Este es el episodio 28 llamado La época de Carlomagno. Parte 1 y en este episodio aprenderás:
- La Cataluña islámica
- El ascenso de la dinastía carolingia
- Carlomagno en Spania. La batalla de Roncesvalles del 778
- La Marca Superior, entre carolingios y omeyas
- Incorporación franca de Gerona y del Pirineo catalán y aragonés
- La querella adopcionista
- El Veredicto: Maquillando los orígenes
- Avance y outro
- Fuentes
La Cataluña islámica
Antes de nada, muchas gracias a Liam O’Shea por llevar años apoyándome desde el podcast original en inglés, y de hecho he vuelto a divulgar en inglés en mi nuevo canal y podcast New History of Spain. Tú también puedes convertirte en mecenas y ganar beneficios exclusivos como accesos anticipados o aparecer en los créditos de los episodios en patreon.com/lahistoriaespana. Dicho esto el tema de hoy lo he dividido en dos partes porque sino sería demasiado largo, así que en esta primera parte veremos sobre todo la historia política del Imperio carolingio entre mediados y finales del siglo VIII y la segunda parte estará dedicada a la conquista franca de Barcelona y todo lo que es la sociedad y economía del Imperio carolingio, los debates en torno a qué es el feudalismo, el llamado renacimiento carolingio y el legado de la figura de Carlomagno.
Y ahora sí empezamos con esta sección dedicada a la situación previa a las conquistas carolingias de la actual región de Cataluña. La influencia islámica en Cataluña no fue tan irrisoria y superficial como el medievalismo tradicionalmente ha reconocido, al igual que pasa con otras regiones de España. Ya vimos en el episodio 22 La conquista musulmana de la península ibérica como Musa y Tariq atacaron las provincias de Lérida y Tarragona en el 714 para derrotar al pretendiente a rey Agila II y hacerse con la capital de la provincia goda de Tarraconense. En época del gobernador al-Hurr se completó la conquista de las provincias de Barcelona y Gerona, se asume que más por capitulaciones que por batallas y asedios.
Como fue habitual durante el siglo VIII, la incidencia de la islamización en la población local fue baja y a nivel arqueológico no se han detectado muchas discontinuidades respecto al período visigodo, aunque en Barcelona se encontraron monedas islámicas y una inscripción árabe de un verso del Corán en un hueso a modo de amuleto. Como en otras partes de al-Ándalus, hay indicios que apuntan a que el complejo episcopal de Barcelona y Gerona se repartió para darles un espacio de culto y reunión a los soldados musulmanes. El nuevo poder militar reusó las residencias de los condes de las ciudades, y al igual que en Pamplona, en Barcelona se han encontrado enterramientos islámicos.
Cabe destacar que en la conquista Musa y Tariq conquistaron Tarragona porque era cabeza provincial e instalaron un gobernador, pero a lo largo del siglo VIII y siguiendo una tendencia que ya venía desde época goda Tarragona fue perdiendo su importancia y capitalidad regional a favor de Tortosa, ciudad bañada por el tramo final del río Ebro. Por otro lado, el historiador Ramon Martí a través del estudio de la toponimia y la evidencia documental y arqueológica concluyó que muchas poblaciones y vecindarios derivados del latín palatium de la mitad oriental de Cataluña, la Cataluña Vieja, eran parte de una red de centros fiscales rurales que se podían encontrar a lo largo de las antiguas calzadas romanas.
No te imagines estos palatium como palacios cortesanos sino como fincas rurales con una función de recaudación establecidas al completarse la conquista musulmana, y estos asentamientos fueron organizados sobre todo con tierras del fisco godo, aunque seguramente también incluía tierras confiscadas a los cristianos derrotados que no se sometieron. Esta red de palatia rurales rodeaban las ciudades episcopales y esto no hace más que reforzar la idea de que las sedes episcopales colaboraron con las autoridades árabes en la recaudación fiscal. Estos pequeños asentamientos de explotación agraria y recaudación estuvieron en posesión de árabes y bereberes, como refleja el registro toponímico con palacios llamados como palacio de sultanes, palacio de Abu Tawr o Palamors, de donde deriva el nombre de la ciudad de Palamós.
Lo que puede resultar chocante y contraintuitivo es que estos topónimos fosilizados se encuentren sobre todo en la Cataluña Vieja y no en la Nueva, en las tierras de Lérida y Tarragona que estuvieron mucho más tiempo bajo dominio islámico. Seguramente esto tiene que ver con que en épocas posteriores al siglo VIII se reorganizó el territorio andalusí y los topónimos anteriores fueron reemplazados, ya que también se ha detectado el término palatium y el equivalente árabe balad en otras zonas que estuvieron relativamente poco tiempo bajo dominio musulmán como Galicia, León, Burgos o Navarra, o en el primer siglo de dominio andalusí sobre Córdoba y Toledo.
