¿Qué es Cataluña?

Empecemos por una cuestión básica, ¿qué es Cataluña? Con esto no me refiero a una simple descripción de dónde se encuentra esta región, que como ya todo el mundo sabrá se encuentra en el noreste de la península ibérica, sino a su significado más profundo. Cataluña es una concepción política y geográfica que representa el dominio de Barcelona sobre un espacio determinado, o, dicho de otro modo, sin una Barcelona fuerte que ejerza su influencia sobre un radio amplio no existiría Cataluña. Cataluña es de raíz un concepto Barcelonacéntrico, por eso no es extraño que la historia de Cataluña se haya venido escribiendo desde el punto de vista barcelonés como ya me he quejado en más de una ocasión.

Como estamos viendo en la serie cronológica de La Historia de España, en los siglos IX o X no había diferencias de poder significativas entre los condes del espacio que será conocido como Cataluña. Los condes de Cerdaña, Urgel o Ampurias podían guerrear de tú a tú con el de Barcelona, y por ejemplo Ampurias a nivel de potencia naval era más poderosa que Barcelona y por eso fue el objetivo principal de una campaña del Califato de Córdoba como expliqué en el episodio 43 Los condados catalanes, 910-950. Esta falta de despunte del condado barcelonés se explica en parte porque la ciudad de Barcelona aún era poca cosa y se estima que tenía no más de 1.500 habitantes intramuros y era bastante similar en tamaño a Gerona en aquella época. Por lo tanto, cuando hablamos de los condados catalanes entre los siglos IX y XI, lo hacemos de manera anacrónica pero por conveniencia porque de otro modo no tenemos manera de designar colectivamente estos territorios carentes aún de unidad.

Pero en la segunda mitad del siglo XI las cosas empezaron a cambiar y el conde de Barcelona despuntó respecto al resto de condes y consiguió muestras de vasallaje de algunos de ellos. En el siglo XII el conde de Barcelona tenía bajo su posesión directa el condado de Gerona, Osona, Besalú, Cerdaña, Rosellón, y Pallars Jussá, y ya no se puede hablar de que estos fueran condados con su propia autonomía política, por lo que quedaron de hecho integrados en un condado de Barcelona muy ampliado respecto a sus límites originales del siglo IX, y más aún con las conquistas de Lérida y Tortosa. En este contexto surge el concepto de Cataluña desde al menos principios del siglo XII como una región política que suma ese condado de Barcelona engrandecido con los condados vasallos de Urgel, Ampurias, y Pallars Sobirá.

Por no ser adecuado para describir la realidad política que se estaba gestando, en los últimos siglos medievales fue abandonándose el término condado de Barcelona para emplear el de Principado de Cataluña. Hay que separar tres etapas en la formación de Cataluña: una primera etapa altomedieval donde no sobresalía ningún condado; una segunda etapa entre la segunda mitad del siglo XI y primera mitad del siglo XIII donde se emplea el término Cataluña para describir esta región, pero aún no se desarrollan unas instituciones comunes; y una tercera etapa desde mediados del siglo XIII en que se avanza más en la centralización del poder en Barcelona y articula políticamente el Principado de Cataluña con unas instituciones políticas y leyes comunes.

Mapa de Cataluña y Aragón en tiempos de Ramón Berenguer IV (1114-1162)
Mapa de Cataluña y Aragón en tiempos de Ramón Berenguer IV (1114-1162)

Es en el siglo XIII cuando se va asentando la idea del Principado de Cataluña como una res publica, una comunidad política en la que el gobierno es corresponsabilidad de personajes destacados frente a la idea de un gobierno con el poder centralizado en una sola persona o unas pocas personas. Y es en el siglo XIV cuando se dan los pasos definitivos para darle más contenido político a la idea de Cataluña al crearse la Generalidad de Cataluña y las Cortes catalanas. Esto se ve por ejemplo en 1343 cuando el rey Pedro IV de Aragón defendió en un proceso judicial contra el rey de Mallorca y conde del Rosellón y Cerdaña que estos últimos dos condados eran parte de Cataluña y su principado según las leyes y constituciones. O en las cortes generales de Monzón del 1376 donde se habla de la constitución de los tres brazos de Cataluña, esto es, de representantes del estamento nobiliario, eclesiástico, y real representado por villas y ciudades.

