El 18 de julio de 1936 el Banco de España tenía 708 toneladas de oro fino, 638 de ellas en Madrid y el resto en el extranjero, con lo que España era el cuarto país del mundo en cuanto a reservas de oro. Sin embargo, cuando las tropas de Franco entraron en Madrid en marzo de 1939, el oro se había esfumado. ¿Qué había pasado con el oro de España? ¿Lo habían robado los republicanos? ¿Se lo habían regalado a la Unión Soviética? ¿Y si no, por qué lo habían trasladado a Moscú? ¿Queda hoy oro español en Rusia que podamos reclamar? Soy David Cot, presentador de Memorias Hispánicas, y en este episodio explicaré la verdad y nada más que la verdad con todos los datos y evidencias sobre la mesa sobre qué ocurrió con el oro y plata del Banco de España durante la guerra civil española.
- La No Intervención y la Unión Soviética
- ¿Utilizó la República ilegalmente el oro y plata del Banco de España?
- El oro de París y el aprovisionamiento de armas de la República
- El traslado del oro a Cartagena
- El traslado del oro a Moscú
- ¿Por qué la URSS era la mejor y única opción donde mandar el oro?
- La República se funde el oro y plata del Banco de España
- La culpa de perder el oro es de los golpistas
- Outro
- Fuentes
La No Intervención y la Unión Soviética
Antes de hablar de la cuestión del oro, un poco de contexto histórico sobre la intervención extranjera en la guerra civil. El 18 de julio de 1936 empezó el golpe de estado que provocó una guerra en España. Los militares sublevados estaban apoyados por organizaciones de derecha antiliberal y los más destacados capitalistas y aristócratas de España, y a nivel internacional por Portugal e Italia, y el día 25 se le sumó Alemania. Solo el capitalista Juan March ya prestó en los preparativos del golpe y durante la guerra la cuarta parte del valor del oro del Banco de España, y en total Ángel Viñas calcula que los sublevados obtuvieron 991’5 millones de dólares de financiación exterior, más de los 715 millones de dólares en los que estaban valoradas las reservas de oro del Banco de España. Los republicanos financiaron la guerra gastando los ahorros de España, mientras que los sublevados financiaron la guerra a crédito hipotecando el futuro de España.
Desde buen principio, la República y los sublevados no estuvieron en un plano de igualdad en su facilidad de financiarse y de obtener armamento y suministros básicos, y la situación no hizo más que agravarse con el tiempo para la República. Esto fue así porque la política de No Intervención promovida por Reino Unido y Francia fue una farsa desde el principio. Solo sirvió para retrasar una guerra mundial y que la República y su gobierno elegido en las urnas perdiese ante el apoyo masivo y constante de Italia y Alemania a los sublevados. Por culpa de la No Intervención, la República española no podía vender su oro u obtener financiación en la mayoría de países europeos ni tampoco comprar armamento a países como Francia y Checoslovaquia, el mayor exportador de armas del mundo.
Por eso tuvieron que comprar a la Unión Soviética y conseguir armas de contrabandistas que no podían suministrar de forma regular y daban materiales de mala calidad y obsoletos a precios inflados. La República española no tenía relaciones formales con la Unión Soviética antes del golpe. Todos los gobiernos republicanos, incluidos los de derechas, habían planteado normalizar relaciones diplomáticas y comerciales, porque otros países importantes la habían reconocido y porque vendían petróleo a precios bajos. Me parece relevante mencionar esto, porque no era cuestión solo de las izquierdas por ideología que se quisieron normalizar relaciones. Al principio, los soviéticos vieron el golpe de estado como una amenaza inoportuna para sus intereses geoestratégicos de formar una alianza con Francia y Reino Unido para contener a Alemania.
