A través del multimillonario Juan March, el gobierno británico sobornó a altos mandos militares y otras personalidades relevantes de la dictadura franquista. Esto se hizo para favorecer la no entrada de España en la Segunda Guerra Mundial del lado del Eje. Los sobornos no fueron la variable principal en evitar la participación española en la guerra, tema al que por cierto ya le dediqué un episodio y te recomiendo escuchar si no lo hiciste ya, pero sin duda tuvo su influencia.

Por supuesto, los franquistas han querido negar u omitir estas informaciones tan dañinas para la imagen de los políticos y militares del régimen, pero las evidencias en la documentación primaria son incontestables. Soy David Cot, presentador de Memorias Hispánicas, y en el episodio de hoy revelaré cómo surgió la operación SOBORNOS, quiénes fueron los beneficiarios, cuánto dinero se llevaron calentito, y en qué hechos y momentos podemos ver la influencia de los sobornos en acción. Este episodio es parte de una serie de episodios sobre el que fue el hombre más rico de España, así que si no te interesan algunos de los negocios de Juan March en esos tiempos de guerra puedes saltarte las dos primeras secciones usando las marcas de tiempo.

Septiembre de 1939. Empieza la colaboración entre Juan March y Reino Unido

La guerra empezó en septiembre de 1939, cuando Francia y Reino Unido abandonaron su política de apaciguamiento y le declararon la guerra a Hitler por la invasión de Polonia. Desde el principio, los británicos sabían que España mantendría una neutralidad de colaboración con el Eje, y por eso estuvieron encantados cuando ese mismo mes Juan March vino a hacerles una propuesta de colaboración. Había sesenta barcos mercantes alemanes en puertos españoles al estallar la guerra, que supondrían un gran gasto en tarifas portuarias para los alemanes.

Juan March (1941), por Ignacio Zuloaga
Juan March (1941), por Ignacio Zuloaga

March quería cambiar la bandera de diez de estos para hacer viajes a Hispanoamérica. El capitalista mallorquín se olió un gran negocio, y lo propuso a los ministros españoles, que no tardaron en aprobar el plan. A los alemanes y al gobierno español les dijo que en cada viaje reservaría una parte de la carga para mercancías de o para el Tercer Reich, para ayudarles a saltarse el bloqueo comercial aliado. Por supuesto esto no se lo contó a los británicos, y a ellos les dijo que reservaría una parte de la carga de los viajes para Reino Unido y Francia. Necesitaba colaborar con los británicos porque estos controlaban los mares, y quería facilidades para sus negocios de exportación e importación.

Alan Hillgarth, el agregado naval de la embajada británica en España y uno de los protagonistas de la operación SOBORNOS, organizó una entrevista de March con la Foreign Office y la Inteligencia Naval británica. El mallorquín les recordó que había servido a los británicos en la Primera Guerra Mundial, que controlaba el suministro de petróleo de Canarias y el Marruecos español, y ofreció informar sobre cuando los submarinos alemanes hicieran parada en puertos españoles.

Muchos funcionarios británicos no se fiaban de los ofrecimientos de colaboración de March, lo cual era normal, porque sabían que era un oportunista que jugó a dos bandas en la Primera Guerra Mundial. El director de Inteligencia Naval británica, el almirante John Godfrey, escribió de March esto para Churchill: “Es definitivamente un sinvergüenza de la peor calaña, pero fue de los primeros españoles en tratar de convencer a Franco de la necesidad de reabrir el comercio con Inglaterra, y debido a sus intereses comerciales en este país se cree que sus simpatías están con las democracias en el momento presente.”

En una carta de respuesta el 26 de septiembre de 1939, Winston Churchill, aún primer lord del Almirantazgo, escribió: “El hecho de que durante la pasada Guerra cuando España era neutral, y de alguna manera pro-Alemania, [March] hiciera dinero por medios tortuosos, no afecta en modo alguno su valor para nosotros en el momento presente o su reputación como un patriota español. Arriesgó todo por el General Franco al comienzo de la lucha contra el bolchevismo en España, y financió al Gobierno Rebelde con la totalidad de su fortuna personal. No tengo duda alguna de que odia al Régimen nazi tanto como a los bolcheviques al ser ambos enemigos del capital. […] No tengo duda alguna de que los intereses del Sr. March y probablemente sus simpatías están ahora con nosotros.”

Es verdad que March veía a Hitler como el mayor enemigo de Europa, por su ambición de mandar sobre todos, y los británicos estaban encantados de ganar un aliado con grandes recursos financieros y una red de informadores como el mallorquín, en un momento en que aún no recibían ninguna ayuda de Estados Unidos. La operación de compra de barcos alemanes realmente tardó años en producirse por desacuerdos con los alemanes y británicos, y solo compraron siete barcos mercantes que pasaron a ser propiedad de un organismo del Estado español.