A lo largo del siglo XV no hizo más que popularizarse en la documentación oficial y entre la gente común el concepto de Principado de Cataluña. Solo en algunas ocasiones contadas se habla en documentación oficial y no oficial de Reino de Cataluña, por ejemplo cuando de manera retórica Jaime el Conquistador calificó en su crónica a Cataluña como el mejor y más noble reino de España, o cuando los dietarios oficiales hablaban de que se habían convocado cortes generales para los tres reinos en referencia a Cataluña, Aragón y Valencia. En todo caso, hay que tener presente que oficialmente Cataluña era un principado y no un reino.

¿Qué es un principado y en qué se diferencia de un reino?

Esto me lleva a la siguiente cuestión, que es definir qué es un principado y qué diferencias hay en la teoría y en la práctica respecto a un reino. Un principado es una forma de gobierno y una categoría de una entidad política con un príncipe como jefe de estado. La etimología del concepto principado no deja lugar a dudas, proviene del sustantivo latín principatus, que en la Edad Antigua significaba soberanía o supremacía, y quien gobierna un principado es un príncipe. Príncipe etimológicamente proviene del latín princeps, que en el mundo latino y cristiano significaba soberano o gobernante. En este caso el príncipe no es un príncipe heredero, no estamos hablando del Principado de Gales que lidera el sucesor al trono británico o del Principado de Asturias, Gerona o Viana que se vinculaba al heredero de Castilla, Aragón y Navarra y actualmente al heredero o heredera del Reino de España.

Hay que llamar la atención en que desde el siglo X, cuando ya los condados catalanes eran soberanos de facto, sus condes se intitulaban a veces como princeps como muestra de su soberanía. Esta era una titulación honorífica que no se institucionalizó y simplemente se empleaba algunas veces en la documentación. Lo de llamarse príncipes lo hicieron sobre todo los condes de Barcelona, por lo que no es de extrañar que Cataluña terminase por convertirse en principado. En los Usatges de Barcelona, que empezaron a compilarse en la segunda mitad del siglo XII, se denomina al conde de Barcelona como príncipe y el espacio catalán donde ejercía su autoridad ya se menciona ocasionalmente como principado.

Ejemplos históricos de principados incluyen el propio Principado de Cataluña, algunos principados cruzados en Jerusalén como Antioquía o Galilea, o principados eslavos como el de Moscú, y actualmente los microestados de Andorra, Mónaco y Liechtenstein tienen el rango de principado. La principal diferencia entre un principado y un reino reside en su rango, dentro de la escala feudal un principado tiene un rango menor a un reino y mayor a un ducado, y los principados eran de menor extensión y población que la mayoría de reinos. Esto es en la teoría, porque en la práctica la diferencia entre un reino y un principado puede ser solo en el nombre y puede que no haya inferioridad perceptible respecto a otras comunidades políticas categorizadas como reinos. Este precisamente es el caso de Cataluña, que en la práctica era equivalente a reinos como Aragón, Valencia, o Nápoles.

Esto no es que lo diga yo por decir, sino que se puede comprobar con algunos datos, y dudo que nadie acuse de catalanistas al escritor Miguel de Cervantes o al conquistador Martín Fernández de Enciso cuando estos hablaban con naturalidad de reino de Cataluña. Los príncipes de Cataluña tenían potestades reales como promulgar leyes o ejercer la justicia, legitimaban su soberanía por la gracia de Dios y la defensa de la tierra, y no eran vasallos de un rey o emperador como era frecuente en el caso de otras entidades calificadas de principados. El conde de Barcelona se convirtió en rey de Aragón desde 1137 al producirse la renuncia de Zaragoza en que el rey Ramiro II de Aragón traspasó la autoridad real a su yerno Ramón Berenguer IV de la casa condal barcelonesa.

