Este es el episodio 60 llamado Sancho III el Mayor de Pamplona, entre la historia y leyenda y en este episodio aprenderás:

Sancho III Garcés, desmemoria y manipulación de un reinado

Redes de parentesco de los reyes de Pamplona (905-1035), por Ángel J. Martín Duque y Julia Pavón
Redes de parentesco de los reyes de Pamplona (905-1035), por Ángel J. Martín Duque y Julia Pavón

La figura del rey Sancho III Garcés, apodado el Mayor en contraposición con su nieto Sancho IV el Joven o el de Peñalén, ha sido muy distorsionada durante siglos. Eso ha sido así porque tenemos un problema de fuentes sobre su reinado. Más allá de anales con escuetas noticias, no existe ninguna crónica de su tiempo. La más cercana a los hechos, la Historia Silense, se escribió en León un siglo más tarde con un panorama geopolítico muy distinto donde todos los reyes cristianos ibéricos de entonces eran descendientes por línea masculina de Sancho el Mayor, con lo que estaban interesados en ensalzar su figura.

La historiografía local navarra, tras un desarrollo con Sancho II Garcés, desapareció por completo durante dos siglos, y cuando hubo intentos posteriores para reafirmar la identidad propia del Reino de Navarra, ya se hizo en muchos casos partiendo de crónicas castellanoleonesas que daban informaciones inexactas, en vez de partir de unas fuentes locales. Las fuentes árabes, en otras ocasiones tan útiles, poca información nos proporcionan por las limitaciones que ya comenté en cuanto al periodo de las primeras taifas, y las crónicas francas coetáneas no informan mucho sobre Sancho III.

Debido a esta falta de crónicas narrativas, hay que recurrir principalmente a los diplomas de actos de compraventa y donaciones preservados en monasterios y catedrales. Sin embargo, quitando los documentos de León y Castilla que hacen referencia al soberano pamplonés, solo se han contado diecinueve diplomas auténticos en el espacio de la monarquía pamplonesa, todos interpolados salvo uno original referente a una donación cerca de Jaca, y a unos doce más se les puede atribuir una credibilidad probable. Así que hay que ser cuidadosos y descartar decenas de diplomas producidos por monasterios falsificadores de documentos en los siglos XII y XIII, como frecuentemente ocurrió en San Juan de la Peña y San Salvador de Leire, que fabricaron privilegios y derechos de propiedad de algunas tierras invocando supuestas donaciones y concesiones del afamado monarca navarro.

Estos problemas que tenemos con las fuentes han provocado que tengamos pocas certezas sobre el reinado de Sancho el Mayor y que los historiadores hayan tenido que basarse más en hipótesis y razonamientos de lógica que en hechos contrastables para intentar crear un relato que tenga sentido. En la misma Edad Media se cometieron errores garrafales que se repitieron durante siglos, como ignorar los reinados de Sancho II y García II y hacer como que Sancho el Mayor gobernaba desde el 970, o atribuirle la conquista de las tierras riojanas de Nájera y una desviación del Camino de Santiago, cuando estas fueron obras de Sancho I.

Hechos como el mal conocido asesinato del conde García Sánchez de Castilla y que su hijo bastardo Ramiro recibiera en herencia Aragón fueron presa fácil de leyendas populares que influirían en las crónicas. Los cantares de gesta también difundieron la idea de que el rey Alfonso V de León, al morir el conde Sancho García de Castilla, lanzó una ofensiva para hacerse con los territorios entre los ríos Cea y Pisuerga, es decir, los condados de Saldaña y Monzón, motivo por el cual Sancho el Mayor habría tenido que actuar como protector de García Sánchez de Castilla.

Dominios de Sancho III el Mayor en 1035, por José María Monsalvo Antón
Dominios de Sancho III el Mayor en 1035, por José María Monsalvo Antón

Pero tal supuesta pugna entre leoneses y castellanos no tiene base histórica alguna y su invento refleja más bien la rivalidad posterior entre León y Castilla, ya que entonces Monzón ya era parte del condado de Castilla y el condado de Saldaña era propiedad de los Banu Gómez. Por diversas circunstancias que explicaré en este episodio, Sancho III de Pamplona gobernó desde las tierras leonesas hasta Ribagorza. Por eso desde el nacionalismo español más rancio se lo llegó a caracterizar como un ambicioso usurpador con ansias imperialistas casi demoníacas, más centrado en generar conflictos entre cristianos y en hacerse con León que en la gloriosa empresa de la Reconquista.

