Este es el episodio 13 llamado ¡Adiós, Imperio romano! y en este episodio aprenderás:

Mayoriano, la última esperanza del Imperio romano de Occidente

Dejamos el episodio 12 El apogeo del Reino suevo con la desintegración del Reino de los suevos y la muerte del emperador Avito, así que ahora echemos un breve vistazo a lo que estaba sucediendo en Italia. Como comenté de forma breve, los conspiradores que derrocaron a Avito en el año 456 fueron el general germánico Ricimero y el general romano Mayoriano. Ricimero no era un general germánico cualquiera, porque llevaba sangre real sueva y visigoda al ser nieto del rey Walia. Mayoriano, por otro lado, pertenecía a una familia aristocrática itálica y se había hecho un nombre sirviendo a Flavio Aecio. La cosa es que Ricimero y Mayoriano eran amigos, ambos tenían posiciones influyentes, y tenían el apoyo de la descontenta aristocracia italiana para deshacerse del galorromano Avito.

Ricimero y Mayoriano forzaron a Avito a abdicar y después de unas semanas lo mataron. El emperador romano de la parte oriental decidió no nombrar un emperador en Occidente porque quería gobernar a solas con Ricimero como patricio actuando en su nombre, pero después de unos meses el ejército romano proclamó emperador de la parte occidental a Mayoriano. Ricimero no pudo convertirse en emperador por sus orígenes bárbaros, pero esperaba hacer de Mayoriano un emperador títere ya que era él quien controlaba el ejército. Tanto el emperador oriental como los visigodos se negaron inicialmente a reconocerlo como emperador ya que lo consideraban un usurpador, pero a finales del año 457 el emperador oriental lo reconoció, dado que no había otra alternativa posible.

Cuando el emperador Mayoriano tomó el poder, el control efectivo imperial se limitaba a Italia y una porción de la Galia. Pero incluso eso estaba en riesgo, porque los vándalos bajo el rey Genserico estaban atacando Italia y la aristocracia galorromana se negaba a reconocer a Mayoriano. En su lugar, la aristocracia galorromana permitió a los visigodos y burgundios conquistar lo que quedaba de la Galia imperial, mientras que la prioridad urgente de Mayoriano era la defensa de Italia y luego la reconquista del sudeste de la Galia. El mismo Mayoriano lideró a sus tropas contra los vándalos que saqueaban el sur de Italia, y en un abrir y cerrar de ojos aplastó a los vándalos y los expulsó de Italia.

Esa victoria le dio prestigio como un emperador capaz, un verdadero héroe que apareció en el momento de mayor necesidad. Es difícil no sentir admiración por estos hombres fuertes que aparecen en tiempos de adversidad, como Abd al-Rahman III para el Emirato de Córdoba o Napoleón para la República francesa. Pero este tipo de líderes poderosos se ganan la enemistad de otros envidiosos, como sucedió con su viejo amigo Ricimero. Recuerda que Ricimero tenía la ambición de ser el gobernante de facto de la parte occidental del Imperio romano, y no esperaba que Mayoriano fuera un emperador tan magnífico. No le gustaba ser eclipsado, así que Ricimero se distanció de Mayoriano y pacientemente comenzó a trabajar para debilitar la posición de su antiguo aliado.

Reconquista romana de la Galia

Mientras que Mayoriano se centraba en los asuntos de Italia, Teodorico II expandió audazmente el Reino visigodo tanto en la Galia como en Hispania, conquistando la Bética, incluyendo la importante ciudad de Sevilla con el apoyo de una parte de la élite local. El emperador romano controlaba ahora firmemente Italia, pero para iniciar una expedición de reconquista de gran parte de la Galia el emperador necesitaba reclutar más tropas entre los bárbaros, incluyendo ostrogodos, burgundios y suevos. Esto también es muy significativo de la debilidad romana en Occidente, pues se pretendía una reconquista no con gente local sino con los mismos extranjeros que amenazan la integridad del Imperio.