Otro concepto llegado desde Oriente a la Cataluña Vieja y Narbona fue una tasa sobre la cosecha conocida como tasq y de ahí deriva en catalán la palabra tasca, que proviene de la administración sasánida y luego omeya en Mesopotamia. A través de la arqueología conocemos también la existencia de una red de vigilancia y defensa, como el castillo de Sant Julià de Ramis situado a unos pocos kilómetros al norte de Gerona y que fue reaprovechado por los árabes, o las más de una decena de torres atalayas situadas entre Barcelona y Narbona, como la torre de la Mora de Sant Feliu de Buixalleu o la torre del Far de Santa Coloma de Farners.
Este sistema de vigilancia con torres de planta circular se instauró en época de la conquista cuando el Califato omeya tenía grandes recursos para asegurar el control de al-Ándalus, y también se ha propuesto que algunas torres fueran construidas en la década del 760 o 770 cuando Sulayman al-Arabi y otros personajes árabes dominaban los distritos de Barcelona y Gerona y buscaban reforzar su autonomía política. En resumen, la red islámica de recaudación y de faros encontrada tanto en Cataluña como en otras partes de España, por ejemplo el norte peninsular, prueban que la influencia islámica ha sido mayor a la asumida tradicionalmente por los medievalistas en zonas donde la presencia estatal islámica no sobrepasó el siglo.
El ascenso de la dinastía carolingia
Mientras el mundo islámico estaba en convulsión por la tercera fitna y el advenimiento de la dinastía abasí, importantes desarrollos estaban ocurriendo al norte de los Pirineos. Los éxitos militares del mayordomo de palacio del reino franco de Austrasia Carlos Martel sirvieron para atraerse la lealtad de numerosos notables francos y consolidar la influencia carolingia sobre la Galia. Carlos Martel nunca asumió el título de rey, que aún permanecía en manos de la dinastía merovingia, pero estos reyes no tenían ningún poder ya y quien gobernaba de verdad era el mayordomo de palacio. En este cargo Carlos Martel fue sucedido por dos de sus hijos que primero se encargaron de los rivales dentro de su familia y luego contra opositores de los principados de la periferia franca como los aquitanos o alamanes de la antigua Germania romana.
Por ejemplo, la masacre de gran parte de la aristocracia alamana permitió que los carolingios pudiesen expropiar y repartir sus propiedades entre ellos y sus seguidores. Finalmente su hijo Pipino el Breve depuso al último rey merovingio y asumió la dignidad regia sin que hubiera ningún derramamiento de sangre. Pipino completó la conquista de la Septimania árabe en el 759 aprovechándose del caos político en al-Ándalus. Esto lo consiguió Pipino tras el asedio sobre Narbona y la promesa de respetar las leyes godas, un fenómeno que no fue exclusivo de la futura Marca Hispánica, sino que ese respeto de parte de las leyes locales fue algo común en la expansión carolingia. También hay que resaltar el apoyo de la comunidad judía, que fue crucial para el establecimiento de la autoridad carolingia en Septimania.
Pipino el Breve sometió Aquitania, el sur de Francia, tras una larga guerra, y en su guerra contra los lombardos de Italia forjó la duradera alianza entre Roma y el Imperio carolingio. Esta alianza resultó en una relación muy provechosa para ambos poderes, porque por un lado Pipino y sus sucesores fueron ungidos por el propio papa y ganaron la legitimidad que les confería Dios, y por otro el papado pudo protegerse de los lombardos y recibir tierras que darían origen a los Estados Pontificios. La concepción del poder en el Imperio carolingio no era nueva y los reyes carolingios unieron el poder político y religioso.
En la década del 760 incluso hubo los primeros contactos diplomáticos entre los carolingios y los abasíes, quizás porque los monarcas francos querían que los árabes atacasen a los bizantinos y evitasen su intervención en Italia y los abasíes deseaban que los francos fueran el azote contra el emirato omeya independiente de Córdoba. A la muerte de Pipino se dividió su reino entre sus hijos como era costumbre entre los francos, buena fórmula para promover la inestabilidad y guerras civiles. Pero a los tres años el hermano pequeño de Carlos murió y así Carlomagno pudo convertirse en el único rey de los francos, siendo heredero del poderoso imperio forjado por su abuelo Carlos Martel y su padre Pipino. Carlomagno conquistó Frisia en Países Bajos, Sajonia y Baviera al oeste y sur de Alemania, hasta dominar también las actuales Austria y Hungría controladas por el pueblo asiático de los ávaros.
Todas estas eran tierras paganas donde a nivel propagandístico y de justificación de la guerra la religión católica jugó un papel fundamental, porque los francos iban de evangelizadores y servidores de Dios y forzaron conversiones, deportaciones o esclavizaciones masivas de los paganos sajones y eslavos. El monarca franco hizo campañas en el norte y centro de Italia y conquistó el Reino de Lombardía, y con todas sus campañas logró ser soberano de gran parte de Europa occidental y central. De este modo, antes de ser coronado emperador en el año 800, el ambicioso Carlomagno construyó un imperio unido pero diverso, una aglomeración de reinos y regiones con su propia cultura, leyes e identidad y una autonomía política variada bajo un solo soberano.