Claro, porque según servidores del franquismo como Justo Pérez de Urbel, medievalista que fue el primer abad del Valle de los Caídos, solo los asturianos, leoneses y castellanos representaban la España verdadera y un rey navarro no podía ser bien visto. Otros cronistas medievales e historiadores modernos, en cambio, caracterizaron a Sancho el Mayor como un glorioso emperador con un programa panhispánico con la ambición de unificar todos los territorios cristianos peninsulares, pero esta también es una invención historiográfica sin base en las fuentes de la época.

El abad Oliba lo llamaba en una carta rex ibericus, rey ibérico, mientras que crónicas posteriores a su tiempo magnificaron su memoria dándole títulos que Sancho nunca empleó, como imperator o Hispaniarum rex, emperador o rey de las Españas. De hecho, sus intitulaciones seguían patrones de reinados anteriores, como decirse rey por la gracia de Dios o llamarse rey y siervo de Dios. Fue por el azar de crisis políticas y sucesorias y sus lazos de parentesco que gobernó en muchos puntos de la península.

Según se refleja en su correspondencia con el abad Oliba, Sancho el Mayor ante todo quería preservar la paz dentro de los reinos cristianos y entre ellos como condición necesaria para destruir a los enemigos musulmanes de al-Ándalus, y solo así se podía reformar la iglesia y perfeccionar la vida de los cristianos de acuerdo a la ley y voluntad de Dios. Ese era su programa político. Quizás así se entienden mejor sus intervenciones en Ribagorza, Castilla, y el Reino de León en su conjunto, más que por una ambición territorial desmedida y un intento de unificar en un solo reino a los cristianos hispanos.

Identidad neogótica del Reino de Pamplona

Relacionado con las ideas políticas de Sancho el Mayor, es importante resaltar que las élites dirigentes del Reino de Pamplona asumieron una identidad latina, lo que contrastaba con una mayoría de población de lengua vascona. El latín era la lengua de la cultura y de Roma, de la que la única ciudad del territorio vascón, Pamplona, era heredera, mientras que la lengua vascona no tenía una tradición escrita y era vista un idioma de bárbaros. Eso hizo que en ningún momento aparezca en la documentación el Reino de Pamplona como Regnum Vasconum.

Navarra es un topónimo que ya aparece en textos carolingios del siglo IX, y el historiador Ángel Martín Duque lanzó la hipótesis de que etimológicamente vendría de la voz euskera antigua nabar, una referencia al arado. Esto significaría que el ser pamplonés sería un marcador de elevado estatus social, mientras que los llamados navarros en la Alta Edad Media serían los campesinos del Reino de Pamplona. Solo en la segunda mitad del siglo XII se cambiaría el título de rey de Pamplona por rey de Navarra.

El neogoticismo asturleonés y quizás el de las élites locales influyeron fuertemente en Pamplona, algo que observamos especialmente durante el reinado de Sancho II, que mandó compilar los códices Albeldense, Emilianense, y de Roda como primeras obras de historiografía propia donde presentaban a los soberanos pamploneses como herederos del Reino visigodo. Asumían como propia la historia romana y visigoda que recogían a través de la obra histórica de Orosio e Isidoro de Sevilla y de las crónicas asturianas. Recopilaban además una carta del emperador Honorio para las tropas que se hospedaron en Pamplona en el año 418 y un texto conocido como De laude Pampilone, que algunos creen que se escribió en época visigoda.

La memoria histórica creada bajo Sancho II Garcés borraba intencionadamente el pasado vascón y no reivindicaba a los vascones por su lucha contra los romanos o visigodos. Incluso unos versos del andalusí Ibn Darray reflejan cómo los soberanos pamploneses se presentaban como herederos de la realeza romana. La desmemoria era tal que en el siglo XI el etnónimo de vasco había desaparecido de Navarra y solo se usaba para referirse a la lengua mayoritaria, vascón se reservaba a los habitantes de Gascuña, el País Vasco francés, y en crónicas medievales los navarros eran confundidos con los cántabros de la Antigüedad.