Stalin permitió el envío de ayuda humanitaria, pero rechazó la solicitud de armamento hecha por la República el 25 de julio, y cuando se propuso la no intervención pensando que así los rebeldes no recibirían suministros del exterior los soviéticos respiraron más tranquilos y suscribieron el acuerdo. Sin embargo, el ver que no se estaba cumpliendo la no intervención, Stalin decidió a mediados de septiembre que la Unión Soviética apoyaría la República. La prioridad para Stalin era evitar que Francia estuviera rodeada de países fascistas y se rompiera el equilibrio de fuerzas de Europa, que aún era favorable para los soviéticos. Los archivos soviéticos, las comunicaciones entre el PCE y Moscú, y las charlas entre Stalin y Marcelino Pascua, el primer embajador español en la URSS, revelan que los soviéticos no tenían intención de sovietizar España, es decir, de fomentar o imponer una dictadura del proletariado que llevase al comunismo.
La Unión Soviética no era aún esa superpotencia industrial y militar surgida tras la guerra mundial, también existía la dificultad logística de lo lejos que estaba Rusia de España y un mar Mediterráneo vigilado por submarinos italianos, y los soviéticos tenía que procurar armarse más ante una posible guerra contra Alemania. Aparte de estas limitaciones, los dirigentes republicanos eran conscientes que la ayuda soviética siempre tendría como límite no provocar una guerra mundial ni poner en peligro su interés geoestratégico de aliarse con Francia y Reino Unido. Pero es importante entender que sin la ayuda soviética Madrid hubiera podido caer en noviembre de 1936, y que fue gracias al oro de la República y a los suministros soviéticos que la República pudo mostrar una gran capacidad de resiliencia y tardar tanto en caer.
¿Utilizó la República ilegalmente el oro y plata del Banco de España?
Vayamos al tema del oro. Como dije al principio, al estallar el golpe el Banco de España tenía 708 toneladas de oro fino, 638 en Madrid. El valor en dólares de las 638 toneladas de oro de Madrid era de 715 millones de dólares, unos 16.000 millones de dólares actuales. El país con las mayores reservas de oro del mundo con mucha diferencia era Estados Unidos con más de 9.400 toneladas, seguida de Francia con más de 3.200 y Reino unido con 1.600, y en cuarta posición estaba España. Sin embargo, esos metales no pertenecían al estado. El Banco de España era una sociedad anónima y privada, aunque el gobierno designaba su gobernador y algunos miembros de su consejo, y existía la Ley de Ordenación Bancaria de Francesc Cambó del 1921, que impedía al gobierno vender oro al extranjero sin autorización del Consejo de Ministros, y el objetivo de la venta debía ser para mantener el tipo cambiario de la peseta.
Tras producirse la sublevación militar, el 24 de julio el gobierno aprobó enviar oro a París con el objetivo de pagar el armamento que habían solicitado a Francia cinco días antes. Los más legalistas ven en esto un quebrantamiento de la legalidad, y es cierto que la Ley de Ordenación Bancaria vigente solo permitía la venta de reservas para defender el valor de la peseta, pero había cosas más importantes que tecnicismos cuando unos golpistas apoyados por potencias fascistas se habían levantado en armas. Ante esta anómala situación legal, el 30 de agosto de 1936 se aprobó una disposición de carácter reservado y que por lo tanto no se hizo pública para crear un marco legal para que el gobierno de la República pudiese usar el oro del Banco de España como si fuera del Tesoro Público.
En la práctica, era como una nacionalización parcial y encubierta del Banco de España. A medida que pasaban las semanas, quedaba claro, para el disgusto de algunos consejeros del Banco de España, que su papel se limitaba a recibir instrucción del Ministerio de Hacienda y asentir. Tampoco podían quejarse demasiado cuando el ambiente revolucionario provocado por el golpe de estado reaccionario hizo que la imagen de los banqueros y el capital no hiciera más que deteriorarse en la zona republicana, por lo que su vida podía peligrar en una Madrid con las calles tomadas por los sindicatos y sus milicias.
