En el año 1000, no había discusión en que la Europa cristiana latina era una región atrasada en comparación con el mundo islámico. Oriente Medio y al-Ándalus eran potencias económicas y culturales con estados fuertes. Bagdad y Córdoba eran grandes metrópolis con cientos de miles de habitantes, mientras que era difícil encontrar ciudades con más de 10.000 habitantes en la Europa católica. Sin embargo, al terminar la Edad Media al-Ándalus había caído, en Europa se hacían más avances científicos y tecnológicos, y las economías, ciudades y fronteras de la Europa católica seguían expandiéndose, mientras que el mundo islámico estaba estancado.
¿Qué había pasado entre medio? ¿Cómo se convirtió Europa, una región relativamente atrasada, en el centro del mundo? Soy David Cot, presentador de Memorias Hispánicas, y hoy trataré de responder a una de las preguntas más importantes, no solo de la historia de España, sino de la historia mundial: ¿Por qué la Europa cristiana y feudal terminó triunfante en relación con el mundo islámico? Esta es una cuestión que ha hecho correr ríos de tinta. Se han dado todo tipo de explicaciones, desde religiosas, institucionales, militares, económicas, o climáticas, y en este episodio examinaré las principales hipótesis para ver cuál es la explicación más plausible.

Lo que está claro es que las respuestas hay que buscarlas en la Edad Media, y no en la Edad Moderna o el siglo XIX, cuando la supremacía europea sobre el resto del mundo se hizo evidente con el imperialismo y colonialismo de la era industrial. La llamada gran divergencia no fue más que la culminación de un proceso que se empieza a vislumbrar desde mediados del siglo XI. No puede ser casualidad que desde ese momento el mar Mediterráneo empezase a estar dominado por cristianos, que se produjeran avances significativos en la península ibérica como la conquista de Toledo, que Sicilia dejase de ser musulmana, o que los cruzados conquistaran el Levante mediterráneo.
El balance de poder entre cristianos y musulmanes en la península ibérica y más allá empezó a invertirse a partir del 1050. En la Plena Edad Media la población de Europa creció. Los europeos cristianos latinos colonizaron nuevos espacios dentro y fuera de sus fronteras, por el centro y este de Europa, al-Ándalus o el Levante mediterráneo. Tierras yermas o bosques se transformaron en campos, las ciudades crecieron y se formaron nuevos pueblos, y se desarrolló el comercio. La cristiandad se expandió por las tierras paganas eslavas y escandinavas. En la Europa feudal se observa un dinamismo y una vitalidad que no se ve en un mundo islámico en retroceso y estancado. Veamos ahora por qué sucedió esto.
Explicaciones supremacistas europeas
Empecemos por revisar brevemente algunas explicaciones cuñadas de supremacistas europeos. Una de estas sería decir que los europeos son superiores racialmente, que son naturalmente más inteligentes y trabajadores, o para no hablar explícitamente de raza dirían que la civilización occidental es superior. Esto no se sostiene, ya solo por el hecho de que, durante siglos, el mundo islámico fue superior en virtualmente todos los campos.
Otros dirían que el cristianismo fomenta la razón, mientras que el islam es dogmático y enemigo del progreso y la libertad. La realidad es que hubo un buen desarrollo de la filosofía y el conocimiento científico en el mundo islámico medieval. No solo heredaron y preservaron los conocimientos de la Antigüedad grecorromana y persa, que luego por traducciones volvieron a llegar a Europa, sino que autores musulmanes también hicieron aportaciones originales.
Siempre hubo tensiones entre fe y razón, con momentos de apertura intelectual y otros de retroceso y oscurantismo tanto en países cristianos como musulmanes. No se pueden dar lecciones de progreso y tolerancia cuando aquí existió la Inquisición y se produjo la expulsión y persecución de minorías religiosas por toda Europa. Fue precisamente el debilitamiento de las autoridades religiosas y la secularización, sobre todo en la Europa protestante del norte y centro, lo que permitió quitar obstáculos al progreso científico, así que es más productivo preguntarse qué condicionantes permitieron la secularización.