El reinado de Sancho el Mayor en sus dominios

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Mapa político de la península ibérica, año 1000, por David Cot
Mapa político de la península ibérica, año 1000, por David Cot

El Reino de Pamplona estaba conformado por tres regiones con personalidad diferenciada y su propio obispo: Navarra, el antiguo condado de Aragón, y La Rioja Alta u occidental en torno a Nájera. En la segunda mitad del siglo X habían perdido ante los musulmanes Calahorra y Arnedo, que décadas antes habían pertenecido a los Banu Qasi. La extensión del Reino de Pamplona era una décima parte de la del Reino de León, pero hay que pensar que León era un reino grande para los estándares europeos altomedievales y ahí era fácil que las revueltas fueran frecuentes porque el rey era una figura lejana para muchos.

Tras las devastaciones provocadas por los andalusíes, la ciudad de Pamplona sufrió un declive del que tardó un siglo en recuperarse. Pamplona siguió siendo la sede regia y un símbolo para la monarquía de la dinastía Jimena o Sancha. Sin embargo, Sancho III, o quizás su abuelo Sancho II, transfirió la propiedad de Pamplona y sus rentas al obispado, de manera que el obispo ejercía de señor de la ciudad, y, en cambio, Nájera se quedó como la principal ciudad del reino y se convirtió en lugar de residencia habitual de los reyes navarros. En todo caso, es falso y anacrónico describir Nájera como capital del reino.

Sancho el Mayor concedió un fuero a Nájera, como revelaba la ratificación del fuero que hizo Alfonso VI en 1076, que entre otros privilegios concedía a sus ciudadanos la exención del pago de tasas por tráfico de mercancías en todo el reino. Entre un cuarto y un tercio de su población era judía y gozaban de un privilegio por el cual asesinar a un judío se castigaba con una fuerte multa, equiparable al asesinato de clérigos e infanzones, cifras superiores al homicidio de un cristiano normal y corriente. En general, las tierras riojanas eran las más dinámicas del reino en términos económicos y culturales.

Durante toda la Alta Edad Media no tenemos ninguna noticia escrita sobre la provincia de Guipúzcoa, así que es difícil saber si fue durante muchos años una tierra de nadie o si por el contrario estuvo desde tiempos remotos bajo dominio pamplonés. Yo ciertamente me inclino más por la primera opción. Pero en 1025 tenemos la primera noticia en la que además aparece por primera vez el corónimo Guipúzcoa, tenencia encomendada a García Aznárez a modo de feudo. Este y su esposa Galga donaron la iglesia de San Salvador de Olazábal al monasterio aragonés de San Juan de la Peña.

García Aznárez seguramente era un señor aragonés, súbdito por tanto de Sancho el Mayor, mientras que Galga sería una mujer local importante. Quizás a través de este matrimonio político se llegó a un acuerdo para integrar el territorio guipuzcoano en la monarquía pamplonesa alrededor del año mil. Las tierras guipuzcoanas se caracterizaban por haber sufrido una depresión económica desde la caída del Imperio romano y la inseguridad de las rutas comerciales marítimas, de modo que estaban poco pobladas y era un territorio de pequeñas aldeas con explotación agrícola y ganadera bastante simple.

De sus primeros doce años de reinado en solitario, la única actuación política fiable que conocemos sobre Sancho III de Pamplona es que acordó con su suegro, el conde de Castilla, los límites entre sus dominios para evitar disputas. Por una aventura en sus años de soltería juvenil Sancho tuvo a su hijo bastardo Ramiro, incorporado en la corte como miembro de la familia regia, pero no pudo ser el sucesor de su padre por su condición. El rey navarro se casó en 1010 con Munia, hija primogénita del conde Sancho García de Castilla y hermana mayor del desdichado último conde de la línea masculina de Fernán González. De este matrimonio nacieron por lo menos cuatro hijos varones y una o dos hijas. La trascendencia y utilidad de este enlace para Sancho III no podrían haberse vaticinado en esos momentos.

El condado de Ribagorza pierde su independencia

El románico pirenaico (siglo XI), por Desperta Ferro
El románico pirenaico (siglo XI), por Desperta Ferro

El condado de Ribagorza, situado en lo que hoy es el noreste de Aragón, sufrió una gran destrucción por la campaña del hijo de Almanzor en 1006 y perdió territorios que quedaron ocupados por los musulmanes y sometidos a asfixiantes tributos. Esto ya es algo que vimos en el episodio 55 Al-Muzaffar, el continuador del régimen amirí. Tras eso la condesa Toda se casó con su primo segundo Suniario, conde de Pallars, y cogobernaron hasta que este falleció en 1010. Debido a esta nueva crisis sucesoria, la condesa Toda decidió renunciar a sus derechos de gobierno.