El 28 de abril de 1938 se firmó otro decreto reservado que autorizaba la disposición sin restricciones del oro y plata del Banco de España para financiar la guerra, con la promesa de que los metales preciosos tomados prestados serían devueltos en un futuro al Banco de España por parte del Estado español. El Consejo del Banco de España no se enteró de esto hasta la reunión que celebraron el 6 de enero de 1939, y con razón se enfurecieron, más cuando se habían gastado ya casi todo el oro y plata. Así que a la pregunta de si el gobierno republicano no actuó acorde a la legalidad en su uso del oro y plata del Banco de España, la respuesta sería que así asá, pero el artículo 44 de la Constitución de 1931 declara que la riqueza del país está subordinada a los intereses de la economía nacional, o sea que dado el estado de guerra estaba justificado.
El oro de París y el aprovisionamiento de armas de la República
El proceso de venta del oro y plata del Banco de España se dividió en tres etapas, una primera de ventas al Banco de Francia, otra de ventas en Moscú, y finalmente ventas de plata y las últimas de oro. El 31 de julio ya se produjeron las primeras ventas de oro en París, y entre julio del 36 y marzo del 37 el Banco de Francia compró 192’3 toneladas de oro español amonedado, equivalente a 173’6 toneladas de oro fino, aproximadamente un 27% de las reservas del Banco de España. Con estas ventas la República obtuvo 3.922 millones de francos que sirvieron para comprar armamento y suministros. Si no se ha hecho mucha propaganda sobre estas ventas hablando de un oro robado en París es porque claro, no vende tanto ese relato porque Francia no era un país socialista. Por cierto, el ministro Negrín intentó en septiembre que una empresa de venta de oro de Londres también comprase oro a la República española, pero como esta operación sería conocida por el gobierno británico se tuvo que cancelar.
No hay que olvidar que Reino Unido era el mayor enemigo no declarado de la República, y por eso nunca fue una opción llevar el oro a ese país. Al empezar el golpe, el gobierno de la República creó una comisión de compras de armamento que operaba en París, Praga, Washington y México y estaba formada por políticos sin experiencia previa en la compraventa de armas, y que por tanto desconocían si les intentaban engañar con armamento anticuado o con precios inflados. Entre la no intervención y esta mala gestión la adquisición de armas fue muy dificultosa en los primeros meses, hasta que fueron sustituidos los políticos por militares que sabían lo que se hacían. La vía del contrabando como vía de aprovisionamiento de armas complementaria pues mira, tiene un pase, pero era mejor centrar esfuerzos en obtener el apoyo de un país en el que poder confiar, y ese sería el papel de la URSS.
El traslado del oro a Cartagena
Con el cambio de gobierno en septiembre con Francisco Largo Caballero al frente y Juan Negrín de ministro de Hacienda, el 12 de septiembre se aprobó el traslado del oro en el Consejo de Ministros. El 13 de septiembre el presidente de la República Manuel Azaña firmó un decreto reservado aprobando la adopción de medidas para salvaguardas las reservas metálicas del Banco de España. El 14 de septiembre empezaron los preparativos para mover el oro, plata y billetes del Banco de España a la base naval de La Algameca, en Cartagena. Ese mismo día se celebró un Consejo extraordinario secreto del Banco de España sobre el asunto tan importante del traslado del oro, decidido por las instancias políticas.
Numerosos miembros del consejo del Banco de España eran contrarios a esta decisión política, sobre todo aquellos que representaban a los accionistas y no habían sido nombrados por el gobierno de turno, pero bajo el estado de guerra solo podían obedecer. Como ya comenté antes, el Banco de España solo recibía información de la decisión tomada por el Consejo de Ministros, sin que pudieran decir nada al respecto. ¿Pero por qué se había decidido trasladar el oro fuera de Madrid? Hay dos motivos principales. El menos relevante era que se temía un asalto anarquista sobre el Banco de España para hacerse con parte del oro y trasladarlo a Barcelona. La Generalitat había firmado un decreto que violaba el estatuto de autonomía y establecía el control directo del gobierno autonómico sobre las sucursales del Banco de España de Cataluña, como medida separatista para lograr su independencia financiera.