Pero esta primera toma de contacto sirvió para establecer una relación de cooperación imprescindible para el desarrollo de la operación SOBORNOS. Sí que March proporcionó dinero y tapaderas a los británicos para comprar barcos españoles y de países neutrales entre 1941 y 1942 para evitar que Alemania reconstruyese su flota en el Mediterráneo. Compensaron al mallorquín con oro del Banco de Inglaterra, que podría retirar una vez finalizada la guerra.

Además, en su entrevista con los británicos March informó sobre su intención de exportar armas a Yugoslavia por valor de 200 millones de pesetas. Esto hizo que los británicos empleasen poco más tarde a March de intermediario para llevar camiones, artillería, y cañones antiaéreos y antitanques a Turquía, cuando trataban de que los turcos abandonasen su neutralidad.  También en 1940 March negoció con el gobierno francés para venderles armas. Estos aceptaron pese a que vendía caro, pero la caída de Francia debió hacer que la operación no se produjera. En todo caso, estas informaciones revelan que Juan March se estaba forrando con el tráfico de armas.

Juan March y la Alemania nazi

Juan March siguió haciendo negocios con ambos bandos en guerra, aunque esta vez mantuvo relaciones mucho más estrechas con los aliados. March tenía la mayoría de las acciones de CAMPSA y de la refinería de Santa Cruz de Tenerife, y Alemania quiso infiltrarse en la compañía comprando el 50% de las acciones. No se llegó a un acuerdo por desconfianza hacia March y lo arriesgada que era la operación, pero a mediados de 1940 consiguieron que CEPSA almacenase y suministrase 4.100 toneladas de gasoil durante seis meses, a cambio de la misma cantidad de toneladas de gasolina. En marzo de 1941 se llegó al mismo trato por 13.500 toneladas de gasoil.

Juan March (1949), por Dmitri Kessel
Juan March (1949), por Dmitri Kessel

Los nazis usaron a March para cambiar el oro que expoliaron de bancos centrales europeos por dólares estadounidenses a través de Portugal, y con esos dólares compraban petróleo en el mercado internacional a través de intermediarios. Juan se llevaba un 10% de comisión de estas operaciones millonarias, además de la posibilidad de comprar a precios razonables algunos productos que escaseaban en España y que luego podía revender en el mercado negro sacando grandes beneficios.

En los viajes de su naviera a Sudamérica agentes de March llevaban dinero destinado a financiar movimientos pronazis. Pero el mismo March que se lucraba distribuyendo propaganda nazi también organizó una red para ayudar a judíos a huir de los territorios ocupados por los nazis. Esto no lo hacía por su buen corazón, sino simplemente porque podía ganar dinero con ello. Facilitaba su transporte a un país neutral y de ahí a algún país americano.

No es raro que los alemanes en general confiasen en March, dado su rol crítico en la victoria sublevada y que su periódico Informaciones había sido el vocero de la propaganda nazi en España durante la República. No conocemos todos los negocios que March pudo tener con los nazis durante la guerra mundial, debido al ocultamiento o destrucción de archivos alemanes y del capitalista mallorquín. Pero Juan March dio algunas puñaladas traperas importantes a los nazis. Aparte de informar sobre los movimientos de sus submarinos y de cómo se aprovisionaban en puertos españoles, March infiltró a hombres suyos en algunos barcos mercantes alemanes que operaban por el Mediterráneo y Atlántico. Luego pasaría información sobre ellos a los británicos.

Por sus grandes servicios a los ingleses, a March le sacaron varias veces las castañas del fuego con gestiones a su favor. En una ocasión patrulleros estadounidenses interceptaron un barco de March, tras haber comprado la cosecha de tabaco de un año de Santo Domingo. En otra, el FBI inspeccionó un buque anclado en Nueva York que llevaba materiales de exportación prohibida por temor a caer en manos del Eje. Solo la diplomacia británica consiguió que liberasen el barco y que Juan March no fuera incluido en la lista negra de personas que vulneraban las leyes estadounidenses.

Junio de 1940. El origen de la operación SOBORNOS

Ahora sí, toca hablar de cómo empezó la operación SOBORNOS. En mayo de 1940 se constituyó el gobierno de Churchill y en una situación de gran incertidumbre, mientras Francia caía ante los alemanes, no sabían qué podría hacer Franco. Churchill decidió nombrar embajador británico en España a un político conservador de elevado perfil, sir Samuel Hoare. Hoare era alguien que había servido de ministro en varios departamentos, apoyó la farsa de la No Intervención de la guerra civil española, y tenía experiencia en labores de inteligencia y en manejar sobornos.

