Este es un episodio especial llamado ¿España tuvo colonias o virreinatos? y en este epiosodio aprenderás:
¿Qué es una colonia y un virreinato? ¿Qué es el colonialismo?
Primero de todo, ¿qué es un virreinato? Un virreinato es una entidad territorial relativamente alejada de la corte central y gobernada por un virrey. La figura del virrey, como su propio nombre indica, era el alter ego del rey en un territorio de una monarquía, y encontramos por ejemplo el Virreinato de Cataluña, el de Sicilia, o el de Nueva España. La gran distancia y dificultad de las comunicaciones entre la península ibérica y sus posesiones de ultramar dio lugar a la creación de virreinatos con sus virreyes, cortes y audiencias reales que recreaban las instituciones de España para agilizar la toma de decisiones y administrar la justicia. Las instituciones virreinales eran útiles como intermediarios entre las élites españolas y nativas y entre éstas y la monarquía con sede en Madrid.
Por otro lado, el significado de colonia ha evolucionado con el tiempo conforme a los procesos históricos que se han producido. Antiguamente la palabra colonia tenía un sentido neutral y se refería a poblar tierras o a una comunidad extranjera que se establece en un territorio, por ejemplo se habla de la colonia alemana en Mallorca o de la colonia británica de Málaga, es decir, de los residentes de este origen que viven en el extranjero. Sin embargo, con el tiempo colonia ha adquirido una connotación negativa como territorio dominado por una potencia extranjera, con una relación política y económica desigual entre la metrópoli y la colonia.
Adelanto ya que yo me posiciono en considerar que es correcto, además de hablar de virreinatos indianos o americanos, hablar de colonias en los dos principales sentidos de la palabra, y argumentaré por qué cuando termine de hablar del colonialismo y tipos de colonialismo. ¿No serás tú un negrolegendario, verdad? No señor inquisidor, espere a escucharme antes de juzgarme. El estado de la cuestión actualmente sigue abierto y me ha sorprendido la cantidad de historiadores que consideran inadecuado el término colonial, sin que por ello fueran historiadores nacionalistas que obviaran la violencia e injusticias producidas por la llegada de los españoles. Así que es defendible hablar de colonias y es defendible considerar que no, lo que no es defendible es decir “civilizamos a esos bárbaros, mira las universidades y carreteras que construimos, les dimos una lengua y religión católica” y demás gilipolleces de nacionalistas con mentalidad de quinceañeros. La República romana también conquistó y colonizó Hispania, implantó sus instituciones en la península, fundó ciudades y construyó carreteras, pero no por ello hay que olvidar la esclavización y matanzas masivas de nativos o cómo explotaron las minas hispanas, y solo gradualmente integraron Hispania y sus gentes en igualdad jurídica respecto a Roma, como vimos en el episodio 8 Alto Imperio y romanización de Hispania.
El colonialismo puede ser definido como el sistema político y socioeconómico por el que un estado se vale de su fuerza militar para dominar las tierras de otras gentes, con el objetivo de explotar los recursos de los conquistados según los intereses de la metrópoli y acompañado frecuentemente de la ausencia de derechos políticos de los indígenas y de su asimilación cultural. Es un error pensar que el colonialismo es un fenómeno europeo y que empieza con el descubrimiento europeo de América por parte de Cristóbal Colón, sino que es un fenómeno presente en toda la historia humana. Esto ya empezó con la sustitución demográfica de los primeros sedentarios por los cazadores-recolectores, y se ha visto desde entonces se ha visto en África con la expansión Bantú, en América con los imperios azteca e inca, o en Asia con la expansión de China a lo largo de los siglos hacia el sur, norte y oeste de la tierra donde nació la civilización china. Sin ir más lejos, la península ibérica sufrió grandes cambios con el imperialismo romano o la conquista y colonización de tierras por parte de árabes y bereberes.
Sin embargo, el colonialismo europeo de la Edad Moderna y Edad Contemporánea cambió el mundo entero por completo, a una escala nunca antes vista. El colonialismo moderno no solo explotó y extrajo recursos de las tierras conquistadas, muchas veces con mano de obra forzada o esclava, sino que reestructuró por completo sus sociedades y economía y dio inicio a intercambios culturales, biológicos, de recursos naturales, bienes y personas entre colonizadores y colonizados. El colonialismo europeo provocó una catástrofe demográfica para los indígenas, principalmente debido a las enfermedades de las que no eran inmunes, y a la larga la expansión europea provocó el surgimiento del capitalismo, la globalización y la revolución industrial, y con ella la gran divergencia tecnológica y económica entre los imperios europeos y el resto del mundo en el siglo XIX. De este modo, surgió una relación asimétrica entre la metrópolis y las colonias, tanto a nivel político por su falta de autonomía como económico, porque las colonias proveían de materias primas baratas a las manufacturas de la metrópolis y eso implicaba que las colonias permanecerían siempre menos desarrolladas económicamente.