El gobierno de la Generalitat, controlado en realidad por los anarquistas, había pedido oro y plata para financiar su guerra revolucionaria, y existió un plan para asaltar con 3.000 hombres el Banco de España de Madrid. Sin embargo, este plan de los anarquistas catalanes fue desechado por el Comité Nacional de la CNT porque no haría más que fomentar el odio contra Cataluña en el resto de España. El motivo más de peso y realista era que Madrid ya no era un lugar seguro para el oro, porque ya se estaban produciendo enfrentamientos en la sierra de Guadarrama y los sublevados estaban también avanzando rápidamente desde el sur. En este contexto, incluso se planteó trasladar el gobierno a Valencia o Barcelona ante el inminente ataque sobre Madrid.
Entre los muchos motivos por los que los sublevados tenían tanta prisa para conquistar Madrid era para hacerse con su oro y así noquear la capacidad de resistencia de la República. El oro era la mejor garantía para defender la República, porque sin dinero no había resistencia posible. El 14 de agosto, cuando aún el asunto del oro no era una prioridad política entre los republicanos, los sublevados se atrevían a decretar que era ilegal exportar oro del Banco de España y que sería un delito de traición. Los mismos golpistas que habían cometido el delito de traición, tanto en su vertiente interna contra la bandera y Constitución que juraron como por conspirar con potencias extranjeras, algo que incluso en tiempos de los visigodos se consideraba traición.
Durante días, de acuerdo con el plan operativo trazado por Juan Negrín, un grupo de máxima confianza de carpinteros y empleados de banca del sindicato de Madrid se encerraron durante días en el sótano del Banco de España para preparar todos los metales preciosos para ser transportados en 10.000 cajas de madera. No se sabe si al trasladarse el oro a Cartagena ya se sabía de antemano que se trasladaría a países extranjeros. El bando sublevado terminó enterándose de la operación del traslado del oro a Cartagena y también del posible traslado del oro a Rusia. Por eso el 14 de octubre Franco hizo unas declaraciones en la radio protestando y manifestando que perseguiría a los culpables del expolio del oro de España. Este filtrado de la información y el hecho de que la Unión Soviética fuera la única que estuviera comprometida a apoyar la República tuvieron que ser decisivos en el traslado del oro de Cartagena a la URSS.
El traslado del oro a Moscú
Según el diario de Juan Negrín, fue idea exclusivamente suya el trasladar el oro a Rusia, sin presión ni sugerencia de los rusos, y los soviéticos fueron los sorprendidos al proponerles esto. El 6 de octubre el Consejo de Ministros autorizó al presidente del gobierno Largo Caballero y al ministro de Hacienda Negrín el traslado del oro fuera de España. El 15 de octubre el presidente del gobierno Francisco Largo Caballero envió al embajador soviético en España una carta redactada por el ministro Negrín en el que le proponía depositar unas 500 toneladas de oro en el Comisariado del Pueblo para las Finanzas de la Unión Soviética. En una segunda carta Juan Negrín especificaba que el oro depositado debía servir para que la República pagara los suministros de los soviéticos, incluyendo material bélico, camiones, alimentos, medicamentos, petróleo, o sobornos a funcionarios de países terceros para camuflar las exportaciones de armas.
Esta operación involucró a bastantes personas, pero se intentó llevar con el mayor secretismo para evitar que el bando sublevado intentase hacer algo. Tanto secretismo hubo que el presidente de la República Manuel Azaña se enteró por Indalecio Prieto cuando la operación ya estaba en marcha y entró en cólera, hasta el punto de pensar en dimitir. El 25 de octubre partieron del puerto de Cartagena cuatro barcos soviéticos con un funcionario del Banco de España abordo en cada uno cargando 7.800 cajas con 510 toneladas de oro principalmente en formato de moneda, mientras que 2.200 se habían mandado a Marsella, Francia. Para dar cuenta de la importancia de tal cantidad de oro, el Tercer Reich acumuló 650 toneladas de oro durante la Segunda Guerra Mundial, 550 incautadas en los países conquistados como Austria, Bélgica o Países Bajos, y el total de oro trasladado a la URSS equivalía a algo más de la producción de oro de las minas soviéticas en 1935.
