Este es el episodio 21 El islam y las conquistas árabes y en este episodio aprenderás:

El inicio de la Edad Media

Como comprimiré casi los cien primeros años de historia islámica en un episodio, este va a ser un episodio larguito, así que paciencia y si no lo puedes ver entero de golpe recuerda que en la descripción del vídeo o pódcast puedes encontrar los tiempos de cada sección. Este episodio es una pieza fundamental de esta trilogía de episodios para entender el auge del islam y la caída del Reino visigodo, y además va bien que lo hable en detalle porque seguro que muchos de vosotros no sabéis mucho sobre los primeros tiempos del islam al igual que yo antes de investigarlo bien. Por cierto, acuérdate de suscribirte al programa en YouTube o a los dos pódcasts La Historia de España – Memorias Hispánicas, y si quieres obtener algunos beneficios extra y ayudarme a seguir divulgando te animo a convertirte en mecenas en patreon.com/lahistoriaespana, tienes enlace en la descripción.

Dicho esto, vamos al lío, pero antes de adentrarme en los orígenes y formación del mundo islámico, toca hablar de qué es y qué no es la Edad Media. El término Edad Media lo acuñó el humanista italiano Flavio Biondo, que como todo renacentista creía que cualquier cosa de la Edad Antigua molaba frente a la decadencia de después de la caída de Roma. Esto lo llevó a caracterizar la Edad Media como un paréntesis oscuro entre la grandeza del mundo grecolatino y su tiempo, el Renacimiento, aunque por ironías de la vida él mismo murió en un año que generalmente seguimos considerando como Edad Media.

La periodización de la historia es algo muy complicado porque trata de dividir la historia de manera arbitraria, y es que como ya he dicho otras veces uno no se va a dormir en la Antigüedad y se despierta medieval. Tampoco ocurrían los mismos fenómenos históricos en Japón que en el Caribe o Francia, por eso es imposible hacer una periodización universal o incluso entre países cercanos como España y Francia, porque pueden haber divergencias en la forma de dividir los períodos. En España, tradicionalmente se ha considerado que la Edad Media empieza en el 476 con la proclamación de Odoacro como rey de Italia y finaliza en el 1492 con la toma de Granada y el descubrimiento de América.

Sin embargo, el historiador Peter Brown popularizó un término que hoy está ampliamente aceptado entre el mundo académico, la Antigüedad tardía. La Antigüedad tardía se define como un período de transición entre la Antigüedad clásica y el Medievo, y generalmente este período va desde el siglo III o IV hasta el siglo VII o VIII con el auge del islam, al romperse de forma definitiva la unidad del Mediterráneo. Para el caso de la historia de España, creo que lo más útil es considerar que empieza la Edad Media con la conquista musulmana de la península ibérica en el 711, porque la fragmentación de la península en múltiples estados cristianos y musulmanes será lo que definirá toda la historia medieval española.

Al hablar de Edad Media estamos hablando de un período muy largo, de más de 1000 años usando la periodización tradicional y de casi 800 si lo situamos entre el 711 y el 1492, por lo que entre un extremo y otro hay muchas diferencias y por eso dividimos la Edad Media en tres períodos más, la Alta Edad Media hasta el siglo XI, la Plena Edad Media del siglo XI al XIII, y la Baja Edad Media de los siglos XIV y XV. Desde sus orígenes y ya por su propio nombre la Edad Media se ha caracterizado como un período oscuro, donde las desigualdades, la pobreza, hambruna, peste y guerra marcaban la triste realidad de la vida de la gente medieval, todo bajo la atenta mirada de la religión ya fuera cristiana o musulmana.

Sin embargo, también hubo innovaciones tecnológicas, como el timón de codaste para la navegación, el papel, las mejoras para la tracción de los animales, nuevos sistemas de explotación agrícola más eficientes, o la imprenta. Tampoco hay que olvidar el desarrollo de la filosofía cristiana e islámica, el nacimiento de las universidades, el auge de la burguesía y las instituciones financieras, o el nacimiento de múltiples lenguas y culturas por todo Europa. Por lo tanto, como toda época la Edad Media tiene sus contradicciones y sus cosas buenas y malas, así que en este programa quiero evitar denigrarla como los renacentistas humanistas o idealizarla como los nacionalistas del siglo XIX.

La Arabia preislámica

¿Quiénes son los árabes, los protagonistas del episodio de hoy? Los árabes son los habitantes de la península arábiga, que limita al oeste por la península del Sinaí y el mar Rojo, al sur por el océano Índico, y al este por el golfo Pérsico. La frontera norte es mucho más imprecisa, pero todo lo que es Siria y Mesopotamia se considera que no forma parte de Arabia, aunque tuvieran también poblaciones emigradas de árabes en época preislámica. Sin embargo, por el proceso de arabización que frecuentemente acompañó la islamización se denomina a veces árabes a todos los que tienen como lengua materna el árabe, con lo cual hay que distinguir entre árabes étnicos y árabes culturales, al igual que hacemos una distinción entre hispanos y españoles. En la antigüedad también se denominaba a los árabes como sarracenos o como ismaelitas, siguiendo la tradición bíblica e islámica que los consideraba descendientes de Ismael, hijo de Abraham.

Tengo que advertir que las fuentes escritas sobre la Arabia preislámica y también de los primeros cien años del islam son escasas, tardías y sesgadas, y eso es un problema de difícil solución para los historiadores. En cuanto a la Arabia preislámica, los cronistas del siglo VIII y IX la describieron muy negativamente como un lugar salvaje y sin ley, con problemas recurrentes como la violencia entre tribus, el infanticidio o el alcoholismo. Y luego en cuanto a los primeros cien o ciento cincuenta años del islam hay pocas fuentes contemporáneas a los hechos, las que hay suelen ser de los conquistados pero muestran mucho desconocimiento acerca de los árabes y el islam, mientras que las crónicas escritas por los musulmanes posteriormente tienen unas agendas claras y hablan en un tiempo en que el islam y la identidad árabe ya se habían desarrollado, así que coged algunas informaciones con pinzas.

La sociedad árabe preislámica era tribal, las relaciones sociales y políticas estaban determinadas por los lazos de parentesco y de solidaridad porque un individuo solo difícilmente podía sobrevivir en esas inhóspitas tierras, y había desde población sedentaria en núcleos urbanos a árabes seminómadas y nómadas, los famosos beduinos. Las interacciones entre árabes nómadas y sedentarios eran muy variadas, y se pueden encontrar ejemplos de conflictos porque los nómadas usaban recursos de los sedentarios, y también ejemplos de colaboración, como los nómadas que actuaban como intermediarios de comerciantes y posibilitaban el comercio a larga distancia. Otro aspecto clave en esa relación entre árabes nómadas y sedentarios era el aspecto militar, porque los sedentarios esperaban que una tribu nómada aliada los asistiera militarmente si así lo requerían o al viajar con sus caravanas a cambio de dar cobijo y provisiones a los nómadas cuando lo necesitasen.