También se ha llegado a decir que el islam es más violento, cuando fueron países cristianos los que conquistaron casi el mundo entero, o que el islam limita el desarrollo económico y la formación del capital humano. Igual que el islam, el cristianismo católico era contrario a la usura y segregaba la sociedad por sexos discriminando a las mujeres, pero aun así se produjo la divergencia. Dicho esto, algunos aspectos de la religión islámica y sus prácticas sociales tuvieron efectos negativos en el desarrollo institucional y económico en comparación con el cristianismo, pero esto lo veremos más adelante.
Explicación institucional feudal
Uno de los estudios más serios que se han hecho sobre el tema de hoy se encuentra en un artículo de 2013 de Lisa Blaydes y Eric Chaney, de las Universidades de Stanford y Harvard. Ellos detectaron con datos empíricos y análisis estadístico que en el siglo VIII la duración de los reinados de soberanos cristianos y musulmanes era similar, pero desde alrededor del año 800 empezó a crearse una divergencia debido a la introducción de instituciones feudales en el Imperio carolingio.

Si la duración de un reinado en el mundo cristiano y musulmán estaba en torno a los 15 años hacia el 900, entre los años 1000 y 1200 se movía la media islámica entre los 12 y 15 años y la de los cristianos pasó a entre 17 y 20. La inestabilidad del mundo musulmán no hizo más que aumentar y entre el 1300 y 1500 la duración de un gobernante en el poder se situaba entre los 10 y 13 años, mientras la de los cristianos se situaba firmemente entre los 20 y 23 años. Así los reyes cristianos gozaron de mayor longevidad y más estabilidad política que sus homólogos islámicos.
Eso no fue por arte de magia. La caída del Imperio romano en Occidente y con ello la disolución de un estado central fuerte con un sistema fiscal tributario hizo que surgiesen reyes sin los recursos económicos para formar un ejército permanente y una aristocracia terrateniente con bases de poder autónomas. Los gobernantes cristianos dependían de la fidelidad de magnates y élites locales para la movilización militar, y esa debilidad los forzó a establecer mecanismos para hacer partícipe en la vida política local o del reino a una parte de la población.
Así surgieron cortes y asambleas de aristócratas, que antecedieron al parlamentarismo e introducían limitaciones o controles al soberano que garantizaban una mayor seguridad jurídica y estabilidad política. La forma de gobierno, en este sentido, era más impersonal y predecible, no dependía tanto de lo bueno o malo que fuera el soberano. Además, también se desarrollaron instituciones locales que permitían la participación política de los ciudadanos, algo que no sucedió en el mundo islámico, donde no existían municipios con personalidad jurídica propia. No es que los soberanos cristianos fueran más democráticos por naturaleza, de hecho, allá donde pudieron centralizaron y volvieron más autoritario su poder, sino que estaban limitados por las circunstancias.
En contraste con este modelo político feudal, el poder de los sultanes era absoluto gracias a que dirigían estados centralizados tributarios, herederos de la tradición romana y persa, con lo que manejaban mucho dinero que les daba una amplia base de poder propia. Los tributos les permitían mantener un ejército de soldados esclavos y mercenarios extranjeros que respondían al gobernante y no a unas élites locales. Esto se ve con los turcos del Califato abasí o el Sultanato Mameluco de Egipto, los jenízaros del Imperio otomano, o los saqaliba y mercenarios bereberes nuevos y mercenarios cristianos empleados en al-Ándalus.
Hablé mucho de la reforma militar de Almanzor y sus antecedentes con emires y califas omeyas en el episodio 53 Almanzor, el azote de los cristianos. Cuando llegaron los almorávides y almohades ocurrió lo mismo, porque eran una élite extranjera completamente diferenciada respecto a la población andalusí. El tener ejércitos permanentes a sueldo, frecuentemente de origen extranjero, posibilitaba que un emir o califa impusiera subidas de impuestos de forma unilateral sin que la gente común o aquellos más ricos tuvieran mecanismos para canalizar su descontento e intentar negociar.
Sin embargo, todo tiene sus contras. La forma de gobierno islámica con unos soldados extranjeros, ministros y burócratas de palacio, y eunucos y concubinas era propicia a conspiraciones de palacio y usurpaciones del poder. La gran desconexión social entre la población local gobernada y una élite extranjera gobernante hacía que los locales fueran agentes pasivos en la política y ofrecieran menos resistencias a conquistas y cambios de gobernantes, al no sentirse implicados en el estado y muchas veces resentir a sus gobernantes, como se evidencia en la berberofobia vista en Córdoba al producirse la fitna del Califato. Era un poder más concentrado, y por ello a la vez era más frágil.