Los barcos cargados de oro travesaron el mar Mediterráneo y mar Negro hasta llegar al puerto de Odesa, en la actual Ucrania, y de allí trasladaron en ferrocarril el oro al Depósito de Metales Preciosos del Estado situado en Moscú. Al entregarse se dejó constancia de que 7.584 cajas estaban sin daños y 216 con partes astilladas abiertas, y el 20 de noviembre se redactó un acta provisional de recepción. Pero no fue hasta el 5 de febrero de 1937 que se firmó el acta de recepción definitiva tras el recuento total del oro que había llegado, lo que fue un problema para la República porque no pudo usar hasta febrero esos recursos para comprar los suministros que tanto necesitaba. En el acta se especificaban los pasos que se habían seguido, el contenido de las cajas, y qué funcionarios intervinieron en la operación.
En definitiva, cosas técnicas y aburridas que no hacen más que confirmar que se trataba de una operación financiera entre dos estados soberanos, no de un robo del oro de España. Esto era una transacción, por lo que nada salía gratis. Por el transporte de Cartagena a Odesa el gobierno de la República española pagó 88.259 dólares, para todos los gastos de recepción del oro pagaron 70.580 dólares, y el gobierno republicano tenía que pagar 14.500 dólares cada mes por la custodia de su oro en Moscú y las operaciones de venta derivadas de sus divisas. También en el acta se reconocía que los republicanos eran libres de sacar su oro de Moscú siempre que quisieran, es decir, que no estaba retenido en ningún caso en la URSS.
¿Por qué la URSS era la mejor y única opción donde mandar el oro?
¿Pero por qué los republicanos sacaron el oro de España? No era extraño que un país en guerra en el siglo XX mandase sus reservas de oro a un país extranjero para poner su dinero a buen recaudo. En la Primera Guerra Mundial Reino Unido trasladó gran parte de su oro a Canadá y Estados Unidos, Francia también a Estados Unidos y a otros países aliados. En 1940 los nazis no se pudieron hacer con el oro del Banco de Francia porque lo habían trasladado a Canadá y a las colonias africanas e indochinas. Al caer Francia, el gobierno de Churchill acordó trasladar el oro británico a Canadá. El Banco Nacional de Polonia lo envió a colonias francesas de África, y Noruega, Dinamarca, Letonia y Lituania tomaron medidas similares.
¿Fueron todos estos malos gobiernos que robaron el oro de su país? Claro que no, son operaciones con toda la lógica del mundo para evitar que lo que en aquella época era uno de los pilares de la riqueza de un país cayera en manos de los enemigos. Hay quienes han criticado la decisión del gobierno republicano de enviar el oro a Moscú. Pablo Martín Aceña considera que el oro pudo haberse quedado en la base naval de Cartagena, donde cree que el oro no corría ningún peligro, o pudo haberse trasladado a países democráticos y más cercanos. Sin embargo, como señaló Juan Simeón Vidarte, socialista vinculado al Ministerio de Hacienda, en esos momentos no había otras alternativas reales, porque en ningún otro país se podían guardar las reservas de oro de España con la posibilidad de venderlas para comprar armas y otros suministros y sin el riesgo a que en un momento dado secuestrasen el oro.
Todos los otros países europeos o estaban apoyando el golpe de estado de manera directa o de manera indirecta por aceptar la política de No Intervención. ¿Qué alternativas había? En Londres no podían mandarlo porque Reino Unido bajo un gobierno conservador era enemigo no declarado de la República. A Nueva York tampoco, Estados Unidos no había firmado el pacto de No Intervención, pero había puesto un embargo armamentístico y de hecho empresas estadounidenses estaban ayudando más a los sublevados, violando la neutralidad. A Zúrich, Suiza, igual, no tenía sentido enviarlo cuando era un país que había prohibido la exportación de suministros bélicos. Como otra destinación estaba París, donde ya mandaron una parte significativa del oro desde Cartagena. Sin embargo, ahí el oro peligraba.