Carlomagno en Spania. La batalla de Roncesvalles del 778
El gobernador de Barcelona y Gerona Sulayman al-Arabi se negó a someterse al emir cordobés en el 776 y se alió con otros cabecillas de la Marca Superior de origen árabe e hispanos convertidos al islam como el gobernador de Zaragoza y Huesca o un hijo del antiguo gobernador de al-Ándalus Yusuf al-Fihrí. Estos jefes árabes y muladíes pidieron protección a Carlomagno a cambio del vasallaje de toda la Marca Superior, toda la región nororiental de la península, aunque también hay historiadores que plantean que fuera Carlomagno quien instigara su rebelión y los convocara. Sulayman fue acompañado de algunos otros coaligados en su viaje hasta Padernborn, ciudad situada en la recién conquistada Sajonia al oeste de Alemania donde se celebraba una asamblea anual que servía para reunir tropas y preparar expediciones y convocar a las autoridades civiles, militares y religiosas más importantes de los dominios carolingios para tratar asuntos de estado.
En la asamblea de Padernborn el rey franco aceptó la oferta con la intención de ampliar su imperio, recompensar a sus leales con nuevas tierras y cargos, y crear un territorio militarizado con un marqués o con unos condes con amplios poderes, una marca como la creada en los Alpes italianos o en Bretoña. Así pues se hicieron los preparativos para tomar posesión de la Marca Superior, ya fuera sobre los dominios que los gobernadores musulmanes antiomeyas prometieron entregar o en aquellas tierras como las de Vasconia que no habían enviado emisarios ofreciendo su sumisión. En la primavera del 778 Carlomagno dirigió dos ejércitos con tropas de todo el imperio por el cuadrante nororiental de la Península. Uno que pasó por los dominios de Sulayman en Gerona y Barcelona y otro encabezado por él mismo que a través del Pirineo navarro capturó Pamplona, hasta que ambos ejércitos se encontraron en Zaragoza.
Sin embargo, el gobernador Husayn de Zaragoza se negó a abrir las puertas de la ciudad y, sospechando la traición de Sulayman, Carlomagno lo hizo prisionero y los francos marcharon por donde habían venido porque no iban preparados para un largo asedio. ¿Por qué ocurrió esto? Pues porque había unos intereses muy distintos entre los aliados. La intención de los musulmanes rebeldes era conseguir la ayuda de Carlomagno contra los omeyas y a cambio entregar rehenes y reconocer de manera nominal la autoridad del monarca franco y estar bajo el paraguas de una especie de protectorado. Carlomagno quería más, quería ocupar militarmente con francos la Marca Superior y si pudiera hasta todo al-Ándalus, y a la que Husayn vio las orejas al lobo se echó para atrás.
Hay que tener en cuenta que Carlomagno había conseguido recientemente la sumisión de los sajones y lombardos, así que tenía el ego muy subidito y, como ocurriría siglos después con Carlos V, es posible que soñara con ser el rey de toda Europa y de toda la cristiandad. Después del fracaso de la toma de Zaragoza Carlomagno vio que no podía asegurar la ocupación de Pamplona y decidió destruir sus murallas para facilitar una reocupación futura y desalentar cualquier resistencia. La destrucción de sus murallas también podría interpretarse como un castigo contra las élites vasconas favorables a los musulmanes, de modo similar a la destrucción de murallas que ya vimos con la conquista franca de Septimania.
En su camino de vuelta también causaron estragos por toda Vasconia saqueando pequeñas aldeas, y ante esto los vascones no se quedaron de brazos cruzados y algunos líderes de las jefaturas locales vasconas prepararon un contraataque. El ejército franco iba de vuelta a la Galia por los angostos pasos de montaña navarros, cuando de repente fueron atacados cuando anochecía el 15 de agosto del 778 a lo largo de los varios kilómetros de recorrido entre el puerto de Ibañeta de Roncesvalles y Valcarlos. Los vascones les habían tendido una emboscada y habían esperado en una colina del camino donde el bosque escondía su presencia para atacar por sorpresa. Según el historiador Xabier Irujo no solo atacaron la retaguardia como se ha repetido hasta la saciedad, sino que atacaron toda la fila del ejército desde el centro hasta la retaguardia.
Primero atacaron con jabalinas y luego se lanzaron a un combate cuerpo a cuerpo, sembrando el desorden ante un ejército que no esperaba un ataque. Tomaron también los bienes y suministros que transportaban en las caravanas del centro y retaguardia de la formación y rápidamente se dispersaron sin que los francos pudieran reaccionar por la estrechez del paso de montaña y la desventaja de tener un armamento más pesado. ¿Y dónde estaba Carlomagno? Pues Carlomagno estaba situado a la cabeza del ejército, varios kilómetros por delante del cuerpo de la formación que fue la que recibió el ataque, y el rey de los francos no pudo atender la señal de auxilio, de nuevo por culpa de la estrechez del paso. Impotente y en shock Carlomagno huyó precipitadamente con un pequeño séquito a máximo galope, sin poder pensar en nada más que en la derrota que había sufrido y dejándole un muy mal sabor de boca de su experiencia en tierras hispanas, que ya nunca más volvería a pisar.
