Este es el episodio 3 llamado Prehistoria de la península ibérica, y en este episodio aprenderás:
El origen de la humanidad
La Prehistoria es paradójicamente el período más largo de la humanidad y al mismo tiempo el más desconocido, precisamente porque no existía la escritura que es lo que permite hablar de historia como tal. La Prehistoria abarca desde la aparición de los australopitecos hace más de cuatro millones de años hasta la creación de la escritura en Oriente Próximo hacia el 3300 a. C., pero para la península ibérica no termina hasta siglos después. La Prehistoria la estudian los arqueólogos, antropólogos, genetistas o geólogos y no es ni mi campo de estudio ni de interés, así que perdona si cometo algún error. Aun así, hay que decir que nuestro entendimiento de la prehistoria puede ser muy cambiante porque los paradigmas establecidos para entender el origen de la humanidad y su evolución se basa en pocas muestras arqueológicas y de restos humanos, sobre todo para el Paleolítico y antes del Homo sapiens, así que no sería extraño que en pocos años hipótesis que se manejan hoy en día y que voy a presentar queden descartadas.
Dicho esto, el origen del ser humano se enmarca en el lento proceso de evolución de especies animales que empezó desde hace millones de años a partir de organismos vivos más simples. Los humanos formamos parte de la familia de mamíferos primates conocida como homínidos, en las que se incluyen especies como los chimpancés, orangutanes, o gorilas. De hecho, la diferencia genética entre un chimpancé y un humano moderno es de poco más de un 1%, pero ese 1% es la clave que nos hace una especie más inteligente y con capacidad de abstracción. Faltan más datos, pero se cree que hace entre 6 y 8 millones de años existió el último ancestro compartido entre chimpancés y humanos, y es desde entonces que aparecieron nuestros ancestros más directos. Se barajan posibles especies anteriores, pero el primer homínido que andaba ya a dos patas y que se sabe con certeza que tuvieron un rol en el surgimiento del Homo sapiens fueron los australopitecos, que vivieron en África hace unos cuatro millones de años.
Hace unos dos millones y medio de años aparecieron las primeras especies Homo, clásicamente definidas por su capacidad de elaborar herramientas de piedra. Se han datado fósiles del género Homo de hace unos 1’8 millones de años ya fuera de África, y así es como aparecieron especies diferenciadas de ancestros humanos. Esto me lleva a la una pregunta trascendental, ¿de dónde surge el ser humano moderno, el Homo sapiens? Han existido dos modelos tradicionales, la teoría Out of Africa o de origen único africano y la teoría multirregional. El modelo Out of Africa propone que todos los seres humanos tienen un origen común en África, surgiendo hace unos 300.000 años y con una capacidad de lenguaje, abstracción y pensamiento más complejo que otros ancestros humanos. Varias oleadas de unos pocos de estos Homo sapiens habría salido de África, por eso la genética observa menos variaciones genéticas entre humanos no africanos, y habrían poblado el resto de continentes reemplazando completamente y sin mezclarse a ancestros Homo como los neandertales en Europa y los denisovanos en Asia.
En cambio, según la teoría multirregional, los seres humanos modernos surgieron de manera paralela a partir de un ancestro común de hace uno o dos millones de años, hubo mezclas genéticas entre poblaciones de diferentes regiones, pero al mismo tiempo se mantuvieron características locales y diferenciadas que explicarían las diferencias étnicas entre humanos. Sin embargo, la evidencia genética refutó la teoría multirregional y casi todo el mundo pareció aceptar el modelo clásico del origen único en África. Bueno, esto fue así hasta que en las últimas dos décadas el modelo clásico de Out of Africa ha sido refutado también. ¿Cuál es la hipótesis correcta entonces? Pues en base a la evidencia genética, se ha tenido que matizar el modelo del origen único en África para reconocer que, aunque entre un 92 y un 98% de la genética del Homo sapiens sí deriva de ancestros africanos, los humanos modernos de fuera de África también tienen algunos genes neandertales y denisovanos.
Por lo tanto, parte de los planteamientos multirregionales eran correctos, porque sí que descendemos también de variantes regionales de humanos arcaicos que terminaron por extinguirse pero que no fueron callejones sin salida evolutivos como se ha venido diciendo. Por hacer un símil, piensa en los nativos americanos de Estados Unidos, que de puros quedan pocos, pero en cambio hay bastantes caucásicos con algunos genes de nativos americanos por la mezcla genética. ¿Mayoritariamente son descendientes de europeos? Sí, pero esos genes asociados a nativos americanos seguirán pasando a futuras generaciones. El resumen es que la evolución de la humanidad hasta llegar a los seres humanos modernos no siguió un camino lineal ni único.