Winston Churchill y Samuel Hoare
Winston Churchill y Samuel Hoare

En 1917 estuvo encargado de financiar los elementos belicistas del Partido Socialista italiano. Esto incluía en aquellos momentos al periódico Il Popolo d’Italia, dirigido por ni más ni menos que Benito Mussolini, que fue ganando popularidad y desarrolló la ideología fascista. Sectores de la administración británica, políticos, periodistas y también la oposición monárquica y republicana española no entendían la política de apaciguamiento de Hoare hacia Franco entre 1940 y 1942, pero se entiende que confiaba en el éxito de las medidas de presión a España, incluyendo sobornos, para evitar que España entrase en la Segunda Guerra Mundial.

Samuel Hoare heredó una embajada mal organizada y con muy poca influencia en el gobierno español, debido a la hegemonía alemana. El objetivo británico era favorecer los elementos que abogaban por la neutralidad española y reducir la dominancia de la influencia alemana e italiana. Lo último que necesitaba Reino Unido en esos momentos críticos de caída de Francia y de bombas alemanas cayendo en suelo británico era que España entrase en la guerra y perdiesen Gibraltar, y con ello que se cortasen los suministros que llegaban desde la India pasando por el canal de Suez.

Hoare pidió a lord Halifax, ministro de Exteriores británico, que lo apoyase rápidamente en cualquier cosa que pidiese, en especial con dinero, y que le ayudase a saltarse cualquier impedimento burocrático por parte del Tesoro británico o la Foreign Office. Tras conocer la situación política de España y de la embajada de la mano del agregado naval Alan Hillgarth, el 4 de junio de 1940 Hoare comunicaba esto a Halifax en un telegrama supersecreto desclasificado en 2013:

“Hay indicaciones de que la posibilidad de abandonar la neutralidad está ganando terreno. Creo que ha llegado el momento de hacer algo de forma inmediata para detener tal impulso. Un ministro muy bien colocado tiene un medio seguro de influir de forma decisiva en la línea política que vaya a seguirse y asegurar la neutralidad española. Para tal fin es posible que necesite hasta 500.000 libras, pero es preciso actuar cuanto antes.” Muy pronto, las 500.000 libras se quedaron cortas y vio la necesidad de ampliar las cantidades a manejar y el número de personas a las que habría de sobornar.

Como comparación para entender la magnitud de la operación SOBORNOS de España, hay que resaltar que en julio y agosto de 1940 los británicos solo dieron a la Francia libre de De Gaulle 20.000 libras. El objetivo fundamental de SOBORNOS fue influir en el mantenimiento de la neutralidad española, aunque en los primeros meses se contentaban con retrasar unos meses la entrada de España en la guerra. El primer ministro Winston Churchill aprobó el plan, porque había que usar todos los medios a su alcance para aumentar las probabilidades de victoria para su país. Los británicos sabían que existían posturas enfrentadas en el régimen franquista, y pretendían con sus acciones engrandecer esas divisiones y hacer que Franco no se atreviera a dar el paso a unirse a la guerra.

Ramón Serrano Suñer, Francisco Franco y Benito Mussolini en febrero de 1941 en Bordighera
Ramón Serrano Suñer, Francisco Franco y Benito Mussolini en febrero de 1941 en Bordighera

Para los británicos Francisco Franco era poco de fiar, y lo veían como un líder débil fácilmente influenciable por su cuñado Serrano Suñer y un dictador que tenía que hacer equilibrios difíciles entre el Ejército y Falange. No era una operación contra la dictadura de Franco. Toda la política exterior de Reino Unido hacia España durante la Segunda Guerra Mundial, incluyendo la operación SOBORNOS, estuvo enfocada en ayudar a la supervivencia de la dictadura franquista, aunque querían deshacerse de Falange, y en mantener a una oposición antifranquista en un estado de somnolencia del que pudieran ser despertados rápidamente en caso de que España se uniese al Eje. Tal decisión respondía también a motivos ideológicos, por el anticomunismo y antiizquierdismo en general de los conservadores británicos.

La operación SOBORNOS debía favorecer a los monárquicos alfonsinos y carlistas y a la mayor parte del Ejército que se oponía a la guerra, con un mensaje antiextranjero, es decir, contrario a influencias alemanas, italianas, pero también británicas. El mensaje debía ser que cualquiera que atacase España era un enemigo. El odio a Reino Unido, tanto entre republicanos y revolucionarios por haber sido abandonados, como entre los vencedores por motivos ideológicos, estaba demasiado extendido como para pretender hacer propaganda claramente probritánica.

No sabemos con seguridad quién fue el responsable de idear el plan de sobornos a generales españoles y otros dirigentes de la dictadura franquista para favorecer la neutralidad. Podría haber sido Alan Hillgarth, que se puso la medallita por esto, pero el historiador Ángel Viñas se inclina por dar a Juan March la autoría. Hillgarth no podía decir que un español, con el que luego por cierto hizo negocios, había ideado esta operación multimillonaria. El mallorquín tenía una amplia experiencia como el mayor y mejor corruptor de España, y estaba interesado en la neutralidad de España para evitar más destrucción y mantener vivo el comercio exterior con el que tanto se lucraba.

