Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial del lado de sus amigos de guerra Hitler y Mussolini. Es un mito franquista muy popular, incluso entre gente no franquista, que Franco fue hábilmente prudente y encontró la forma de pedir el oro y el moro, dar largas y resistir heroicamente a las amenazas del entonces amo de Europa, Adolf Hitler, para salvar a España y a los españoles de las desgracias de la guerra. Así lo decía la propaganda franquista de la época, por ejemplo el diario ABC el 8 de mayo de 1945 al terminarse la guerra en Europa:

“El Caudillo […] parece elegido por la benevolencia de Dios. Cuando todo eran turbiedades [ … ] vio claro y distante, y sostuvo y defendió la neutralidad de España contra las más variadas insinuaciones, contra las presiones solapadas o desnudas.” Curiosamente, en este relato los franquistas se olvidan de mencionar los horrores provocados por Franco y sus colegas en la guerra civil que ellos iniciaron y la propia sangrienta represión política que seguía produciéndose en aquellos años.

Soy David Cot, presentador de Memorias Hispánicas, y hoy te explicaré los motivos reales por los que España no se unió formalmente a la guerra ni del lado del Eje ni de los aliados. Y no, la respuesta no es un simple “es que España estaba destrozada porque acababa de salir de una guerra civil.” Voy a presentar pruebas irrefutables contra el mito franquista en torno a esta cuestión, con evidencia de la época de fuentes españolas, alemanas, italianas, británicas y portuguesas, como a mí me gusta. Si tienes un amigo o familiar que crea que Franco salvó a España de las desgracias de la guerra mundial, pásale este vídeo, y para vagos que quieran la lista de razones la tienen al final del vídeo. Ahora sí, empecemos.

Compromisos de la neutralidad benevolente

Para entender el comportamiento de la dictadura de Franco en la Segunda Guerra Mundial, no hay que empezar mirando al estallido de esa guerra o a la famosa reunión de Hendaya, sino a la guerra civil española. Por la crucial intervención italiana y alemana en el conflicto, estas dos potencias tuvieron a Paca la Culona cogido por los huevos.

Así, el 28 de noviembre de 1936 Italia firmó un acuerdo secreto con el gobierno de Burgos que estipulaba lo siguiente: “Si uno de los dos Estados pactantes llegase a entrar en conflicto con una o varias potencias distintas de ellos o si contra alguno de ambos fueran tomadas medidas de carácter militar, económico o financiero, el otro se compromete a adoptar para con el primero una posición de neutralidad propicia, a proporcionarle la obtención de materiales indispensables y a darle las mayores facilidades para la obtención de los puertos, líneas aéreas, vías férreas y carreteras, así como también para las relaciones comerciales por vías indirectas.”

El 20 de marzo de 1937 Franco firmó un acuerdo bilateral similar con la Alemania nazi: “En el caso de que uno de los dos países fuera atacado por una tercera potencia, el Gobierno del otro país evitaría todo aquello que pudiera servir como ventaja del atacante o desventaja del atacado.” Así que, aparte de por afinidad ideológica, la actitud del gobierno franquista estuvo comprometida por escrito a la falsa neutralidad de estrecha colaboración con Alemania e Italia.

En un plano más personal, vale la pena destacar que Franco sentía una profunda fascinación por Mussolini y lo veía como su mentor. En julio de 1939, en una entrevista con el ministro de Exteriores italiano, Franco remarcó que las potencias del Eje podían contar con la más amistosa neutralidad de España. También es notorio que España firmase el Pacto Antikomintern en marzo de 1939 y que retirase su representación de la Sociedad de Naciones en mayo, a imitación de los países fascistas que querían cambiar el orden mundial.

La nueva España imperial. Rearme y gestión económica nefasta

Franco y los nacionalistas españoles vencedores de la guerra deseaban que España resurgiese como un imperio y fuera vista como una potencia al lado de Alemania e Italia. Franco tenía la convicción de que el ascenso de España era imparable, igual que lo fue su ascenso militar y político. En palabras del embajador portugués, el Caudillo estaba embriagado de su poder totalitario. “Lo veo obsesionado por el poder del Estado y el poder personal. Entre todas las personas del gobierno español, él es quien me dice las cosas más raras y quien habla el lenguaje más próximo al Eje.” Franco se empezó a creer su propia propaganda de que había sido elegido por Dios para salvar a España.

Cuando Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania debido a la invasión de Polonia en septiembre de 1939, la cúpula militar española se reunió para hacer preparaciones para una movilización general, realizar planes militares y un plan de rearme para ganar independencia y hacer realidad los sueños imperiales de los nacionalistas españoles. Los planes de rearme para una nueva flota de guerra y de aviones eran tan ambiciosos como irrealizables, dados los recursos económicos y técnicos de España y el desinterés alemán e italiano.

En cuanto a los planes militares, estos eran de naturaleza ofensiva y todos eran contra Francia y Reino Unido, o sea que no eran planes rutinarios preocupados por la defensa del país en previsión de todo tipo de escenarios. Formularon planes para conquistar Gibraltar, el Marruecos francés, y bombardear el sur de Francia. Por eso fortificaron y desplegaron artillería en la zona del estrecho de Gibraltar, los Pirineos, y las Baleares por si a los aliados les daba por invadirlas. Este belicismo agresivo ya se produjo meses antes de la inesperada derrota de Francia y sin ningún tipo de presión de Hitler.

Es una prueba de las ambiciones imperiales propias del régimen franquista y desmiente que Franco solo abriese los ojos y pensase en participar en la guerra a partir de la caída de Francia. Y es que los nacionalistas españoles de la época veían a Francia y Reino Unido como los países responsables de la subordinación de España en el plano internacional y como decadentes falsas democracias controladas por judíos, masones, y rojos en general. Estos planes militares de conquista y guerra requerían de mucho dinero, y esto lo quiero enlazar con la desastrosa situación económica en la que se encontraba España.