Paleolítico en la península ibérica
El Paleolítico significa piedra antigua y es la etapa más larga de la historia de la humanidad. Va desde la aparición de los primeros homínidos hasta el 12.000 a.C. en la península ibérica, y como es lógico un período así tiene subdivisiones. El Paleolítico se divide en el Paleolítico inferior, caracterizado por la aparición y extinción de múltiples especies Homo y el uso de herramientas de piedra. Hace unos 120.000 años empezó el Paleolítico medio, caracterizado por el dominio de los neandertales, el uso del fuego, y la sofisticación de las herramientas, apareciendo piedras usadas como cuchillos, punzones o perforadores. Finalmente tenemos el Paleolítico superior, que empezó hace unos 35 o 40.000 años y se caracteriza por el triunfo del Homo sapiens. Con los humanos modernos la creatividad se desató: arte, creencias religiosas y herramientas más avanzadas.
Es en este momento cuando aparecen arcos y flechas de piedra y hueso, anzuelos y arpones, un completo arsenal prehistórico. En el Paleolítico Europa se veía muy diferente a como se ve hoy en día. Elefantes, rinocerontes y leones vivían en Europa, y el norte y gran parte de Europa central estaba cubierta de nieve y hielo. Esa es una de las razones por las que los primeros humanos usaron cuevas como refugio, porque en la intemperie había toda clase de peligros, y además podían obtener sílex para herramientas, utensilios y armas de caza de piedra. Las especies Homo vivían como nómadas y cazadores-recolectores, es decir, no tenían un asentamiento fijo, vivían de la recolección de plantas, frutas, o moluscos y de los animales y peces que cazaban, y también eran carroñeros e incluso caníbales.
La evidencia arqueológica y de otro tipo permite desmontar el mito comunistoide de que las sociedades paleolíticas de cazadores-recolectores representaban una especie de comunismo originario de sociedades completamente igualitarias en términos económicos y de género. ¿Eran por lo general mucho más igualitarias que las sociedades agrarias posteriores? Claro que sí, porque había poco que poseer y acumular, pero eso no significa que no existieran liderazgos, diferencias sociales, diferencias en el acceso a los recursos como los alimentos, o división sexual del trabajo. Por ejemplo, la caza de animales grandes era por lo general una tarea masculina en el Paleolítico europeo, mientras que las mujeres se dedicaban más a la recolección y la caza menor. Esto se ve en los huesos, donde hay más lesiones en los codos de los hombres que de las mujeres, unas lesiones asociadas al tiro de lanzas y otras armas de caza arrojadizas.
El origen de las desigualdades no está en la agricultura, la vida sedentaria y la formación de los estados, ahí está el origen de unas desigualdades mucho mayores, pero las desigualdades siempre existieron y forman una parte inherente del ser humano. Los restos más antiguos de una especie del género Homo en Europa fueron encontrados en el sitio arqueológico más famoso de España, Atapuerca, en la provincia de Burgos. Los restos datan de hace 1’2 millones de años y aún no han sido identificados con una especie conocida, y descubrieron la especie del Homo antecessor datada de hace 780.000 años. Aparte de estas especies, en el prolífico yacimiento prehistórico de Atapuerca los arqueólogos encontraron especies como el Homo heidelbergensis o los restos mucho más recientes de Homo neanderthalensis y Homo sapiens.
La teoría más común de cómo llegaron estas gentes a la península ibérica solía ser que los primeros pobladores de España usaron el estrecho de Gibraltar para asentarse, pero hoy en día parece que la teoría de que entraron desde los Pirineos tiene más respaldos. Realmente tampoco es extraño pensar que algunos vinieran de un lado y otros de otro. Hace unos 200.000 años los neandertales comenzaron a trasladarse a la Península, y no desaparecieron hasta hace 28.000 años según los restos encontrados en Gibraltar, conviviendo con los Homo sapiens de los que se tiene constancia en la península ibérica desde hace unos 40.000 años.
Junto con Francia, la península ibérica es una de las regiones más importantes del mundo en cuanto a pinturas rupestres del Paleolítico Superior, y lo digo porque no puedo hacer este episodio sin mencionar la famosa cueva de Altamira. La cueva de Altamira fue descubierta en 1868 en la provincia de Santander, y es famosa por sus espectaculares pinturas rupestres, con algunas pinturas de hace 36.000 años. Hace unos 13.000 años un desprendimiento de rocas selló la entrada de la cueva y esto ayudó a preservar las pinturas en un estado excepcional. El arte policromático que se exhibe en la cueva es asombroso, vamos, si estás viendo el vídeo ya lo estarás gozando, y los pocos visitantes que permiten entrar cada año pueden disfrutar de bellas pinturas de bisontes esteparios, caballos y ciervos.
Mesolítico en la península ibérica
Alrededor del 12.000 a. C. se produjo la Oscilación de Allerød y eso cambió las condiciones climáticas, poniendo fin así a la última edad de hielo y abriendo el período en el que aún nos encontramos, el Holoceno. A medida que el clima se calentaba, hubo cambios tecnológicos y los grandes animales como los mamuts se extinguieron, por lo que los animales cazados eran más pequeños y los humanos diversificaron mucho más su dieta, por ejemplo intensificando la recolección de moluscos y la pesca. Cuando terminó la subida de temperaturas hacia el 10.000 a. C. empezó la época de dominio de los humanos sobre el medio, dispersándose los Homo sapiens por todos los continentes, y la abundancia de recursos favoreció su expansión demográfica.