La batalla de Roncesvalles fue una de las pocas derrotas sufridas por Carlomagno, y ha dejado huella arqueológica con numerosas piezas de armamento carolingio encontradas. Según el cronista navarro José de Moret aún en el siglo XVII los vecinos de la zona encontraban frecuentemente huesos humanos, lanzas de hierro, garrotes o espadas. Entre los muertos destacan el mayordomo mayor del palacio y el marqués de Bretoña Roldán, del que se escribió el famoso cantar de gesta el Cantar de Roldán que cambiaba los enemigos vascones por musulmanes. De hecho, esa es una de las razones por las que los historiadores han debatido mucho sobre quiénes fueron los atacantes en la primera batalla de Roncesvalles, si un grupo de vascones peninsulares, una combinación de vascones peninsulares y de la Gascuña, o si hubo una coalición de árabes y bereberes musulmanes y vascones, porque sabemos que los hijos de Sulayman Matruh y Aysun liberaron en algún momento a su padre.
Las fuentes francas contemporáneas a los hechos omitieron los nombres de los líderes victoriosos, pero hay que recalcar que siempre hablan de vascones sin ninguna mención a los musulmanes. Así pues la liberación de Sulayman es probable que ocurriese ya antes de la batalla de Roncesvalles y el consenso está en que solamente hubo vascones como atacantes. En cuanto a las consecuencias de la batalla de Roncesvalles del 778, estas fueron múltiples y de gran calado. Por un lado, están las grandes pérdidas humanas y en especial la de hombres de posiciones muy importantes para el Imperio carolingio, y pérdidas económicas por haber perdido el botín de guerra. Pero quizás más importante fue que esta derrota hizo que Carlomagno ya no fuera visto como imbatible y las noticias del desastre alimentaron la rebelión en Sajonia y también la inestabilidad en Lombardía y Aquitania, donde es probable que los francos perdiesen el control sobre el ducado de Vasconia.
La situación fue percibida como crítica por el propio Carlomagno, que temió haber perdido el favor de Dios, aunque a decir verdad durante sus años más activos de conquistas Carlomagno siempre tuvo que lidiar con una crisis detrás de otra. Los jefes vascones involucrados en la batalla debieron de ganar muchas riquezas y prestigio al vencer al ejército de Carlomagno, pero por lo parcas que son las fuentes es imposible saber quiénes fueron y cómo afectó esto a eventos posteriores, como por ejemplo en el surgimiento del Reino de Pamplona de Iñigo Arista. No es descabellado pensar que la experiencia de la batalla de Roncesvalles del 778 y de los conflictos fronterizos por el sur tuvo una influencia importante en la creación del Reino de Aquitania para su hijo de entonces tres años Luís el Piadoso.
Este reino era una especie de virreinato para que este aprendiese a gobernar y para encargarse de la defensa de la frontera sur frente a vascones y musulmanes, e hizo lo mismo con su otro hijo Pipino en el Reino de Italia. Como curiosidad, unos años más tarde Luís el Piadoso mostró su lado más cosplayer y se vistió de la manera vascona en una asamblea, con un traje corto enseñando las mangas de la camisa, con jabalina en mano y espuelas en el calzado, como forma de reconocer el respeto a sus vasallos vascones. A diferencia del gobierno militar estricto de Sajonia, el proyecto de Marca Hispánica de Luís el Piadoso estuvo más apoyado en una política basada en la negociación y entendimiento que en el uso de la fuerza agresiva.
La Marca Superior, entre carolingios y omeyas
¿Qué es la Marca Superior a la que ya he hecho referencia varias veces? Pues la región de al-Ándalus de la frontera del río Ebro, es decir, todo el territorio andalusí que abarcaba las actuales regiones de Aragón, La Rioja, y Cataluña. La Marca Superior fue el último territorio que se resistía a someterse a la autoridad del emir omeya Abd al-Rahman I, y no hay que perder de vista lo extremadamente grave que era que los más importantes señores árabes y hispanogodos convertidos al islam de la Marca Superior rechazasen la autoridad de Córdoba e intentasen buscar la protección del soberano cristiano Carlomagno.
En las sociedades de frontera se transgreden a veces las normas de la sociedad del centro, y es por eso que las élites entre los omeyas al sur y los carolingios al norte se veían presionados por escoger un bando independientemente de su religión para obtener y consolidar su poder local, y también podían cambiar de bando y rebelarse si consideraban que era más beneficioso para sus intereses. Tras la campaña de Carlomagno en Spania el emir cordobés vio el peligro que corría la frontera de al-Ándalus si no ponía bajo su control la Marca Superior, y por eso envió un comandante a tomar Zaragoza. Sin embargo, este fue hecho prisionero por Sulayman y fue entregado a Carlomagno como regalo de muestra de su sumisión, y fue a partir de la negociación para liberar a su general que el Emirato de Córdoba y el Imperio de Carlomagno se pusieron en contacto diplomático por primera vez.