Esto está bien recalcarlo para que los escuchen todos los analfabetos anticatalanes que van diciendo que Cataluña era un condado de Aragón, cuando la Corona de Aragón estaba compuesta por múltiples reinos y señoríos con sus propias leyes e instituciones y hasta 1410 los reyes aragoneses descendían de Wifredo el Velloso por línea masculina. El Principado de Cataluña tenía más población que el Reino de Aragón o Valencia, y tenía una economía más boyante que la aragonesa por el simple hecho de tener mejores comunicaciones terrestres y marítimas para el comercio y tierras más fértiles, no porque los catalanes fueran superiores de nacimiento. Con esto lo que quiero transmitir es que es un error y una manipulación intentar denigrar Cataluña y su historia porque oficialmente en vez de ser un reino fue un principado.

¿Por qué Cataluña fue un principado y no un reino?

Pero claro, ahora te puedes preguntar, bueno si en la práctica Cataluña era un reino, ¿por qué se mantuvo la denominación de principado? Según la interpretación tradicional que popularizó el medievalista Ramon d’Abadal, el motivo por el que Cataluña no fue un reino es que los condes no se atrevieron por prudencia política y escrupulosidad jurídica, porque teóricamente hasta el tratado de Corbeil del 1258 los condados catalanes pertenecían por ley al rey de Francia. Después de firmar el tratado, Jaime I o sus sucesores no habrían elevado a reino Cataluña porque ya eran reyes en Aragón. Esta interpretación es errónea por ser presentista, hablar de declaraciones y reconocimientos de independencia es propio de la Edad Contemporánea, y el tratado de Corbeil no fue una legalización de una ilegalidad de más de doscientos años de antigüedad, sino una alianza entre dos reyes del siglo XIII que renunciaban a derechos y pretensiones mutuas para evitar un conflicto y centrar sus energías en otros frentes.

En las crónicas y documentos oficiales del siglo XII ya se vende la inventada narrativa de que Wifredo el Velloso obtuvo de los reyes carolingios el condado de Barcelona en franco alodio o como diríamos en la actualidad en plena soberanía, por lo que no había un temor a lo que pudiera decir el rey de Francia. La tesis de Abadal está basada en interpretaciones de algunos autores de la Baja Edad Media y Edad Moderna que podían presentar una historia más favorable al poder real o más a favor de la autonomía de los nobles según sus propios intereses y benefactores, ya que el discurso histórico tenía una incidencia en el tipo de relación política de los estamentos sociales respecto al príncipe de Cataluña. Si miramos ejemplos peninsulares, sabemos que Aragón, Castilla o Portugal pasaron de ser condados a reinos.

Aragón pasó de ser un condado a un reino porque sus gobernantes descendían de los reyes de Pamplona; Castilla se elevó de condado a reino porque el conde castellano también era hijo del rey de Pamplona y porque el conde se convirtió también en rey de León; y el rey de Portugal básicamente fue rey en condición de vasallo gracias al reconocimiento exterior del rey de León y Castilla y del Papa. También es muy relevante tener en cuenta que los reyes asturleoneses y de manera menos continuada los pamploneses se presentaron como herederos biológicos y espirituales de los reyes godos de antes de la conquista musulmana, con lo que si sus míticos ancestros habían sido reyes ellos también debían gozar de esta categoría.

Los condes catalanes, aunque pudieran presentarse como godos para contraponerse a los francos, no reivindicaron que fueran descendientes de los reyes godos, como comenté en el episodio 24 La Reconquista, Pelayo y Covadonga, porque por los archivos eran conscientes y no podían borrar de la historia que la legitimidad de los condes dependía de designaciones que reyes carolingios habían hecho a sus antepasados. Así pues, la legitimidad familiar es uno de los argumentos que da Cristian Palomo Reina para explicar por qué Cataluña no fue un reino, aunque en este caso algo débil en mi opinión porque al final se es rey si se quiere y puede por reconocimiento desde el interior del país y desde el exterior. Pero aún hay tres factores más de índole interna que explican por qué Cataluña no fue un reino sino un principado.