Esta es la teoría ambientalista, que pone el foco en el clima como motor para la transición del Paleolítico al Neolítico, pero también hay otras teorías, como la teoría de la presión demográfica, siguiendo un poco la línea del pensamiento malthusiano, o la teoría sociocultural de Barbara Bender, que enfatiza la importancia de las decisiones y acciones colectivas de grupos, que decidieron adoptar o no la agricultura en función de sus circunstancias locales y dinámicas de poder internas. En este período de transición del Paleolítico al Neolítico llamado Mesolítico encontramos diferencias regionales en las herramientas de la península ibérica y aún más especialización que en el Paleolítico superior.
Además, en el Mesolítico algunas bandas tribales ya empezaron a vivir de una forma semisedentaria, mudándose menos frecuentemente y dando más importancia al dominio del territorio. Quiero destacar de este período el arte rupestre que se puede encontrar en toda la cuenca mediterránea española, especialmente en Valencia y Aragón. Estamos hablando de un conjunto de más de 700 cuevas, la mayor colección encontrada en Europa y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El Homo sapiens de este período no sólo pintó animales, sino que también empezó a pintar humanos. Pintaban escenas cotidianas como por ejemplo cómo usaban la miel para atraer a los animales y cazarlos, escenas de lucha y baile, e incluso se ve que ya usaban faldas y máscaras.
Neolítico en la península ibérica
El Neolítico significó el paso de una sociedad cazadora y recolectora a una sociedad agraria, es decir, de una economía depredadora a una productora con la agricultura y ganadería como fuente de alimentos principal. Por primera vez los humanos trataron de transformar el entorno y darle forma a su gusto para satisfacer sus necesidades, y así es como los humanos fueron progresivamente abandonando su forma de vida nómada y las cavernas para pasar a ser sedentarios en poblados al aire libre. Esto implicaba un gran cambio de mentalidad porque los humanos se ponían por encima de las demás especies y del medio natural. La historia humana de los últimos 10.000 años puede resumirse en la historia de campesinos y ganaderos sedentarios reemplazando a cazadores-recolectores nómadas.
Y esto me lleva a la pregunta secreta del episodio para responder en los comentarios de YouTube o en algunos directos de podcasts, y de paso así compruebo si prestas atención. ¿Crees que se arrepentirían los primeros agricultores y ganaderos de los problemas que ha creado la vida sedentaria? Espero tu respuesta en los comentarios, y ya de paso te recuerdo que puedes suscribirte a La Historia de España – Memorias Hispánicas en su canal de YouTube o dos podcasts, y puedes ayudarme a seguir con el programa si te gusta mi contenido convirtiéndote en mecenas en patreon.com/lahistoriaespana. Siguiendo por donde lo hemos dejado, el Neolítico empezó alrededor del 8500 a.C. en la Creciente Fértil de Oriente Próximo, en lo que hoy sería Iraq, y empezó ahí no por tener el suelo más fértil, sino por ser una de las regiones con el mayor acceso a plantas y animales domesticables.
Eurasia tenía más candidatos a domesticar que África, América o Oceanía, y este es uno de los motivos que explica las diferencias en el desarrollo económico histórico de estas regiones. El Neolítico no empieza en la península ibérica hasta el 5700 o 5600 a. C. y las comunidades paleolíticas peninsulares no hicieron el cambio a una vida sedentaria y agraria al mismo tiempo. Hubo ritmos muy distintos con siglos de separación, viéndose que en la costa del Levante peninsular, en la Comunidad Valenciana, es donde se tiene la primera evidencia, más tarde en la costa atlántica, y finalmente en el valle del Ebro, la costa cantábrica y el interior, en la Meseta, donde no se ven comunidades neolíticas hasta entre el 5300 y 4900 a. C. Esto plantea la pregunta de cómo se produjo la adopción de la agricultura y ganadería.
La tesis difusionista que venía a decir que desde que se descubrió en Oriente Próximo se extendió por el resto del mundo lentamente ha quedado bastante desfasada, porque la agricultura y modo de vida sedentario apareció de manera independiente en diferentes lugares del mundo. En los Balcanes y Europa del Este sí que hay evidencia genética confirmando que la difusión de la agricultura se produjo por colonización de granjeros, pero en la península ibérica la genética por vía tanto paterna como materna apunta a que ha habido pocos cambios genéticos por aportaciones foráneas desde el Paleolítico Superior, del orden de menos del 20%. El hecho de que la agricultura se observe primero en las costas sugiere que eso sí fue por contactos externos y quizás por la llegada de colonos desde el mar, pero para la mayor parte de la península la neolitización fue un proceso provocado por dinámicas internas de los cazadores-recolectores.