Más tarde en la década del 780 Husayn de Zaragoza asesinó a su aliado Sulayman al-Arabi, una traición que no se habría llevado a cabo si no fuera porque el emir de Córdoba le prometió reconocerlo como gobernador de Zaragoza. De esta forma Abd al-Rahman consiguió que su autoridad fuera reconocida también ahí y como era habitual tomó como rehén a un hijo de Husayn para asegurar su lealtad. Sin embargo, eso no fue suficiente y como ya comenté en el episodio 26 Abd al-Rahman I, el Halcón de al-Ándalus el ejército cordobés tuvo que tomar la ciudad por asedio y Husayn terminó siendo torturado y ejecutado por su traición. Después el hijo y sucesor de Sulayman, Matruh de Barcelona y Gerona, se sometió al emir de Córdoba y Abd al-Rahman nombró a un gobernador para Huesca, Tarazona y Tortosa.
Tanto Husayn como Matruh a las primeras de cambio se rebelaron para mantener su autonomía política y no enviaron tributos a Córdoba. Matruh por ejemplo lo hizo cuando Hisham se convirtió en emir en el 788 y aprovechó la debilidad omeya para hacerse con Zaragoza y Huesca hasta que fue asesinado en el 791 por sus dos sirvientes. Uno de ellos era ni más ni menos que Amrus ibn Yusuf, quien por sus servicios a la dinastía omeya consolidó el linaje muladí de los Banu Amrus que siguió siendo influyente en la Marca Superior durante todo el período del Emirato de Córdoba. Otro que se rebeló en la Frontera Superior aprovechándose de la muerte de Abd al-Rahman I fue Said, hijo de Husayn de Zaragoza, que junto a aliados árabes yemeníes expulsó al gobernador de Tortosa y se hizo fuerte en la zona del Bajo Ebro, hasta que según el cronista iraquí Ibn al-Athir Musa ibn Furtun del linaje muladí de los Banu Qasi combatió a Said y lo derrotó en nombre del emir Hisham con el apoyo de árabes qaysíes.
Como puedes ver las riñas de facciones árabes qaysíes y yemeníes siguieron sucediendo, aunque con menos intensidad que en la década del 740. En todo caso Musa ibn Furtun murió asesinado en Zaragoza por un antiguo maula de Said y otros partidarios suyos. Tal y como ha demostrado en su libro Jesús Lorenzo Jiménez, en el siglo VIII los famosos Banu Qasi no eran el linaje todopoderoso de la Marca Superior que llegaron a ser en el siglo IX, sino que eran una de las diversas casas muladíes que destacaban en aquella época de relaciones de poder y lealtades fluidas y cambiantes. Revestido de autoridad por el emir Hisham, Sadun al-Ruayni reemplazó a Matruh como gobernador de Barcelona, pero este se aprovechó de la muerte de Hisham para rebelarse y entrevistarse con Carlomagno en el 797 ofreciéndole la sumisión de Barcelona a cambio de su ayuda contra Córdoba.
Sadun no fue el único animado a cambiar su lealtad por el prestigio y expansionismo de Carlomagno, pues en el año 798 un muladí llamado Bahlul ibn Marzuq se rebeló con éxito contra el gobernador de Huesca, y en ese mismo año asistió a la asamblea convocada por el conde Guillermo I de Tolosa y el rey Luís el Piadoso de Aquitania para discutir los asuntos hispanos. Tanto o más grave fue que el tío del emir al-Hakam, conocido como Abd Allah al-Balansi porque más tarde recibió el dominio de Valencia, se entrevistó con Carlomagno y consiguió su apoyo contra Bahlul y contra Córdoba para ocupar brevemente Huesca en el año 800. Sin embargo, Bahlul desalojó a los francos y leales a Abd Allah al-Balansi de Huesca y se apoderó de Zaragoza y Tortosa.
Inquieto por los desarrollos de la Marca Superior, el emir al-Hakam I enfrentó a Bahlul enviando al también muladí Amrus ibn Yusuf, entonces gobernador de Toledo y buen conocedor de la política de la Marca Superior. Amrus convenció a las élites zaragozanas para expulsar a Bahlul de la ciudad, y este tomó refugio en las montañas del Pirineo aragonés o en la comarca catalana de Pallars hasta que fue asesinado por su antiguo lugarteniente Jalaf ibn Rashid, después de que Bahlul hubiera intentado asesinarlo por recomendación de Guillermo de Tolosa. El emir cordobés recompensó a Jalaf ibn Rashid con el gobierno de las coras o provincias de Huesca y Barbastro, que gobernó durante 60 años hasta su muerte en el 862, y entre sus labores de gobierno destacan la fortificación de Barbastro y la fundación de Alquézar como castillo frente a las posesiones cristianas del Alto Aragón.