PIB de España y sus componentes, 1929-1939, por Pablo Martín Aceña
PIB de España y sus componentes, 1929-1939, por Pablo Martín Aceña

Es verdad que el PIB cayó un 20% como consecuencia de la guerra civil iniciada por los sublevados. La propaganda franquista culpaba a los rojos por haber alargado la guerra y agotado las reservas de oro, pero si quieres se iban a dejar asesinar sin ofrecer resistencia, no te jode. Pero lo que no fue normal es que hubiera dos décadas de posguerra para una guerra de tres años, con una recuperación económica muy lenta, y esto fue consecuencia principalmente de la ideología de la dictadura.

El gasto militar se comía más del 40% de los presupuestos del Estado español durante la Segunda Guerra Mundial. El programa de rearme español y el mantenimiento de un ejército de más de medio millón de hombres terminada la guerra civil demuestra que las prioridades del gobierno de Franco no estaban en la reconstrucción económica del país con industrias productivas, sino en proyectos imperiales y derroche militar que solo reflejaban las ideas fascistas del régimen. En vez de gastar el dinero en tonterías como hizo Franco, puedes ponerlo al servicio de una buena causa convirtiéndote en mecenas del programa en Patreon o suscriptor de pago en YouTube y Spotify a cambio de jugosos beneficios, tienes enlaces en la descripción.

¿He colado bien el mensaje, eh? Pero volviendo al tema serio, fueron decisiones puramente políticas el haber metido en prisiones y campos de concentración a aquellos declarados enemigos de España, en realidad enemigos del fascismo, y el haber provocado el exilio de miles de españoles y entre ellos de las mejores mentes del país. Franco pudo haber optado por una política de perdón, pero no lo hizo. Entre 1939 y 1942 España sufrió una hambruna que mató al menos a 200.000 españoles y fue consecuencia de las políticas económicas y agrarias de un régimen totalitario. La hambruna podía haberse evitado si España hubiese dejado de ayudar al Eje, porque Estados Unidos y Reino Unido ofrecieron comida a condición de la neutralidad.

Calorías disponibles para el consumo per cápita por día y altura masculina según fecha de reclutamiento en España, 1920-70, por José Miguel Martínez-Carrión
Calorías disponibles para el consumo per cápita por día y altura masculina según fecha de reclutamiento en España, 1920-70, por José Miguel Martínez-Carrión

Podría haberse evitado si la dictadura franquista no hubiera rechazado numerosos créditos angloamericanos por motivos ideológicos. Podría haberse evitado la hambruna no aumentando sustancialmente las exportaciones de alimentos a la Alemania nazi, para complacer al Führer y pagar deudas de guerra. Según escribía el embajador británico, toda la cosecha de patatas de Valencia fue comprada por Alemania. Grandes cantidades de tomates y frutas también terminaron en el Tercer Reich, todo mientras los españoles se morían de hambre, especialmente en las cárceles y campos de concentración que albergaban a los enemigos del régimen.

Franco, debido a sus ideas autárquicas, desestimó planes económicos liberales de control de la inflación, comercio exterior y atracción de inversión extranjera, planes que ya existieron mucho antes de la implantación del famoso Plan de Estabilización de 1959. Es decir, la miseria y estancamiento económico de España en los años 40 y 50 fue responsabilidad de Francisco Franco. Que uno de los mitos franquistas que más perduran sea que haya que agradecerle a Franco el crecimiento económico español es uno de los bulos más grandes de la historia mundial. Por tanto, remarco esta idea de que la situación económica de España era absolutamente lamentable en el periodo de la Segunda Guerra Mundial, no por voluntad de Dios ni por el clima, sino por las políticas del régimen debido a su ideología fascista, más que por la devastación de la guerra civil.

Cuando Franco quiso participar en la guerra del lado del Eje

Pero adentrándonos en la cronología de los hechos, la rápida derrota de Francia entre mayo y junio de 1940 sorprendió a todos. El 12 de junio España pasó de la neutralidad a la no beligerancia, por sugerencia del dictador italiano. Esto era un concepto inventado por Mussolini, no recogido en el derecho internacional, que servía para contentar a Italia y a los falangistas y que señalaba una pseudoneutralidad favorable al Eje y un estado de preparación para entrar en la guerra. Dos días después se produjo la ocupación española de la ciudad internacional de Tánger.

De repente, la euforia y los sueños imperialistas estaban desatados en el seno de la cúpula franquista y sus medios de comunicación. Franco creía que era el momento de recuperar un buen papel para España en un nuevo orden mundial. El Caudillo hizo que el jefe del Alto Estado Mayor, Juan Vigón, entregase una carta al Führer el 16 de junio.

Entre otras cosas, Franco decía: “Querido Führer: En el momento en que los ejércitos alemanes bajo su dirección están conduciendo la mayor batalla de la historia a un final victorioso, me gustaría expresarle mi admiración y entusiasmo y el de mi pueblo, que observa con profunda emoción el glorioso curso de una lucha que ellos consideran propia […]. No necesito asegurarle lo grande que es mi deseo de no permanecer al margen de sus cuitas y lo grande que sería mi satisfacción al prestarle en toda ocasión los servicios que usted estime más valiosos.”

Sabemos que le comunicó que reclamaba la totalidad de Marruecos para España, el Oranesado, porque en esa parte de Argelia había más españoles que franceses, así como la ampliación del Sáhara occidental y la Guinea española. En negociaciones posteriores, los españoles llegaron a pedir la recuperación del Rosellón, pero por lo general las reclamaciones territoriales se mantuvieron consistentes en los siguientes meses.

Tres días después, el embajador español en Berlín presentó un memorándum a los alemanes que decía lo siguiente: “Una vez que Francia abandone la lucha, y si Inglaterra la continúa, España estaría dispuesta a entrar en guerra tras un corto período de preparación de la opinión pública. En este caso, necesitaría algo de apoyo por parte de Alemania con material de guerra, artillería pesada, aviones para atacar Gibraltar y quizá la cooperación de submarinos alemanes para defender las islas Canarias. También el aprovisionamiento con víveres, municiones, combustibles y otros materiales que podrían proceder de los stocks franceses.”