La mayor descentralización del poder y los controles sobre los soberanos en la Europa cristiana feudal, en definitiva, el compartir más el poder, hacía que las revueltas y conspiraciones para deponer al rey fueran menos probables, porque el beneficio marginal era menor y había más mecanismos de negociación que en el mundo islámico, donde el poder era un todo o nada. Era menos probable que un rey cristiano cometiera abusos porque sus magnates vasallos tenían recursos militares propios para rebelarse. La descentralización también geográfica del poder político actuaba como una barrera importante para coordinar revueltas nobiliarias, porque estamos en una época donde las comunicaciones y viajes eran costosos, lentos y complicados.

Para comprobar la robustez de su hipótesis, Lisa Blaydes y Eric Chaney hicieron análisis estadísticos y buscaron explicaciones alternativas. Por ejemplo, la geografía, pero comprobaron que la península ibérica, escenario de dinastías cristianas y musulmanas, seguía la misma tendencia de divergencia de duración de los reinados. No encontraron correlación entre el tamaño de las entidades políticas y la longevidad del gobernante, y tampoco la esperanza de vida puede ser una variable explicativa, ya que en todo caso sería mayor entre las élites musulmanas por disponer de mejores médicos.
Algo muy interesante es que no se observan diferencias significativas en la duración de gobernantes del mundo cristiano ortodoxo y el musulmán. Lo mismo ocurre en el este de Europa. Entre el 1100 y 1300 no había diferencias estadísticamente significativas entre la duración de los gobernantes católicos y ortodoxos del este de Europa, pero a partir de ahí, cuando en las zonas católicas se introdujeron instituciones feudales, se produjo una marcada divergencia a favor de los soberanos de las áreas feudalizadas. Así que la religión tiene poco que ver con la mayor estabilidad política de la Europa feudal.
Explicación militar
Dejando de lado la explicación feudal, también se ha tratado de explicar por qué la Europa cristiana ganó al mundo islámico por motivos militares. El historiador Josep Suñé hizo una tesis doctoral, a la que dediqué un vídeo hace unos años, sobre por qué al-Ándalus fue perdiendo territorios. Descartó explicaciones cuñadas, como afirmar que los andalusíes no eran valientes o que no estaban interesados en convertirse en soldados, y también observó que las causas del declive bélico andalusí no están en las tácticas militares o en los cambios en la composición de las tropas, como pasar de emplear árabes andalusíes a bereberes y esclavos, o que el número de voluntarios no profesionales disminuyera con el tiempo.

De hecho, aún en el siglo XIV había autores cristianos que consideraban a los musulmanes superiores en organización, estrategia y tácticas. Tampoco se explica la decadencia del mundo islámico por las conquistas mongolas del siglo XIII, porque el declive se observa antes y no puede ser casualidad que se note desde la península ibérica hasta Asia central. La conclusión central de Josep Suñé es que los soberanos musulmanes gastaron menos dinero en el ejército que lo que gastaban los reyes y aristócratas cristianos. Esto no era por una falta de recaudación, porque al menos hasta el siglo XI podemos estar seguros de que la presión fiscal era superior para los andalusíes.
Durante la Alta Edad Media los musulmanes solo gastaban menos en términos relativos, pero a partir del siglo XI también en términos absolutos y por eso la balanza no hizo más que inclinarse a favor de los cristianos. Por lo general, los estados musulmanes de al-Ándalus gastaron un tercio de sus ingresos en construcciones, un tercio en acumularlos para el tesoro y en la opulencia de la corte, y un tercio en el ejército y marina. Mientras que el gasto militar musulmán se situaba entre el 25 y 33%, los cristianos hispanos dedicaban más de un 50% y en algunos casos más de un 80% de sus ingresos fiscales.
Y me dirás, bueno, ¿no se les ocurrió gastar más viendo que estaban perdiendo? Pero lo cierto es que en la cultura política islámica el modelo, que bebía de los primeros califatos, era el de un estado burocrático, centralizado, sin señores vasallos; lo contrario al modelo feudal con unas aristocracias dedicadas a la guerra y a conseguir nuevas tierras como seña de identidad colectiva y forma de enriquecerse. Gastos que nos parecerán superfluos como construir grandes ciudades palaciegas, tener un gran harén, o tener a sueldo a los mejores poetas eran vistos como gastos absolutamente necesarios por los sultanes.