Sin Juan March, a un embajador recién llegado le hubiera sido imposible poner en marcha en menos de un mes la operación SOBORNOS que llegaba hasta las más altas esferas de la dictadura. Y hablando de dinero, acuérdate que puedes apoyar este programa convirtiéndote en mecenas en Patreon o con donaciones, tienes enlaces en la descripción, y si eres nuevo y quieres escuchar más historias que no te contaron sobre la historia de España te animo a suscribirte.

¿Quiénes fueron los beneficiarios de los sobornos británicos?

Juan March, conocedor de primera mano del círculo de poder de la recién nacida dictadura franquista, debió ser quien comunicó a los británicos qué militares y políticos del régimen iba a sondear y creía sobornables. En general, los sobornados eran militares que defendían la restauración de la monarquía y veían la dictadura de Franco como un régimen de transición. Aunque pudiesen creer en la victoria del Eje, ya tenían una tendencia a favor de la neutralidad, y los sobornos los tomaban como dádivas para apoyar algo que ya defendían, solo que con mucha más vehemencia.

Los sobornados debían ejercer influencia sobre Franco y otros para evitar que España se lanzase a los brazos de Hitler y Mussolini, y esto lo podían hacer de formas informales o más formales, como con informes redactados con el sesgo apropiado o presentando noticias de una manera determinada. Además, los sobornados debían influir en la designación de destinos de militares relevantes. Los sobornados de más alto rango pensaban que el dinero venía de March y un grupo de financieros españoles que querían evitar los horrores y destrucción de una nueva guerra en España. Seguramente los militares no creían que su honor se viera comprometido porque creían hacer un servicio a la patria, y no hicieron muchas preguntas sobre el origen del dinero.

Pongamos nombres y apellidos a los beneficiados de los sobornos. Uno de los pocos funcionarios británicos que conoció bien la operación ultrasecreta escribió un memorándum preliminar en el que detallaba que la operación debía disponer de diez millones de dólares de la época a repartir en varias cuentas del banquero mallorquín y de testaferros suyos. Primero se movilizarían dos millones, se necesitaban tres con urgencia a finales de junio de 1940, y en diciembre se transferirían cinco millones de dólares si los resultados de los sobornos eran los deseados. Una cuarta parte del dinero se daría en pesetas.

Informe desclasificado de la operación SOBORNOS
Informe desclasificado de la operación SOBORNOS

En este informe se revelaba el nombre de cinco personas a las que Juan March les daría directamente los sobornos: el general Kindelán, al que regarían con medio millón de dólares, aunque en los dos años siguientes le darían más dinero; luego los generales Aranda y Varela, que recibirían dos millones de dólares cada uno; Valentín Galarza, el subsecretario de la presidencia del gobierno y monárquico antifalangista clave en los preparativos del golpe del 18 de julio al que le iban a dar un millón de dólares; y finalmente el nombre para mí más sorprendente de todos, el hermano mayor del glorioso Caudillo, Nicolás Franco, que iba a obtener dos millones de dólares.

A Nicolás Franco Juan March lo tuvo que colocar en el consejo de administración de la Transmediterránea y de director de la compañía de construcción de barcos Unión Naval de Levante, como forma de ganarse a una figura cercana al dictador. El hermano del dictador estuvo en consejos de administración de otras grandes empresas, como la fabricante española de vehículos de Renault, y estuvo metido en toda clase de trapicheos financieros, por lo que, conociendo ahora un poco al personaje, no sorprende tanto que fuera receptor de sobornos británicos.

En un segundo nivel los cinco personajes anteriores repartían sobornos entre militares, pero sin estos conocer que el dinero lo daba Juan March y que este dinero era británico. Algunos de los personajes citados en el informe preliminar como objetivos finalmente no recibieron dinero, como Queipo de Llano o Agustín Muñoz Grandes, uno por pérdida de poder y el otro porque era errónea la información de que no era germanófilo y de hecho comandó la División Azul. Entre los hombres del segundo nivel se encontraba el general Luis Orgaz y José Solchaga. También había un tercer nivel de sobornados, militares de a pie que por órdenes de sus superiores sobornados escribirían informes desaconsejando entrar en la guerra.

Memorándum preliminar de la operación SOBORNOS, 26 de junio de 1940
Memorándum preliminar de la operación SOBORNOS, 26 de junio de 1940

Al pasar los meses y ver que los sobornos funcionaban bien, los británicos incrementaron el dinero a repartir y ampliaron el círculo de beneficiarios. Pese a la documentación británica desclasificada en 2013, sigue habiendo lagunas sobre cómo se llevaba en la práctica la operación SOBORNOS, cómo se relacionaba Juan March con algunos generales, qué acciones hicieron, y la lista completa de receptores de los sobornos y qué cantidades recibieron cada uno.