La campaña mediática y judicial de los sublevados contra la venta de oro español en países europeos era un motivo de peso para trasladar el oro a Rusia, donde los republicanos no tendrían ningún potencial bloqueo de sus cuentas como sí podría ocurrir en Francia. En Francia, al ser una democracia, el gobierno podía cambiar de un día para otro y verse tentado a bloquear la compra de armas de la España republicana o incluso a reconocer el gobierno sublevado, Francia no era un socio confiable como la URSS que sí estuvo comprometida hasta cierto límite con la República española. Esto también se comprobó a posteriori por las 53 toneladas de oro depositadas en Francia que nunca pudo usar la República porque el gobierno francés puso impedimentos legales, y terminaron siendo devueltas a España ya con Franco. Por lo tanto, la Unión Soviética era el único país extranjero donde el oro de la República podía estar a salvo, y trasladar el oro a Moscú fue una de las mejores decisiones que tomó la República durante la guerra.
La República se funde el oro y plata del Banco de España
Las operaciones de venta se hacían del siguiente modo: Moscú recibía la orden de venta de oro, y el oro, generalmente en moneda, se enviaban a una fábrica para fundirse y transformarte en lingotes para su venta. Una vez fundidas el oro fino resultante lo compraba el Gosbank, el banco central soviético, que abonaba las divisas o bien a la cuenta republicana del Comisariado del Pueblo o bien a la cuenta del Tesoro español del Banco Comercial por la Europa del Norte, banco controlado por la URSS con sede en París. El precio pagado correspondía al precio de la onza de oro troy del mercado de Londres el día que se realizaba la operación de venta y al tipo de cambio dólar-libra esterlina de ese día.
Los rusos no compensaron al gobierno republicano con un extra por las monedas raras de alto valor numismático, porque todo se fundía. La mayoría de las operaciones de venta se hicieron en 1937, entre el 16 de febrero y el 28 de octubre. Esas quince operaciones de venta fueron para pagar por los suministros bélicos soviéticos, y con ellas transformaron 415 toneladas de oro amonedado en 374 toneladas de oro fino, es decir, de oro después de eliminar impurezas y convertirlo en oro casi puro. A falta de 15’5 toneladas de oro fino pendientes de liquidación, la República obtuvo por estas operaciones 397 millones de dólares, unos 8.450 millones de dólares actuales.
Esto significa que para noviembre de 1937 la República ya había gastado la mayor parte de las reservas de oro del Banco de España. Negrín pidió al embajador español de la Unión Soviética que negociara la concesión de un crédito por 150 millones de dólares, pero le fue denegado porque el compromiso de Stalin con la República no llegaba a tanto. Por eso entre el 1 de enero y 28 de abril de 1938 la República hizo cuatro ventas de oro adicionales con las que vendieron 67’5 toneladas de oro fino con las que obtuvieron 75 millones de dólares. Al irse acabando el oro, la República empezó también a vender la plata desde marzo de 1938.
La República española vendió 1.225 toneladas de plata a la Reserva Federal de Estados Unidos por 16 millones de dólares, el equivalente a unos 340 millones de dólares de hoy. Entre julio del 38 y enero del 39 vendieron a la Sociedad de Metales Preciosos de París 522’5 toneladas de plata. En total, la República vendió más del 90% de la plata del Banco de España por 23 millones de dólares, cerca de 500 millones de dólares actuales. La República prácticamente se gastó todo el oro y plata del Banco de España, así que de nuevo intentaron la vía de obtener un crédito de los soviéticos para seguir tirando. El 7 de marzo del 38 el embajador Marcelino Pascua consiguió que Stalin accediera a conceder un crédito de 70 millones de dólares garantizado al 50% con el oro español, por lo que se creó un segundo depósito con ese oro.