Por otro lado, Mayoriano también comenzó a construir una flota para enfrentar a los vándalos, pero de momento no era suficiente poderosa como para lanzar una ofensiva. A finales del 458 Mayoriano comenzó su campaña para reconquistar la Galia, liderando él mismo el ejército y dejando a Ricimero en Italia. Romanos y visigodos se enfrentaron en la batalla de Arelate, cerca de la estratégica ciudad de Arlés. Allí los romanos derrotaron decisivamente a los visigodos, tanto es así que Teodorico II se vio obligado a abandonar Septimania, la región sudoriental de Francia con ciudades como Narbona o Carcasona.

El tratado firmado en el 459 devolvió a los visigodos el estatus de federados y les obligó a abandonar no sólo la Septimania, sino también los territorios conquistados en Hispania. Mayoriano nombró a un general de confianza llamado Egidio para gobernar la Galia, mientras que el emperador continuó su campaña contra los burgundios que también volvieron a ser federados. Mayoriano se reconcilió entonces con la aristocracia galorromana para continuar sus ambiciosas campañas y recuperar la antigua gloria del Imperio romano. De victoria en victoria, parecía que su sueño podía hacerse realidad.

Reconquista romana de Hispania

El siguiente objetivo de Mayoriano era Hispania, y envió emisarios allí para anunciar que los visigodos volvían a ser federados del Imperio y que Hispania volvería a ponerse bajo control imperial. Recordemos de episodios anteriores de esta serie cronológica que la administración romana en Hispania era básicamente nominal, porque las élites hispanorromanas administraban de forma autónoma los territorios donde ejercían influencia. En Cartaginense, Bética y Lusitania había algunas guarniciones godas y suevas. Gallaecia y parte de Lusitania estaban en un estado de caos y anarquía por la destrucción del Reino suevo de Requiario. Los suevos vivieron sobre el terreno más como saqueadores y salteadores de caminos que como gobernantes de un territorio y se dividieron en dos facciones, una en el sur de Gallaecia y otra en el norte.

Se puede decir que Hispania estaba fragmentada políticamente en poderes locales y algunos grupos bárbaros. Con la ayuda de los federados visigodos, el Imperio romano restableció el control de Hispania Tarraconense, Cartaginense y Bética en el 459. Mientras tanto, los romanos también restablecieron el control sobre Sicilia y los Balcanes. En Hispania la verdadera campaña comenzó en Lusitania y Gallaecia contra las facciones de los suevos que por su inestabilidad causaban estragos entre los locales. Allí los romanos dirigidos por el conde de las Hispanias Nepociano y los federados visigodos reconquistaron importantes ciudades fortificadas como Lugo o Santarém, pero la operación fue de alcance limitado, ya que el Imperio no aplastó a los suevos de forma decisiva.

Imperio romano de Occidente en el 460 con las campañas de Mayoriano
Imperio romano de Occidente en el 460, tras las campañas de Mayoriano

El propio Mayoriano dirigió un gran ejército a través de Zaragoza para luego ir a la actual Santa Pola, en la provincia de Alicante, donde una importante flota fue atracada para embarcar una expedición para derrotar de una vez por todas a los vándalos en África. Genserico estaba nervioso y temía al aparentemente imparable Mayoriano, y por ello intentó negociar la paz con los romanos. Mayoriano se negó a negociar porque estaba decidido a restaurar el control romano sobre el antiguo granero de la parte occidental del Imperio. Todo iba perfecto hasta ese instante, y todo apuntaba a que Mayoriano podía lograr algo más grande e impresionante incluso que Aureliano y Diocleciano en el siglo III.

Muerte de Mayoriano, muerte del Imperio romano

Sin embargo, el destino decidió no darle ese honor. A partir de 460, todo salió mal para la parte occidental del Imperio romano. Los vándalos sobornaron a algunos de los encargados del muelle para dejar que los vándalos destruyeran sin oposición la gran flota que se necesitaba para destruir el Reino vándalo, en la conocida como batalla de Cartagena. Mayoriano se vio obligado a cancelar la expedición y dejar para otra ocasión su sueño de reincorporar las provincias africanas. Decidió entonces volver a Italia, haciendo una parada en Arlés. El general suevo-gótico Ricimero había empezado a conspirar contra el emperador mientras éste luchaba valientemente fuera de Italia.