Por su parte, Amrus ibn Yusuf acumuló un enorme poder al ser nombrado gobernador de toda la Marca Superior, y en su actuación destaca la fortificación de Tudela y sus conflictos con los Banu Qasi y los vascones, aunque sobre esto tocará hablar en otro episodio. En el año 799 gentes de Pamplona asesinaron a Mutarrif ibn Musa de los Banu Qasi, hombre leal a los omeyas que no sabemos si actuaba como gobernador de Pamplona como tantas veces se ha afirmado. Sea como fuere a partir de ahí los soldados y civiles de origen bereber instalados en Vasconia perdieron buena parte de su peso político, o es posible que desaparecieran completamente de la escena navarra si atendemos a la cronología en que estuvo activa la necrópolis islámica de Pamplona.
Y es en la década del 790 con todos estos movimientos musulmanes que se resistían a someterse a los omeyas apoyados por los francos en que hay que poner en contexto las embajadas del Reino de Asturias de Alfonso II a la corte carolingia. Estos contactos diplomáticos y las aceifas continuas que azotaron el norte peninsular con el emir Hisham quizás deban conectarse al Imperio carolingio, porque puede que Carlomagno usase al Reino de Asturias como carnaza y distracción para Córdoba mientras su hijo Luís hacía progresos en la frontera pirenaica, aunque no hay forma de confirmar esta hipótesis. En cualquier caso, no se pueden entender todas estas noticias de rebeldes musulmanes de la Marca Superior sin tener en cuenta el imperio de Carlomagno y su interés en la península ibérica, y es que no fue el poco relevante Reino de Asturias en el norte el que trastocó los equilibrios de poder ibéricos, sino la expansión y amenaza del Imperio carolingio.
Incorporación franca de Gerona y del Pirineo catalán y aragonés
Solo siete años después de la desastrosa expedición de Carlomagno por Zaragoza y Vasconia, los habitantes de Gerona entregaron la ciudad a los francos y entregaron como prisionero al hermano de Matruh Aysun que estaba a cargo de la defensa de Gerona. También en torno al 785 debieron caer bajo dominio franco los territorios pirenaicos catalanes como Andorra y Urgel, la Cerdaña, y antes de la caída de Gerona los territorios que conformarían los condados de Ampurias y Besalú. Así pues Gerona se convirtió en la plaza fronteriza más meridional del imperio de Carlomagno, una punta de lanza para conquistar Barcelona con la ambición de anexarse toda la Marca Superior andalusí, y ya en el 795 un hispano encabezó una fallida expedición contra Barcelona con la ayuda del conde de Gerona.
Se estima que Gerona en la Alta Edad Media tendría unos 1000 habitantes o poco más en una ciudad amurallada de unas 4 o 5 hectáreas. Tendría más población fuera de sus murallas, pero lo menciono para que te hagas una idea de lo pequeñas que eran muchas ciudades altomedievales en Europa. Aprovecho para comentar que seguimos encontrando personajes con nombres árabes como Abd al-Rahman o Marwán por Gerona y Barcelona durante los siglos IX y X, del mismo modo que ocurrió en cualquier otro punto de la Península conquistado o incorporado por los cristianos, y es que oh sorpresa no era común eso de hacer una limpieza étnica o religiosa en aquella época. Otra idea muy en la línea de las ideas de Reconquista y repoblación del medievalismo tradicional era la cuestión de los hispani mencionados en las fuentes carolingias, que eran interpretados como refugiados cristianos que huyeron de al-Ándalus y trabajaron con los francos para recuperar y repoblar sus tierras.
Sin embargo, autores como Philippe Sénac o Juan José Larrea se han encargado de contradecir esta visión. Lo cierto es que solo conocemos algunos hombres de la élite laica o eclesiástica que emigraron de al-Ándalus al Reino de los francos y la palabra hispani incluye grupos heterogéneos de gente. Unos eran emigrados, otros gente que no se movió de donde estaba, e incluso se ha podido comprobar que unos eran cristianos y otros musulmanes, así que lo que tenían en común los hispani era su origen geográfico. No había un contraste identitario fuerte entre los francos y los godos como la historiografía catalanista defendió para hacer predestinada la independencia de los condados catalanes, y en cambio hubo hispanogodos, árabes y bereberes que adoptaron una postura procarolingia sin que las identidades supusieran un problema para su cooperación con los francos.
Volviendo a la historia política, debido a la consolidación del dominio cordobés sobre las fronteras andalusíes y aprovechándose de que Carlomagno estaba ocupado con los ávaros, el emir Hisham I de Córdoba pudo mandar una algarada en el 793. Esta expedición estaba encabezada por dos hermanos llamados Abd al-Malik y Abd al-Karim que eran descendientes del conquistador de Córdoba, Mugit al-Rumi, y el ejército cordobés puso bajo asedio Gerona y Narbona sin tomarlas e hicieron estragos por todo el Pirineo catalán recién conquistado por los francos.
Los hermanos Ibn Mugit consiguieron devastar y quemar sus campos y castillos, infligir una grave derrota al conde Guillermo I de Tolosa, y tomar un botín enorme en forma de miles de esclavos y bienes que fue célebre entre los musulmanes de al-Ándalus durante mucho tiempo. Este tipo de ofensivas de devastación y botín pero sin conquistas territoriales fue el modelo de campaña más común durante todo el Emirato y Califato de Córdoba, aunque por el uso de maquinaria de asedio puede ser que los andalusíes intentasen reconquistar Gerona y volver a llevar la frontera al norte de los Pirineos.