Tipos de colonialismo
Hay dos grandes tipos de colonialismo, el colonialismo administrativo o de explotación y el colonialismo de poblamiento. El colonialismo de explotación se basa en la explotación de la mano de obra y recursos naturales del territorio colonizado, no implica grandes migraciones de colonos de la metrópoli y sí un cierto mestizaje, y en muchas ocasiones este dominio político y militar se apoya en los pactos con las élites locales. También a veces es un colonialismo más centrado en explotar oportunidades comerciales y en relaciones de dependencia económica que en implantar un control directo sobre el territorio, por eso hoy en día se habla de neocolonialismo o neoimperialismo en África e Hispanoamérica. En cambio, el colonialismo de poblamiento involucra la migración de un gran número de colonos, al menos en términos relativos a la población nativa existente, y en el peor de los casos la aniquilación de la población nativa o su migración forzosa para reproducir la sociedad de la metrópolis casi a la perfección.
¿Y de qué depende que un territorio se colonice de un modo u otro? ¿Hubo realmente un modelo español, o se aplicaron distintas formas de colonialismo? El factor más importante que determina si se va a practicar en un territorio un colonialismo de explotación o uno de poblamiento es la densidad de población nativa. Esto se ve claramente por ejemplo en México o el Perú, países con una elevada densidad de población en época prehispánica, con lo cual lo mejor era explotar la mano de obra nativa y extraer recursos. En cambio, en Uruguay, Argentina o Estados Unidos apenas quedan nativos porque eran extensas áreas poco pobladas, y a la que fueron llegando inmigrantes europeos tras sus independencias fue fácil que se produjese un reemplazo étnico. Es importante remarcar eso porque algunos se piensan que en los territorios del Imperio español hay más mestizos e indígenas por la bondad y humanismo de los españoles y se suele comparar con las colonizaciones británicas, y oye no digo que los españoles debido al poder de la Iglesia y la Corona no mostrasen mayores preocupaciones morales, pero lo cierto es que en ambos imperios hubo casos de colonialismo de explotación y de poblamiento.
Además de la densidad de población nativa, hay otros factores a tener en cuenta en determinar el tipo de colonialismo aplicado, como las estructuras políticas previas, el clima y terreno, la riqueza mineral, o la población de la propia metrópolis. Portugal solo tenía alrededor de un millón y medio de habitantes cuando formó su imperio, y por esa falta de gente el imperio portugués estaba orientado a formar enclaves militares y comerciales en la costa y en un dominio indirecto basado en alianzas con las élites locales sobre las zonas de más al interior, como hizo España en Filipinas. Castilla se calcula que tenía cerca de 5 millones de habitantes en el siglo XVI, muchos menos que Francia por ejemplo, y se estima que emigraron entre 500.000 y 700.000 españoles a las Indias Occidentales entre los siglos XVI y XVII, lo que sale a unas 3.000 personas al año. Por eso España pocas veces pudo aplicar un colonialismo de poblamiento y recurrió más a pactos con las élites locales y al mestizaje.
El estado de la cuestión colonial
Y ahora vamos al meollo de la cuestión y de qué han dicho los historiadores hasta a día de hoy. La polémica de si las posesiones de ultramar españolas eran colonias o no empezó sobre todo cuando el historiador argentino Ricardo Levene publicó un libro en el 1951 titulado Las Indias no eran colonias, y es que basándose en la historia legal de estos territorios para él las Indias eran reinos y provincias, no colonias. Según Levene, los derechos de los españoles del otro lado del hemisferio eran iguales a los peninsulares, los residentes americanos eran preferidos en puestos oficiales que los peninsulares aunque fueran indígenas, y el Consejo de Indias estaba en el mismo rango que el de Castilla u otros similares.