Lo hizo a favor de su sobrina, llamada Mayor, y de su sobrino Guillermo Isárnez, hijo bastardo del conde Isarno de Ribagorza que residía en el condado de Castilla bajo la tutela de su tía Ava, madre del conde castellano. Guillermo y Mayor vinieron acompañados de un ejército castellano para tomar el poder en Ribagorza, y necesariamente para ello tuvieron que contar con el permiso de paso de Sancho III de Pamplona. No está claro si la recuperación de Roda de Isábena y los territorios más al sur del condado ocurrió entonces aprovechándose del prestigio adquirido por el conde de Castilla por su intervención en Córdoba, o si tal reconquista sucedió en 1018 con Sancho el Mayor.

A finales de 1017 el conde Guillermo acudió a una reunión en la Seo de Urgel presidida por el obispo Ermengol, y tras eso quiso aprovechar el viaje para visitar el valle de Arán y hacer efectivos sus derechos sucesorios. No queda claro si el valle de Arán estaba sin un señor entonces o si se encontraba bajo el dominio del conde de Pallars Sobirà, pero este seguramente planeó el asesinato de Guillermo Isárnez por la ambición de reunificar Pallars y Ribagorza, y hombres del valle de Arán tuvieron éxito en matarlo. Fue un objetivo fácil porque no estaba de expedición militar, solo llevaba una escolta normal.

La muerte del conde Guillermo de Ribagorza supuso el fin de las aspiraciones de independencia política de los ribagorzanos. Lo que sigue a continuación ha dado lugar a diferentes reconstrucciones de los hechos. Según unos historiadores, la condesa Mayor, casada con el conde Ramón III de Pallars Jussà, habría heredado todo el condado, pero entonces su marido la repudió para intentar apropiarse de Ribagorza. Mayor se habría refugiado en los valles del norte y tal crisis política habría propiciado la rápida intervención del rey de Pamplona, ya que la reina Munia era sobrina de Mayor.

Se desconocería si la intervención pamplonesa fue por petición de Mayor y de aristócratas y clérigos ribagorzanos, o si fue por iniciativa propia por ambición de nuevas tierras o para evitar los riesgos de una conquista musulmana de Ribagorza, que pudiera poner en peligro los propios dominios del Reino de Pamplona. Según otros historiadores, Sancho III Garcés ocupó en 1018 el centro y sur de Ribagorza, que había gobernado Guillermo, en defensa de los derechos de herencia de su esposa Munia para evitar que se lo quedasen Mayor y su marido.

Condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza en tiempos de Sancho el Mayor, por Gonzalo Martínez Díez
Condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza en tiempos de Sancho el Mayor, por Gonzalo Martínez Díez

La repudiación de Ramón III de Pallars Jussà habría ocurrido en 1019 o 1020, y este ocupó el valle de la Noguera Ribagorzana, mientras que el conde de Pallars Sobirà se hizo con el valle de Boí. La condesa Mayor se quedó gobernando con sus pocos fieles la parte más septentrional de Ribagorza. Por tanto, los territorios de Ribagorza quedaron repartidos entre cuatro personas distintas durante unos años. En 1025 Mayor transfirió sus derechos de gobierno a Munia. Mayor pasó el resto de sus días en Castilla y a veces apareció en documentos junto a Sancho III y Munia, con lo que la cesión se hizo en buenos términos.

Dos actas de donación de abril de 1019 reflejan la conciencia de un gran cambio político, al calendar los documentos con la fórmula “reinando Roberto rey de los francos, [pero] sobre nosotros el rey Sancho”, y unos meses después ya se dejó de invocar al rey de Francia. De forma muy significativa, en documentos del norte de Ribagorza entre 1018 y 1025 se emplea la fórmula ‘rege expectante’, esperando rey, para indicar una situación política confusa. Sabemos que Sancho el Mayor viajó personalmente a la abadía de Angély, más cerca de París que de Pamplona, por una ceremonia por el supuesto descubrimiento de la cabeza de San Juan Bautista.