En este sentido de las comunicaciones en el Neolítico, vale la pena mencionar un estudio publicado en 2023 que reveló que se encontró ámbar báltico en una cueva de cerca de Tarrasa, Barcelona, con enterramientos del Neolítico tardío, en torno al 3000 a. C. Fue un hallazgo importante porque es la evidencia más antigua de ámbar del Báltico en Europa occidental, y demuestra que, por muy testimonial que fuera este comercio, existieron redes comerciales de larga distancia capaces de llevar productos exóticos y decorativos de una punta a otra de Europa en un período tan antiguo. Del Neolítico peninsular tenemos muy bien conservados collares, pulseras, anillos, peines, cucharas e incluso alpargatas de esparto. El Neolítico también trajo un cambio en las creencias religiosas, ya que los humanos empezaron a representar a los dioses y a hacer todo tipo de rituales para dar a luz, tener una buena cosecha, o una buena campaña militar, entre otros.
Los hombres neolíticos pintaron de forma esquemática, en cuevas y ya más frecuentemente en objetos portátiles como unos amuletos que les daban suerte y protección. En el Neolítico se siguieron habitando cavernas, y tardaron en aparecer los primeros poblados en la llanura, con casas circulares de adobe. Los humanos neolíticos de la Península comenzaron a construir tumbas con dólmenes y a fabricar cerámica alrededor del 4.800 a. C. La invención de la alfarería fue muy importante, ya que las cerámicas permitieron a los humanos almacenar alimentos y agua, algo vital en sociedades agrarias. Las sociedades se estaban haciendo más grandes y complejas, más estratificadas, y se formaron las primeras entidades políticas más allá de las tribus, las jefaturas políticas y más allá de la Península las ciudades-Estado, reinos e incluso imperios.
El Neolítico es el inicio de una tendencia a unas desigualdades crecientes. Se observan unas mayores desigualdades de género en el Neolítico ibérico en la desproporción de entierros de hombres frente a los encontrados de mujeres, la representación predominante de hombres en el arte rupestre, o en la creciente asociación de los hombres con la violencia que se observa en hombres con lesiones traumáticas o en armas en sus entierros. La neolitización trajo también consigo un empeoramiento de la salud, tal y como revelan los huesos en comparación con los restos paleolíticos, porque una vida sedentaria y agraria trae consigo una dieta menos equilibrada y energética. Si este nuevo modo de vida era tan malo, ¿por qué la agricultura y ganadería triunfó sobre la caza y recolección? Hay varias interpretaciones.
La más positiva es que la agricultura y ganadería tienen dos ventajas principales, que permite alimentar a muchas más personas y que es una opción más segura, porque los alimentos producidos se pueden almacenar y no tienes que estar buscando y desplazándote en busca de unos alimentos que a saber si consigues. Otra de tipo malthusiano viene a decir que la presión sobre el medio ambiente hizo que se fueran agotando los abundantes recursos naturales y fuera deseable asegurarse unos alimentos para una población en crecimiento. Y otra es más perversa y viene a decir que beneficio a unos pocos en perjuicio de una mayoría sometida, esto lo veremos más en la siguiente sección, y es que es importante que siempre te preguntes a quién beneficia el qué, porque nunca algo beneficia a todo el mundo y menos por igual.
El origen de los estados
El politólogo y antropólogo James C. Scott en su libro Against the grain desafía la idea de que los humanos decidieron vivir de manera sedentaria siendo agricultores porque así vivían de manera más segura. En cambio, plantea la hipótesis de que los primeros sedentarios se vieron obligados a vivir en los primeros estados de la mano de unas personas que pudieron convertirse en una élite social gracias a su capacidad de organización militar, el control de recursos como la tierra y alimentos almacenados, la creación de ritos y ceremonias religiosas de legitimación, y el trabajo forzado. Según Scott, no es tanto que las élites extractivas de las primeras sociedades agrícolas sedentarias forzasen bajo amenazas a la gente a adoptar este estilo de vida, sino que crearon unas condiciones que hicieron deseable la vida sedentaria y la agricultura para garantizar su supervivencia.
Todo eso pese a las desventajas que tiene este modelo socioeconómico al crear desigualdades, empeorar la nutrición y salud y aumentar el riesgo de enfermar, y que el establecimiento de esos estados primigenios podía asociarse al trabajo forzado y la esclavitud. Así pues, no solo se domesticaron los animales y las plantas en el paso de las sociedades de cazadores-recolectores a las sedentarias, sino que también los humanos fueron domesticados, convirtiéndose en seres más dóciles y vulnerables. Hay un amplio consenso académico en que los cereales como el trigo, la cebada y el arroz fueron determinantes en el origen de los estados, porque son fáciles de cultivar, transportar, almacenar y redistribuir.
Esto hacía que los cereales fueran ideales para la recaudación de impuestos y que apareciera una sociedad mucho más jerarquizada con una élite capaz de extraer recursos y controlar su redistribución, y al forzar a la gente a pagar tributo en cereales se les incentivaba a abandonar el cultivo de otros alimentos que podrían haber sido preferibles para las familias. Esto también lo estudió un profesor de economía que tuve, Luigi Pascali, en su artículo The origin of the state: Land productivity or appropriability? Allí demuestra de forma convincente que el origen de los estados y que las entidades políticas fueran más o menos complejas según la región no dependía de un aumento en la productividad y la existencia de excedentes de producción como se venía diciendo hasta hace unos años, por ejemplo con la tesis de Jared Diamond.