¿Pero era realmente así? ¿Acaso eran considerados iguales los indígenas a los españoles? ¿Hubo virreyes indígenas, o tenían ellos el mismo acceso a la educación y cargos de la administración española? ¿Y qué es eso de hablar de mismos derechos entre castellanos e hispanoamericanos cuando estamos en el Antiguo Régimen, época caracterizada por una multitud de jurisdicciones superpuestas y fueros e instituciones particulares de cada territorio? En la revolucionaria Constitución de Cádiz del 1812 el mismo artículo 1 reza: “La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”, pero luego los territorios de ultramar no tenían ni de lejos la representación en las cortes que les tocaba por población, así que por mucho que se proclamase esa igualdad en la práctica había una asimetría en la relación de España con Hispanoamérica.
Es una falsa dicotomía decir que “España no tuvo colonias, tuvo provincias o virreinatos”. Una cosa es la denominación legal de un territorio, y otra la letra pequeña y el proceso de cambios en todos los aspectos que supuso la llegada de españoles y europeos en general en América y más allá. La India técnicamente era un virreinato británico, pero no por ello se deja de hablar de colonialismo e imperialismo británico. Por tanto, considero que España sí tuvo colonias, que fueron gobernadas como virreinatos, diferentes a los virreinatos europeos porque los virreinatos indianos fueron conquistados y no partían de una tradición europea. En los reinos y señoríos europeos bajo los Habsburgo no había esa explotación intensiva de mano de obra forzada, ni la sustitución de buena parte de sus élites locales por españoles o mestizaje a gran escala, ni estaban poblados por una población muy diversa étnicamente.
Es un error caracterizar la sociedad hispanoamericana virreinal como de españoles o blancos opresores y de indígenas oprimidos, una simple oposición entre colonizadores y colonizados, pero no es menos cierto que en el Nuevo Mundo surgió una estratificación social no solo socioeconómica sino étnica que no tenía precedentes en la Europa del momento. Tampoco vieron los virreinatos europeos que les implantaran instituciones y leyes castellanas precisamente porque ya tenían unos fueros y costumbres históricas que el monarca debía respetar, cosa que no pasó en Hispanoamérica, tal y como señala el historiador Juan Carlos Garavaglia, entre otros. España colonizó tanto en el sentido de poblar como en el sentido de dominar otro territorio y extraer recursos en una relación asimétrica.
El historiador argentino Ricardo Zorraquín Becú distinguió entre distintas etapas de la presencia española en América y consideró que solo podían considerarse colonias en el sentido político actual por las reformas borbónicas y porque el término colonia solo se usó unas pocas veces en la segunda mitad del siglo XVIII. Este historiador reconocía la relación de dependencia política y económica de los territorios americanos respecto a Castilla y consideraba que Hispanoamérica estaba en un régimen intermedio, ya que no estaba ni totalmente subordinado a Castilla al disponer de instituciones propias como el Consejo de Indias, ni tampoco gozaba de una autonomía equiparable a otros virreinatos, y personalmente creo que esta apreciación es muy acertada. Zorraquín Becú y más recientemente la historiadora francesa Annick Lempérière consideran que se hace un uso indiscriminado de la palabra colonia para hablar de realidades de períodos y regiones distintas. Esa es una crítica muy válida porque no es lo mismo el colonialismo del siglo XIX que el colonialismo del Antiguo Régimen, pero como contraargumenta Carmen Bernand un modelo teórico como el colonialismo nos ayuda a entender tendencias, a pesar de que haya particularidades según si estamos estudiando Sudáfrica en el siglo XX o Chile en el siglo XVII.
Teóricamente los indios eran vasallos de la Corona de Castilla con una condición jurídica similar a un menor de veinticuatro años o a una mujer casada, pero hay una diferencia entre lo que dicen las leyes y los hechos, ¿o acaso crees de verdad que somos todos iguales ante la ley? Vamos, si hasta las leyes de la corona habían prohibido las encomiendas y las esclavizaciones de indios y aún así todo esto pervivió en algunos sitios hasta el siglo XVIII. Las leyes promulgadas para proteger a los indígenas de los abusos de los encomenderos españoles fueron poco efectivas, y los indígenas fueron obligados a trabajos forzados en explotaciones agrícolas y mineras, en una condición muy cercana a la esclavitud. Tampoco hay que olvidar la importación de negros esclavos para compensar la gran pérdida de vidas indígenas debido a las enfermedades euroasiáticas-africanas y a los trabajos forzados y maltratos. Ya en el propio siglo XVI hubo clérigos que denunciaron la explotación y maltrato que sufrían los indios y consideraban ilegítimo que los españoles hubieran quitado tierras a sus señores naturales.