Entre el agotamiento del oro español en Moscú y que Stalin tenía que prepararse para una posible guerra europea contra Alemania y al mismo tiempo ayudar a los chinos frente a los invasores japoneses por el miedo a una invasión japonesa del territorio soviético, los soviéticos no podían entregar todo el material que hubiera necesitado la República española, y el suministro de armas bajó mucho y se hizo más intermitente desde 1938. El jefe de las Fuerzas Aéreas de la República Española aún consiguió un préstamo soviético por valor de 50 millones de dólares en diciembre, que fue confirmado por la firma de Juan Negrín y un diplomático soviético en Barcelona el 12 de enero de 1939.
La URSS y la República española acordaron que ésta última compraría mercancías por valor de 55.359.660 dólares, 50 millones los concederían los soviéticos como crédito, mientras que el resto se pagaría con los últimos fondos que quedaban de oro del Banco de España en Moscú a fecha del 17 de diciembre de 1938. Los republicanos habían pedido mucho más armamento del que obtuvieron, pero la guerra ya prácticamente se daba por perdida pese a que Negrín y Stalin coincidían en creer que la gran guerra europea empezaría en 1939. Este sería el último envío de material soviético a España, y ni siquiera todo llegó a entrar en España, porque buena parte se quedó en Francia y lo que hicieron los franceses fue devolvérselo a los soviéticos.
Por pagar todos los suministros básicos y bélicos de la Unión Soviética y otros países y otros gastos como el adiestramiento dado por militares soviéticos o las pensiones a familiares de caídos, la República española se fundió las 510 toneladas de oro enviadas a Moscú, convertidas en 460 toneladas de oro fino. Este oro tenía un valor de unos 479 millones de dólares que descontando gastos y comisiones se quedaron en 469’6 millones de dólares, unos 10.300 millones de dólares de 2024. De las 638 de oro fino que tenía el Banco de España en Madrid el 18 de julio de 1936, el 72’1%, 460 toneladas de oro fino equivalentes a 510 de brutas, fueron enviadas a Rusia. La mayor parte del 27’9% restante, 173’6 toneladas de oro fino se enviaron a Francia. En total, la República ingresó más de 600 millones de dólares por estas operaciones.
La factura por los suministros entregados por la Unión Soviética y pagados por España entre octubre de 1936 y principios de 1939 ascendió a 226’6 millones de dólares. Los franquistas siempre creyeron que quedó oro español en Rusia, e incluso dirigentes republicanos lo creyeron. Indalecio Prieto, no metido en las transacciones, siempre creyó que debió quedar mucho oro en Rusia. Juan Negrín, uno de los que mejor conocía las operaciones con el oro del Banco de España, creía que aún debía quedar algún remanente, ese es uno de los motivos por los que quiso entregar la documentación que tenía a la dictadura franquista para que pudiesen calcular y reclamar lo que quedase en Rusia.
Los soviéticos en cambio afirmaron en 1957 que la República dejó a deber 50 millones de dólares por su último empréstito, pero eso no es exacto porque buena parte del material que enviaron por esa operación nunca llegó a España y fue devuelto a la URSS. Según José Ángel Sánchez Asiaín, de las 510 toneladas de oro depositadas en Moscú, 490 fueron vendidas, mientras que según Ángel Viñas quedó un remanente de 2’1 toneladas brutas. Fueran veinte o dos toneladas de oro lo que quedó, lo cierto es que eso servía para liquidar la parte no garantizada del préstamo concedido o por gastos administrativos y comisiones. Así que no, por desgracia no queda oro español en Rusia, y hasta es posible que la República dejase algunos millones de dólares a deber.
La culpa de perder el oro es de los golpistas
Por tanto, el “oro de Moscú” no fueron en realidad más que unas transacciones comerciales y financieras entre dos estados soberanos, la República española y la Unión Soviética, sin coacciones de por medio ni un plan de Moscú para sovietizar España. La venta del oro y plata no tuvo más que el objetivo de financiar la guerra y obtener suministros básicos. Recibo muchos comentarios hablando del oro de Moscú, de que si es el mayor robo de la historia de España, o gente hablando de que los republicanos o socialistas cometieron un expolio y de que por su culpa la posguerra fue tan dura y duró tanto. A mí lo que me parece increíble es que siga teniendo tanta difusión hoy en día este y otros bulos franquistas, supongo que se nota que fueron cuarenta años de dictadura y que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.