Por el contrario, el factor determinante en la formación de estados y en su complejidad era la transición a la producción de alimentos más apropiables, que por lo tanto podían estar sujetos a una fiscalidad o bien ser robados. Bueno, unos dirían que te cobren impuestos no deja de ser un robo legitimado, y no está del todo alejado de la realidad porque fomentar la agricultura de unos cereales apropiables no deja de ser un método mafioso de generar una dependencia, de decir o me pagas y te garantizo tu seguridad o atente a las consecuencias, ya sea que te ataquen estas élites extractivas o que lo haga un grupo vecino. En cualquier caso, la apropiabilidad de los cultivos es lo que explica que en regiones donde es más adecuado el cultivo de cereales se formasen estados, mientras que en las regiones con pocos tipos de cereales domesticables disponibles y con un suelo más adecuado para cultivar tubérculos y verduras de raíz no se formaron estados o se formaron entidades políticas y jerarquías menos complejas, como era el caso de Brasil, el África subsahariana, o Australia.
Edad del Cobre
El Calcolítico o Edad del Cobre sigue al Neolítico, abandonado la Edad de piedra por la Edad de los metales. Este período comenzó alrededor del III milenio antes de Cristo en la península ibérica, hacia el 3000 a. C. o un poco después, y en esta etapa los humanos comenzaron a desarrollar esta fascinación por las cosas brillantes y comenzaron a extraer y trabajar metales como el cobre, la plata o el oro en detrimento de la piedra, que tenía sus límites en lo que se podía hacer con ella. En Mesopotamia surgió la escritura entre el 3500 y 3000 a. C., pero la península ibérica permaneció en la prehistoria muchos siglos más. Durante gran pate de la Edad del Cobre el uso de metales estuvo poco extendido y limitado a objetos de prestigio, y se siguieron usando con más frecuencia los utensilios y herramientas de piedra.
El Calcolítico, más allá del progreso técnico que supone por marcar el comienzo del trabajo con metales, fue importante por el impacto que tuvo en las estructuras sociales y en el desarrollo de los primeros núcleos urbanos en la península ibérica. Desde finales del Neolítico se extendió el fenómeno cultural del megalitismo en Europa occidental, que implica la construcción de grandes estructuras funerarias de piedra con enterramientos colectivos, aunque siguieron produciéndose enterramientos en cuevas e individuales. También en este período y hasta la Edad del Bronce Antiguo se extendió por Europa la cultura material conocida como del vaso campaniforme.
La cultura arqueológica del vaso campaniforme se caracterizaba por vasijas en forma de campana invertida, que podían usarse en el día a día para beber o recibir invitados o en enterramientos individuales. En el Calcolítico nos encontramos ya con poblaciones relativamente grandes protegidas por murallas como Zambujal en Portugal o Los Millares en Almería, que tenía una población estimada de entre 1.000 y 1.500 habitantes. El yacimiento de Los Millares da nombre a la cultura de Los Millares, una de las más llamativas de la península ibérica en la época, entre el 3200 y 2200 a. C. La cultura de Los Millares se caracterizaba por poblados fortificados, el megalitismo, y una sociedad desigual. El asentamiento de Los Millares consistía en un recinto amurallado de seis hectáreas con cuatro líneas distintas de murallas y varios fortines, lo que parece indicar que entró en guerra con poblados vecinos en repetidas ocasiones.
La base económica de Los Millares estaba en la agricultura y ganadería, con la metalurgia teniendo también su importancia al ya existir una división del trabajo en el proceso de elaboración de los metales. En los ajuares de Los Millares se observa diferenciación social, pese a que los enterramientos eran colectivos. Es revelador que en los ajuares había pocos objetos metálicos y predominan los objetos de marfil, hueso y piedra y que los asentamientos de la cultura de Los Millares se situaban cerca de terrenos aptos para el cultivo no cerca de minas, lo que nos recuerda que no se había consolidado aún un uso generalizado de los metales, y que eso solo se produjo en la Edad del Bronce.
Edad del Bronce
La Edad del Bronce se abarca en la península ibérica entre el 2200 y 750 a. C. Este período se caracteriza por la introducción de aleaciones de cobre con otros metales como el arsénico y el estaño, lo que llevó al desarrollo del bronce, un metal mejor a los empleados hasta la fecha. El uso de los metales se generalizó en comparación con el Calcolítico, lo que favoreció a las regiones con más recursos minerales y promovió el comercio y las migraciones. La Edad del Bronce implicó un avance en la técnica metalúrgica y una intensificación del comercio, así como cambios sociales y económicos significativos. El inicio de la Edad del Bronce viene marcado por el evento climático del kiloaño 4-2, uno de los eventos climáticos más importantes de la historia humana caracterizado por un cambio climático rápido y abrupto.