La ostentación se requería tanto para que el sultán demostrase que era el más rico y poderoso de su dominio, como para medirse con otros soberanos islámicos. Tal competencia fue especialmente intensa durante los reinos de taifas, ya que a falta de logros militares y de una legitimidad clara, apremiaba más el fliparse con la riqueza y el patronazgo de poetas, filósofos, o cantoras. Los musulmanes eran conscientes de que los cristianos del norte gastaban mucho en el ejército.

Por ejemplo, el famoso alfaquí Abu Bakr al-Turtusi creía que los soberanos cristianos se quedaban con poco de lo recaudado y extraído en parias para repartirlo y tener más soldados, mientras que los reyes de taifas preferían acumular riquezas. Piensa que había hasta exenciones fiscales para aquellos que comprasen caballos y armamento, o sea que había incentivos a la militarización. Al-Turtusi, viendo lo que ocurría en la al-Ándalus de su tiempo, sentenció que era mejor tener hombres que riquezas. Sin embargo, los soberanos islámicos también conocían unos inconvenientes del modelo feudal que no estaban dispuestos a asumir, como compartir el poder con aristócratas o en su caso militares.
Aparte del tema del gasto militar, el armamento empleado por los cristianos les dio una ventaja. En la Alta Edad Media, el armamento de cristianos y musulmanes era muy similar, pero después los caballeros cristianos dieron mucha importancia a la caballería pesada. Eso por lo general les vino bien frente a la caballería ligera musulmana. Los guerreros musulmanes usaban menos armamento defensivo en comparación con los cristianos desde la segunda mitad del siglo XI, lo cual les hacía más vulnerables a terminar heridos, muertos, a romper filas, o a no poder atacar y romper las filas del bando cristiano.

Ramón Llull y Juan Manuel fueron autores medievales que consideraron que este era uno de los factores de la debilidad militar andalusí. Solo entre un 10 y un 20% de los combatientes musulmanes llevaban cota de malla y yelmo, frente al más del 20% de los cristianos. Sabemos que los andalusíes eran conscientes de que los cristianos estaban mejor armados, ¿así que por qué no adoptaron un armamento más pesado?
Pues de nuevo, es una cuestión del gasto militar dispuesto a hacer. En una época donde los campesinos empleaban herramientas enteramente hechas de madera o con solo la parte mínima necesaria hecha de hierro, vestir de hierro con armadura completa a los caballeros suponía una gran inversión económica que los soberanos musulmanes no estaban dispuestos a hacer. Antes de pasar a la siguiente explicación, acuérdate de suscribirte y darle a la campanita de notificaciones o estar en el Discord o Whatsapp del programa para no perderte nuevos episodios, y si eres fan del programa te animo a unirte al Patreon.
Explicación climática
Se han formulado también hipótesis de tipo climático para explicar la inversión del balance de poder entre el mundo cristiano feudal y el islámico, ya que tal reversión de fortunas coincidió con el periodo cálido medieval, ocurrido entre los años 800 y 1300 por la mayor actividad solar. En España se han hecho bastantes estudios paleoambientales en las últimas décadas, y todos confirman un periodo más árido con temperaturas cálidas e inviernos templados para toda la península ibérica y sus mares.

Teniendo en cuenta que en la península ibérica las conquistas cristianas de al-Ándalus se produjeron en su mayoría durante el periodo cálido medieval y que tanto cristianos como musulmanes se enfrentaban a unas condiciones climáticas similares, difícilmente se puede decir que el clima fuera una variable que facilitase esas conquistas. Ahora bien, el periodo cálido medieval que se puede generalizar a Europa, el mundo mediterráneo y Oriente Medio, con pocas excepciones regionales, no parece que afectara de manera positiva al mundo islámico.
A gran parte de Europa ya le venía bien un clima más cálido. El potencial de crecimiento económico y demográfico de Europa era mayor gracias a que disponía de suelos más productivos y mayor acceso a agua que la mayoría de los países musulmanes. Además, había mucho potencial para colonizar Europa central y oriental, que estaban poco pobladas. En cambio, un clima más seco en regiones ya de por sí áridas como Oriente Medio y el Magreb podía ser devastador. Como al-Ándalus estaba sobre todo conectada al resto del mundo islámico, si las cosas iban mal allí se podría plantear que, de manera indirecta, pudo afectar negativamente a los andalusíes.