Archivos estatales españoles, o los de Juan March, Francisco Franco y Ramon Serrano Suñer siguen cerrados a cal y canto para ocultar información y evitar que se derrumben más mitos franquistas, y muchos documentos fueron directamente destruidos. Para septiembre de 1941, los militares de alto rango que fueron más probablemente sobornados fueron los siguientes: Luis Orgaz, Alto Comisario del Protectorado español de Marruecos; Valentín Galarza, ministro de Gobernación; José Enrique Varela, Ministro del Ejército; Antonio Aranda, capitán general de la III Región Militar con sede en Valencia; Alfredo Kindelán, capitán general de Baleares y luego de Cataluña; Miguel Ponte, general jefe del Ejército de África; y el teniente general José Solchaga.

La dictadura franquista fue una cleptocracia

Todo esto abre la pregunta de cómo era posible que oligarcas españoles y gobiernos extranjeros fueran capaces de comprar a generales, ministros y otros dirigentes del Estado español. Para eso es importante entender que la dictadura franquista fue una cleptocracia, es decir, una forma de gobierno corrupta donde lo que se ponía por encima de todo era el enriquecimiento privado de algunas familias asociadas al régimen. No tienes que tomar mi palabra para eso, incluso en una entrevista con el agregado de prensa de la embajada británica en abril de 1944 Juan March denunciaba la corrupción del ministro Demetrio Carceller, que amasó una gran fortuna en aquella época con el estraperlo.

Luis Orgaz, capitán general de Cataluña en un evento del 10 de marzo de 1940
Luis Orgaz, capitán general de Cataluña en un evento del 10 de marzo de 1940

March decía que la dictadura franquista era corrupta hasta la médula, lo que tiene gracia viniendo de un gran corruptor como él. Cuando Hillgarth habló de la operación SOBORNOS ante el Consejo de Ministros británico en abril de 1941, los políticos británicos se sorprendieron de la lista de nombres tan relevantes que tenían en el bolsillo. El propio Francisco Franco, al que algunos inocentes, cuando no directamente idiotas, creen libre de corrupción, desde el inicio de la guerra civil había estado en chanchullos financieros y apropiaciones de patrimonio ajeno con impunidad.

Tenemos indicios que apuntan a que Italia y Alemania también untaron de dinero a ministros españoles, aunque esa es una cuestión que ningún historiador ha investigado en profundidad hasta la fecha. De algunos receptores de sobornos británicos hay sospechas fundamentadas que jugaban a dos bandas y recibían dinero de los nazis también. Este sería el caso de Luis Orgaz, que puso muchas trabas a los intentos del gobierno de reducir las actividades de espionaje alemanas en Marruecos, tras el acuerdo con los aliados en mayo de 1944. Algunos indicios parecen apuntar a que Carlos Martínez Campos, jefe del Estado Mayor Central del Ejército, también colaboró con los británicos, y sí sabemos que recibió sobornos de los nazis por el equivalente a más de medio millón de euros de hoy en día.

También sabemos que dirigentes nazis utilizaron a españoles para proteger activos suyos, a cambio por supuesto de tajadas para militares, empresarios y aristócratas españoles que actuaron de testaferros. Las élites españolas del franquismo eran corruptas hasta la médula, y por eso eran susceptibles de corromperse por intereses británicos, alemanes e italianos durante la Segunda Guerra Mundial, y más tarde no tardaron en poner el culo a la nueva superpotencia, Estados Unidos. Estos eran los que se llenaban la boca con soflamas patrióticas de una España fuerte y libre de injerencias extranjeras.

Todo lo que he comentado hasta ahora indica que no es que hubiera un par de manzanas podridas que se colaron en el gobierno y altas instancias del estado, es que la corrupción era la norma y forma de hacer política en la dictadura de Franco. En los años 40 de hambre y miseria en España, algunos militares, políticos, funcionarios civiles, y empresarios amasaron fortunas a base de chanchullos del estraperlo o mercado negro, la explotación de mano de obra esclava, las concesiones a dedo, y los sobornos de gobiernos extranjeros. Juan March sabía también que los generales estaban descontentos y que muchos no tenían moral alguna.

He encontrado diferentes cifras de lo que cobraban los generales en 1942, entre algo menos de 2.000 y 5.000 pesetas mensuales, pero, en todo caso, eso era poco dinero, más aún con la inflación desbocada como estaba. Es cierto que recibían muchos servicios gratuitos por su estatus y que se aprovechaban de su posición para robar a manos llenas, pero creían que merecían una vida mejor después de haber matado a tantos españoles. Según la conversión de pesetas de Sánchez Asiaín en base a la capacidad relativa real de gasto y no a la inflación, estimó que una peseta de 1942 era equivalente a 8,7 euros de 2010, lo que serían 11,92 euros de 2024. Esto significa que los cuatro millones de pesetas que recibió Kindelán en sobornos ascendían aproximadamente a 47.680.000 euros de 2024.