En el mundo Mediterráneo esto se tradujo en un clima más frío y seco, con sequías muy importantes que provocaron el colapso de estados y civilizaciones, migraciones, y otras disrupciones sociales. En el noroeste atlántico se observa una despoblación justo después del evento climático del kiloaño 4-2, mientras que en el sudoeste y la vertiente atlántica de la actual Portugal esa despoblación ocurrió en un espacio temporal más amplio ya desde el 2500 a. C. y no se empezó a recuperar hasta mil años después. En la Meseta hubo cambios significativos en la cultura material, formas de asentamiento y de enterramiento tras el evento climático del kiloaño 4-2 en la transición a la Edad del Bronce. El norte y noreste peninsular sufrió pocos cambios durante todo el tercer milenio a. C. y no se visibilizan demasiados cambios incluso respecto al Neolítico, esto no es tanto por aislamiento o atraso sino porque la estabilidad hacía innecesario transformar mucho su modo de vida.
El sudeste peninsular es donde se produjo el cambio cultural más claro, y puede resultar sorprendente que en una región árida se produjera un incremento de las actividades humanas sin interrupciones, pareciendo que el evento climático no tuvo un efecto negativo. Y es más, ahí se desarrollaron sociedades estratificadas y formaciones políticas como El Argar, que veremos en detalle en la siguiente sección, quizás precisamente más necesarias ahí que en otros rincones de la península porque debían gestionar la escasez de agua y maximizar el rendimiento de la tierra. En la primera edición de este episodio mencioné un estudio de investigadores de la Universidad de Harvard publicado en la revista Science que estudiaba los genes de pobladores de la península en un período de 8000 años que levantó titulares sensacionalistas hablando de que hubo una invasión y que hombres extranjeros se quedaron con las mujeres locales ibéricas en la Edad del Bronce.
Según el estudio, se reemplazó un 40% de los genes iberos por gentes de las estepas ucranianas conocidos como Yamnayas, venidos seguramente como consecuencia del evento climático del kiloaño 4-2. El problema es que para estudiar 8000 años de historia genética cuenta con… 271 individuos. Y para la Edad del Cobre que dura más de mil años tiene 60 individuos. Entre una muestra muy pequeña y otros problemas de método como que gentes que siguieran ritos como la incineración quedan excluidos de cualquier estudio genético, pues el estudio sirve de poco y no hay que tomárselo muy en serio. Tampoco hay en la época ninguna señal de violencia generalizada ni de un gran cambio cultural como cabría esperar si hubiera ocurrido tal supuesta invasión y matanza, así que ni caso. Ya pasado el trance del evento climático del kiloaño 4-2, el registro paleobotánico indica un cambio en las estrategias de subsistencia en el conjunto de la Península, con más cultivo de cereales y presión sobre los pastos.
La Edad del Bronce se divide en tres etapas, el Bronce Antiguo entre el 2200 y 1550 a. C., el Bronce Medio entre el 1550 y 1200, y el Bronce Final entre el 1200 y 750 a. C. aproximadamente. No voy a extenderme mucho aquí ya que a lo que más le quiero prestar atención es a la cultura argárica que veremos en un momento, pero tras el colapso del mundo argárico en el sudeste peninsular no se ven sistemas políticos y socioeconómicos que alcancen ese nivel de complejidad hasta los tartesios. Hacia el 1200 el Mediterráneo oriental sufrió de mucha inestabilidad y aún hay muchos misterios sobre la caída de numerosas civilizaciones en esa región al empezar el Bronce Final. En el Bronce Medio de la península ibérica hubo un abandono de los suelos poco fértiles y se formaron más poblados fortificados, y en el Bronce Final se logró dominar todos los aspectos técnicos del bronce, se consolidaron las sociedades de jefatura jerarquizadas, y se intensificaron los contactos comerciales marítimos con la llegada de los primeros fenicios.
La cultura argárica
Hablemos de El Argar, un yacimiento cerca del municipio almeriense de Vera que al igual que Los Millares da nombre a una cultura que se extendía por un gran territorio, en las provincias de Almería, Murcia, y partes de Granada y Jaén, y llegando a influenciar bastante la llamada cultura del Bronce valenciano. El Argar se funda alrededor del 2050 a. C. sobre una meseta de difícil acceso y por tanto con buenas defensas naturales, y se estima que albergó una población de unos quinientos habitantes, con lo cual tenía una población menor a la que tuvo Los Millares. Para otros asentamientos argáricos como La Bastida de Totana, en Murcia, se calcula una población de entre 600 y 800, o sea que pese a que tomemos el nombre de El Argar para hablar de una civilización no significa que ese asentamiento fuera el más importante de todos. En el valle de Vera, que incluye El Argar, se ha estimado una población de unos 3.500 habitantes en el Bronce Antiguo, para que os hagáis una idea de qué magnitudes de población hablamos.