En Armenia, Irán y en el Egipto fatimí hubo un declive agrícola y demográfico porque las lluvias estuvieron muy por debajo de la media, y en las estepas de Asia central se produjeron condiciones frías y secas entre el 950 y 1030 que pudieron inducir a invasiones de pueblos nómadas. El clima del siglo XII fue benigno para el mundo islámico, pero para el siglo XIII volvieron unas condiciones más adversas que en Europa occidental y central. El arqueólogo Ronnie Ellenblum propuso que olas de frío y sequías severas, hambrunas y pestes azotaron Oriente Medio en los siglos X y XI y provocaron un declive económico y demográfico.
Llega a afirmar que eventos tan dispares como el declive abasí y fatimí, el avance en la islamización de las sociedades del Mediterráneo oriental, o el gran cisma de la Iglesia ortodoxa en 1054 se explican por el efecto dominó causado por los efectos adversos del clima. Sin embargo, su estudio es problemático porque irónicamente apenas hace referencias a investigaciones paleoambientales para un libro centrado en el clima y su hipótesis se apoya en fuentes narrativas de autores que tendían a exagerar y que no eran climatólogos.

Otro argumento en contra es que también hubo sequías y hambrunas en periodos anteriores, sin que se pueda establecer una relación de causa-efecto al apogeo o declive de estados, y en la Europa cristiana feudal se produjeron numerosas calamidades que no evitaron su ascenso. Al final, reducirlo todo a una sola explicación es una tentación que difícilmente puede ser correcta en el mundo complejo en el que vivimos. En todo caso, hacen falta más estudios paleoambientales en los países musulmanes para poder reconstruir con mayor seguridad su evolución climática medieval. Es demasiado pronto para evaluar hasta qué punto pudo perjudicar el clima a Oriente Medio en comparación con Europa.
Explicación institucional jurídica
De acuerdo con el Corán, las herencias se repartían entre los miembros de una familia, incluyendo a esposas e hijas que recibían la mitad de la proporción de los varones. Esto contrastaba con la práctica de que solo el primogénito se quedase con el patrimonio familiar que se extendió por gran parte de Europa en el siglo X. Este sistema de herencias era mucho más justo, pero tuvo importantes efectos adversos en el mundo islámico, según argumentó el economista y politólogo Timur Kuran. Esta práctica fragmentaba el patrimonio familiar y dificultaba la continuidad y crecimiento de negocios que funcionaban.
Puedes decir, ¿pero por qué debería afectar a los negocios? Verás, la cosa es que la ley islámica medieval solo reconocía a personas físicas, no existían personas jurídicas. Mucha gente no musulmana se piensa que lo que llamamos sharía o ley islámica es realmente un documento de leyes inmutables, pero en realidad no son más que interpretaciones a partir del Corán, la sunna y otras fuentes de derecho que varían según la escuela jurídica. Es decir, que la ley islámica ha evolucionado y permite innovaciones, pero en la Edad Media y Moderna no adoptaron figuras jurídicas como la empresa.
Entre otros motivos, se podría explicar esto por la aversión natural del islam hacia la idea de subdividir la indivisible comunidad musulmana en entidades autónomas. Eso significa que los negocios no eran más que asociaciones entre individuos, y que al morir uno de los asociados se solían disolver las empresas comerciales. Esta combinación de un sistema de herencias relativamente igualitario y de falta de personalidad jurídica de las empresas fue nefasta para la formación de negocios duraderos y el desarrollo económico del mundo islámico, en especial para cuando en Europa se estaba formando el capitalismo.
Conocedores de esta realidad, los mercaderes o inversores asociados minimizaban la cantidad de miembros de una empresa y tales asociaciones eran formuladas para durar poco tiempo. Esto hizo que no hubiera incentivos para desarrollar organizaciones comerciales más complejas, una contabilidad sofisticada, o grandes empresas, porque la acumulación del capital era difícil. Los negocios en el mundo islámico se basaban en relaciones personales, y entre esto y que la prohibición de la usura fue hecha más efectiva en países musulmanes, no desarrollaron bancos y mercados crediticios y financieros.