Alfredo Kindelán entregando un estandarte a jóvenes falangistas. 2 de mayo de 1942, por Carlos Pérez de Rozas
Alfredo Kindelán entregando un estandarte a jóvenes falangistas. 2 de mayo de 1942, por Carlos Pérez de Rozas

El funcionamiento de SOBORNOS

¿Cómo se distribuyó el dinero de SOBORNOS? Como he dicho, Juan March solo canalizaba el dinero británico a unos pocos personajes próximos a Franco, quienes repartían una parte a niveles inferiores. De forma recurrente March daba dádivas relativamente pequeñas como adelanto, generalmente en pesetas, pero los sobornados solo podrían acceder a la mayor parte de lo prometido llegada a una determinada fecha. Según el plan inicial, al finalizar 1940 se repartieron la mayor parte de los millones, pero la operación SOBORNOS se fue ampliando hasta finales de 1943 con nuevos millones para influenciar en la neutralidad española.

Se pagaba lo acordado según cómo se hubiera comportado el receptor del soborno, si había hecho acciones favorables a la neutralidad, y su grado de influencia. El dinero británico lo depositaron principalmente en la Swiss Bank Corporation de Nueva York, filial de la Société de Banque Suisse de Ginebra, banco en el que Juan March tenía participaciones. Los fondos estaban en dólares estadounidenses, escudos portugueses, y francos suizos.

Los beneficiarios debieron guardar en el extranjero la fortuna que consiguieron con los sobornos británicos como ahorro para invertir, porque con las leyes de estrictos controles de capitales de España había penas muy severas. Seguramente el propio Juan March ayudó a los que había corrompido en este sentido, pues él sabía perfectamente cómo ocultar su riqueza internacional o cómo blanquear capitales para traerlos a España sin levantar sospechas.

Acciones notables de los sobornados a favor de la neutralidad

¿En qué acciones podemos ver la sombra de la influencia de los sobornos? Como he dicho antes, hay muchas cosas que seguimos sin conocer sobre la operación SOBORNOS, entre ellas todas las acciones realizadas por los sobornados. Pero desde el mismo mes en que empezó, en junio de 1940, cuando Franco y gran parte de la cúpula militar deseaban unirse al Eje, el embajador Hoare ya afirmaba que se habían visto resultados positivos.

Antes de la entrevista en Hendaya entre Franco y Hitler, Varela, Aranda y Galarza, todos untados por el dinero británico, ofrecieron sus consejos sobre la actitud a adoptar ante el Führer, y Franco los escuchó. Eso era señal, según el embajador británico, de que el dinero de los sobornos no se estaba gastando inútilmente. Un gran éxito para la operación secreta británica fue que el coronel Valentín Galarza entró en el gobierno como ministro de Gobernación en mayo de 1941, y así se sumaba al general Varela, que estaba colocado de ministro del Ejército.

Valentín Galarza
Valentín Galarza

Galarza le pidió a Alan Hillgarth que la prensa inglesa no hablase demasiado de los cambios en el gobierno español, y esto es muy revelador, porque parece indicar que Galarza sabía que el dinero procedía de los británicos y no de un grupo de empresarios y banqueros encabezados por Juan March. También otros sobornados del sector más monárquico fueron promocionados, con Luis Orgaz de Alto Comisario de Marruecos y Kindelán pasando de la capitanía general de Baleares a la de Cataluña. Los sobornados tuvieron éxito en influir para que el general Yagüe, sospechoso de estar a sueldo de los nazis, fuera apartado del gobierno. A Franco le venían bien estos cambios para calmar los ánimos británicos y evitar nuevas sanciones, y reducir el detestado poder de Falange.

Había muchos dentro y fuera de España que se cuestionaban si en aquellos meses gobernaba el país Franco o su cuñado Serrano Suñer. Serrano Suñer desató una campaña de propaganda nazi en la prensa falangista. Había rumores de que Serrano conspiraba con los alemanes para reemplazar a Franco al frente de la dictadura. Numerosos generales, incluido el ministro del Aire Juan Vigón, le propusieron a Hoare asesinar a Serrano por poner en serio peligro la neutralidad española. También en julio de 1941 el ministro de Industria y Comercio, Demetrio Carceller, le dijo a un funcionario británico que Serrano Suñer merecía ser eliminado. Era odiado por todos, menos por Franco. El problema era la reacción que esto podría generar en los alemanes y en Franco, por ser familiar suyo.

El 18 de julio de 1941, en conmemoración del golpe, un discurso belicoso pro-Eje de Franco puso en máxima alerta a los aliados. También por aquellos días Serrano organizó una gran manifestación falangista frente a la embajada británica, cuando Franco había prometido que no ocurrirían. Por eso Galarza le dijo a Franco que faltó a su palabra y exigió la dimisión de Serrano Suñer y el secretario general de Falange. Una junta de generales sobornados, encabezados por Luis Orgaz, advirtieron al dictador que no debía hacer declaraciones sobre política exterior sin consultarles antes y pidieron que el pronazi Serrano Suñer fuera apartado del Ministerio de Exteriores.