Si antes ya era innegable que Franco quisiera entrar en la guerra del lado del Eje, aún es más innegable a mediados de 1940. Y lo mejor es que literalmente nadie le había pedido ayuda. Este ofrecimiento de unirse a la guerra vino del lado español, sin ninguna presión de Hitler y sin que las tropas alemanas estuvieran aún en la frontera pirenaica. El Caudillo no hizo unas reclamaciones territoriales exageradas para no entrar en la guerra, simplemente en esos momentos de euforia por las victorias nazis hizo volar su imaginación y redactó una carta para los Reyes Magos, sin pensar que sus demandas fueran poco realistas.

Protectorado español de Marruecos. Mapa de 1924
Protectorado español de Marruecos. Mapa de 1924

El 17 de junio Franco movilizó a las tropas de Marruecos para disponerse a entrar en la parte francesa. Sin embargo, tal acción no se realizó por el miedo a fracasar si se encontraban con resistencia y por el veto de Hitler, que creía que eso le complicaría las negociaciones de paz. A las misivas españolas los alemanes respondieron fríamente a través de un secretario diciendo que tomaban nota. Una humillación vaya. Y es que hay que pensar que en esos momentos ni la Unión Soviética ni Estados Unidos estaban metidas en la guerra, solo quedaba el Imperio británico aguantando el tirón y luego países que se declararon neutrales, pero que fueron invadidos por los fascistas.

Tenía bastante lógica que Hitler pensase que ya tenía la guerra ganada, más cuando algunos sectores del gobierno británico estaban discutiendo sobre si firmar la paz, y no quería satisfacer los sueños húmedos españoles en el norte de África porque tenía sus propios planes coloniales. El supuesto genio militar que era Franco calculaba que Reino Unido resistiría a los ataques aéreos alemanes durante dos o tres semanas. Luego tenemos que creernos que Franco tenía una bola de cristal y supo embaucar a Hitler para no entrar en una guerra que veía perdida para el Eje.

Si a Hitler en aquel momento le hubiera interesado que España se uniese a la guerra, caben pocas dudas de que Franco se hubiera lanzado como un buen carroñero oportunista en lo que creía que sería una guerra corta. El embajador de Alemania en España tuvo la impresión en agosto de que la situación económica de España no preocupaba mucho el gobierno en relación con la cuestión de unirse o no a la guerra porque creían que Reino Unido no iba a aguantar mucho. Al director de la Inteligencia Naval, Wilhelm Canaris, el ministro del Aire español le dijo que Franco consideraba muy útil la pronta entrada de España en la guerra, porque las restricciones de comercio marítimo que impusieron los británicos inducían a ello. De todo esto se concluye que no se sostiene la explicación de que España se mantuvo neutral porque estaba destrozada por la guerra civil.

Los alemanes se interesan por la entrada de España

Al ir pasando las semanas de verano, y al presentar las islas Británicas una resistencia a los ataques aéreos que no esperaban, los altos mandos militares de Alemania propusieron llevar a la periferia la lucha contra los británicos. Entonces sí que la oferta española de participar en la guerra empezó a interesarles. De allí surgió la operación Félix, con la idea de hacer una operación conjunta alemana y española para tomar Gibraltar y cerrar el Mediterráneo occidental, y, de esta manera, impedir la llegada de suministros desde la India y otras colonias a Reino Unido por el canal de Suez.

La operación Félix no planteaba la invasión de España por Alemania, sino el paso de tropas alemanas con el consentimiento de Franco. Aunque el dictador español consintió su planificación, en realidad Franco quería una operación enteramente española para no dañar el orgullo nacional, solo que con armamento proporcionado por los nazis. Es otro bulo franquista sin base eso de que Franco infló las cifras de suministros que necesitaba España en caso de guerra. Lo cierto es que el ministro de Industria y Comercio envió a los alemanes una lista razonable, pero esta les pareció demasiado o creían que sus demandas desbordaban la capacidad de suministro nazi, ya que ellos también tenían problemas de abastecimiento por el bloqueo naval británico.

Tanto Franco como los alemanes reconocían las limitaciones y los riesgos del abandono de la neutralidad española. Sabían que la aviación y Armada españolas daban pena, que España no tenía combustible ni stocks de municiones para más que unos días, y que sin la ayuda material del Eje el Ejército español no podía estar en guerra más que unos pocos meses siendo generosos. Eran conscientes de que Reino Unido y Estados Unidos impondrían penalidades económicas, que cortarían el suministro de petróleo, los británicos podrían ocupar las islas Canarias y Marruecos, y hacer un ataque desde Portugal.

En la segunda mitad de septiembre de 1940 el entonces ministro de Gobernación y cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, fue a entrevistarse con Hitler y el ministro de Exteriores alemán. Serrano Suñer era el hombre más poderoso en la dictadura después de Franco, y era un fascista muy pro-Eje que pretendía convertirse en presidente del gobierno y desplazar a Franco en una jefatura del Estado con menos poder. El viaje a Berlín no fue para hacer el paripé como los propagandistas franquistas han afirmado.

Vista del ministro Ramón Serrano Suñer junto a Himmler en Berlín, en septiembre de 1940
Vista del ministro Ramón Serrano Suñer junto a Himmler en Berlín, en septiembre de 1940

De hecho, fueron los nazis los que en esa reunión con Serrano hicieron unas demandas inasumibles para el orgulloso gobierno nacionalista español. Pidieron, por ejemplo, intercambiar la Guinea española por la totalidad de Marruecos, e incluso los alemanes sugirieron que les cedieran algunas bases marroquíes y una de las islas de Canarias. La isla seguramente se trataba de Fuerteventura, porque un ciudadano alemán conectado al gobierno adquirió amplios terrenos al sur de la isla, en la península de Jandía, ya que las calas profundas eran perfectas para ocultar y abastecer submarinos alemanes.

El Führer, en sus insaciables ambiciones imperiales, daba a Reino Unido por derrotado y, al pedir una isla canaria, esperaba construir bases aéreas lo más próximas posibles a Estados Unidos, la potencia con la que creía que tarde o temprano se iba a enfrentar. Como te puedes imaginar, el ambiente de la entrevista no fue bueno. El prepotente cuñado de Franco pensaba que los alemanes lo recibirían con los brazos abiertos, y se encontró con que trataban a España como un estado satélite de los nazis. La distancia que separaba a las dos partes era demasiado grande.