Pero sigamos con las posturas de historiadores más actuales sobre la cuestión colonial. En los últimos años han aparecido más voces en contra de la caracterización de la América española como colonial y periférica, pero no por los planteamientos léxicos y jurídicos de Levene y Zorraquín Becú, sino por la sustitución de la concepción de Estado moderno como un estado absolutista y transitorio al Estado nacional, por otros modelos como el de monarquía compuesta o monarquía policéntrica y por el abandono del eurocentrismo por perspectivas más globales de la historia.
En la Edad Moderna no existían aún los estados nacionales, y en cambio se han propuesto distintas formas de caracterizar los estados de ese tiempo. John Elliott popularizó el concepto de monarquía compuesta para caracterizar la Monarquía Hispánica, compuesta de numerosos reinos y señoríos unidos bajo un solo monarca vía conquista, matrimonio o herencia pero que mantenían sus propias leyes e instituciones. En la monarquía compuesta se enfatiza la relación bilateral entre la metrópoli y sus diversas colonias y entre el centro, Madrid, y la periferia. Sin embargo, John Elliott afirma que es más apropiado hablar de reinos de Indias que de colonias, por ser hasta cierto punto equiparables a los virreinatos europeo.
Esta visión ha sido contestada recientemente por el modelo de monarquía policéntrica de Pedro Cardim y Tamar Herzog entre otros, que hablan del Imperio español como un conglomerado de múltiples centros de poder que se relacionan con Madrid pero también entre ellos mismos, y por tanto no estaban todos subordinados a las decisiones e intereses de la corte de Madrid. La monarquía policéntrica enfatiza la importancia del consenso y negociación entre la Corona y las élites regionales y locales para mantener el vasto imperio transnacional, sin por ello obviar que cualquier hegemonía de este tipo reconoce que hay una desigualdad en esas relaciones de patronazgo y de redes clientelares.
El modelo de monarquía policéntrica tiene implicaciones en el uso del calificativo colonial porque asumir que el consenso predominó sobre la coerción implica asumir que los monarcas reconocían la autonomía de las élites ante la dificultad de establecer un dominio directo y uniforme en territorios muy distintos entre sí. Se trataba pues de negociar cómo administrar un territorio sin que se produjese una deslealtad hacia el rey y hacia Dios, porque tal y como defienden la mayoría de historiadores la Monarquía Hispánica de los Habsburgo no era una monarquía absoluta sino que se caracterizaba por su descentralización. El mexicano Oscar Mazín Gómez considera que las Indias no eran ni reinos ni colonias en sentido estricto, y que aunque empezaron como posesiones coloniales anexadas a la Corona de Castilla con el tiempo desarrollaron una identidad y autonomía similar a la de otros reinos de la Monarquía Hispánica.
Para el historiador español Manuel Rivero Rodríguez el modelo colonial no debe usarse para el caso del Imperio español y da importancia al carácter representativo de los consejos como los de Indias o de Aragón como espacio de comunicación entre el rey y sus reinos. Los más críticos con la conquista y colonización española de América no solo rechazan el planteamiento de que sea inadecuado el uso del término colonial, sino que defienden que las dinámicas de poder coloniales y la discriminación contra los indígenas han persistido en el período republicano hasta la actualidad. Y aquí termina el repaso al estado de la cuestión entre los historiadores, al hacerlo ya he dado algunos contraargumentos a algunos planteamientos y en general considero que al hablar de la naturaleza política de las Indias Occidentales respecto a España algunos historiadores se olvidan bastante de la situación de los indígenas.
Como he dicho al principio creo que es acertado hablar de virreinatos y provincias como también lo es hablar de colonias, creo como Zorraquín Becú que las Indias estaban en una situación intermedia en que no gozaban de una autonomía más plena como los virreinatos europeos ni tampoco eran 100% dependientes, pero precisamente por eso creo que no es erróneo hablar de colonial y si se quiere se puede hablar de un colonialismo del Antiguo Régimen como hace Jacques Poloni-Simard para diferenciarlo del colonialismo del siglo XIX y XX. En todo caso, defiendas la postura que defiendas, usa argumentos de peso como los planteados por los historiadores y no tires de Leyenda Rosa, ¿vale?
Outro
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Fuentes
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