada con una represión generalizada como la de su padre, sino que Recesvinto optó por una actitud conciliatoria.
Con sus purgas nobiliarias, Chindasvinto había fortalecido a su dinastía, pero dejó una estela de rencores con las que su hijo e incluso reyes posteriores tendrían que lidiar. Parafraseando a Daenerys y Tyrion en Juego de Tronos, Chindasvinto solo tenía el miedo para gobernar y por eso tantos por debajo suyo lo querían ver muerto. La revuelta de Froya fue sintomática de ese malestar bastante generalizado entre los magnates laicos y el clero por el autoritarismo de Chindasvinto, y tras la muerte del tirano salieron más voces críticas. Recesvinto tuvo que comerse todo este marrón que le dejó su padre, menuda herencia. Fructuoso de Braga, obispo de Braga y Dumio y fundador de numerosos monasterios, no dudó en usar su prestigio para atreverse a mandar una carta a Recesvinto, pidiendo misericordia para aquellos a los que su padre había condenado y desterrado.
Más y más voces pidieron lo mismo a Recesvinto, y el rey se apresuró a convocar el VIII Concilio de Toledo. Éste tuvo una asistencia bastante mayor que el de su padre porque había un tema fundamental que tratar: la represión de Chindasvinto, que en el fondo planteaba el debate sobre el equilibrio de fuerzas entre las distintas facciones nobiliarias y el abuso del poder del rey, además de la aprobación del Liber Iudiciorum como ya he hablado antes. Una política de perdón por parte de Recesvinto conllevaría un gran debilitamiento de las bases del poder de la dinastía gobernante, porque tendría que devolver cargos y propiedades a los represaliados a costa de la fortuna familiar, ya que lo que no podía hacer bajo ningún concepto era despojar a sus fieles de las donaciones que había hecho su padre.
Recesvinto no complació todas las demandas de los críticos y se mostró firme, pero tampoco podía oponerse frontalmente y ser inflexible vista la revuelta de Froya, así que limitó el alcance de las amnistías, reducciones de pena y restituciones de propiedades. También tuvo que aceptar que se separaran claramente los bienes del fisco de los privados del monarca, porque con Chindasvinto hubo una cierta confusión y privatización del patrimonio público, y el concilio le recordó que el trono godo era electivo. Esta política conciliatoria, aunque no fuera total, permitió a Recesvinto tener un pacífico y largo reinado.
El dúo padre-hijo Chindasvinto-Recesvinto me recuerda un poco a Leovigildo y Recaredo, porque en ambos casos los padres fueron enérgicos autoritarios que fortalecieron el poder del rey y de su dinastía, mientras que los hijos adoptaron una política más conciliatoria con la aristocracia y clero, sin que por ello haya que caracterizarlos como reyes débiles. Aun así, diría que una diferencia clave es que Recesvinto tomó decisiones tanto continuistas como rupturistas con el legado de su padre, porque tuvo que revertir medidas y devolver propiedades a los represaliados por Chindasvinto, así que para mantenerse en el trono tuvo que condenar parte de las políticas de su padre.
Aparte de los concilios IX y X de Toledo que convocó Recesvinto y que no contaron con mucha asistencia ni fueron muy relevantes, pocas noticias más tenemos de su reinado por falta de fuentes documentales. Según la Crónica mozárabe del 754, hacia el final de su reinado el ejército godo tuvo que combatir a los vascones que atacaron el valle del Ebro, pero nada importante. Tras diecinueve años de reinado en solitario, Recesvinto falleció en el 672 y le sucedió Wamba. De él y de los últimos reyes godos hasta Rodrigo hablaré en el próximo episodio, pero ahora toca hablar de la organización militar del Reino visigodo.
El ejército visigodo
Cuando los visigodos de Alarico y sus sucesores servían como federados del Imperio romano, los godos estaban perfectamente adaptados a la organización militar bajoimperial romana y se ganaron la imagen de gentes diestras en la guerra, como vimos en el episodio extra 6 Identidad goda y su evolución. De ese ejército de Alarico y sus sucesores surgió la identidad goda, que pasaría de ser un ejército profesional acompañado de sus familias a una aristocracia terrateniente primero en el sur de la Galia y luego en Hispania. Los godos eran pues una élite militar que se ganó el derecho a tierras y a gobernar Spania gracias a sus habilidades guerreras, pero eso no impidió que dentro de las filas del ejército visigodo hubiera hispanorromanos tanto como soldados rasos como en puestos de mando.