Ricimero tenía el apoyo de algunos aristócratas itálicos que no estaban contentos porque Mayoriano les había obligado a pagar más impuestos por sus grandes empresas bélicas. Antes de llegar a Roma, Ricimero interceptó a Mayoriano con un destacamento militar, hizo que lo arrestaran, golpearan y torturaran, y luego lo decapitó en el 461. Un final muy triste para un héroe como Mayoriano. El canalla y rata traicionera que era Ricimero nombró entonces a un emperador títere, como siempre había soñado. Sin embargo, su emperador títere no fue reconocido por el emperador romano de la parte oriental, ni por ninguno de los generales que sirvieron a Mayoriano como Egidio en la Galia, Nepociano en Hispania, o Marcelino en Iliria y Sicilia.

El sueño de restablecer el Imperio romano en Occidente murió con Mayoriano. Desde entonces, Ricimero gobernó lo que quedaba del Imperio en Occidente, que consistía principalmente en Italia. Los diferentes pueblos bárbaros aprovecharon la oportunidad y conquistaron las provincias occidentales, y la aristocracia y clero provincial colaboró activamente con las elites bárbaras. Los burgundios conquistaron Lyon y los visigodos recuperaron el acceso al mar Mediterráneo al reestablecer su autoridad en Septimania. Mientras tanto, Egidio y Marcelino gobernaron independientemente el norte de la Galia y las Balcanes.

Egidio detuvo un intento de los visigodos de expandirse en el norte de la Galia en el año 463 con la ayuda de los alanos de la Galia y los francos, mientras que el comandante romano de Hispania Nepociano fue depuesto por Teodorico II. El gobierno imperial también perdió el control sobre Hispania, ya que los visigodos cortaron la conexión terrestre entre Italia e Hispania y las rutas marítimas estaban controladas por los vándalos. Es muy significativo cómo un aristócrata hispanorromano fue a la corte de Tolosa en lugar de a la de Rávena para pedir una intervención militar de los visigodos contra los suevos. Eso muestra cómo la autoridad romana imperial se vino abajo para siempre en Occidente.

476, la caída de un imperio

En el 468 una ambiciosa expedición romana preparada desde la corte italiana y la de Constantinopla para arrebatar a los vándalos África terminó en un estrepitoso fracaso, suponiendo la pérdida de mucho dinero y de miles de hombres. Esa fue seguramente la última oportunidad para reconstruir el Imperio romano en Occidente. En el 472 el gobernante de facto de la parte occidental del Imperio, el general Ricimero, murió, y eso abrió una oportunidad para que las diferentes potencias bárbaras tomaran lo que quedaba del Imperio en Occidente. Eurico por ejemplo conquistó la región de Provenza en el sudeste de la Galia. Los mercenarios bárbaros se rebelaron y el caudillo hérulo Odoacro depuso al emperador Rómulo Augusto y envió las insignias imperiales a Constantinopla.

Mapa Fin del Imperio romano Occidental, año 476, por Undevicesimus
Mapa del mundo post-Romano tras la caída del Imperio romano de Occidente, año 476, por Undevicesimus

Esto lo hizo para ganarse el favor del emperador oriental y ser nombrado patricio de Italia, pero ya fuera porque no fue reconocido o simplemente porque quería legitimar su posición, Odoacro se proclamó también rey de Italia en el 476. Esa es la fecha convencional del fin del Imperio romano en Occidente, lo que para algunos es el inicio de la Edad Media, pero para la mayoría de académicos en la actualidad seguimos estando en la Antigüedad tardía. Desde ese momento y hasta hoy Europa, Oriente Próximo y el norte de África permanecieron divididos en múltiples estados. Como bien señala el historiador Guy Halsall, lo más irónico de la caída del Imperio romano en Occidente es que muchos de los hechos decisivos en la caída del Imperio fueron llevados a cabo por gente que quería mejorar su posición dentro de las estructuras del Imperio romano.