La importancia de la genealogía como forma de cohesión tribal para la cultura árabe preislámica e islámica queda reflejada en la onomástica árabe clásica. Primero empieza con un nombre de tradición bíblica y luego coránica, como Ahmad, Ibrahim o un nombre compuesto como Abd Allah o Abd al-Rahman, que significan esclavo o siervo de Dios y el Clemente respectivamente, y a veces el nombre propio iba precedido de un apelativo respetuoso como Abu, que significa padre de seguido del nombre del hijo mayor; detrás del nombre propio se indicaba la ascendencia por línea masculina mediante la palabra ibn, que significa hijo de; detrás del patronímico viene la nisba, que indicaba el origen tribal o geográfico de una persona, precedido por el artículo al, por ejemplo al-Quraysh significa de la tribu del Quraysh o al-Qurtubi significa de Córdoba; y finalmente puede incluirse un apodo positivo o negativo o un título honorífico, como al-Mansur, que significa el victorioso. Todo esto lo explico porque desde el mundo occidental no estamos familiarizados con la onomástica árabe y vale la pena conocerlo un poco porque veremos muchos nombres así.

La península arábiga se divide en una zona norte y central dominada por el desierto y un clima duro, y en el Hiyaz y el Yemen en el oeste y suroeste de la península, que son zonas con tierras más fértiles y activas desde tiempos preislámicos en el comercio marítimo e interior. Aun así, Arabia siempre fue un territorio seco y caluroso y por las condiciones climáticas extremas nunca atrajo la atención de poderes extranjeros para conquistarla. El único intento de conquista fue por parte del emperador Augusto, pero la expedición terminó en fracaso por las duras condiciones de Arabia. La Arabia preislámica estaba dividida políticamente y de hecho nunca antes del califato había existido un estado que uniese a los árabes, es más, ni siquiera existía la identidad árabe todavía.

Arabia preislámica y los imperios persas y bizantinos, año 600, por Thomas A. Lessman
Arabia preislámica y los imperios persas y bizantinos, año 600, por Thomas A. Lessman

En el siglo VI existían tres reinos árabes, todos ellos vasallos o del Imperio bizantino o del Imperio sasánida de Persia: los gasánidas al este de Palestina, vasallos de los bizantinos y cristianos monofisitas; los lajmíes, cristianos nestorianos, vasallos de los sasánidas y vecinos de los gásanidas; y los himyaríes al sur de la península, en el Yemen, que tenía una posición privilegiada para el control de la ruta comercial marítima entre el Mediterráneo y la India y el África oriental y por eso fue disputado por el reino etíope de Axum, los bizantinos y los sasánidas. Sin embargo, para principios del siglo VIII estos reinos árabes clientes de los dos grandes Imperios de la zona habían desaparecido, ya fuera mediante anexión o por descomposición del estado, fruto de la guerra entre los bizantinos y los sasánidas. Esa Arabia sin reinos era la que se encontró Muhammad, y eso fue clave para la construcción del estado del profeta.

La Arabia preislámica era tan diversa en términos religiosos y lingüísticos como en políticos. Había distintos dialectos del árabe y también se hablaba arameo, hebreo, persa y griego. La mayoría de la población árabe era politeísta, es decir, veneraba a ídolos, pero ya antes del islam la Kaaba de La Meca era un lugar sagrado y de peregrinación como lo es hoy en día para todos los musulmanes. El concepto de un Dios superior llamado en árabe Allah ya existía, aunque su rol en la religión politeísta árabe sigue siendo un tema discutido. En Arabia también existían comunidades de cristianos monofisitas, zoroastristas y judíos, estos últimos numerosos en Medina y el Yemen, por lo que, aunque los árabes eran en su mayoría politeístas, el monoteísmo predicado por Muhammad no sería un concepto revolucionario para ellos y la génesis del islam puede ser visto en el contexto de la Antigüedad tardía como parte de esa tendencia general hacia el monoteísmo.

Muhammad, el último profeta

Muhammad, más conocido en español como Mahoma, nació en La Meca en el año 570, cuando Leovigildo recién empezaba sus campañas de conquista para construir el Reino visigodo toledano. La Meca destacaba por su Kaaba sagrada y por el comercio a larga distancia financiado gracias al oro y plata extraído en minas cercanas, y la tribu de los Quraysh dominaba la ciudad. Muhammad nació en el seno de esta tribu, pero su clan pertenecía a una rama menor sin poder político, y el joven quedó huérfano al morir su padre antes de nacer y morir su madre a los seis años. Lo criaron su abuelo y luego su tío, así que creció junto a su primo Alí, que se convertiría posteriormente también en yerno suyo al casarse con su hija Fátima y este Alí fue el cuarto y último califa del califato Rashidun.

Antes de predicar y tener sus revelaciones a los cuarenta años de edad, Muhammad era un comerciante que seguía a camello las rutas comerciales de Arabia hasta la Siria bizantina, aunque parte de la tradición árabe decía que se dedicaba al pastoreo. Que oye, que puede que lo hubiera hecho, pero quizás las fuentes trataron de hacer un paralelismo entre pastorear un rebaño y guiar a los árabes con su mensaje de Dios. Se casó con su empleadora, Jadiya, que era mayor que él y viuda, pero eso no fue impedimento para su boda y tuvieron seis hijos. Muhammad era un hombre reflexivo y tenía el hábito de ir a una cueva cercana a La Meca para meditar y pensar, quizás hasta rezar a Dios, porque según la tradición ya de joven Muhammad no creía en los ídolos. Fue precisamente en esa cueva cuando en el año 610 Muhammad tuvo su primera revelación según la tradición islámica. Según se dice, le apareció el arcángel Gabriel y este le ordenó que leyera el libro que llevaba.

Como la mayoría de árabes de la época, Muhammad era analfabeto así que respondió que no sabía leer, el arcángel insistió una segunda y una tercera vez, pero la respuesta fue la misma. Entonces el arcángel Gabriel le reveló los primeros versos del Corán, los del capítulo 96, en que revelaba que existía un único Dios, y como era tradición entre los árabes en vez de escribirlo Muhammad memorizó el mensaje para recitarlo. Al terminar la revelación, Muhammad estaba temblando, no sabía si se había vuelto loco o qué acababa de pasar, y salió corriendo de la cueva para ir a casa con su mujer y contárselo. Entonces Jadiya lo calmó diciéndole que Dios no le haría daño a una persona honesta como él, y como su esposa lo apoyó y creyó en él desde un primer momento se considera que fue la primera musulmana.