Franco y Hitler se entrevistan en Hendaya

Franco y Hitler saludando a soldados en Hendaya. Colorizado por Manuel Valladolid
Franco y Hitler saludando a soldados en Hendaya. Colorizado por Manuel Valladolid

Entonces, el 23 de octubre de 1940, se produjo la famosa entrevista en la localidad francesa de Hendaya entre Francisco Franco y Adolf Hitler, la reunión tan celebrada por los panegiristas franquistas como el momento en que el Caudillo resistió con destreza y prudencia las presiones de Hitler. En realidad, Hitler no fue con intenciones de presentar ultimátum alguno a Franco para forzarlo a entrar en la guerra. La entrevista de Hendaya hay que ponerla en el contexto de otras reuniones que el dictador alemán mantuvo con Mussolini, Petáin y el propio Franco para explorar si era posible compatibilizar los intereses territoriales de la Francia de Vichy, España, Italia y Alemania.

Por su parte, el dictador español iba con voluntad de acuerdo, no a marear la perdiz. Unos pocos días antes había cesado al ministro de Exteriores Juan Luis Beigbeder por ser demasiado aliadófilo y lo reemplazó por el hombre más amante de los nazis, Ramón Serrano Suñer. También cambió al ministro de Industria y Comercio por Demetrio Carceller, un falangista corrupto, que por cierto era abuelo del hombre del mismo nombre que lleva desde 1994 dirigiendo la cervecera Damm y que es uno de los hombres más ricos de España. Ya ves que los actuales oligarcas de España muchas veces son hijos y nietos de personajes de la dictadura franquista.

Los cambios gubernamentales eran un giño al Eje que contentaron a Mussolini y a Hitler, y que pusieron a los británicos en alerta máxima. El día antes de Hendaya, el embajador británico en España se entrevistó con Franco y Serrano Suñer. Le quedó claro que el Caudillo pensaba que el colapso del frente francés, junto con el hecho de que un país rico en petróleo como Rumanía se hubiera pasado al Eje, implicaban que la guerra en el continente se había decidido.

Confiaba en que la fuerza bélica alemana se impondría, y con arrogancia le dijo al embajador inglés que él había visto mucha guerra y no creía, como decía el británico, que a la que Reino Unido ganase la superioridad aérea cambiaría el curso de la guerra. Menudo genio militar era Paca la Culona. Luego los propagandistas franquistas se atreven a decir que Franco le dio largas a Hitler porque sabía que el Eje iba a perder, cuando hasta le brillaban los ojos en Hendaya por estar con el Führer.

Hitler y Franco en Hendaya, con el embajador alemán en España Eberhard von Stohrer en el centro. Colorizado por Rafael Navarrete
Hitler y Franco en Hendaya, con el embajador alemán en España, Eberhard von Stohrer, en el centro. Colorizado por Rafael Navarrete

En la entrevista de Hendaya, Hitler explicó que las ambiciones imperiales de España en África eran irreconciliables con la Francia de Vichy. Expuso que, de apoyar las reclamaciones españolas, los alemanes provocarían una crisis en la relación con la Francia de Vichy y podrían alentar una revuelta en las colonias y más adhesiones al movimiento de De Gaulle, porque sabían que el acuerdo terminaría por filtrarse. Por eso esta vez, a diferencia de muchas otras, Adolf Hitler no podía recurrir a los engaños diplomáticos con falsas promesas.

Para llegar a una postura aceptable, el Führer ofrecía Gibraltar, pero aplazaba hasta el final de la guerra las negociaciones territoriales coloniales. De parte española, se pidieron los mismos territorios y suministros que en ocasiones anteriores. Lo único fructífero que salió de Hendaya fue la reunión, al día siguiente, entre el ministro de Exteriores español, Serrano Suñer, y su homólogo alemán. En el acuerdo oculto, España se adhirió al pacto de Acero germano-italiano que comprometía a las potencias firmantes a ayudarse entre ellas, con lo que España abandonaba su neutralidad. Pero claro, el acuerdo era secreto, y las dos partes acordaron que la decisión de en qué fecha debía entrar España en la guerra correspondía a Franco.

Una cláusula del acuerdo decía: “En cumplimiento de sus obligaciones como aliada, España intervendrá en la actual guerra de las potencias del Eje contra Inglaterra, después de que dichas potencias le concedan el apoyo necesario militar para su preparación, y en una fecha fijada en un acuerdo conjunto entre las tres potencias en atención a los preparativos bélicos a decidir.” Es decir, al final Franco se plegó al deseo de Hitler de lograr un pacto de alianza militar sin que por escrito se concretasen las demandas territoriales españolas.

Para los alemanes, los españoles pedían mucho y ofrecían poco. Hitler quedó decepcionado con el Caudillo, y oficiales alemanes tildaban a Franco de inseguro y cobarde desagradecido. El Führer llegó a comentar a Mussolini que prefería que le arrancaran tres dientes antes que negociar de nuevo con Franco. Lo cierto es que, por el momento, a los alemanes les era más útil España como país neutral desde donde llevar a cabo acciones favorables al Eje con los beneficios de la neutralidad. Aunque Franco entendió los motivos, el dictador español quedó disgustado por la falta de compromisos, y tras la entrevista de Hendaya se mostró más prudente y menos eufórico con lo de unirse a la guerra.

Como pataleta por los resultados de Hendaya y quizás para demostrar que seguía interesado en la guerra, Franco expulsó definitivamente a la administración internacional de Tánger para anexionarla al Marruecos español. Dos días antes de Hendaya, un alto oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores nazi escribió esto en su diario: “Gibraltar no nos vale tanto y lo que pierda con él Inglaterra lo recuperará, al menos provisionalmente, ocupando las Canarias. En España reina el hambre y no tienen gasolina. Incluso los ingleses pueden meter a Portugal en el lío y asentarse en las Azores y Cabo Verde. Por lo demás, la adhesión española al Tripartito (junto con otros Estados vasallos) no tiene el menor valor en la práctica. ”

Cuando Hitler quiso que España se uniese a la guerra

En la segunda mitad de 1940 había indecisión estratégica en Berlín por si centrar la atención en asfixiar el Imperio británico desde la periferia o si centrarse en preparar la invasión de la Unión Soviética. De ahí los tanteos alemanes a España. Fue en el período entre noviembre de 1940 y enero de 1941 el único momento en que Hitler presionó en serio al gobierno español para la entrada en la guerra. El 19 de noviembre el cuñado de Franco fue a visitar a Hitler en su residencia. El Führer deseaba cerrar el estrecho de Gibraltar.