Este hecho lo lleva a afirmar que el Imperio romano no murió asesinado ni de muerte natural, sino que más bien el Imperio romano cometió un suicidio involuntario. Eso sí, hay que aclarar algunas cosillas. El Imperio romano teóricamente seguía existiendo porque nunca hubo dos estados separados entre Oriente y Occidente, sino que era un estado gobernado por dos augustos. A partir del 476, el Imperio romano solo tenía un emperador en Oriente y los reyes germánicos se presentaban como federados que gobernaban en su nombre hasta bien entrado el siglo VI.

Este era un relato de ficción porque a todas luces ya no existía el Imperio romano en Occidente, pero es importante destacar esta idea porque Roma seguía siendo fuente de legitimidad para gobernar. De hecho, como la idea de Roma seguía viva, Justiniano inició un ambicioso programa de reconquista y restauración imperial en la primera mitad del siglo VI. Es a partir de su muerte cuando podemos dejar de hablar de Imperio romano, porque su Imperio, más conocido en la historiografía como Imperio bizantino, de romano ya tenía poco y era un imperio griego al abandonar hasta el latín como lengua de la administración.

Campañas godas de Eurico en Hispania y la reunificación sueva

En Gallaecia, el rey suevo Remismundo reunificó a los suevos hacia el 465 con la aprobación del clero galaicorromano y el apoyo decisivo de Teodorico II, y para lograrlo tuvo que convertirse en hijo de armas de Teodorico II, una especie de vasallaje común entre los germanos. Aparte de la supremacía política y militar de los visigodos sobre los suevos, éstos abandonaron su paganismo y se convirtieron al cristianismo arriano en el año 466 gracias a un misionero enviado por los visigodos. Sin embargo, no es que a Remismundo le gustara ser vasallo de los visigodos, y tras la muerte de Teodorico II, o incluso ya antes, Remismundo consideró que había dejado de ser cliente militar de los visigodos y se libró de la influencia visigoda.

Remismundo atacó la región portuguesa de Coímbra, y también hizo saqueos en las provincias de Zamora, León y Asturias. En otros casos, Remismundo logró ocupar ciudades con la colaboración de notables locales, como fue el caso de Lisboa. Esto podemos interpretarlo como un cambio en la actitud de parte de la clase dirigente local hacia los suevos. Ante estas acciones expansionistas, los visigodos enviaron expediciones de castigo contra los suevos para mantenerlos a raya. Desgraciadamente, la crónica de Hidacio, principal fuente escrita sobre los suevos en Hispania, termina en el 469, y tenemos un período oscuro de unos 80 años del que prácticamente no tenemos noticias de Gallaecia y los suevos. Es una lástima, pero podemos asegurar que estos años oscuros fueron claves para la consolidación de un Reino suevo aceptado por la élite provincial galaica y lusitana, como ya se intuye del reinado de Remismundo.

Por su parte, los visigodos reconquistaron Septimania y trataron de expandirse hacia el norte de la Galia. Al fracasar en este cometido, Teodorico II negoció la paz con los francos y el Imperio, pero algunos notables visigodos pensaron que no tenían nada que negociar con la decadente autoridad imperial. Por eso y por pugnas de poder el único hermano vivo del rey, Eurico, logró asesinar a Teodorico II en el 466 y se elevó a rey de los visigodos. El rey Eurico lanzó expediciones en la Galia e Hispania y expandió los límites teóricos del Reino visigodo hasta su máximo histórico al alcanzar los ríos Loira y Ródano con la captura de ciudades como Tours, Arlés y Marsella. El Reino visigodo de Tolosa se convirtió en el estado más poderoso de Occidente en aquel mundo posromano. En Hispania estableció guarniciones en ciudades como Pamplona, Zaragoza, y posiblemente en ciudades más lejanas de la Bética, Cartaginense y Lusitania.