Los mayores asentamientos argáricos se situaban en cerros y colinas y contaban con actividades económicas especializadas, como talleres metalúrgicos y textiles, y luego existían unos asentamientos más pequeños en las llanuras dedicados a la agricultura y ganadería. Existía pues una relación asimétrica y de dependencia entre los poblados grandes en altura y zonas poco aptas para la agricultura, y los poblados productores agrarios, y también existían algunos pueblos dedicados casi en exclusiva a la minería y el trabajo metalúrgico. Esto revela que en el sudeste peninsular existió un sistema económico sustentado en el comercio entre sus pueblos, y también hay evidencias de comercio a larga distancia, por ejemplo por los marfiles de elefantes africanos y asiáticos.
Hubo mejoras técnicas que promovieron el crecimiento económico y de población, por ejemplo el análisis de isótopos han sugerido que en algunas zonas se usaron métodos de irrigación para el cultivo de legumbres, y se multiplicó exponencialmente la producción y uso de herramientas de metal para tareas agrícolas y de otro tipo. Sin embargo, al estar en el Bronce Antiguo el bronce no tuvo un gran impacto en las sociedades argáricas. De hecho, el bronce no representa más del 15% de los metales argáricos contabilizados, y se empleó mayoritariamente para adornos personales, nada que afectase a la productividad. La cultura argárica evolucionó de la cultura nativa anterior de Los Millares, con más estratificación social, casas rectangulares en vez de circulares, y nuevos tipos de enterramiento.
Las prácticas funerarias desde el 1950 a. C. confirman que hubo posiciones políticas o sociales hereditarias y que se desarrollaran unas clases sociales claramente diferenciadas, y por lo tanto ya se puede hablar de la formación de entidades políticas, las jefaturas políticas, un modelo político menos formalizado y complejo que un estado, pero ya con la posibilidad de élites hereditarias. Las élites argáricas no se puede decir que constituyeran una clase guerrera y militarista como se ha venido repitiendo. Esto lo podemos deducir porque no empleaban espadas, sí en cambio mazas y dagas, y porque de los más de 150 esqueletos del período estudiados no se observan muchas heridas atribuibles a la violencia. Las prácticas de la guerra pudieron ser muy ritualizadas y reguladas más con combates uno a uno o de pocos hombres, de forma similar a cómo los chamorros de las islas Marianas entendían la guerra, como estudiamos en la serie de la Oceanía española en Memorias Hispánicas.
Breve inciso, si me escuchas en podcast, por favor acuérdate de estar suscrito al otro podcast del programa, Memorias Hispánicas, para mucho más contenido. Por norma los enterramientos eran individuales y se realizaban debajo de las casas o detrás de las paredes, con algunos ajuares funerarios muy ricos que diferenciaban a las élites, pero también hubo enterramientos con dos personas que han permitido estudiar las relaciones de parentesco de esta gente. Los enterramientos dobles eran típicamente de un hombre y una mujer no relacionados por sangre, indicando que eran marido y mujer, y este tipo de enterramiento se ha sugerido que podrían interpretarse como una representación de alianzas sociopolíticas. También se han encontrado enterramientos dobles con niños o de una madre y su hija recién nacida en brazos, indicando que por desgracia murió en un parto complicado.
Las mujeres se casaban con hombres con los que no estaban emparentados y los hombres tenían más familiares cerca enterrados que sus mujeres. Esto nos indica que la sociedad argárica era patrilineal y virilocal, es decir, la herencia se transmitía por el hombre y las esposas se mudaban a vivir junto a la familia del marido. En el período tardío argárico entre el 1750 y 1550 a. C. se observan mayores desigualdades y hay algunos indicios de la llegada de élites externas en algunos yacimientos. Esto me lleva a lo más interesante del mundo argárico, la cuestión de su organización política y desigualdad. Para el período anterior al 1750 a. C. está bastante claro que no hubo más que jefaturas políticas, pero después es posible que se instaurase un estado o varios estados capaces de apropiarse con tributos de la producción agrícola de un territorio amplio.
El estado argárico planteado por el arqueólogo Vicente Llull no se basaba en unos templos, palacios, o escrituras, pero sí en un modelo de explotación económica y violencia física e ideológica, con familias que conseguía acumular alimentos, metales, y controlar el agua y movilizar personas. Desde el 1750 a. C. aparecen grandes graneros y herramientas de piedra para moler cereales, se uniforman rituales y la cultura material, y se extiende en cientos de kilómetros del sudeste peninsular la agricultura extensiva con el monocultivo de cebada y unas prácticas ganaderas idénticas, independientemente de las condiciones ecológicas locales. Los asentamientos argáricos tardíos incluían grandes construcciones monumentales y grandes infraestructuras hidráulicas como cisternas y embalses, y eso nos indica que hubo una élite capaz de organizar actividades comunales, quizás de manera forzada.
En el período tardío argárico se observa un incremento en el número de traumas craneales entre hombres, así que esto podría ser un indicio de la instauración de un poder político por vía de la conquista violenta, con la resistencia de las comunidades conquistadas. Esta resistencia incluso se ha llegado a interpretar en los enterramientos, donde algunas comunidades argáricas conscientemente reutilizaron espacios funerarios de la Edad del Cobre e hicieron enterramientos colectivos y sin ajuares, quizás para mostrar su rechazo a la creciente desigualdad, individualidad y simbología del poder del mundo argárico. Hubo un aumento de la mortalidad infantil debido a la pobreza, enfermedades y malnutrición, y el bienestar no hizo más que empeorar para las clases serviles mientras que unas élites extractivas no hacían más que acumular recursos.