Como es lógico, el ejército visigodo sufrió grandes cambios desde el siglo V hasta el final del Reino visigodo, por ejemplo tras el desastre de Vouillé en el 507 quedó muy poco del ejército visigodo y las tropas ostrogodas fueron claves para mantener las posesiones visigodas de Septimania e Hispania. En los años del intermedio ostrogodo y de la guerra civil visigoda el ejército visigodo era muy reducido y era solo una de las fuerzas políticas y militares de la Península junto a los suevos, bizantinos y ciudades y zonas independientes. Esta fue la situación militar con la que se encontró Leovigildo antes de lanzar sus campañas por toda Spania, y fue con Leovigildo cuando el ejército visigodo pasó de ser un ejército pequeño que no podía hacer mucho más que incursiones y golpes a traición a un ejército capaz de sitiar y tomar ciudades como Sevilla.
Cuando se planeaba una campaña militar, el rey godo solicitaba a los magnates del reino que proporcionasen hombres de entre sus siervos para sus levas, y los aristócratas estaban obligados a contribuir al esfuerzo bélico si se trataba de una campaña defensiva, de lo contrario podría haber consecuencias. Las tropas irregulares eran el grueso del ejército durante la guerra, es decir, había unas pocas tropas profesionales permanentes compuestas por el ejército del rey y los duques y condes situados en las ciudades o en castella y otras fortificaciones. Remarco que también había un ejército permanente porque algunos parecen confundidos y lo niegan, cuando lo cierto es que no puede existir un estado sin fuerzas militares o policiales permanentes.
Las leyes militares de Wamba y Ervigio a finales del siglo VII dejan claro que los magnates laicos y eclesiásticos a un radio de unos 150 km de un ataque extranjero o de una rebelión debían contribuir con al menos una décima parte de sus siervos y esclavos adecuadamente armados, de lo contrario sufrirían duras penas. El rey era el jefe supremo del ejército durante la guerra, aunque eso no significa que todos los reyes godos dirigiesen personalmente al ejército sino que a veces delegaban esta tarea. Tenemos por ejemplo al rey Teudis delegando la defensa de Zaragoza frente a los francos al general Teudiselo, Recaredo delegando en el duque hispanorromano Claudio la defensa de Septimania, o Chindasvinto asociando al trono a Recesvinto entre otros motivos para ponerlo al frente del ejército.
Si una campaña militar terminaba en victoria, los godos celebraban en Toledo un triunfo a la romana, eso sí sin connotaciones paganas porque entonces se atribuía la victoria a la divina providencia de Dios. Los triunfos y las acuñaciones de moneda celebrando la victoria reforzaban el prestigio y legitimidad del monarca, y si encima se podía denigrar y ejecutar al enemigo pues mejor que mejor, eso sobre todo cuando se trataba de una victoria contra un rebelde. En cuanto a la organización militar del ejército godo, ésta era heredera del modelo romano, con el rey o su delegado como autoridad suprema, seguido de los duques de cada provincia y los condes.
El ejército real estaba compuesto por espatarios y gardingos de la guardia palatina, que conformaban el núcleo del ejército con unos pocos miles de hombres, y además hay que sumar los siervos y esclavos de la monarquía y las guarniciones fronterizas y de las principales ciudades y fortalezas. Por otro lado, tenemos el ejército de leva, que estaba bajo el mando de duques provinciales o duques del ejército y estaba formado por las comitivas serviles de los aristócratas y de hombres libres. Las unidades del ejército se distribuían originalmente en tiufada compuestas por 1.000 hombres cada una, que al mismo tiempo se subdividían en unidades más pequeñas hasta llegar a los 10 hombres, pero a finales del siglo VII se introdujeron cambios y se hicieron unidades de 3000 hombres llamadas turmas, a imitación del ejército bizantino.