Europa en noviembre de 1940, por omniatlas
Europa en noviembre de 1940, por omniatlas

Pero en menos de un mes la difícil situación económica y de aprovisionamiento de España no solo no mejoró, sino que la hambruna había empeorado considerablemente. Eso no evitaba que un fascista pronazi como Serrano Suñer dijese frente a ellos que la economía no era lo más importante en lo de entrar en la guerra. Decía que unirse a ella serviría para unir más a los españoles, imponer disciplina, y terminar la pugna entre militares y falangistas. Obviamente tales afirmaciones solo reflejaban que vivía en una burbuja alejado de la realidad, pero tenía una lógica de beneficio personal para radicalizar, afianzar Falange, y conseguir su puesto de presidente del gobierno. La mayoría de militares, clérigos y españoles en general se oponían a entrar en la guerra.

La semana antes de esta reunión, el capitán de fragata Luis Carrero Blanco escribió un informe para Franco y los altos mandos militares en que reconocía que los británicos seguían teniendo una fuerza militar considerable, que la guerra iba para largo, y defendía que España no debería unirse a Alemania e Italia hasta que estos no controlasen el canal de Suez. El análisis militar realista de Carrero Blanco hizo que pronto se convirtiera en un hombre de confianza de Franco. Por eso a través de Serrano el Caudillo transmitió que quería que el asalto a Gibraltar coincidiese con la toma italiana de Suez, que parecía inminente.

Hitler esperaba ejecutar la operación Félix con tropas alemanas y españolas a principios de enero de 1941. Serrano se limitó a decir que lo hablaría con Franco, sin fijar la entrada de España en la guerra, pero expresó que deseaba la llegada inmediata de expertos alemanes para hacer los preparativos. Sin embargo, resultaba imposible para España en esos momentos unirse a la guerra. La situación ya no era la de unos meses atrás, con la relativa bonanza que hay en verano al recogerse las cosechas. Todo el mundo, incluyendo los alemanes, italianos y británicos, conocían perfectamente la situación de hambruna de España en invierno de 1940.

Las necesidades de trigo, si España entraba en la guerra, eran mucho mayores que las previstas medio año antes. Hasta Franco reconoció que España sería una carga para el Eje. Así lo vieron los alemanes también, como se refleja en una entrada de diciembre del diario del secretario de Estado del Ministerio de Exteriores alemán, tras el contraataque británico que desbarató la conquista italiana del canal de Suez: “Lo cierto es que ahora dejamos que se pudran todos los problemas (Rusia, Turquía, Bulgaria, Yugoslavia, España, incluso Francia que se da aires). Los españoles no quieren comprometerse a fijar fechas. […] La desorganización española y la incapacidad de Franco […] nos ofrecen la gran suerte de no tener que cargar con un lisiado.”

Serenata de Hitler, Mussolini y la Muerte a Franco. 3 de octubre de 1940, por Leslie Gilbert Illingworth
Serenata de Hitler, Mussolini y la Muerte a Franco. 3 de octubre de 1940, por Leslie Gilbert Illingworth

El último intento de Hitler para que el Caudillo se uniese a la guerra fue en enero de 1941. Lo hizo a través de su embajador en España, no con un enviado especial, lo que ya refleja que o las presiones no iban tan en serio como algunos franquistas las han querido presentar o el Führer se equivocó. En ningún caso hubo un ultimátum con amenazas de consecuencias severas, como una invasión alemana. De hecho, el ministro del Aire Juan Vigón fue a hablar con el embajador en nombre de otros generales neutralistas y le dejó claro que España ofrecería resistencia armada si los nazis entraban por la fuerza. A Hitler solo se le pasó por la cabeza brevemente la idea de invadir España a finales de 1942 como consecuencia de la operación Torch de invasión aliada del norte de África, pero el desmoronamiento alemán en Stalingrado hizo inviable hacer otra ofensiva en un frente nuevo.

El embajador alemán le trasladó a Franco que solo la entrada inmediata de España en la guerra tendría valor estratégico para ellos. Pero los argumentos que daban los alemanes eran poco convincentes. Seguían repitiendo que Reino Unido estaba a punto de caer y que los británicos no ayudaban a los españoles, eso mientras sus promeses de trigo eran muy inferiores a las que estaban consiguiendo de importaciones de otros países como Argentina o Estados Unidos, que serían bloqueadas en caso de que España se uniese al lado del Eje. Si hubiera querido, Hitler podría haber presionado más, pero no le daba tanta importancia a España cuando ya tenía en mente la invasión de la Unión Soviética.

Franco respondió al embajador diciendo que no quería recoger los frutos de una victoria de otros, sino participar en ella con todas las de la ley, pero la hambruna y las repercusiones que tendría su entrada en la guerra respecto a los suministros lo hacían imposible en esos momentos. A Franco le dolió de verdad que los alemanes cuestionasen su sinceridad y fe en la victoria del Eje. Serrano Suñer recriminaba a los alemanes que no hubieran mandado suministros para poder iniciar preparativos de guerra y que Hitler se negase a enviar suministros hasta que España declarase la guerra.

No se produce el acuerdo entre Alemania y España

En consecuencia, Hitler decidió suspender definitivamente la operación Félix para conquistar Gibraltar el 28 de enero de 1941. En una entrevista entre Franco, Serrano Suñer y Mussolini en febrero de 1941, el Caudillo fue muy claro: “La entrada de España en la guerra depende más de Alemania que de la propia España. Cuanto antes envíe ayuda Alemania, antes contribuirá España a la causa fascista mundial” Y aún algunos ponen en duda que la dictadura franquista fuera fascista.