Tras las palabras de su esposa, Muhammad aceptó su misión de ser mensajero de Dios, y así empezó su vida como profeta. Pronto le habló de su revelación a gente cercana y confiable que se convirtieron en sus primeros seguidores, los conocidos como compañeros del profeta, entre ellos los que se convertirían en los cuatro califas del califato Rashidun. De su red de familiares y amigos nació la pequeña pero incipiente comunidad musulmana entre las sombras, por miedo a que las élites politeístas de La Meca los persiguieran. Así empezaron las andaduras de Muhammad como el último profeta de Dios.

¿Qué es el islam?

El islam etimológicamente significa someterse, es decir, someterse a la voluntad de Dios para así estar en paz, y ser musulmán significa ser el que se somete. El Corán es el libro sagrado del islam y representa el mensaje final de Dios transmitido en árabe sin ser alterado desde hace más de mil años, pero el Corán no es la única fuente para conocer el mensaje de Dios para los musulmanes. Al igual que los judíos con su Talmud o los cristianos con los escritos y vidas de los santos padres de la Iglesia, los musulmanes usan una fuente complementaria al Corán, la sunna, una colección de enseñanzas y prácticas ejemplares del profeta Muhammad que enseñan a los musulmanes cómo vivir de forma recta según las revelaciones de Dios y que son recogidas en diferentes versiones conocidos como hadices.

A diferencia del profeta Jesús para los cristianos, Muhammad no decía ser Dios, sino que era su último mensajero, sin por ello negar que Abraham, Moisés, Jesús y otros también fueron profetas. En este sentido, el islam nace antes de Muhammad, porque el Corán solamente representa la palabra final de Dios, del mismo Dios único y supremo del que hablaban los judíos y cristianos, y al igual que Jesús Muhammad creía que el mundo se había desviado del monoteísmo abrahámico y del mensaje de anteriores profetas y con su mensaje pretendía devolver a los árabes y a la humanidad a la única religión verdadera. De este modo, desde el punto de vista del islam, dentro de las religiones abrahámicas el judaísmo sería como Charmander, el cristianismo sería Charmeleon, y el islam sería Charizard, así que no debes apretar la B y cancelar la evolución porque, ¿quién no quiere un Charizard?

El Corán insiste una y otra vez en un monoteísmo estricto, la gente solo debe venerar y someterse a la voluntad de un Dios único, que no es trinitario como para los católicos, y al igual que el cristianismo advierte que un día llegará el Juicio Final en que todas las almas deberán rendir cuentas a Dios, quien determinará si una persona debe ir al Cielo o al Infierno. Pero el islam no solamente habla de teología, sino que muchos de sus mensajes eran de denuncia social de problemas prevalentes en la Arabia preislámica, y el islam también es mucho más que una religión porque es una forma de gobierno y de regir todos los aspectos de la vida. Los musulmanes pasan a formar parte de la umma, la comunidad de creyentes, y el mensaje de Muhammad era revolucionario porque los musulmanes idealmente deben abandonar sus lazos tribales y trasladar ese sentimiento comunitario y solidaridad tribal a la umma.

El islam tiene la sharía, un cuerpo de leyes que sirve para mostrar el código de conducta moral correcto para un musulmán y prohibir lo que se considere maligno. Aun así, no hay que creer que todos los musulmanes siguen o interpretan igual estas leyes provenientes de distintas fuentes como el Corán o la sunna, como pasa con toda ley o con toda religión hay multitud de interpretaciones de temas tan diversos como las herencias, los contratos mercantiles, los robos, el adulterio, o cómo tratar a los judíos y cristianos, porque como muchos otros textos sagrados el Corán tiene mensajes contradictorios o al menos abiertos a la interpretación.

El islam tiene cinco principios básicos, cinco pilares que guían a cualquier buen musulmán: el primero es la shahada que indica que no hay más dios que Dios y Muhammad es su profeta; el segundo pilar es la salat u oración, que debe realizarse cinco veces al día en dirección a La Meca; el tercer pilar del islam es el zakat que es una limosna obligatoria recaudada para ayudar a los musulmanes más pobres; el cuarto principio es el sawm o ayuno de alimentos, agua y sexo durante las horas de día del mes del Ramadán; y finalmente el quinto pilar es el hajj, el deber de peregrinar a la Kaaba de La Meca al menos una vez en la vida si se puede.

El islam no es una religión con una autoridad central y una jerarquía con sus obispos, clérigos y monjes como la Iglesia católica. Otra diferencia respecto al cristianismo es que, pese a que el islam proclama ser una fe universalista y el mensaje del profeta de hecho hablaba de la igualdad y no superioridad de los árabes, el islam tiene elementos de religión étnica o cultural. Como el mensaje final de Dios, el Corán, se había transmitido al pueblo árabe y en lengua árabe, los árabes se sintieron superiores y se consideraban un poco como el pueblo elegido al igual que los judíos, por eso la islamización de una sociedad ha comportado en muchos países su arabización para adoptar la lengua árabe, la lengua del mensaje final de Dios, así como otros rasgos culturales árabes como su onomástica o vestimentas.

La Hégira y la Constitución de Medina

Retomando la historia política del islam en esos años de formación, como dije antes la comunidad musulmana era secreta durante los años inmediatos a la primera revelación de Muhammad, porque su mensaje de una religión monoteísta y de una sociedad más justa e igualitaria era un mensaje peligroso y disruptivo para el orden social de La Meca. Sin embargo, según la tradición islámica en el año 613 Dios le ordenó al profeta que predicase a los cuatro vientos el mensaje de Dios, y ahí empezaron sus conflictos con la élite de La Meca. Hay que recordar que la Kaaba de La Meca era un centro de peregrinación por sus ídolos que reportaba jugosos beneficios económicos a los Quraysh, y las élites temían que si la religión que predicaba Muhammad ganaba adeptos el negocio de la ciudad se iría al garete, aunque al final no fue tan malo para el negocio de la ciudad el auge del islam, ¿eh?

La tensión en La Meca fue creciendo mientras que el islam ganaba adeptos. Las élites de la tribu Quraysh persiguieron a los más desfavorecidos de entre los musulmanes porque no querían iniciar una guerra civil entre las élites politeístas y los musulmanes más notables, y Muhammad recomendó a algunos de sus seguidores emigrar al reino cristiano de Axum, en Etiopía. En el 617 los Quraysh implementaron medidas para parar el crecimiento de la comunidad musulmana, tales como amenazar con acciones militares contra aquellas tribus que se convirtieran o prohibir los matrimonios y transacciones con el clan de Muhammad. Los musulmanes que no eran de su clan ayudaron a la familia del Profeta y pusieron en práctica uno de los conceptos fundamentales del islam, la solidaridad entre creyentes.