En cuanto a Aragón hay que decir estamos muy mal documentados porque lo que sería el condado de Aragón solo era un pequeño condado pirenaico y nada en esos momentos haría pensar que se convertiría en un territorio tan importante para la formación de España. Hay diversas informaciones de las crónicas francas y árabes que apuntan a que el condado de Aragón nacido en los valles de Aragón, Hecho y Ansó, en la provincia de Huesca, fue una fundación carolingia en un momento indeterminado de finales del siglo VIII. Su primer conde fue Aureolo, que murió en el año 809, y luego el muladí Amrus ibn Yusuf, entonces gobernador de la Marca Superior, se apoderó de sus posesiones. Amrus había dejado de ser fiel a los omeyas y entonces inició negociaciones con Carlomagno para someterse a él, pero Carlomagno llegó a un acuerdo de paz con el emir al-Hakam I y eso hizo que el plan de Amrus saliera mal.
Los ejércitos francos y andalusíes atacaron a Amrus, y la paz firmada entre el emir cordobés y Luís el Piadoso permite suponer que los francos restauraron su control sobre el pequeño condado de Aragón. Las Genealogías de Roda en cambio presentan como fundador del condado de Aragón a Aznar Galíndez I, pero tal y como estudió Philippe Sénac incluso con Aznar Galíndez queda claro que la autoridad condal aragonesa emanó al principio del Imperio carolingio, hasta que en el 824 triunfó Iñigo Arista en Pamplona y el condado de Aragón quedó subordinado al naciente Reino de Pamplona. El interés por borrar el origen franco del condado de Aragón fue similar a como los condados catalanes intentaron obviar que sus condados fueron creados por los francos y hacerlos de creación local para reafirmar su autonomía política.
Antes de la conquista de Barcelona el conde Guillermo de Tolosa incorporó en calidad de pagus a su condado tolosano el Pallars y Ribagorza, los valles de las montañas situadas en las provincias de Huesca y Lérida, entre el Pirineo catalán y aragonés. Como en el caso del condado de Aragón, estos pagus que eran la unidad territorial básica dentro del Imperio carolingio y los futuros condados pirenaicos se caracterizaron por tener muy poca población y por estar organizados en pequeñas aldeas donde el pastoreo y la explotación ganadera eran actividades más importantes que el cultivo agrícola por la abrupta orografía. El dominio carolingio fue bastante débil en la zona pirenaica. Eran zonas marginales con malas comunicaciones y por tanto apoyaron su soberanía en gran medida en las élites locales y en la red de monasterios benedictinos que promocionaron en sustitución gradual de las reglas monásticas de tradición hispana.
Y para cerrar esta sección quiero hablar de la influencia carolingia en el archipiélago balear, porque la guerra no solo se libró por tierra. Con la caída del Califato omeya los ataques marítimos oficiales contra costas cristianas del Mediterráneo terminaron, pero a partir de finales del siglo VIII fueron emergiendo ataques piratas por iniciativas al margen del poder central cordobés y respaldadas por autoridades locales como las de Tortosa por ejemplo. Hay que entender que durante el período emiral la guerra y las incursiones muchas veces las financiaban las autoridades provinciales y es por esa misma descentralización que con tanta frecuencia gobernadores de las provincias se convertían en desleales. Las crónicas francas mencionan un ataque pirata contra las islas Baleares en el 798, y los pocos miles de habitantes de las Baleares de esos momentos no se quedaron parados sin dar respuesta.
Hay que recordar que las islas Baleares no fueron conquistadas por los musulmanes hasta principios del siglo X, así que era un territorio sin estado controlado por unas élites locales que pidieron ayuda a los francos para parar estos ataques marítimos. Sabemos que el conde Ermenguer de Ampurias atacó a los piratas andalusíes en Baleares en su retorno a al-Ándalus tras haber atacado las costas italianas y les arrebató ocho naves con más de 500 esclavos cristianos, pero a partir de ahí ya no hay noticias de Baleares hasta el ataque de Abd al-Rahman II en el 848. De este modo los carolingios garantizaron su seguridad, y sin llegar a ser nunca parte del Imperio carolingio las Baleares entraron durante unos años dentro del área de influencia franca.
La querella adopcionista
Ya hablé de Beato de Liébana en el episodio anterior, el episodio 27 El Reino de Asturias, de Alfonso I a Bermudo, y si bien ya hablé de su muy difundido Comentario al Apocalipsis, hoy toca hablar de la otra cosa por la que se hizo famoso. Estoy hablando de la querella adopcionista, que podría calificar como la batalla de gallos más bestia del siglo VIII y la batalla teológica más importante del momento junto a la de la iconoclasia bizantina. ¿Pero qué era el adopcionismo y en qué se diferencia de la doctrina oficial católica? Pues en que los adopcionistas aceptaban que el alma de Jesús era divina, pero en su forma corporal era visto como hijo adoptivo de Dios, y como esta era la postura adoptada por las más altas esferas de la Iglesia hispana encabezada por el primado de Spania Elipando de Toledo muchos obispados e iglesias empezaron a enseñar esta doctrina.