Mapa del Reino visigodo en el año 500
Mapa del Reino visigodo en el año 500, con una extensión exagerada porque no dominaban tanto Hispania aún

En Mérida tenemos noticia de una inscripción del 483 que hablaba de un duque godo llamado Salla que, en colaboración con el obispo Zenón, puso medios para reparar el puente de la ciudad. Sin embargo, se ha puesto en duda su autenticidad y si este godo actuaba por su cuenta, si era el líder de una guarnición permanente establecida por Eurico, o si fue un enviado por Eurico que pasó temporalmente por la ciudad. La aristocracia hispanorromana de Tarraconense presentó bastante oposición frente a los godos porque eran muy fieles a Roma, pero en el 472 el último representante imperial en Hispania, el duque de las Hispanias Vicente o Vicencio, que se había pasado al servicio de los godos, dio fin a la administración romana en Hispania después de casi 700 años de presencia.

Hispania para Eurico era un área reservada para la futura expansión visigoda, pero el núcleo del reino estaba todavía en la mitad sur de la Galia, y hay bastante consenso historiográfico en afirmar que la migración de visigodos a Hispania no fue masiva hasta la década del 530. Igual que lo comenté para el Reino suevo de Requila y Requiario, los mapas para el Reino visigodo de Tolosa de Eurico suelen ser engañosos y había grandes extensiones de Hispania que seguían bajo control de sus élites locales. Los visigodos solo tenían algunas guarniciones militares en ciudades hispanas, y la consolidación del poder visigodo en Hispania fue una obra que tardó décadas en culminar.

En su labor como gobernante, Eurico integró en posiciones administrativas y militares a la aristocracia galorromana e hispanorromana. Eurico promovió el Código de Eurico, una colección de leyes que, como nos ha llegado de forma muy fragmentaria, ha llevado a debates no resueltos sobre si las leyes que compilaba afectaban solo a la población goda o era una legislación de carácter territorial para sustituir al Código de Teodosio. Por otro lado, Eurico ha sido visto a veces como un anticatólico, pero no es justo tratarlo de esta forma, porque no quería conflictos religiosos. Lo que Eurico quería es que el poderoso clero católico de la Galia e Hispania se sometiera a los visigodos, pero algunos se opusieron a ellos y fueron purgados por razones políticas, no religiosas.

El poder de la Iglesia en el siglo V

La institución más beneficiada del derrumbamiento del estado romano fue sin duda la Iglesia católica, tal y como expliqué en detalle en el episodio extra 5, que los que escucháis en programa en pódcast lo podéis encontrar en el feed de Memorias Hispánicas. Aprovecho para hacer un llamamiento para que te suscribas al canal de YouTube y dos pódcasts La Historia de España – Memorias Hispánicas y te ánimo a unirte a la comunidad de mecenas de Patreon para apoyar mi trabajo y conseguir beneficios exclusivos, tienes los enlaces en la descripción. Dejando eso aparte, desde el siglo IV ya se estaba observando cómo el poder de la Iglesia iba aumentando e incluso sustituyendo a los poderes civiles, por eso observamos como en algunas ciudades donde antes había un consejo municipal de decuriones ahora había un obispo gobernando. El clero católico asumió competencias de la administración romana y se presentó como continuadora de la romanidad, y gracias a eso ejerció un enorme poder sobre la sociedad.

Los bárbaros eran conscientes del poder político y económico de la Iglesia y por eso intentaron conseguir su apoyo para gobernar las provincias conquistadas, en el caso de los visigodos y suevos sobre los hispanorromanos y galorromanos. También se puede decir que en parte los bárbaros fueron claves para que la Iglesia fortaleciera aún más su posición. De manera más o menos consciente, los bárbaros querían sustituir a los funcionarios romanos y establecer sus propios reinos, así que qué mejor que apoyarse en un poder como el eclesiástico para mutuamente repartirse lo que quedaba de la administración romana. Entre tanto, la sociedad hispanorromana se estaba cristianizando cada vez más durante el siglo V, y por eso las viejas élites seculares codiciaron los mejores cargos y en algunas ocasiones facciones del clero buscaron el apoyo de los bárbaros para imponer su dominio sobre una ciudad o provincia. Los bárbaros fueron sustituyendo a los romanos como aliados de los obispos.