No fue hasta el siglo XIX, por el colonialismo europeo, que adoptaron la figura de las empresas impersonales. Antes de eso, los mercaderes o propietarios de negocios exitosos no reinvertían en su empresa comercial para hacerla crecer, sino que invertían las ganancias en propiedades inmobiliarias urbanas o en explotaciones agrícolas. Una de las estrategias empleadas para preservar sin fragmentar el patrimonio familiar fue el usar la figura de los waqfs o bienes habices. Ya hablé de ellos en el episodio 45 Economía de al-Ándalus. Riqueza, poder y sector primario.

Los bienes habices eran donaciones en vida o al morir que convertía en inalienables unos bienes, con finalidades piadosas, caritativas, o de provisión de servicios sociales, como mezquitas, escuelas, hospitales, o posadas para viajeros. Sin embargo, también se empleó esta figura jurídica con fines privados, ya que su carácter sagrado daba un mayor grado de protección jurídica y permitía eludir las leyes de herencias. El fundador de un waqf podía designarse como gestor del mismo con un salario, contratar a familiares, o designar a un sucesor en la gestión, y además tenía derecho a una parte de los ingresos generados por el patrimonio inmovilizado.
A pesar de tener algunos beneficios, los bienes habices tenían importantes limitaciones. No podían venderse o repartirse entre descendientes, no podían unirse a otros waqfs, había un mínimo a gastar en caridad, y debían seguir las directrices estipuladas por su fundador de forma estricta, sin poder cambiarse. Esto fue especialmente negativo para las madrasas, la institución islámica más similar a las universidades, que no tenían capacidad de autogobierno ni flexibilidad para adaptarse a los cambios de los tiempos y ampliar su currículum.
Los bienes habices financiaban más servicios sociales en las ciudades que nada similar en la Europa feudal, lo cual era bueno. Se hacía sin intervención estatal y evitaba gastos al estado, pero al mismo tiempo también perjudicaban las finanzas estatales porque no pagaban impuestos. La importancia de tales servicios y el hecho de que los waqfs tuvieran una finalidad piadosa hizo que su gestión fuera conservadora y no tomaran riesgos para maximizar beneficios, como lo podría hacer una empresa comercial. Las ineficiencias serían notorias sobre todo en la Edad Moderna y ya al entrar en la Edad Contemporánea.
Otras explicaciones
Antes de evaluar cuál es la explicación más convincente, veamos brevemente otros argumentos complementarios. Jared Rubin por ejemplo explicó que, en general, las élites religiosas islámicas fueron más importantes que sus contrapartes cristianas en legitimar gobiernos e influir en sus políticas. Las crisis políticas ocurridas por invasiones, revueltas, o fragmentaciones políticas, sobre todo desde el siglo XI, llevaron a que los ulemas, los sabios en teología y derecho islámico, adquiriesen especial relevancia.
Se convirtieron en protectores de una sociedad civil musulmana débil por falta de organización propia, lo que les dio poder para legitimar la restauración del orden en manos de otros o a veces ellos mismos fundaron dinastías, como ocurrió en la Taifa de Sevilla o Córdoba. Más ulemas pasaron a estar empleados por el estado, a diferencia de antes del siglo XI, cuando la mayoría se sustentaba por sus propios medios. El mayor poder que adquirieron los ulemas fue perjudicial para el desarrollo científico y también financiero, porque aplicaron más rigurosamente la prohibición de los préstamos con interés.
Además, ya en la Edad Moderna el Imperio otomano prohibió la impresión de textos árabes, mientras que en Europa la imprenta socavó la autoridad de la Iglesia y facilitó la difusión de la reforma protestante. Esto hizo que en los países protestantes los gobernantes pasaran a apoyarse más en las élites económicas de tipo empresarial que las religiosas, a diferencia de lo ocurrido en países católicos y musulmanes. En todo caso, el tema de la usura e imprenta fue más importante para acrecentar la divergencia económica, social y política que para el cambio de balance de poder que ya tiene origen en la Edad Media.
Una hipótesis que mezcla economía y geografía se centra en las rutas comerciales. La Ruta de la Seda hizo que países de Oriente Medio y Asia central no buscasen alternativas a esas rutas comerciales terrestres, pero a finales de la Edad Media la rentabilidad de la Ruta de la Seda entró en declive. A su vez, los comerciantes europeos tenían dificultades para acceder a productos de Asia a través de países musulmanes. Nada hace que la gente sea creativa e innove más que la necesidad, y así los europeos desarrollaron las mejores tecnologías navales y abrieron nuevas rutas marítimas comerciales en África, Asia y América. Todo esto ahondó en la divergencia y llevó a la supremacía europea, pero eso fue más algo de la Edad Moderna y Contemporánea.