El tío de Muhammad había protegido a su sobrino pese a no aceptar el islam, pero murió al igual que la primera esposa del profeta en el 619, y con la pérdida del patriarca familiar los musulmanes no tendrían ya la protección de les ofrecía frente a los Quraysh. Fue por eso que Muhammad tanteó diferentes ciudades donde emigrar con su comunidad de fieles y finalmente en el 622 los musulmanes huyeron de La Meca y emigraron a Yatrib, a partir de entonces conocida como Medina. Un grupo de árabes de Yatrib habían oído de la buena reputación de Muhammad como mediador de conflictos y contactaron con él para que terminase con los conflictos entre las tribus de la ciudad.

Esa emigración a Medina es lo que se conoce como Hégira, y es un hecho tan importante en la historia islámica que en el calendario musulmán es lo que marca el inicio del año 1. Los musulmanes ya dejarían de ser un grupo perseguido y marginado en La Meca para formar el primer estado musulmán en Medina, con Muhammad como su autoridad suprema. El nuevo orden político, social y religioso establecido por Muhammad se codificó en lo que se conoce como Carta de Medina o Constitución de Medina, formulada gracias a las habilidades políticas y diplomáticas de Muhammad.

Se instauró la sharía en Medina y prohibió el ojo por ojo preislámico, Medina se convirtió en un lugar sagrado y se construyó una mezquita, y, aunque sigue siendo un tema polémico a nivel historiográfico, parece que en aquellos tiempos el término umma no solo incluía a los musulmanes sino a todos aquellos que aceptaran el régimen político de Muhammad, incluyendo los numerosos judíos y politeístas que habitaban la ciudad. La Constitución de Medina ha sido muy importante como modelo para saber cómo tratar a los dimmíes, esto es a los judíos y cristianos, porque se reconocía su derecho a profesar su fe sin ser oprimidos y al incluirlos en la umma se les daba deberes como ayudar militarmente en caso de guerra. Así se construyó el modelo político para posteriores estados islámicos.

Hacia la unificación de los árabes

Pero no todo iba bien, porque los Quraysh de La Meca eran una amenaza para Medina y la comunidad musulmana, y si Muhammad quería predicar su mensaje más allá de Medina tenía que neutralizar esa amenaza. Muhammad proclamó que había tenido una nueva revelación de Dios y que este le permitió entrar en guerra contra La Meca, y la primera acción importante fue la captura de una caravana comercial de los Quraysh que desembocó en la batalla de Badr y en una victoria para los ismaelitas de Medina. Al año siguiente los musulmanes no tuvieron tanta suerte en la batalla de Uhud cerca de Medina, y esta vez los musulmanes fueron derrotados en parte debido al talento de Khalid ibn al-Walid, general que años después se convertiría al islam y fue clave en las conquistas musulmanas.

La batalla de Uhud no terminó con el estado islámico de Medina, pero sí sembró las semillas para las tensiones entre musulmanes y judíos, porque muchos de ellos no honraron los términos de la Constitución de Medina y no participaron en la batalla. En el año 627 una de las tribus judías de Medina traicionó a Muhammad y se unió a una confederación árabe liderada por La Meca, que reunió una fuerza de 10.000 hombres para un asedio sobre Medina conocido como la batalla de la Trinchera o del Foso. Pero el buen liderazgo militar de Muhammad y su diplomacia hizo que la ofensiva fuera un desastre para los atacantes. Las consecuencias de la traición de parte de los judíos resonaron durante siglos para el trato de los no musulmanes bajo un estado musulmán, porque Muhammad les dio un castigo ejemplar ejecutando a los hombres y exiliando a mujeres y niños. El mensaje era claro, los no musulmanes podían vivir bajo dominio islámico, pero debían respetar los acuerdos o sino serían castigados.

Como resultado de la batalla de la Trinchera, el poder de La Meca estaba más puesto en duda que nunca mientras que el del estado islámico de Medina se había consolidado. Esto permitió que Muhammad decidiera peregrinar a La Meca con 1500 seguidores suyos, apenas armados porque querían entrar pacíficamente en su ciudad natal. Los Quraysh tuvieron que tomar una difícil decisión, pero como protectores de los peregrinos a la Kaaba se vieron obligados a permitir la entrada de los musulmanes desarmados, aunque no permitieron la entrada de su profeta, y además acordaron la paz entre Medina y La Meca. La firma de un tratado permitió que muchas otras tribus árabes hicieran tratos con Muhammad y aceptaran la fe islámica, y se produjeron nuevas conversiones entre los ciudadanos de La Meca, entre ellos la del general Khalid ibn al-Walid que sirvió desde entonces a Muhammad.

En el año 630 una tribu aliada de los Quraysh atacó a Muhammad, así que la paz entre Medina y La Meca terminó y con todos los nuevos adeptos de toda Arabia que había conseguido unir bajo su mando Muhammad, La Meca no tenía nada que hacer. Esta vez Muhammad marchó con un ejército de 10.000 árabes sobre La Meca, y sin contar algunas escaramuzas menores la conquista de La Meca ocurrió sin derramamiento de sangre. Solo ocho años después de haber tenido que exiliarse de su ciudad natal, el profeta del islam consiguió reunir una fuerza de creyentes que consiguió regresar triunfante a La Meca y destruir los ídolos de la Kaaba, una victoria que fue vista como el triunfo del islam sobre el politeísmo, la verdad sobre la falsedad. Así se dejaba atrás lo que se conoce como la yahiliyya, la era de la ignorancia, de la que ya hablé en el episodio extra 7 El pasado preislámico de al-Ándalus.

Muhammad supo crear un proyecto político y religioso que permitía superar los viejos lazos tribales de los árabes, crear una identidad árabe común, y sumar sus fuerzas para lograr cosas que hasta entonces desunidos nunca habían podido conseguir los árabes. Abandonar esas viejas rencillas tribales no fue un trabajo que pudiera completarse en una generación, y de hecho nunca pudieron superarse del todo esos lazos tribales entre los árabes, pero al menos sentó las bases para aspirar a algo mayor, la unión de árabes bajo la bandera del islam. Con ya más de 60 años de edad y tras llevar un tiempo débil y enfermo, Muhammad murió con la cabeza en el regazo de su tercera esposa Aisha el 8 de junio del 632.

El Califato Rashidun y las grandes conquistas árabes

La muerte del profeta Muhammad causó conmoción entre los musulmanes y a nivel político era un momento decisivo, porque nadie sabía qué sucedería con el liderazgo político y religioso del estado islámico que había construido Muhammad entorno a Medina. Para los musulmanes Muhammad era el último profeta enviado por Dios y ya no habría ningún otro después de él, así que si ya no había ningún profeta que guiara a los musulmanes acorde a un plan divino, ¿quién tenía el derecho a liderar a los musulmanes? Los compañeros de Muhammad se reunieron para discutir la sucesión, un asunto muy delicado porque el poder de los musulmanes aún tenía que consolidarse y la sucesión pudo haber destruido para siempre a la umma y haber cambiado radicalmente la historia del mundo.