El reinado de Alarico II antes del desastre

En el 484 el rey Eurico murió y fue sucedido por su hijo Alarico II, un joven de veintitrés años. Alarico II ha sido tratado injustamente hasta hace poco, debido a la desastrosa batalla de Vouillé en el 507 de la que hablaré en unos minutos. Sin embargo, su política fue similar a la de su padre, y a veces incluso mejor. Alarico trabajó para consolidar el poder visigodo en Hispania según las noticias que tenemos de la Consularia Caesaraugustana de movimientos probablemente militares en el 494 y 497, ya que realmente el control visigodo sobre Hispania era muy débil. El envío de tropas godas en el 497 probablemente se deba a la noticia del año anterior de un hispanorromano tildado de usurpador y tirano en las fuentes y que llaman Burdunelo, y lo mismo ocurrió en el 506 con un tal Pedro.

Europa occidental, año 506, por Guy Halsall
Europa occidental, año 506, por Guy Halsall

No sabemos hasta qué punto consiguieron autoridad estos personajes, pero es una muestra de que ante el vacío de poder algunos personajes hispanorromanos quisieron constituir sus propias entidades políticas o proclamarse emperadores romanos. Hay que contextualizar estos levantamientos de aristócratas hispanorromanos de Tarraconense en el hecho de que estos fueron los más leales al Imperio romano y se resistían al dominio godo. Además, Alarico II centró sus esfuerzos en el fortalecimiento de la autoridad real y en la integración de la aristocracia y el clero galo e hispanorromano en el estado visigodo. Con estos objetivos en mente, podemos entender la promulgación del Breviario de Alarico y su relajada política hacia el clero católico. El Breviario de Alarico era un compendio abreviado de las leyes del Código Teodosiano, adaptado a las nuevas circunstancias del mundo posromano y aprobadas en el 506 con la colaboración del clero y la aristocracia.

Igualmente importante era la política religiosa de Alarico II hacia la jerarquía católica, ya que los obispos eran más poderosos que la aristocracia laica en muchas ciudades y regiones. Alarico II utilizó la vieja táctica del palo y la zanahoria, para recompensar a los leales al Reino visigodo y exiliar a los que conspiraban con los francos o los burgundios. Entre otras cosas, Alarico eliminó la subordinación de las iglesias galas e hispanas ante Roma, algo que el influyente obispo Cesáreo de Arlés deseaba. Más importante aún, Alarico II convocó a los obispos de su reino en la ciudad gala de Agda para celebrar un concilio en el 506 presidido por Cesáreo de Arlés. Esto es indicativo de lo fundamental que era el apoyo de la Iglesia para sostener el poder de la monarquía visigoda tolosana. Los obispos hispanos no asistieron al concilio, muestra de que la influencia política visigoda sobre Hispania era limitada, pero se planeó uno nuevo en Tolosa al año siguiente. Sin embargo, ese concilio no pudo celebrarse debido a un trágico evento político y militar.

La batalla de Vouillé y sus consecuencias

El trágico suceso del que hablo está relacionado con los francos. Desde la muerte del rey Eurico, los francos emergieron como un poderoso reino bárbaro que se expandió desde lo que hoy es Bélgica hasta el norte de Francia. Clodoveo I logró unir a los cabecillas militares francos y conquistó el Reino de Soissons, el enclave galorromano controlado por el general Egidio y luego su hijo después del asesinato de Mayoriano. La amenaza de los francos se hizo más y más clara, y en los años 80 y 90 del siglo V, visigodos y francos se encontraron en batalla en múltiples ocasiones, sin que los visigodos pudieran frenar el progresivo avance franco. Paralelamente, con la ayuda de los visigodos los ostrogodos liderados por el rey Teodorico el Grande conquistaron Italia, y esta alianza natural entre godos se selló con un matrimonio del rey visigodo con una hija de Teodorico.