Realmente como han indicado especialistas como Amancio Isla, no es cierto que la postura de Elipando estuviera influida por el islam, sino que ya había teólogos hispanos en época goda que defendían posturas similares frente a las posiciones monofisitas populares en el Imperio bizantino. Para el monje Beato de Liébana, el surgimiento del movimiento adopcionista encabezado por Elipando de Toledo y Félix de Urgel representaba el Anticristo. El monje de los valles cántabros sintió que se estaba cometiendo un gran pecado al hablar de Cristo como un humano casi normal y corriente y descalificó a Elipando llamándolo testículo del Anticristo y una fuerza del mal que pretendía destruir la Iglesia desde dentro, dado que además había provocado un cisma en Asturias entre clérigos que defendían una postura u otra.
No solo hubo insultos, sino que Beato usó argumentos teológicos apoyados en la Biblia para calificar de anticristo a todo adopcionista. Elipando no podía creer que un monje don nadie de la remota Liébana tuviera la audacia de enseñarle teología al mismísimo arzobispo de Toledo, y contraatacó calificándole como discípulo del Anticristo que se iba de putas y hasta abusaba sexualmente de los animales. Como respuesta Beato escribió junto a Eterio de Osma su demoledor Apologético contra Elipando y elevó el alcance de su particular guerra doctrinal entre David y Goliat hasta llegar a ser debatido por toda Europa occidental. Al final David no era tan insignificante como el primado de Spania creía, porque su posición fue vista como la ortodoxa y contó con el apoyo del papa de Roma y varios obispos y teólogos ligados a la corte carolingia.
El Reino de Asturias empezó a ganar visibilidad internacional como bastión de la ortodoxia cristiana y luchador frente a los árabes, y no es difícil suponer que el rey Alfonso II de Asturias apoyase las ideas de Beato para mostrar su alineamiento con las posiciones de la gran potencia de la Europa cristiana, el Imperio carolingio. Al haber incorporado el Imperio carolingio Urgel y otros territorios hispanos, la querella adopcionista era un asunto de estado para Carlomagno y un pretexto perfecto para las ambiciones imperialistas francas.
Los monarcas carolingios podían respetar las leyes tradicionales de cada región antes de haber sido conquistadas, pero la ley de Dios era universal y la protección de la ortodoxia trinitaria era uno de los elementos de legitimación y cohesión del Imperio carolingio más importantes. El anglosajón Alcuino de York, Paulino de Aquilea o el hispanogodo Teodulfo de Orleans escribieron también contra el adopcionismo y en parte eso provocó el juicio contra el obispo Félix de Urgel y que fuera forzado a renunciar a los principios adopcionistas. Concilios eclesiásticos en Roma, Frankfurt y otras partes de Europa condenaron a lo largo de la década del 780 y 790 el adopcionismo de forma unánime, y pronto terminó el recorrido de esta herejía y se confirmó la pérdida de supremacía de Toledo sobre todas las sedes episcopales hispanas.
Entre las consecuencias de la querella adopcionista, estuvo la afirmación del poder carolingio en sus posesiones hispanas, una purga en el clero hispano sustituido parcialmente por francos al menos en las posiciones más importantes, la transferencia de libros guardados en monasterios hispanos a la Galia, la reorganización del arzobispado de Narbona, y la fundación y desarrollo de monasterios siguiendo la regla benedictina. La represión contra el adopcionismo permitió a Luís el Piadoso iniciar su política de reforma monástica y uniformización religiosa y cultural y de ser precisamente en las tierras bajo la autoridad de los leales condes de Tolosa tales como Pallars o Ribagorza los lugares donde se pudo aplicar la reforma benedictina de un modo más efectivo.
El Veredicto: Maquillando los orígenes
En El Veredicto de hoy quiero hablar de un tema que se va repitiendo a lo largo de todos los episodios, y es el contraste entre las visiones del pasado que se dan de forma interesada y los hechos históricos. En época medieval y hasta tiempos recientes ha habido omisiones de verdades incómodas sobre los orígenes de las entidades políticas peninsulares o la influencia de potencias extranjeras en España, y es muy fácil pensar en ejemplos. Borrar o minimizar la influencia islámica en el norte peninsular o en Cataluña, obviar el papel decisivo de los cabecillas musulmanes en la expansión carolingia en tierras hispanas, u omitir el origen carolingio del condado de Aragón o incluso de los condados catalanes, que eso ya es de traca.
Con esa memoria selectiva, eligiendo qué inventarse o exagerar y qué minimizar o eliminar, se construyen relatos y solo hace falta ver los comentarios de muchos en redes sociales para ver la influencia duradera de estas visiones interesadas. Por eso es tan importante ser activo y combativo contra los relatos y divulgar al gran público el trabajo de los historiadores, arqueólogos y otros profesionales. Y con eso, El Veredicto termina.
Avance y outro
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Fuentes
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