Antonio Aranda
Antonio Aranda

De nuevo, aquí podemos ver la influencia de los sobornos británicos. Algunos de estos generales estuvieron en contacto con los monárquicos civiles y llegaron a plantear la formación de un gobierno provisional opuesto a Franco en Canarias con apoyo británico. Hubo una trama militar, con el general Antonio Aranda como figura más vocal, que pidió ayuda británica y estadounidense en armas y apoyo diplomático para instaurar un gobierno a favor de los aliados y destruir la influencia de Falange. Es posible que Juan Vigón estuviera sobornado también, y advirtió al embajador alemán que el Ejército español ofrecería resistencia si los nazis invadían España. Esto lo hizo en representación de varios militares sobornados que creían que el inseguro Francisco Franco no había dejado suficientemente claro esto.

El 3 de septiembre de 1942 Franco hizo una remodelación muy importante de su gobierno. El detonante fue un atentado falangista con bombas contra los carlistas. Varela y Galarza comunicaron los hechos a los capitanes generales y gobernadores civiles, saltándose la cadena de mando y haciendo público el incidente. Esta maniobra contra Falange influida por los sobornos británicos fue, sin embargo, el motivo de la destitución del gobierno de estos dos sobornados, por sugerencia de Luis Carrero Blanco. Franco, conocedor de lo impopular que era su cuñado Serrano Suñer, también se lo quitó de en medio al responsabilizarle del atentado.

Con la remodelación gubernamental, Franco quería neutralizar a los elementos más extremistas de Falange, que además habían sido responsables de una gestión económica nefasta que provocó miles de muertos, y además quiso reducir las tensiones entre falangistas y monárquicos. Tales cambios fueron influidos externamente por el hecho de que, para aquel entonces, la amenaza de una invasión alemana se había disipado y que España era crecientemente dependiente del comercio con los aliados.

Nicolás Franco, hermano mayor del dictador
Nicolás Franco, hermano mayor del dictador

Tras la operación Torch de desembarco aliado en el norte de África, el curso de la guerra cambió. El sobornado hermano del dictador, Nicolás Franco, calmó los ánimos belicistas y pronazis de Asensio Cabanillas, Barrón y Yagüe. El ministro del Ejército, Asensio Cabanillas, se comprometió a resistir cualquier presión interna o externa que pusiera en peligro la neutralidad española, y a resistir, incluso por las armas, un intento de invasión del Eje de territorios españoles. Esto incluía rechazar solicitudes de paso de tropas o el uso de puertos y aeródromos españoles, así como tomar medidas para planificar acciones de resistencia en el peor de los casos.

Luis Orgaz en Marruecos se comprometió a lo mismo. Así Nicolás Franco cumplió sus compromisos con la operación SOBORNOS y se aseguró recibir su jugoso regalo a través de Juan March. El embajador Hoare señaló que la influencia de Nicolás sobre su hermano habría crecido mucho desde que Serrano Suñer salió del gobierno, y que el hermano mayor del Caudillo ejercía una influencia en una dirección moderadora.

Cuando la operación SOBORNOS casi salta por los aires

No quiero entrar mucho en los detalles de la evolución cronológica de SOBORNOS, para eso podéis consultar el libro de Ángel Viñas dedicado a este tema, pero es interesante saber que un incidente casi hizo saltar por los aires toda la operación, sin tener nada que ver con Reino Unido ni España. El problema fue que el gobierno estadounidense promulgó una ley para bloquear las cuentas bancarias de individuos de países neutrales europeos. En septiembre de 1941, Hoare pidió gestiones discretas para desbloquear urgentemente los fondos de la operación SOBORNOS.

Alan Hillgarth fue directamente a ver a Winston Churchill para que hiciera lo necesario para que alguien hablase con el gobierno estadounidense y estos desbloqueasen los diez millones de dólares depositados en la Swiss Bank Corporation. Los generales sobornados del primer nivel sabían que el dinero que les daba March estaba en cuentas de Nueva York, así que se debieron de poner muy nerviosos ante el posible incumplimiento de las promesas millonarias.

Ante esta situación crítica, el banquero Juan March transfirió cinco millones de dólares en cédulas hipotecarias argentinas para salvar de momento la situación, y ya le compensarían más tarde con oro del Tesoro británico que podría retirar al terminar la guerra. Los británicos terminaron por informar al secretario del Tesoro estadounidense en octubre de 1941 sobre la operación secreta de sobornos, pero las cuentas no fueron desbloqueadas hasta diciembre.