Para contrarrestar la pujanza franca, Alarico II confió en la diplomacia ayudado por Teodorico y consiguió un armisticio. Pero Clodoveo I, el rey de los francos, reinició las hostilidades contra los visigodos en el 507 gracias a la instigación de la corte de Constantinopla, que le había prometido nombrarlo patricio de las Galias si enfrentaba a los visigodos mientras ellos enfrentaban a los ostrogodos. Clodoveo aprovechó que los visigodos eran arrianos y que él había convertido a los francos al catolicismo para presentar su guerra como una guerra de liberación de los galorromanos. Para probar que era una guerra de liberación, Clodoveo prohibió a sus tropas hacer razias y saqueos.

El factor religioso fue exageradamente enfatizado por el clero galo y franco como una variable que contribuyó a la victoria de los francos. Los burgundios se unieron a los francos, mientras que el suegro de Alarico II, Teodorico el Grande, se ocupaba de un ataque de los romanos de Oriente. Sabiendo que al menos por un tiempo no recibiría ninguna ayuda y que la propaganda de los francos podía provocar la pérdida de apoyos, Alarico II decidió reunirse con los francos en la batalla de Vouillé. Esto lo hizo a la desesperada sabiendo que su prestigio y supervivencia dependía de derrotarlos rápidamente, pero cometió el error de no concentrar todas sus fuerzas y tener algunas aún en Hispania y a otras dirigiéndose contra los burgundios.

Campañas francas contra el Reino visigodo de Tolosa 507-509
Mapa de la segunda guerra franco-visigoda, la campaña decisiva de los francos contra el Reino visigodo de Tolosa, años 507-509

La batalla de Vouillé ocurrió cerca de Poitiers y allí los francos derrotaron decisivamente a los visigodos y galorromanos que los apoyaban. Los visigodos resistieron bastante bien y mantuvieron un buen rato la pelea reñida, el problema es que el terreno no les permitió explotar la ventaja que tenía su caballería. El momento crucial ocurrió cuando Clodoveo presumiblemente mató a Alarico, porque eso provocó la masacre de muchos visigodos en el caos de la estampida. Los visigodos sin líder no supieron cómo reaccionar, y aprovechando la confusión de la situación, Clodoveo marchó hacia el sur conquistando Burdeos y la capital del reino, Tolosa, con parte del tesoro real visigodo incluido. Dejaré para el próximo episodio lo que sucedió después porque la guerra no había terminado, pero las consecuencias de la batalla de Vouillé aún resuenan hoy.

Los francos conquistaron la mayor parte de la Galia y eso definió, en términos generales, las fronteras de la actual Francia. Los visigodos se replegaron en la Septimania, en el litoral sur de la Galia. Durante más de cincuenta años, los visigodos sufrieron de inestabilidad, ya que el liderazgo de la dinastía baltinga se puso en duda. La batalla de Vouillé acabó con el sueño de los visigodos de alcanzar la supremacía sobre los otros reinos bárbaros y de asumir el papel de heredero de Roma en Occidente, ya que no solo perdieron una batalla y un rey, sino el reino entero. Finalmente, la batalla terminó la fase conocida como el Reino visigodo de Tolosa y abrió una etapa de transición, la del intermedio ostrogodo, antes de dar paso al Reino visigodo de Toledo.

El Veredicto: La sobreextensión de los visigodos

En El Veredicto de hoy quiero señalar la importancia de no excederse, de no ir más allá de tus posibilidades. La destrucción del Reino visigodo de Tolosa fue debido a un desastre militar, igual que ocurriría en el 711 frente a los bereberes. Pero uno de los motivos subyacentes de la derrota visigoda en Vouillé era que los visigodos extendieron demasiado sus zonas de influencia, igual que le pasó a la Monarquía Hispánica, la Alemania nazi o la Francia napoleónica. Los visigodos eran muchos más que los suevos, pero no tenían suficientes personas como para dominar toda la Galia y partes de Hispania. Con las fuerzas de los godos divididas, tanto las de los visigodos como por la falta de ayuda ostrogoda, los francos pudieron aplastar en la batalla de Vouillé a los visigodos, y decidieron por los visigodos la región que dominarían, si la Galia o si bien Hispania. Y con eso, El Veredicto termina.

Avance y outro

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