Allí se entrevistó personalmente con el rey Roberto II de Francia y le presentó obsequios. Lo que no sabemos con seguridad es la fecha de tal evento. Algunos dicen 1010, pero si fuera en 1019 como propone Ángel Martín Duque, entonces se puede plantear la hipótesis sugerente de que el monarca navarro pudo peregrinar con el deseo de obtener la aprobación del rey de Francia por su anexión de Ribagorza y evitar posibles reclamaciones. En tal caso, Roberto II difícilmente podía hacer otra cosa que aceptar la situación de hecho, porque hacía siglos que los francos no controlaban Ribagorza y en aquellos momentos ni siquiera el rey francés gobernaba toda Francia.

Bajo el reinado de Sancho III Garcés, el obispo de Roda de Isábena consagró numerosas iglesias locales, lo que evidenciaba un proceso de recuperación eclesiástica y de poblamiento tras las campañas andalusíes. La incorporación de Ribagorza a la monarquía pamplonesa fue recibida con los brazos abiertos por la élite dirigente local para evitar tantas crisis sucesorias y como una garantía de protección mayor frente a nuevas razias musulmanas. Este apoyo también se refleja en el hecho de que el rey navarro no tuvo que sustituir a los señores de castillos por leales suyos. En consecuencia de la anexión, el condado de Ribagorza dejó de existir como entidad política.

Sancho el Mayor, al-Ándalus y Gascuña

Sancho III de Pamplona no fue un rey que destacase por su lucha contra los musulmanes y conquistas en al-Ándalus. Para un Reino de Pamplona de unos 15.000 kilómetros cuadrados heredados por Sancho, se calcula un modesto avance territorial por al-Ándalus de unos 300 kilómetros cuadrados, que en todo caso eran zonas escasamente pobladas con fortalezas de poca importancia. La Taifa de Zaragoza era la rival más obvia del Reino de Pamplona, pero tanto el soberano tuyibí como el pamplonés adoptaron una actitud amistosa y pacificadora a la espera de fortalecer la unidad de los musulmanes por un lado y de los cristianos del otro antes de lanzarse a grandes ofensivas.

La muerte de Alfonso V en el asedio a Viseu de 1028 debió servir para convencer a Sancho el Mayor de mantenerse prudente y no arriesgarse con intentos de conquista de territorios ricos y densamente poblados como los del valle medio del Ebro. Eso no significa que no hubiera algaradas cristianas y andalusíes, una hostilidad de frontera de baja intensidad y magnitud. El poeta Ibn Darray escribió que Sancho violó una tregua y en una incursión en territorio pamplonés mataron a uno de los barones del reino y colgaron su cabeza en las murallas de Zaragoza.

 En 1033 el rey de Pamplona elevó a un caballero al rango de infanzón “porque te pusiste en peligro de muerte por mi servicio y con tus criados y hombres libres con gran esfuerzo conquistaste el castillo de Agüero y me lo entregaste a mí.” Las adiciones más relevantes fueron Boltaña en el Sobrarbe y Uncastillo, plazas recuperadas que habían sido tomadas en campañas amiríes, sin contar la incorporación al Reino de Pamplona del condado de Ribagorza, con el que el reino navarro añadió unos 3.000 kilómetros cuadrados.

Fronteras de Aragón con Sancho el Mayor, 1005-1035, por José María Monsalvo Antón
Fronteras de Aragón con Sancho el Mayor, 1005-1035, por José María Monsalvo Antón

Sancho el Mayor era un soberano cristiano de su tiempo, alguien que ya dejaba de centrarse solo en lo que ocurría en la península ibérica y abrió su reino a Europa. Fue el primer rey pamplonés en establecer relaciones con el Papado de Roma e impulsó relaciones con focos de renovación espiritual cristiana como la abadía de Cluny, que precedía al reformismo gregoriano. Como consecuencia de ello, la regla benedictina cluniacense se introdujo en los grandes monasterios del reino como San Juan de la Peña, San Salvador de Oña, y San Salvador de Leire.

Eso sí, en ningún momento se estipuló la subordinación de los monasterios del Reino de Pamplona a la abadía de Cluny, como afirmaban algunos diplomas falsos de un siglo después. Sancho III reconstruyó la catedral de Pamplona, eximió del pago de peajes a los peregrinos del Camino de Santiago más pobres, y durante su reinado las grandes abadías del reino consolidaron su poder integrando a iglesias locales. En esta época se intensificaron las relaciones transpirenaicas con Gascuña y Francia.