También se entrevistó con Pétain, jefe de Estado de la Francia de Vichy. Este advirtió a Franco que los franceses resistirían cualquier ataque sobre sus posesiones del norte de África. Franco se debió de dar cuenta de que sus sueños imperiales no eran más que fantasías en aquellas circunstancias. Sabemos que entre octubre de 1940 y junio de 1941 Franco y Serrano Suñer se hubieran contentado con una carta privada de Hitler y Mussolini donde reconocieran las aspiraciones territoriales españolas en África. Imagínate si se conformaban con poco, con unas garantías tan débiles. Pero tal carta no llegó, porque Hitler no quería correr el riesgo a enemistarse con la Francia de Vichy.

Franco limpiando las botas de Mussolini y Hitler. La Traca, 10 de marzo de 1937
Franco limpiando las botas de Mussolini y Hitler. La Traca, 10 de marzo de 1937

Si no se llegó a un acuerdo con Alemania es porque los nazis nunca se comprometieron con España a enviar alimentos, material bélico, y otros productos. Al contrario, Alemania exprimía como un limón España y quería más exportaciones para mantener funcionando su maquinaria bélica, en consonancia con las ideas nazis de superioridad racial y de dominación de una Europa subordinada a los intereses alemanes. Básicamente, Hitler quería que Franco se lanzase a la guerra sin garantías de suministros ni promeses territoriales por escrito.

Uno de los grandes motivos que explican la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial viene dada por la naturaleza fascista de esos regímenes. Eso se refleja en cómo las potencias fascistas atacaron a países sin avisar a sus aliados, para buscar sus propias ganancias y actuar por la vía de los hechos consumados. Incluso Franco planeó ocupar Portugal con la intención nacionalista española de unificar la península. Los países del Eje eran incapaces de anteponer la cooperación para ganar la guerra antes que las ambiciones imperiales de cada uno de los estados fascistas. El Eje era una unión disfuncional y descoordinada de egoístas.

Dicho esto, ¿se arrepintió Hitler de no haber conseguido la entrada de España en la guerra? Pues por suerte conocemos qué pensaba cuando escribió una carta a su secretario Martin Bormann el 10 de febrero de 1945, echando la mirada atrás cuando ya todo estaba perdido. “A veces me he preguntado si hicimos bien en no involucrar a España en esta guerra en 1940. Para ello habría sido necesario poco poder de persuasión, ya que, en el fondo, Franco no deseaba nada más fervientemente que contar entre los vencedores siguiendo el ejemplo de los italianos. Franco, por supuesto, tenía ideas muy exageradas sobre el valor de la intervención española.

Sin embargo creo que, a pesar del sabotaje sistemático perpetrado por su jesuítico cuñado, accedería a hacer causa común con nosotros bajo condiciones razonables: la promesa de un pequeño pedazo de Francia para compensar su orgullo y una parte sustancial de Argelia como ganancia material real. Pero como España no tenía nada tangible con que contribuir, llegué a la conclusión de que no era deseable su intervención directa. Es cierto que nos hubiera permitido ocupar Gibraltar. Por otra parte, la entrada de España en la guerra habría añadido muchos kilómetros que habríamos tenido que defender en la costa atlántica, de San Sebastián a Cádiz. […] Al asegurarnos que la península ibérica permanecía neutral, España ya nos había proporcionado el único servicio que podía ofrecernos. […] Un país como España en su estado de pobreza y poca preparación, habría sido más un riesgo que una ventaja.”

España NO fue neutral en la IIGM

¿Qué ventajas le dio España al Eje al declararse formalmente neutral? No quiero más que mencionar los beneficios más relevantes, porque lo que he investigado me da para hacer un episodio dedicado específicamente a esto en un futuro. Debido a la afinidad ideológica, creencia en la victoria del Eje, y los compromisos de la guerra civil que he comentado al principio del vídeo, Franco continuó ayudando a la Alemania nazi hasta el final. Entre 1939 y 1942, las autoridades españolas estuvieron involucradas en el abastecimiento de submarinos, barcos y aviones alemanes e italianos en puertos y aeródromos españoles, en una violación flagrante de la neutralidad.

Esto ayudó sobre todo a Alemania, porque tenían pocos submarinos y el aprovisionamiento en España evitaba que tuvieran que perder dos o tres semanas regresando a su país. Otro gran servicio de España al Eje fue en términos de información, sobre todo en el estrecho de Gibraltar. Los nazis crearon en España su mayor red de espías en un país neutral, con la complicidad del gobierno, e instalaron tecnologías para detectar barcos que pasaran por el estrecho. Además, alemanes e italianos llevaron a cabo acciones de sabotaje desde suelo español y marroquí.

Valla de la neutralidad de Franco. 19 de febrero de 1946, por Leslie Gilbert Illingworth
Valla de la neutralidad de Franco. 19 de febrero de 1946, por Leslie Gilbert Illingworth

Los alemanes consiguieron a través de España suministros de otros países con los que Alemania no podía comerciar. España exportó piritas y wolframio a Alemania, que eran materiales imprescindibles para uso militar. Incluso en 1945 barcos españoles transportaron suministros a focos de resistencia nazis aislados en el suroeste francés. El bulo franquista de que España se vio forzada a colaborar con los nazis por el peligro de invasión del ejército alemán del otro lado de los Pirineos no se sostiene, ya que España ayudó al Eje desde 1939 hasta el final de sus días, cuando no existía ningún peligro de invasión. Ningún país fue verdaderamente neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero de esos el que menos lo fue fue España.

Nuevas ansias bélicas en mayo-julio de 1941

Volviendo un poco a la cronología, aún en otros momentos posteriores a enero de 1941, España pudo haberse unido al Eje. En mayo de ese año, cuando el avance alemán con Rommel parecía capaz de conquistar el canal de Suez, el dictador español se puso de nuevo en alerta por si por fin España podía unirse a la guerra. El 30 de abril el Estado Mayor de la Armada dio instrucciones a todos los barcos mercantes españoles para prepararlos para una posible entrada en la guerra, con instrucciones para ponerse a salvo en puertos del Eje o en Argentina si no podían regresar a España. Franco estaba inclinado a sumarse a la guerra, pero había división interna en el régimen y cierta indecisión.