Los últimos coletazos de SOBORNOS

En vistas de la operación TORCH, los británicos creyeron apropiado aumentar los gastos de la operación SOBORNOS para evitar hostilidades de Franco en la frontera marroquí. El ministro de Exteriores Anthony Eden autorizó el 3 de septiembre de 1942 prolongar la operación SOBORNOS un año más. Pese a que creían que era muy improbable que España se uniese a la guerra visto como se desarrollaban los acontecimientos, no querían jugársela. Juan March acordó que el grueso de los sobornos nuevos se pagase el 31 de diciembre de 1943, en función de que cada uno cumpliese con lo prometido, y hasta entonces él iría dando pesetas con importes relativamente pequeños.

Los británicos quedaron muy satisfechos con los servicios de March y alabaron que colaborase con ellos incluso en los peores momentos cuando parecía que su causa estaba perdida. En junio de 1954 Juan March aún tenía depositado en Londres el oro con el que le compensaron por sus desembolsos de dinero en la operación SOBORNOS. El oro de dos millones de libras de 1942, un total de más de 230.000 onzas de oro fino, valía ahora 2,9 millones de libras por la devaluación de la moneda. March había hecho un buen negocio. No sabemos todo el dinero y beneficios indirectos que ganó el capitalista mallorquín por arriesgarse participando en una operación extranjera así, pero seguro que no fueron pocos.

Magnitud y valoración de los sobornos británicos

Dicho esto, hagamos una valoración sobre el éxito y magnitud de los sobornos británicos. La corrupción empleada para comprar voluntades de la élite política y militar de la dictadura de Franco fue una de las operaciones más costosas de los británicos en la Segunda Guerra Mundial. Además, se hizo en un momento en que no iban sobrados de divisas extranjeras, pero con acierto creían que era mejor hacer lo posible para mantener a España fuera de la guerra, y era mejor gastar dinero antes que derramar sangre británica.

Los sobornos británicos que empezaron con 500.000 libras se ampliaron hasta los 3,5 millones de libras, o 14 millones de dólares estadounidenses, para mediados de 1941, y se volvieron a ampliar hasta finales de 1943 con 3 millones de libras más. En total, pues, se gastaron 6,5 millones de libras esterlinas de la época. Esto era un poquito más de lo que se gastaron los británicos con ayudas económicas al movimiento de resistencia de De Gaulle entre 1940 y 1941.

El equivalente en pesetas de 1944 de los 6,5 millones de libras, según el tipo de cambio libre de Tánger, supondría un mínimo de 322,4 millones de pesetas, una cifra superior al presupuesto de los ministerios de Justicia y Gobernación, encargados de la tan importante labor de represión franquista. En euros estaríamos hablando de una operación de un mínimo de unos 450 millones de euros de 2024, pero que podría elevarse a unos 1.500 o más de 2.000 millones según qué fórmulas se empleen para las conversiones. La riqueza de algunas familias españolas en la actualidad deriva principalmente de estos sobornos.

Ningún español contribuyó más a la neutralidad de España en la Segunda Guerra Mundial que Juan March Ordinas. Los sobornados, sin duda, influyeron en disuadir a Franco y, a veces, marcaron líneas rojas al dictador. Por cómo evolucionó la guerra y la situación económica y militar de España, la mayoría de los militares se posicionaron desde finales del 1940 en contra la participación española en la Segunda Guerra Mundial, y Franco no podía lanzarse a esta aventura sin tener unos mínimos apoyos internos.

El factor más determinante en la cuestión de participar o no en la guerra estaba en el propio desarrollo de esta. Si la victoria del Eje hubiera sido vista como segura y Hitler hubiera aceptado la participación española en el momento en que más interesaba a España, entonces no hubiera habido suficiente dinero británico como para evitar la entrada de España, independientemente de lo mal que estuviera la economía del país. Así que, como dije al principio y ya lo hablé en el episodio de por qué España no entró en la Segunda Guerra Mundial, los sobornos fueron un factor más, pero no el más importante, que favoreció la neutralidad española.

Outro

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Fuentes

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Ferrer Guasp, Pere. Juan March: El hombre más misterioso del mundo. B DE BOLSILLO, 2022.

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Preston, Paul. El gran manipulador: la mentira cotidiana de Franco. Debate, 2022.

Preston, Paul. Franco. Caudillo de España. Debate, 2015.

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Sánchez Soler, Mariano. Los ricos de Franco: Grandes magnates de la dictadura, altos financieros de la democracia. Roca Editorial, 2020.

Seidel, Carlos Collado. El telegrama que salvó a Franco: Londres, Washington y la cuestión del Régimen (1942-1945). Grupo Planeta Spain, 2016.

Sesma, Nicolás. Ni una, ni grande, ni libre. La dictadura franquista. Crítica, 2024.

Viñas, Ángel, editor. En el combate por la historia: la República, la Guerra Civil, el franquismo. Pasado & Presente, 2012.

Viñas, Ángel. Sobornos: De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco. Editorial Crítica, 2016.

Wigg, Richard. Churchill and Spain: the survival of the Franco Regime, 1940–1945. Routledge, 2005.

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