Como hemos visto antes, el modelo socioeconómico argárico se sostenía por las relaciones de interdependencia entre poblados fortificados en altura y agrícolas en la llanura más pequeños y dedicados al monocultivo de cebada, y el crecimiento económico del sudeste peninsular se produjo por un uso más intensivo del trabajo, por ejemplo colonizando tierras más pobres. La desigualdad social fue otro motor de crecimiento económico y era una de las características más sobresalientes de la sociedad argárica en comparación con otras sociedades de la Edad del Bronce europea. Esto se refleja en sus ajuares funerarios, en la alimentación, o en el acceso a productos metalúrgicos. Este era un modelo socioeconómico y político para nada beneficioso para muchos de las personas sometidas a ese poder, tal y como ya describí en la sección del origen de los estados.
Pero la civilización de El Argar colapsó de manera abrupta en torno al 1550 a. C. El colapso resultó en el abandono de la mitad de los asentamientos y la reestructuración del resto de acuerdo a nuevos principios arquitectónicos, los enterramientos argáricos característicos por exhibir claras diferencias socioeconómicas desaparecieron por completo, la cultura material cambió, las formas sociales y económicas se volvieron menos complejas y más colectivas, y sus estrategias de subsistencia se diversificaron. Los asentamientos de menos de una hectárea se fueron todos al garete, lo que podría indicar que eran muy dependientes del sistema político y económico de El Argar tardío, y el colapso argárico también resultó en flujos migratorios importantes fuera del sudeste peninsular.
Ha llamado la atención a los investigadores cómo una de las sociedades más política y económicamente desarrolladas de Europa en la Edad del Bronce como El Argar colapsó de manera tan repentina, pero si lo piensas, no es tan sorprendente. La paleobotánica ha revelado que hubo una deforestación importante porque necesitaban más suelo arable, incluso aquel poco fértil, para su monocultivo de cereales que estaban sujetos a tributación. Esta dependencia a un tipo de cultivo concreto era una vulnerabilidad. También la erupción minoica producida en una isla griega en torno al 1620 a. C. pudo influir en sequías y otros problemas medioambientales en las últimas décadas de la cultura de El Argar.
Pero seguramente el motivo más importante del colapso de la cultura argárica es la violencia, como parece sugerir el hecho de que muchos asentamientos desaparecieron en torno a la misma fecha del 1550 a. C. y que se han registrado incendios en asentamientos argáricos. La expansión de un tipo de organización política más compleja que ninguna otra en la península ibérica se hizo al menos en parte de manera violenta, y la sociedad argárica era profundamente desigual y es posible que también hubiera esclavitud. Las tensiones sociales generadas por tal modelo político y socioeconómico pudieron terminar de estallar, y más si se juntó una mala racha de cosechas. La civilización de El Argar puede ser un ejemplo más de una larga lista de sistemas de explotación y desigualdad que colapsan por su propio peso por medio de un levantamiento violento de los oprimidos.
El Veredicto: El castillo de naipes de El Argar, una lección para el presente
Este es el primer episodio con la sección de El Veredicto, que sirve para dar mis reflexiones, pensamientos, o para plantear preguntas para vosotros sobre un tema relacionado con el episodio. Y es que creo que la historia de la civilización argárica ofrece una poderosa reflexión sobre los peligros inherentes de las sociedades profundamente desiguales. La acumulación de riqueza y poder en manos de pocos, frente a una mayoría que ve como va empobreciéndose bajo el sistema político y socioeconómico instaurado, crea un caldo de cultivo para el descontento y la agitación. En el mundo argárico este desequilibrio pudo ser la causa principal de su súbita desaparición, y es que la civilización argárica era como un castillo de naipes. Desde fuera parecía una estructura sólida y resplandeciente, la más desarrollada de la península en su época, pero en realidad la estructura era muy frágil y susceptible al colapso ante la más mínima perturbación.
No es difícil trazar paralelismos entre el mundo argárico y el sistema económico actual. En un mundo en que la globalización tiene el efecto positivo de reducir las desigualdades entre países y sacar a mucha gente de la pobreza extrema, pero que tiene el efecto negativo de hacer crecer la brecha entre ricos y pobres en todos los países, estas tensiones por la creciente desigualdad económica existen. Y el ver que el desarrollo económico no favorece a todos por igual, o peor en los países ya desarrollados, el ver que crece la economía pero empeoran las condiciones materiales de la clase trabajadora, pues es un caldo de cultivo para el auge de movimientos políticos extremistas, protestas, y, en casos extremos, revoluciones. La historia de El Argar no es solo una historia del pasado, sino una advertencia para el futuro: que un sistema que favorece la acumulación de riqueza en manos de unos pocos y descuida o explota a una mayoría es un sistema inherentemente estable que puede caer de forma repentina. Y con eso, El Veredicto termina.
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Fuentes
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