En junio de 1941 empezó la invasión alemana de la Unión Soviética, y con ella Reino Unido se había ganado un nuevo aliado importantísimo en la guerra. Franco formó la División Azul con unos 48.000 combatientes, en su mayoría voluntarios falangistas, para mandarla contra los soviéticos y pagar un poco la deuda con los alemanes, además de para contentarles tras haberse cancelado la operación Félix. En el pensamiento de Franco se produjeron tres guerras: la guerra del Pacífico que empezó pocos meses después entre Estados Unidos y Japón, la guerra de Europa entre aliados y el Eje, y la guerra contra el comunismo soviético.

Franco como führer español. La Traca, 21 de abril de 1937
Franco como führer español. La Traca, 21 de abril de 1937

Él decía que España era neutral en los dos primeros conflictos, pero beligerante en la lucha contra la Unión Soviética, pese a no haberle declarado oficialmente la guerra como pedía Alemania. Esto calentó mucho los ánimos anticomunistas de Falange. En este contexto, se produjo el discurso de Franco del 17 de julio frente al Consejo Nacional de Falange, que puso a los aliados en máxima alerta. Entre otras cosas, pronunció estas palabras nada prudentes y contenidas:

“Yo quisiera llevar a todos los rincones de España la inquietud de estos momentos en que con la suerte de Europa se debate la de nuestra nación y no porque tenga duda de los resultados de la contienda. La suerte ya está echada. En nuestros campos se dieron y ganaron las primeras batallas. […] La destrucción del comunismo ruso, es ya de todo punto inevitable. […] Ni el continente americano puede soñar en intervenciones en Europa sin sujetarse a una catástrofe. […] Se ha planteado mal la guerra y los aliados la han perdido. […] Las armas alemanas dirigen la batalla que Europa y el cristianismo desde hace tantos años anhelaban, y en que la sangre de nuestra juventud va a unirse a la de nuestros camaradas del Eje.”

De nuevo, Franco demostraba que no era ningún genio militar ni poseía grandes habilidades para predecir el futuro. Como consecuencia de este discurso incendiario, los británicos estuvieron a punto de invadir las islas Canarias, reexaminaron las defensas de Gibraltar y, sobre todo, reforzaron el bloqueo de suministros a España para que escarmentase el dictador. Del lado interno, los generales españoles organizaron una junta y encargaron a Luis Orgaz la tarea de dejarle claro a Franco que exigían el cese de Serrano Suñer y que no pronunciara más discursos sobre política exterior sin informarles antes de los contenidos. El Caudillo se hizo caquita.

Como ha analizado Nicolás Sesma, la guerra es un instrumento muy importante de política interior. Aparte de llevados por su ideología, Hitler y Mussolini entraron en guerra para consolidar sus liderazgos, que de origen recibieron por nombramiento del jefe de estado y con la aprobación de los conservadores. En cambio, Franco se hizo con el poder mediante una guerra civil. Eso hacía que los vencedores fueran más conscientes de lo que costó apoderarse del Estado y no quisieran arriesgarse a perderlo todo por unas ambiciones coloniales. Franco no era un suicida y su prioridad siempre fue él mismo, el mantener el poder dictatorial a cualquier coste, y si para ello había que hacer cambios y concesiones, se hacían.

El palo y la zanahoria de Reino Unido y Estados Unidos

El último factor que tener en cuenta para la no entrada de España en la Segunda Guerra Mundial del lado del Eje es la política de palo y zanahoria de Reino Unido y Estados Unidos. La España fascista surgida tras el derramamiento de mucha sangre española no era independiente en materia económica. De hecho, necesitaba importar alimentos y petróleo. Los británicos dominaban los mares, y aprovecharon su poder, pese a las protestas de países neutrales, para hacer listas negras de empresas y crear el sistema de navicerts, que consistían en certificados que emitía el gobierno británico que confirmaban que un barco no llevaba ninguna carga prohibida y así evitar inspecciones.

Franco en los cuernos de un toro que representa las democracias. 4 de marzo de 1946, por Leslie Gilbert Illingworth
Franco en los cuernos de un toro que representa las democracias. 4 de marzo de 1946, por Leslie Gilbert Illingworth

Reino Unido y Estados Unidos daban oxígeno o cerraban un poco la válvula del comercio ultramarino para asfixiar a España, según cómo se comportase Franco en su relación con el Eje. Sin embargo, tenían que ir con pies de plomo con este equilibrio entre el palo y la zanahoria, porque si provocaban una situación demasiado desesperada o si por el contrario daban demasiado podrían provocar el efecto contrario al buscado y empujar a España a participar en la guerra del lado de los nazis. Poco después de Hendaya, el 23 de noviembre de 1940 el primer ministro británico Winston Churchill escribió esto al presidente de Estados Unidos:

“Nuestros informes demuestran que la situación en España se está deteriorando y que la península no está lejos de una verdadera hambruna. Una oferta por su parte de suministrar alimentos mes a mes, siempre y cuando se mantengan al margen de la guerra, podría ser decisiva. Las nimiedades no cuentan ahora y son momentos de hablarles muy claro. Si Alemania ocupara ambos lados del Estrecho sería una penosa sobrecarga para nuestro esfuerzo naval, que ya es arduo.” También los alemanes chantajearon a España con el envío de alimentos.

Pero el ministro de Exteriores británico, Anthony Eden, sabía que España enviaba alimentos a los nazis pese a su hambruna, y eso reforzó su convencimiento sobre la política de palo y zanahoria. Tenía razón en que, de no padecer tanta hambre España ni depender completamente de los aliados para el petróleo, habría sido mucho más probable que Franco hubiera metido a España en la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1942 los aliados debían cuidarse más, pero luego al ir ganando la guerra pudieron ejercer más presiones sin temer consecuencias.

Por ejemplo, entre enero y abril de 1944, dejaron de exportar petróleo, caucho, algodón y otros productos muy necesarios para la economía española, para castigar a España por la exportación de wolframio a Alemania. Los británicos siempre fueron conscientes que lo determinante en la decisión de Franco para entrar o no en la guerra era el propio desarrollo de la misma. Si la cosa se hubiera puesto demasiado fea para los aliados, se hubiera unido al Eje independientemente de las condiciones económicas y militares de España.