Sancho Guillermo, segundo hijo del conde o duque de Gascuña, se educó en la corte pamplonesa durante las décadas del 990 y 1000. Por eso los dos Sanchos mantuvieron muy buenas relaciones cuando en 1009 el gascón heredó Gascuña y Burdeos de su hermano, que murió sin descendencia. Tres diplomas revelan que en una ocasión el rey de Pamplona, Sancho Guillermo de Gascuña, y el conde Berenguer Ramón de Barcelona coincidieron en el monasterio de San Juan de la Peña alrededor del año 1030. Un cronista francés de la época alude de forma vaga a una campaña militar de Sancho el Mayor y el duque de Gascuña de la que habrían obtenido un buen botín.

Es probable que se produjera una operación militar conjunta de saqueo, no de conquista, también con la participación barcelonesa. Más que contra la Taifa de Zaragoza, veo más probable que fuera contra la Taifa de Lérida, escindida de la primera y regida por Sulayman ibn Hud, que unas veces se sometió a la obediencia de Zaragoza y otras actuó de forma independiente. Lo digo porque Lérida era vecina del condado barcelonés y porque un poema de Ibn Darray nos habla de una visita de Sancho el Mayor a la Zaragoza de Yahya ibn al-Mundir para un acuerdo de paz, con lo que seguramente mantuvieron buenas relaciones.

En ningún caso, el conde gascón y el barcelonés se convirtieron en vasallos de Sancho III Garcés por esta hipotética campaña, como alguna vez se ha sugerido. Sancho Guillermo murió sin descendencia, y en diplomas de entre diciembre de 1032 y enero de 1033 el rey de Pamplona empleaba también la fórmula de reinante en Gascuña. Esto prueba que pretendió sucederle y sondeó apoyos en la nobleza local, pero su grado de parentesco era más lejano que el del duque de Aquitania, que finalmente se hizo con el ducado de Gascuña. Así que Sancho el Mayor nunca gobernó Gascuña, y es otro invento historiográfico perpetuado durante mucho tiempo el que se anexase la comarca de Labort, que no se incorporaría a Navarra hasta el siglo XIII.

El asesinato de García Sánchez. Sancho III en Castilla

En febrero de 1017 falleció Sancho García, el cristiano más afamado de su tiempo gracias a su intervención en Córdoba del lado de los bereberes, y fue sucedido en los condados de Castilla, Álava y Monzón por su hijo de siete años, García Sánchez. Parece que su tía la abadesa de Covarrubias y el obispo de Castilla se encargaron de tutelarlo y regir el condado. Sin embargo, algunos se aprovecharon de la debilidad de la autoridad condal, como, por ejemplo, los infanzones del alfoz de Clunia, que usurparon muchas heredades de la dinastía condal.

El monarca pamplonés era cuñado del joven conde, y seguramente por eso tenemos constancia de que al menos desde 1023 Sancho III actuó como protector de García Sánchez para defender la autoridad condal y su patrimonio. Cuando cumplió dieciocho años, el conde castellano se fue a León acompañado de Sancho el Mayor para celebrar su boda con la infanta Sancha, hija del rey Alfonso V de León. Sin embargo, García Sánchez de Castilla fue asesinado en la sede regia antes de celebrarse el enlace.

No sabemos con seguridad nada más allá de esto, ni siquiera si el asesinato se produjo antes o después de la muerte de Alfonso V en agosto de 1028, aunque un diploma castellano confirma que ya a finales de septiembre Sancho reinaba en Castilla. Un magnicidio tan importante permitió que los juglares dieran rienda suelta a su imaginación, como quedó plasmado en el Romance del Infante García. La teoría más plausible hace responsable de la autoría del asesinato a los dos hijos de un tal Vela, que había sido ni más ni menos que el alférez del rey, y que aparecen documentados por última vez en marzo de 1028.

Si se habían exiliado del condado de Castilla por la revuelta de Sancho García contra Alfonso V, el asesinato podría haber estado motivado por una venganza por haber sufrido confiscaciones para beneficio de la familia condal castellana. Lo que está claro es que este magnicidio provocó una crisis sucesoria y que el mayor beneficiado fue Sancho III el Mayor. Los condados de Castilla, Álava y Monzón fueron heredados por su hermana mayor, la reina Munia de Pamplona, y según expresa el fuero de Castrojeriz, Sancho se hizo cargo de Castilla de forma pacífica, es decir, sin usurpar nada ni encontrarse resistencia.