¿Por qué la Europa cristiana ganó al mundo islámico?
Llega el momento de las conclusiones, ¿cómo se explica el triunfo de la Europa cristiana? Pues creo que la hipótesis institucional feudal, la del gasto militar, y la del sistema de herencias se complementan muy bien. La descentralización del poder a nivel geográfico y entre más actores políticos frente al autoritarismo absolutista del modelo político islámico fue clave para fomentar en Europa la estabilidad política, la seguridad jurídica, y el desarrollo de instituciones donde canalizar la participación política y negociación. Esa descentralización propiciaba las innovaciones y una sociedad civil más fuerte, con sus propias organizaciones autónomas, como asambleas de vecinos y gremios.
Aunque el título del episodio habla de Europa cristiana contra mundo islámico, la verdad es que la religión es menos importante que el modelo político feudal versus el tributario y centralizado de los estados islámicos. También así se explica que el Imperio bizantino, heredero del estado fuerte romano que no adoptó el feudalismo, perdiera terreno hasta desaparecer por conquistas islámicas. Ojo, que la Europa cristiana feudal triunfase sobre el mundo islámico no significa que el modelo del primero fuera mejor para su población o más justo.
Lo que significa es que, en un mundo donde existían estos dos modelos, el cristiano feudal estaba mejor posicionado en contra del otro. El gran poder de una aristocracia terrateniente implicaba, por un lado, más controles al poder del soberano, pero por otro una concentración de la propiedad privada en pocas manos, en detrimento de los intereses de la mayoría de la población. El elevadísimo gasto militar de los países feudales hacía que se invirtiese menos en la construcción de infraestructuras, en servicios sociales como escuelas primarias y hospitales, o en cultura.
Puedes decir, bueno, a largo plazo las instituciones feudales fueron mejores para Europa, pero a largo plazo todos estamos muertos y a un campesino del siglo XII se la sudaría lo que fuera a pasar siglos después. Piensa que, pese a que la divergencia en el balance de poder empezó en el siglo XI, eso no se tradujo en una renta superior para el europeo medio hasta bien entrada la Edad Moderna y en algunos países hasta el siglo XIX. Uno de los factores que explican la divergencia y el por qué los europeos colonizaron fuera de sus fronteras era el injusto sistema de herencias que se generalizó en la Plena Edad Media y que hacía que solo el hijo varón primogénito heredara el patrimonio familiar.
La búsqueda del ascenso social de hijos de aristócratas sin tierras heredadas o de hombres de familias pobres los llevaba a expediciones de conquista con la ambición de conseguir tierras y la riqueza suficiente para comprar un caballo. Es un fenómeno que se observa en las conquistas normandas de Inglaterra y el sur de Italia y Sicilia, las cruzadas, la creación de señoríos ingleses en Irlanda, o en la conquista de Valencia por parte de El Cid.
Con la colonización feudal se poblaban espacios que podían estar ya ocupados o no y se replicaban las instituciones y relaciones sociales del lugar de origen. Igual que el capitalismo es un sistema que requiere de un crecimiento continuo para no colapsar, la expansión también era inherente en el feudalismo por el deseo de la aristocracia de hacerse con más tierras de las que extraer rentas y más vasallos para poder usar en expediciones militares. Era un sistema que reproducía y engrandecía las desigualdades socioeconómicas.
El desarrollo histórico del mundo islámico fue en gran medida por accidente histórico, es decir, por las fortunas de las cadenas de eventos y no por algo predeterminado por el islam. Igual que no estaba escrito en ningún sitio del Corán que debieran emplear ejércitos de esclavos, tampoco estaba escrito que debiera existir una clase religiosa más influyente en política o que no pudieran existir personas jurídicas. Igual que se han hecho numerosas interpretaciones del cristianismo a lo largo del espacio y tiempo, ocurrió lo mismo con el islam. Al final, lo que se han planteado en este episodio son hipótesis, no se pretende zanjar el debate. Un tema tan importante como este seguirá dando lugar a nuevas teorías con más evidencias y razonamientos más sólidos.
Outro
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Fuentes
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