Aparte de estas medidas ortodoxas de presión diplomática y económica, los británicos emplearon otras más originales para mantener a España neutral. Estoy hablando de los sobornos millonarios hechos a través de Juan March a generales y otras personalidades importantes del régimen franquista, para que defendieran posturas neutralistas. Esto lo reservo para el próximo episodio de la serie de Juan March, así que suscríbete y dale a la campanita de notificaciones si estás en YouTube para no perdértelo.

Como curiosidad para cerrar, hay que decir que el gobierno de España se planteó romper relaciones con Japón y declararle la guerra a raíz de la masacre de Manila de febrero de 1945, donde murieron muchos españoles. Esto, sin embargo, solo hubiera sido un gesto simbólico de acercamiento a Estados Unidos para facilitar el acceso de España en las Naciones Unidas, pero los norteamericanos se mostraron desinteresados y España llegaba demasiado tarde como para darle tiempo a enviar un ejército de voluntarios contra Japón.

Recapitulando la lista de razones por las que España no entró en la IIGM

Así que, sin ningún orden en particular, recapitulemos las razones por las que España no entró en la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una combinación de factores, la mayoría de los cuales Franco no controlaba.

  1. La prolongación de la guerra gracias a la tenaz resistencia británica durante el periodo de máxima tentación de Franco, entre junio de 1940 y julio de 1941.
  2. La voluntad de Hitler de no enfadar a la Francia de Vichy ni fomentar el movimiento de resistencia de De Gaulle, lo que impidió a Hitler hacer falsas promesas territoriales al Caudillo.
  3. El Führer no tuvo intención de entrar en España sin permiso de Franco.
  4. La negativa de los alemanes a satisfacer, ya no las demandas territoriales españolas, sino incluso sus demandas de suministros alimenticios y bélicos. Eso era porque los nazis veían a España como un país satélite al que exprimir y sacarle alimentos y materias primas.
  5. La falta de un rumbo estratégico claro de los alemanes durante unos meses de 1940, hasta que finalmente centraron su atención en la Unión Soviética.
  6. La falta de sincronización de los momentos en que Franco y Hitler estuvieron más interesados en la entrada de España en la guerra.
  7. La suerte de que Stalin no declarase la guerra a España.
  8. Que España no le declarase la guerra a Japón en 1945 y se pusiera del lado aliado en el Pacífico.
  9. La penosa situación económica y militar de España tras la guerra civil y la hambruna provocada por las desastrosas políticas económicas y agrarias de la dictadura, que hacían que España hubiera sido una carga para el Eje.
  10. La dependencia de España al suministro por mar de alimentos y combustible de Estados Unidos, Canadá, Argentina y Reino Unido.
  11. Los sobornos británicos a personajes importantes del régimen para favorecer la neutralidad.
  12. La oposición de la mayor parte del ejército, del clero y de la opinión pública española a más guerras.
  13. El hecho de que Franco no era un suicida y no iba a arriesgarse a perder su poder dictatorial sin ver clara la victoria del Eje y sin promesas en el reparto del botín.

Este conjunto de circunstancias evitó la entrada de España en la guerra, algo que fue clave para la supervivencia de la dictadura franquista. En realidad, la neutralidad formal de España en la Segunda Guerra Mundial solo era un síntoma de su propia debilidad militar y económica circunstancial, un signo de impotencia, pero el deseo de los gobernantes era unirse al lado del Eje. Al darse cuenta de lo cerca que había estado de dar un paso en falso y meter a España en el bando perdedor, Franco dejó de creerse imparable y empezó a ser más prudente y a hacer más caso a profesionales de confianza de los que se rodeó.

Outro

Aquí termina el episodio de hoy. Si te ha gustado, dale a me gusta, suscríbete a La Historia de España-Memorias Hispánicas si eres nuevo, y comenta si lo que he explicado y las pruebas que he presentado han cambiado tu entendimiento sobre por qué España no entró en la Segunda Guerra Mundial. Si crees que mi labor de divulgación es importante, únete a la comunidad de mecenas en patreon.com/lahistoriaespana a cambio de beneficios como accesos anticipados o aparecer en los créditos. Muchas gracias a Daniel Garófano por su apoyo allí. Volveré a tratar un tema relacionado con el episodio de hoy explicando la operación SOBORNOS de los británicos y Juan March. ¡Suscríbete para no perdértelo y hasta la próxima!

Fuentes

Day, Peter. Franco’s friends: how British intelligence helped bring Franco to power in Spain. Biteback Publishing, 2011.

del Arco Blanco, Miguel Ángel, y Peter Anderson, editores. Franco’s Famine: Malnutrition, Disease and Starvation in Post-civil War Spain. Bloomsbury Publishing, 2021.

Grandío Seoane, Emilio. A Balancing Act: British Intelligence in Spain During the Second World War. Liverpool University Press, 2018.

Preston, Paul. El gran manipulador: la mentira cotidiana de Franco. Debate, 2022.

Preston, Paul. Franco. Caudillo de España. Debate, 2015.

Rodao, Florentino. Franco y el imperio japonés: imágenes y propaganda en tiempos de guerra. Plaza & Janés, 2002.

Ros Agudo, Manuel. La guerra secreta de Franco (1939–1945). Crítica, 2002.

Sáenz-Francés San Baldomero, Emilio. Entre la antorcha y la esvástica. Franco en la encrucijada de la Segunda Guerra Mundial. Editorial Actas, 2009.

Seidel, Carlos Collado. El telegrama que salvó a Franco: Londres, Washington y la cuestión del Régimen (1942-1945). Grupo Planeta Spain, 2016.

Sesma, Nicolás. Ni una, ni grande, ni libre. La dictadura franquista. Crítica, 2024.

Viñas, Ángel, editor. En el combate por la historia: la República, la Guerra Civil, el franquismo. Pasado & Presente, 2012.

Viñas, Ángel. Sobornos: De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco. Editorial Crítica, 2016.

Wigg, Richard. Churchill and Spain: the survival of the Franco Regime, 1940–1945. Routledge, 2005.

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