Tras mucho discutirlo, uno de los hombres en quien más confió Muhammad fue elegido sucesor del profeta, su suegro y miembro de la tribu Quraysh Abu Bakr, que asumió el título de califa, que significa delegado de Dios, aunque los ulemas a partir del siglo IX afirmaban que significaba sucesor del mensajero de Dios para menoscabar su autoridad. Según los musulmanes sunníes, los mayoritarios, Muhammad no había dicho nada sobre quién le iba a suceder como estadista ni la fórmula a usar, así que el califato fue una innovación. No todo el mundo estaba de acuerdo en que Abu Bakr fuera el sucesor de Muhammad, entre otros el primo y yerno del profeta, Alí, y es que según los musulmanes chiíes Muhammad lo había designado su heredero antes de morir y además contaba con la legitimidad que le daba estar casado con Fátima, única descendiente del profeta del islam que tuvo hijos.

El califa debía obedecer a Dios y seguir el ejemplo dejado por Muhammad como estadista y líder religioso, para guiar a los musulmanes a seguir de manera rigurosa los preceptos islámicos y expandir el poder político y el mensaje de Dios por el resto del mundo. Esto inició lo que conocemos como califato Rashidun, también conocido como califato ortodoxo o califato bien guiado, y es que desde el punto de vista islámico se suele ver ese período como los días de gloria del islam, una época en que todo iba bien a nivel militar y religioso. Por esa misma nostalgia muchos de los movimientos conservadores o yihadistas del islam ven al califato Rashidun como un modelo de lo que debe ser un estado islámico, pero la nostalgia siempre se olvida de lo malo.

Abu Bakr gobernó durante dos años y su reinado destacó por sus campañas militares y por preservar la unidad de los árabes y el islam. Numerosas tribus beduinas de Arabia consideraron que con la muerte del profeta sus lazos de fidelidad hacia Medina se habían roto y aprovecharon la coyuntura para no reconocer su autoridad. También los llamados falsos profetas contemporáneos a Muhammad lideraron algunas de las revueltas árabes para sustituir su rol, y todo esto es lo que inició lo que se conoce como guerras Ridda o guerras de apostasía. Abu Bakr encomendó la misión de terminar con los rebeldes al apodado la Espada de Dios, Khalid ibn al-Walid, el hombre que ni antes ni después de las guerras Ridda perdió una sola de las cien batallas en que se dice que participó.

Khalid fue derrotando a las tribus árabes rebeldes de una a en una, hasta que en poco más de un año pudo consolidar el dominio islámico sobre toda la península arábiga, unificando así a todos los árabes en un solo estado. Otra consecuencia relevante de las guerras de apostasía es que la muerte en batalla de muchos musulmanes que habían memorizado el Corán llevó al califa Abu Bakr a compilar el Corán de forma escrita, para evitar que su contenido se adulterara y se perdiera con el paso del tiempo, aunque la tarea de estandarizarlo la completaría el tercer califa ortodoxo, Utmán. Tras una sucesión complicada y una serie de rebeliones internas, el islam y el estado islámico fundado por Muhammad pudo sobrevivir a los grandes desafíos a los que se había enfrentado, y con un pueblo árabe unido por primera vez en su historia se daría paso al período de grandes conquistas árabes en todas direcciones.

El califato Rashidun entorno al año 634, a la muerte de Abu Bakr
El califato Rashidun entorno al año 634, a la muerte de Abu Bakr

Con este legado, el califa Abu Bakr murió en el año 634 habiendo nombrado sucesor a Umar, quien al igual que él había sido suegro de Muhammad. Ahora que Arabia pertenecía al califato Rashidun, el modo de vida árabe de guerras entre tribus ya no podía continuar, así que ese poderío militar que habían reunido los árabes en un solo estado podía dirigirse hacia el norte contra sus grandes imperios vecinos, los bizantinos y los sasánidas. Lo que empezó como pequeñas razias en la frontera bizantina de Siria y Palestina y en la frontera persa de Mesopotamia desembocó en la conquista completa de estos territorios para el año 640, incluyendo la capital del Imperio sasánida Ctesifonte y la ciudad sagrada de Jerusalén que se rindió mediante un pacto.

El hecho de que las tropas árabes respetaran las vidas, propiedades y religión de los conquistados a cambio de tributo también aseguró que la población local no mostrase mucha resistencia, y los árabes mantuvieron durante muchos años la administración funcionando tal y como antes, incluyendo el uso administrativo del griego y el persa. El emperador bizantino Heraclio no pudo frenar el imparable avance árabe y éstos terminaron por conquistar Egipto y el este de Libia en el 642, con lo que en un abrir y cerrar de ojos el Imperio bizantino había perdido sus ricas y populosas provincias orientales y sus puertos y astilleros más importantes a manos de un pueblo que solamente dos décadas atrás no representaba ningún peligro.

Entrada del califa Umar a Jerusalén tras capitular en el 637
Entrada del califa Umar a Jerusalén tras capitular en el 637

Más al este, los árabes conquistaron buena parte de la meseta de Irán y el Imperio sasánida como estado centralizado colapsó, aunque el proceso de conquista de Irán proseguiría durante décadas por la resistencia de los poderes locales. La comunidad de creyentes musulmanes se repartió el gran botín de todas estas guerras, también las tierras del fisco y tierras abandonadas, Arabia recibió más riquezas que nunca, y por supuesto las élites de Medina y La Meca se enriquecieron muchísimo, tanto que causó inflación y malestar. Eso sí, hay que decir que Arabia perdió población a causa de las emigraciones de árabes y guerras, y los conquistadores fundaron ciudades-guarnición para controlar los territorios conquistados y vivir de los tributos de los no árabes, de modo que vivían de forma segregada al pueblo conquistado, como hicieron por ejemplo los manchúes en China.

¿Pero cómo pudieron los árabes pasar de ser gentes sin un estado unificado sujetas a las injerencias e influencias de los imperios bizantino y sasánida a conquistar en unos pocos años todo el Imperio sasánida y gran parte de los dominios del Imperio bizantino? Esa es una pregunta que se han hecho los historiadores desde hace siglos, por la velocidad vertiginosa de las conquistas árabes que recuerda bastante a las conquistas mongolas de siglos después. El motivo más frecuentemente citado es la debilidad del Imperio bizantino y el sasánida, porque ambos estaban agotados de guerrear el uno contra el otro, sufrieron además crisis y rebeliones internas, y sus emperadores intentaban imponer sin éxito la unidad religiosa.