Décadas de estrechas relaciones y de enlaces matrimoniales entre la dinastía Jimena y la asturleonesa y condal castellana dieron sus frutos. De este modo Sancho pasó a ejercer las funciones de gobierno del condado de Castilla junto a su hijo, aún menor de edad, Fernando, que aparece ya citado con la dignidad de conde. Podemos suponer que inmediatamente su madre le había transferido la titularidad del condado. Apenas conocemos qué actuaciones políticas hizo en Castilla.

Quizás lo más interesante, y que refleja el grado de aceptación del rey Sancho, es que dos mujeres aristócratas castellanas prohijaron a los reyes de Pamplona y les dieron villas enteras en propiedad y muchas otras propiedades dispersas. Un diploma de San Juan de la Peña fechado en junio de 1029 nos habla de una reunión de magnates en Castilla para confirmar el patrimonio de la familia condal, ahora dinastía Jimena, y en el documento usan la fórmula de “reinando nuestro señor Sancho, príncipe por la gracia de Dios y su vástago Fernando.”

Mapa político de la península ibérica, año 1032, por David Cot
Mapa político de la península ibérica, año 1032, por David Cot

Es muy significativo que entre 1028 y 1035 ningún diploma castellano calenda en nombre del rey Bermudo III de León, es decir, ni siquiera había un reconocimiento teórico. En términos efectivos, el condado de Castilla, que se extendía desde la costa cántabra y las provincias de Álava y Vizcaya hasta las provincias de Soria y Segovia, dejó de formar parte del Reino asturleonés. Desde un punto legal era una situación complicada, y tal cambio de soberanía iba a ser motivo de guerra entre el rey de León y el conde de Castilla a la muerte de Sancho el Mayor. Difícilmente alguien se hubiera podido imaginar que dos años después Fernando, heredero de un condado de Castilla sin Álava y sin la mitad de comarcas castellanas, se convertiría en rey de León.

Intervención de Sancho el Mayor en el Reino de León de Bermudo III

Ya expliqué en el episodio 58 Alfonso V y el Fuero de León de 1017 que el monarca leonés murió frente a los muros de Viseu, dejando atrás un niño de once años. Bermudo III estuvo bajo la regencia de la reina Urraca, madrastra del joven rey y hermana de Sancho III Garcés, este es un detalle muy importante, como veremos en seguida. No tenemos muchas informaciones sobre su reinado, pero está claro que fue convulso.

Un documento de 1046 así lo expresa: “después de la muerte del gloriosísimo y serenísimo rey de santa memoria (Alfonso V), se levantaron hombres perversos, ignorantes de la verdad, que arrebataron y usurparon heredades de la iglesia y redujeron a la nada a los fieles del reino. Y por ello, enfrentados entre sí, y unos con otros, se acabaron matando con la espada.” Se produjeron rupturas de fidelidad, asesinatos, depredaciones y raptos, y como consecuencia, cuando el poder regio se imponía, confiscaba propiedades de los responsables. Conocemos noticias de revueltas y disturbios con usurpaciones de bienes de la monarquía o de la Iglesia en Lugo, Santiago de Compostela o Astorga.

Iglesias y monasterios del Reino asturleonés, por José María Monsalvo Antón
Iglesias y monasterios del Reino asturleonés, por José María Monsalvo Antón

En la diócesis de Astorga ya en 1026 su obispo fue asesinado por una pugna por el control de unos monasterios y un magnate leonés se apropió de la sede episcopal escudándose en que supuestamente había fundado la sede, que era un monasterio. Pero a la muerte de Alfonso V un rival la ocupó y quemó los archivos, lo que desató una oleada de usurpaciones de monasterios y tierras del obispado de Astorga y complicó después su recuperación. Hasta hubo comunidades campesinas dependientes que rechazaron de forma violenta la reimposición de una autoridad señorial. La situación fue muy grave en algunos puntos del reino.

De nuevo iba a actuar Sancho el Mayor, el soberano cristiano ibérico de mayor prestigio, capaz de aglutinar en torno a él una red de lealtades de aristócratas de regiones muy diversas. De hecho, en 1028 el rey navarro no solo empezó a reinar en Castilla, sino que también lo hizo en el condado de Cea, situado entre la tierra propiamente leonesa y los dominios de los Banu Gómez de Saldaña. La madre de Sancho III era hermana del último conde, y por ese parentesco y aprovechando la posición de poder que ya tenía pudo sumar a sus dominios el condado de Cea, donde se hallaba el poderoso monasterio de Sahagún.