Esquema por qué Cataluña no fue un reino
Esquema con los factores que explican por qué Cataluña no fue un reino, en base a Cristian Palomo Reina

El primero es por falta de necesidad, siendo el conde de Barcelona al mismo tiempo rey en Aragón de cara al exterior estaba ya equiparado a otros soberanos cristianos y de cara al interior su condición regia ya lo situaba en Cataluña por encima del resto de condes y nobles. El segundo factor es el carácter políticamente compuesto de la Cataluña medieval, debido a que nació de la suma de múltiples condados independientes entre sí y la formación política de Cataluña fue progresiva y complicada. Por ejemplo, no fue hasta finales del siglo XV con el rey Fernando el Católico que Pallars Sobirá pasó a manos directas del monarca. Pero el tercer factor y seguramente el más influyente en por qué Cataluña no fue un reino es que las élites dirigentes catalanas querían que el soberano de Cataluña siguiera siendo un primus inter pares, es decir, una persona del mismo rango estamental que un noble con la diferencia de que destacaba por ejercer el gobierno y la justicia.

Esto en términos llanos significa que la nobleza y oligarquías catalanas no querían un gobernante con un poder abrumadoramente superior al que tenían ellos, querían un príncipe soberano con una autoridad limitada. Jaime I el Conquistador pudo adoptar el título de rey en territorios conquistados y arrebatados a los andalusíes como Valencia o Mallorca porque ahí no había una nobleza ya asentada con la que debía estar en constante negociación ni unas dinámicas políticas, instituciones y leyes más antiguas. Siempre es más fácil construir una casa desde cero que reformar una vieja. Los condes, vizcondes, barones, señores de castillos, obispos y abades siempre mostraron resistencia al control que quería imponerles el conde de Barcelona, y si hacía falta se rebelaban y montaban una guerra civil para defender su autonomía política y privilegios, para frustración del rey de Aragón y príncipe de Cataluña.

Es relevante decir que los tres brazos estamentales de Cataluña aprovecharon la debilidad regia causada por la conquista de Sicilia y guerra contra el Papado, Francia y Nápoles para poner por escrito en las cortes de Cataluña de 1283 que ni Pedro III de Aragón ni sus sucesores podían usar de forma oficial ningún otro título que no fuera el condal barcelonés. Este hecho demuestra la voluntad de la clase dirigente catalana de no distanciarse jerárquicamente del soberano catalán, por lo menos sobre el papel. Como he dicho antes, se es rey si se quiere y puede, y en Cataluña no les dejaban por oposición interna. Esto nos retrotrae a lo que he comentado antes de que en el siglo XIII surgió la idea de Cataluña como una res publica sin un monarca todopoderoso, y esta idea fue llevada a la práctica en su máximo esplendor a principios del siglo XVIII.

Como comenté en el episodio Mitos históricos del nacionalismo catalán, el tan odiado en Cataluña rey Felipe V, el primer Borbón en España, otorgó a las cortes catalanas del 1701 las mayores prebendas y derechos constitucionales a las élites catalanas. Como era nuevo y quería ganarse el favor de los españoles, a Felipe V se le fue de las manos lo de cumplir todas las demandas de los catalanes, que en la práctica querían un republicanismo monárquico, un sistema político regulado por unas constituciones y con un parlamento o asamblea con capacidad legislativa. En este sistema el rey era casi un rey de paja, y por los desarrollos de la guerra Felipe V se sintió traicionado por los catalanes, pudo desdecirse de lo prometido y terminó suprimiendo el Principado de Cataluña en 1716, al igual que el resto de las instituciones de la Corona de Aragón.

Outro

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Fuentes

Baydal, Vicent, y Cristian Palomo Reina. Pseudohistòria contra Catalunya: De l’espanyolisme a la Nova Història. Eumo Editorial, 2020.

Palomo Reina, Cristian. «Noves perspectives per a una qüestió no resolta: Per qué Catalunya fou un principat i no un regne?» Anuario de estudios medievales 50.1 (2020): 323-352.

Palomo Reina, Cristian. Identitat i vocabulari polítics a Catalunya durant la guerra de successió. 2018. Universitat Autònoma de Barcelona, tesis doctoral.


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