Además, el Imperio bizantino tuvo muchos otros frentes abiertos que hay que tener en cuenta, en los Balcanes y en las puertas de Constantinopla tuvieron que lidiar con los búlgaros y eslavos, en Italia los longobardos, y en el norte de África con tribus bereberes. Otra de las claves es la desaparición de los reinos árabes clientes de los Imperios bizantino y sasánida vía anexión o por derrumbamiento de la autoridad central. Esto creó un vacío de poder que Muhammad supo llenar, de hecho no solo él, sino que sabemos de la existencia de al menos tres profetas árabes más contemporáneos a Muhammad. Estos otros profetas hacían lo mismo que Muhammad, predicaban una doctrina, construían estados, y mantenían la fidelidad de sus seguidores mediante campañas militares donde conseguían botín, solo que con menos éxito que el profeta del islam.

Esto prueba que el factor religioso no fue decisivo, sino que los éxitos políticos y militares de Muhammad y los califas que lo sucedieron fueron claves para triunfar sobre estos otros profetas y construir y mantener la unidad de los árabes con el objetivo de conquistar tierras y enriquecerse, más que predicar y convertir almas con una religión que aún estaba definiéndose como religión diferente. Los primeros califas entendieron esto perfectamente y por eso su objetivo fue conquistar las provincias de los dos grandes imperios vecinos y convertirse en su nueva élite militar, no para extender su doctrina religiosa o combatir infieles, sino porque sin más éxitos militares el estado recién creado y la unidad árabe podrían colapsar.

Por eso es incorrecto pensar que el islam se expandió por la espada porque la islamización tardó siglos en producirse y en el caso de al-Ándalus no fue hasta el período almohade que se forzaron conversiones, pero no es menos cierto que el islam no pudo haberse expandido sin la espada, es decir, sin expandirse política y militarmente. Como señalan muchos historiadores, más que hablar de conquistas musulmanas, hay que hablar de conquistas árabes, porque también participaron árabes cristianos y judíos y los árabes no mostraron un gran celo en convertir a los conquistados, es más, hasta hay historiadores que afirman que los árabes en época del Califato Rashidun y del Califato omeya veían el islam como una religión exclusiva de los árabes y por eso convertirse al islam era complicado dada la segregación entre conquistadores y conquistados.

La imagen de los árabes en esa época tanto desde las fuentes de los conquistados como las islámicas confirman esa imagen de gentes conquistadoras, no predicadoras, y lo único religioso que debían hacer los conquistados era pagar impuestos, porque de Hacienda nadie se escapa ni ahora ni entonces. Fue la unión de las tribus árabes en una empresa imperial común lo que provocó la expansión de los califatos islámicos, a los que posteriormente se les fueron añadiendo levas de los pueblos conquistados, pero siempre bajo la dirección de un árabe. Los árabes ya no serían actores secundarios servidores de los intereses de los bizantinos o sasánidas, sino que bajo la unidad política y religiosa que abanderaba Muhammad y luego los califas pudieron sacudirse de su yugo.

Por esta rápida expansión del primer califato islámico y por su buena gestión como estadista Umar ha pasado a la historia como uno de los más admirados soberanos musulmanes, aunque murió asesinado por un esclavo persa en el año 644. En su lecho de muerte se convocó un comité de seis notables musulmanes para elegir un califa entre ellos, y salió elegido Utmán, yerno del profeta y miembro de un importante linaje de La Meca que seguro que te suena, los omeyas. Su primo Muawiya ya era gobernador de la provincia de Siria y la estaba transformando en una provincia clave para el califato Rashidun, y el califa Utmán no tardó en poner a otros miembros de su familia en puestos de poder, como su hermano adoptivo que sirvió de gobernador de Egipto o varios primos suyos que gobernaron partes de Iraq.

El nepotismo de Utmán le empezó a granjear enemigos. Mientras tanto, en el plano militar el tercer califa ortodoxo estableció una armada para combatir las contraofensivas bizantinas, y eso le permitió evitar la reconquista bizantina de Egipto, avasallar las islas de Chipre y Creta, y asaltar Sicilia. Utmán dio más autonomía a sus generales para realizar campañas en todos los frentes, y así la conquista de Irán fue avanzando a buen ritmo hasta que en el 651 el último gobernante sasánida fue asesinado y los musulmanes llegaron hasta las puertas de Asia Central y la actual Pakistán. También se completó la conquista de Armenia y los árabes fijaron la frontera árabe-bizantina al sureste de Anatolia, pero todas estas exitosas campañas militares no sirvieron para apaciguar la oposición contra Utmán.

En el año 656 Utmán convocó al gobernador de Egipto para discutir cómo calmar los ánimos entre las tropas que se quejaban por un reparto del botín que consideraban injusto, pero cuando éste se fue ocurrió un golpe de estado en Egipto. Los rebeldes de Egipto ofrecieron el califato a Alí. Alí lo rechazó, pero los amotinados llegaron hasta Medina y asediaron la propia casa de Utmán. A pesar del peligro mortal que corría, Utmán rehusó ordenar a la gente de Medina luchar contra los rebeldes y tampoco aceptó el envío de las tropas sirias de su primo Muawiya, porque no quería que se derramase sangre entre musulmanes en la ciudad del profeta del islam. Los rebeldes finalmente entraron en su casa y lo asesinaron, y con el tercer califa convertido en un mártir a manos de otros creyentes, la unidad de la comunidad islámica quebró.

La primera fitna del islam

Los rebeldes de Egipto pretendían nombrar ellos mismos al califa. De nuevo los sediciosos ofrecieron el califato a Alí, por ser el más respetado de entre los compañeros vivos de Muhammad y por estar emparentado con él como primo y yerno, pero Alí no quería que su legitimidad como califa quedase en entredicho al apoyarse en rebeldes. Algunos personajes destacados de Medina insistieron en que no había ningún candidato mejor que Alí y finalmente se proclamó califa sin ser aceptado universalmente. El mayor problema que Alí tenía entre manos era cómo tratar a los asesinos del califa Utmán, si no los castigaba el gobernador de Siria Muawiya ya había dicho que no lo reconocería como califa, y el sentimiento general era que los rebeldes debían ser severamente castigados. Sin embargo, algunos consideraban que el magnicidio estaba justificado porque Utmán había actuado como un tirano, y siendo pragmáticos los rebeldes controlaban aún la capital califal, Medina, y si los ajusticiaba de buen seguro que él mismo terminaría igual, asesinado.

En su típica actitud indecisa, Alí no optó por ninguna de las dos opciones y movió su corte a Mesopotamia, su base de poder. Algunos compañeros del profeta del islam y la viuda de Muhammad Aisha lideraron un ejército hacia Iraq para confrontar a Alí por no haber vengado la muerte del legítimo califa Utmán y esto inició la primera fitna, es decir, la primera guerra civil dentro de la comunidad musulmana, aunque entre las causas de la guerra civil subyacen motivos como la ralentización de las conquistas y menor botín que hizo que las tensiones emergieran. Alí derrotó a este ejército, pero el omeya Muawiya se rebeló abiertamente también por considerar a Alí cómplice del asesinato de su primo. Esto provocó una de las batallas más importantes de toda la historia islámica, la batalla de Siffín.