Por herencias, Sancho el Mayor ya controlaba una parte sustancial del Reino de León, pero aún iba a expandir sus horizontes. Estamos mal informados sobre cómo fue en la práctica la intervención de Sancho el Mayor en el Reino de León, pero numerosos diplomas confirman que desde finales de 1032 el rey de Pamplona se encargó de gobernar la región leonesa con la colaboración de su primo Fernando Laínez, mandatario de la ciudad de León y su alfoz. De esta manera, Sancho el Mayor gobernaba ya fuera de iure o de facto en una situación jurídica incierta un amplísimo territorio que abarcaba desde Ribagorza hasta León y Astorga.

Así se explica que en 1034 Sancho III tuviera la potestad de nombrar obispo de Astorga al cronista Sampiro con la voluntad de poner orden en la diócesis, o que, con la aprobación de la Santa Sede, decidiera restaurar la sede episcopal de Palencia de la mano del urgelés Poncio de Tabérnolas, como vimos en el episodio 59 Los condados catalanes de Ermesenda y Abad Oliba, 990-1040. Por su parte, Bermudo III de León centró sus actuaciones de gobierno en Asturias y Galicia, aunque también parece que Sancho el Mayor envió hombres hasta Galicia, pues un conde gallego desalojó una guarnición vascona de Castro Lapio, Lugo, con la ayuda de mercenarios vikingos por los supuestos abusos que cometían.

Monarquía pamplonesa de Sancho III el Mayor
Monarquía pamplonesa de Sancho III el Mayor

Desconocemos cómo se llegó a un acuerdo tan anómalo. Lo más probable es que haya que ver aquí la influencia de la reina Urraca, que por ser hermana del rey de Pamplona aprovechó para llamarlo para restaurar el orden y terminar con los movimientos de rebeldes. No sabemos hasta qué punto esto se hizo con el consentimiento de Bermudo III, ya mayor de edad, o si este se sintió presionado por su madrastra y por no tener aliados y se vio obligado a aceptar tales condiciones. En todo caso, no hubo ningún conflicto abierto entre Bermudo y Sancho, ni hay noticias de represalia alguna contra aquellos del Reino de León que sirvieron también al rey pamplonés.

Sancho el Mayor no conquistó León, y por lo general no estuvo físicamente en la sede regia leonesa, sino que las mismas autoridades de antes siguieron gobernando, reforzados seguramente con hombres de Navarra, Aragón y La Rioja que envió Sancho. Había un clima de cooperación leonesa y pamplonesa, reforzado por el matrimonio entre Bermudo y Jimena, hija de los reyes de Pamplona, en enero de 1035. Febrero de ese año fue el último mes en que aparece Sancho III reinando en León, y poco después, el 18 de octubre de 1035, murió Sancho el Mayor.

El Veredicto: Sancho el Mayor, un rey muy suertudo

No te voy a engañar, investigar el reinado de Sancho el Mayor ha sido decepcionante. Yo iba con la expectativa del rey navarro más grande, el monarca que pudo unificar los reinos cristianos hispanos en uno solo, y resulta que casi todo lo que consiguió fue gracias a los derechos sucesorios de su mujer y a que tuvo más potra que nadie. Sancho III tuvo mucha suerte en la crisis sucesoria de Ribagorza y en las muertes de Alfonso V de León, García Sánchez de Castilla, y el conde de Cea, todas ocurridas en 1028.

Casar a su hermana Urraca con Alfonso V fue obra suya, pero por lo demás fueron el azar y las redes de parentesco construidas durante generaciones por su familia y la de su mujer, Munia de Castilla, los que permitieron que Sancho el Mayor se convirtiera por un breve periodo de tiempo en el soberano más importante de la cristiandad medieval hispana. Y con eso, El Veredicto termina.

Avance y outro

¿Qué te ha parecido Sancho III el Mayor? ¿Conocías algo sobre él, ha superado tus expectativas o te ha decepcionado? Cuéntamelo en los comentarios. Y ya de paso, si eres nuevo tienes mucho contenido pendiente a ver en el canal de YouTube y dos pódcasts La Historia de España-Memorias Hispánicas entre esta serie cronológica, episodios temáticos y entrevistas a historiadores, así que suscríbete y dale a la campanita de notificaciones para no perderte nada.

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Fuentes

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