El Reino visigodo también tuvo una flota, aunque como dijo Isidoro de Sevilla los godos no destacaban en el combate naval. Ya vimos la flota goda en el fallido ataque de Teudis sobre Ceuta, en la destrucción de la flota franca que vino a apoyar a los suevos durante la conquista visigoda del Reino suevo, en la conquista de Málaga durante el reinado de Sisebuto, o en la operación militar del rey Wamba contra el rebelde duque Paulo. En las crónicas asturianas incluso se hace referencia a un ataque de historicidad dudosa de los moros, que fue repelido con éxito durante el reinado de Chindasvinto, o al éxito en derrotar a una flota bizantina en el 697. Sin embargo, no sabemos nada de la organización de la flota visigoda o si era una flota permanente, porque extrañamente no aparece por ningún lado cuando más necesaria era al cruzar el estrecho de Gibraltar los ejércitos bereberes y árabes.
Sobre el armamento, a partir de la segunda mitad del siglo VI el ejército godo abandonó el armamento clásico bajoimperial por armamento de influencia franca y bizantina. El armamento visigodo incluía espadas, lanzas, hachas, cuchillos grandes, arcos y flechas, corazas, cascos y escudos de madera, además de artillería de torsión para los asedios. Las lanzas y cuchillos grandes eran las armas más comunes porque los siervos y esclavos también las llevaban, aunque a veces no tenían ni eso; las hachas se usaban de forma arrojadiza hasta que a finales del siglo VII se prefirió empuñarlas; y las espadas estaban solo al alcance de unos pocos. En cuanto a la logística del ejército godo, esta corría a cargo de los condes de fortalezas y ciudades. Los condes reunían los víveres y armas que el rey o un general del ejército solicitase y un funcionario se encargaba de repartirlos, y si esta tarea no se hacía correctamente la noticia llegaba a palacio y los responsables podían tener que pagar multas elevadas.
En resumen, el ejército visigodo se puede definir como un pequeño ejército permanente que se nutría de levas de los magnates laicos y eclesiásticos del reino y de hombres libres para realizar campañas de conquistas o de botín, para defender la integridad territorial del Reino visigodo, o para sofocar rebeliones internas. Ya vimos en el episodio 16 Leovigildo y la construcción del Reino visigodo que la guerra podía usarse de forma instrumental para reforzar el poder y legitimidad del monarca y recompensar a sus fieles. Por eso era tan importante para un rey crear y mantener lazos de fidelidad con los magnates del reino, porque a falta de un gran ejército profesional del estado la colaboración de los aristócratas era imprescindible para no perder el trono y proteger la patria.
El Veredicto: El modelo MoNo de reyes fuertes y débiles
En El Veredicto de hoy quiero discutir lo que Paulo Pachá califica como el modelo MoNo, es decir, el modelo monarquía contra nobleza que es tan común en la historiografía sobre el Reino visigodo. Básicamente, se trata de describir las dinámicas de poder del Reino visigodo como las de un péndulo que se mueve indefinidamente entre una monarquía fuerte frente a la nobleza y una monarquía débil frente a una nobleza más poderosa, hasta que claro aparecen los musulmanes y mandan el péndulo a tomar por saco. Algunos historiadores como García Moreno han caracterizado así los reinados de Leovigildo frente a Recaredo, Suintila frente a Sisenando, o Chindasvinto frente a Recesvinto.
Lo bonito de este modelo historiográfico es que es simple y nos presenta una dicotomía entre monarquía y nobleza, ¿pero realmente el modelo MoNo es fiel a la realidad histórica? ¿Había un conflicto recurrente por el equilibrio de fuerzas entre monarquía y nobleza? ¿Acaso no eran los monarcas también aristócratas? Caracterizar a Chinadasvinto como un rey fuerte y a Recesvinto como uno débil significa presentar sus reinados como de ruptura total cuando eso no es realmente así, ya hemos visto que había elementos de ruptura pero también de continuidad, por ejemplo con el Liber Iudiciorum o el propio hecho de que Recesvinto fuera asociado al trono. Quizás no hay que discutir tanto sobre reyes fuertes y débiles, sino preguntarse por cómo se desarrollan y por qué se transforman las relaciones de poder y los equilibrios entre facciones de un reinado a otro. Y con eso, El Veredicto termina.
Avance y outro
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Fuentes
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