Los ejércitos de Alí y Muawiya se enfrentaron y sufrieron muchas pérdidas, pero la batalla paró cuando las tropas de Muawiya ataron hojas del Corán en sus lanzas para proponer un cese de esta guerra fratricida y someter la cuestión de la legitimidad o no del asesinato de Utmán a juicio de dos árbitros imparciales. El bando de Alí aceptó, pero un grupo desertó porque consideraban que era una ofensa a Dios que el asunto lo resolvieran discutiendo entre hombres lo que solo podía decidir Dios en batalla. Por su deserción fueron conocidos como jariyíes, que significa los que salen, así que la batalla de Siffín marcó la división del islam entre sunníes, chiíes, y jariyíes. Sus diferencias eran políticas al principio, pero desarrollaron con los años diferencias doctrinales, por ejemplo los jariyíes creían que el musulmán más virtuoso debía ser califa independientemente de sus orígenes étnicos o familiares, en concordancia con el mensaje igualitario de Muhammad, mientras que los sunníes solo aceptaban árabes de la tribu Quraysh y los chiíes a descendientes por sangre de Muhammad.

El veredicto de los árbitros poco importó, porque el bando de Alí se estaba desmoronando y los apoyos de Muawiya lo proclamaron califa. El cuarto califa ortodoxo tenía el problema de los jariyíes entre manos, porque estaban causando estragos por Iraq, aunque no tuvo muchos problemas en derrotarlos y provocar que el movimiento jariyí pasara a la clandestinidad. Mientras que Alí intentaba mantener la unidad de su bando, Muawiya se hizo con Egipto en el 658 y con Medina y La Meca en el 660. Los jariyíes intentaron sin éxito asesinar a Muawiya en Damasco, pero sí tuvieron éxito en matar al califa Alí en el 661. Así terminó la primera fitna.

La instauración del Califato omeya

Con la muerte de Alí se dio fin al califato Rashidun y empezó el reinado de la primera dinastía hereditaria del islam con la fundación del Califato omeya con sede en Damasco, por lo que Arabia dejó de estar en el primer plano político y el centro de poder se desplazó a Siria. Este fue un cambio importante en el devenir del imperio árabe porque dejaron Arabia solamente como centro espiritual del islam, pero el centro político se desplazó a las más ricas provincias del califato. El hijo de Alí había sido nominado como sucesor califal, pero éste aceptó abdicar a favor de Muawiya porque él era el único hombre con los apoyos y recursos necesarios para reunificar la umma, la comunidad musulmana.

El fundador del Califato omeya siempre ha sido una figura controvertida, porque por un lado continuó la expansión árabe y evitó que el islam y la unión de los árabes se fueran al traste como pasó con otros imperios, pero por el otro se enfrentó a Alí y Muawiya convirtió el califato en una monarquía. Muawiya tenía un trono, una corte como la bizantina o sasánida, y rezaba en una zona separada de la mezquita para evitar ser asesinado, por lo que el califa omeya no siguió el modelo que supuestamente caracterizó a los cuatro califas bien guiados de un califa modesto y asceta que consensuaba las decisiones importantes. Para mantener la unidad de los árabes siguió expandiendo el califato con campañas militares en la actual Túnez, donde lograron fundar la ciudad árabe de Kairuán de la mano del victorioso general Uqba ibn Nafi, y se produjo un primer asedio sin éxito sobre Constantinopla.

Sin embargo, ya imaginaba que externalizar las tensiones internas mediante la guerra y conquista no funcionaría indefinidamente, por lo que para mantener la unidad política de los musulmanes transformó el califato en hereditario dentro del seno de su familia y nombró a su hijo Yazid su sucesor mucho antes de morir en el año 680. Excluyendo a Utmán, este se convirtió en el segundo califa omeya, el primero que no había sido uno de los compañeros del Profeta, y por eso, los rumores de su vida de alcohol y lujos, y el hecho de ser una sucesión hereditaria hizo que Yazid se tuviera que enfrentar a opositores. Un nieto del profeta Muhammad intentó usar Iraq para enfrentarse a Yazid como había hecho su padre Alí, pero las promesas de sus apoyos iraquíes no se cumplieron y el rebelde murió masacrado por un ejército omeya, y por eso este hijo de Alí ha pasado a la historia como un mártir para los chiíes.

Si es que ser chií es como ser del Español, son ganas de querer sufrir. Los omeyas consiguieron granjearse más opositores al haber matado a un descendiente del profeta y esto dio comienzo a la segunda fitna entre los años 680 y 692. Con este pretexto se proclamó un nieto de Abu Bakr califa en Medina y los omeyas perdieron el control sobre la región arábiga de Hiyaz, y pronto emergieron rebeldes por otras provincias del Califato omeya hasta que solo partes de Siria estaban bajo control omeya. Los omeyas habían perdido la lealtad de los qaysíes, la facción de emigrados musulmanes asentados al norte de Siria, y mantuvieron la lealtad de los yemeníes, árabes del sur y centro de Siria ya asentados allí desde época preislámica. Al terminarse la guerra civil y al emerger los árabes sirios como la élite política y militar del Califato omeya, estas dos facciones políticas mantuvieron una rivalidad que fue importante en el fin de la dinastía omeya durante la tercera fitna y el conflicto llegó a trasladarse también a al-Ándalus, pero ya llegaremos a eso en un futuro. Lo cierto es que detrás de la guerra civil no solo había una lucha por el poder y razones religiosas, sino que también era una muestra de las resistencias que provocaba un estado cada vez más centralizado y multiétnico.

Parecía que el Califato omeya se iba a desmoronar, había muerto Yazid y su hijo incapaz de gobernar lo hizo pronto también, así que fue sucedido por otra rama de la familia omeya, la de Marwán, que había sido ya mano derecha del califa Utmán y gobernador de Medina. De este Marwán descendieron todos los omeyas que gobernaron posteriormente, incluidos los omeyas de Córdoba, y Marwán y luego su hijo Abd al-Malik lograron reimponer el control omeya sobre toda Siria, Egipto y más allá hasta finalmente derrotar al pretendiente a califa de Medina y reunificar de nuevo la comunidad musulmana, en parte gracias al crucial apoyo de los maulas, los clientes no árabes recientemente convertidos al islam. El califa Abd al-Malik es el más admirado de los califas omeyas de Damasco por haber logrado la reunificación del califato, sus éxitos militares en el norte de África, y las reformas administrativas que permitieron fortalecer la capacidad fiscal del estado y oficializar el árabe como la lengua de la administración de las antiguas provincias bizantinas y sasánidas, que hasta entonces habían seguido sin grandes cambios.

Califato omeya, por Hugh Kennedy
Califato omeya, por Hugh Kennedy

Su victoria en la segunda fitna le permitió llenar la administración del califato de parientes omeyas en puestos de poder y desarrollar y centralizar el califato como ningún otro de sus predecesores había podido. La arabización e islamización también se llevó al terreno monetario, porque se dejó de acuñar monedas bizantinas y sasánidas para sustituirlas por el sistema monetario islámico trimetálico, con dinares de oro, dírhams de plata, y feluses de bronce. Abd al-Malik y su hijo al-Walid I a partir del 705 iniciaron un ambicioso programa de construcción de grandes edificios e infraestructuras como la cúpula de la Roca de Jerusalén o la Gran mezquita de Damasco, todo esto para reemplazar el antiguo orden y formar una iconografía y urbanismo propiamente islámico, sin olvidar por ello que los árabes también se iranizaron y helenizaron al entrar en contacto con pueblos extranjeros, porque siempre hay un intercambio cultural bilateral al entrar dos culturas en contacto como ya vimos con la romanización.

La conquista árabe del Magreb

La conquista árabe del Magreb fue una de las más complicadas por el terreno montañoso, porque no había tantas urbes como en Siria o Egipto, y porque los bereberes no estaban organizados bajo un estado centralizado, sino organizados en tribus como en la Arabia preislámica. Tanto es así que las actuales Túnez, Argelia y Marruecos tardaron siete décadas en ser conquistadas por completo, entre los años 642 y 710. Hablando claro, gran parte del Magreb no valía la pena conquistarlo desde un punto de vista económico y el objetivo verdadero era conquistar las pocas urbes costeras que había, separadas por miles de kilómetros de tierras inhóspitas y sin valor, por lo que la mejor forma de comunicar estas urbes entre sí era por la vía marítima, mientras que por tierra se necesitaba entablar alianzas con los bereberes.

Desde que en el año 645 un ejército musulmán masacrara al ejército bizantino del norte de África, los bizantinos dejaron de representar una amenaza seria para la conquista árabe. Eso sí, los árabes sí encontraron mucha resistencia por parte de los bereberes del Magreb. En esos años las acciones de los musulmanes se limitaron a campañas de botín sin ambición de conquistar, y la primera fitna paró la expansión hacia occidente. La conquista del Magreb se retomó a partir del año 670 bajo el mando de Uqba ibn Nafi y su cruenta guerra de terror, pero éste consiguió poco más que ocupaciones temporales de territorios magrebíes y hasta la colonia árabe que fundó con Kairuán en Ifriqiya, la actual Túnez, fue tomada por una coalición bereber y bizantina. La reina guerrera Dihia o Kahina como la conocían los árabes fue una de las principales figuras en la resistencia bereber, y con sus tácticas de tierra quemada causó mucho daño a los árabes.

Sin embargo, los árabes pudieron reconquistar Kairuán y conquistar en el año 698 la capital bizantina del Exarcado de África, Cartago, que pronto terminó en ruinas ya que Kairuán y Túnez le tomarían el relevo de la capitalidad regional. Con esto terminó para siempre el dominio bizantino sobre el norte de África, y con todas las pérdidas territoriales que sufrieron, al Imperio bizantino le quedaba poco más que Grecia, Anatolia, y territorios sueltos por las Balcanes y Italia. Al cabo de poco de conquistar Cartago los árabes aplastaron la resistencia bereber liderada por la reina Dihia, gracias tanto a las prestigiosas tropas árabes de Siria como por tribus bereberes aliadas. Según las crónicas árabes tardías, tribus enteras de bereberes se convirtieron al islam, aunque esto hay que tomarlo con pinzas porque sabemos que muchos siguieron siendo paganos, judíos o cristianos y si se convirtieron fue una conversión muy superficial, pero lo importante es que el Califato omeya integró en su poderío militar a muchos soldados bereberes. Así que al empezar el siglo VIII gran parte del norte de África ya estaba en manos musulmanas, pero un personaje célebre en la historia de España completaría la conquista.

Mapa expansión del Islam y conquistas de los Califatos, años 622-750, por Undevicesimus
Mapa expansión del islam y conquistas de los Califatos, años 622-750, por Undevicesimus

Estoy hablando ni más ni menos que de Musa ibn Nusayr, nombrado gobernador de Ifriqiya por el califa y encargado de pacificar cualquier núcleo de resistencia bereber y extender el dominio efectivo omeya sobre Argelia y Marruecos. Musa tomó el control de Tánger entorno al año 708 y dejó como gobernador a su maula, es decir, a su cliente bereber Tariq ibn Ziyad. Los musulmanes tomaron a muchos esclavos bereberes como botín e incorporaron también a muchos en el ejército omeya, prácticamente justo antes de iniciarse la conquista del Reino visigodo, y eso hay que tenerlo en cuenta para entender el grado de integración de los bereberes en relación con el Califato omeya y el islam. Las tropas omeyas llegaron al sur de la cordillera del Atlas y por el norte tomaron Ceuta, aunque voy a hablar en detalle sobre la figura de Julián y la situación previa de Ceuta en el próximo episodio.

El Veredicto: Conquistadores bárbaros vs árabes

En El Veredicto de hoy quiero discutir por qué las conquistas árabes provocaron un gran cambio en el paradigma cultural mientras que las migraciones bárbaras del siglo V no tanto. Los bárbaros, en términos generales, pero especialmente en Hispania o en Italia, adoptaron la cultura del mundo en que se asentaron. Desde tiempos de Alarico que los visigodos querían convertirse en parte del Imperio romano, no conquistarlo y sustituirlo con una cultura o religión totalmente distintas, y cuando los romanos les negaban sus ambiciones de poder e integración los bárbaros se convertían en sus enemigos. Los bárbaros se convirtieron en una élite militar aristocrática, sí, pero como ya hablé en el episodio extra 6 Identidad goda y su evolución con el tiempo se perdió cualquier tipo de seña de identidad propiamente goda como el idioma o el aspecto externo y ser godo solamente iba asociado a ser un magnate ligado a la corte.

Esto también les pasó a otros pueblos conquistadores a lo largo de la historia, como los mongoles o a los manchúes, que fueron asimilados por la cultura conquistada en vez de al revés. Esto podría deberse a que ni los mongoles ni los bárbaros germanos del siglo V tenían unos fundamentos ideológicos y unas identidades tan fuertes como la desarrollada por el Imperio romano, pero los árabes gracias al islam sí tenían un elemento de cohesión potente que les permitió cambiar la cultura de los conquistados pese a ser una minoría, del mismo modo que lo hicieron los españoles en América. Claro que los procesos de arabización sucedieron en distintas velocidades e intensidades según cada región como había pasado con la romanización, pero el tener la palabra final de Dios de su parte hizo que muchos bajo dominio musulmán quisieran ser árabes. Y con eso, El Veredicto termina.

Avance y outro

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