Que esto se pudiese creer en una época sin información pública al respecto tiene un pase, pero es que ya desde los años 70 se sabe que era pura propaganda anticomunista y antirrepublicana sin base alguna y que el gobierno de la República, el único legítimo, se gastó el oro y plata del Banco de España para mantener el esfuerzo bélico. Y de verdad, hay que no tener ninguna neurona para creer como muchos afirman que Juan Negrín, el PSOE o los republicanos en genérico robaron el oro de España y lo enviaron a Moscú sin ganar España nada a cambio. También hubo un “oro de París”, pero nunca se asentó tal concepto ni se montó una historieta en torno a él porque Francia no era un país comunista y eso no servía para la propaganda anticomunista.
Como dije al principio, los sublevados se financiaron a crédito, y esa deuda que contrajeron la convirtieron en deuda del Estado español. Ocurrió así con la deuda con Juan March, y a Italia España le siguió pagando las deudas de la guerra, pese a quitas, hasta 1967. Al caer el régimen nazi España se libró de pagar lo que le quedaba de esa deuda porque nunca se formalizó, pero durante la Segunda Guerra Mundial Franco envió esclavos españoles a trabajar para los alemanes y España tuvo que enviar productos españoles gratis para saldar la deuda, entre ellos alimentos mientras que en España se producía una hambruna que mató al menos a 200.000 españoles. Y es que el problema que hay de fondo entre los que se creen que los republicanos robaron el oro y plata del Banco de España es que son los mismos que justifican a los golpistas traidores a España.
Ya desmonté todas las mentiras justificativas de los golpistas y franquistas en el episodio ¿Quién tuvo la culpa de la guerra civil?, y si no te lo viste te recomiendo que lo hagas cuando termines este. Y es que la República española no hubiera tenido que vender el oro y plata del Banco de España si no hubiera sido por el golpe de estado y guerra civil provocada por los golpistas civiles y militares de las derechas antiliberales, apoyados por potencias fascistas. Por lo tanto, todas las consecuencias directas e indirectas de la guerra, incluida la pérdida del oro y plata del Banco de España, siempre será culpa de los traidores antiespañoles que se levantaron contra la República y el gobierno del Frente Popular.
Outro
Espero que hayas aprendido mucho con este episodio, si te ha gustado dale a me gusta, comenta y compártelo, y suscríbete al canal de YouTube y dos pódcasts La Historia de España – Memorias Hispánicas si no lo estás ya. Si quieres que pueda continuar produciendo contenido por favor considera apoyarme en Patreon o convirtiéndote en miembro en YouTube o Spotify, y también están abiertas las donaciones en la página web, están los enlaces en la descripción. También ahí abajo dejo el nombre y enlaces a episodios relacionados con la Segunda República y guerra civil que puede que te interesen. ¡Gracias por escucharme y hasta la próxima!
Fuentes
Garrido Caballero, Magdalena. «El “Oro de Moscú” en la propaganda franquista y en sus informes diplomáticos.» Revista del Colegio de San Luis 29 (2008): 88-109.
Martín Aceña, Pablo, y Elena Martínez Ruiz. La economía de la guerra civil. Marcial Pons Historia, 2006.
Martín Aceña, Pablo. El oro de Moscú y el oro de Berlín. Finanzas y expolio en tiempos de guerra. RBA, 2012.
Moradiellos, Enrique. Historia mínima de la Guerra Civil española. Turner, 2016.
Preston, Paul, editor. La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la Guerra Civil. Península, 1999.
Sánchez Asiaín, José Ángel. La financiación de la guerra civil española. Crítica, 2012.
Viñas, Ángel. El escudo de la República: el oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937. Crítica, 2007.
Viñas, Ángel. Las armas y el oro. Palancas de la guerra, mitos del franquismo. Pasado & Presente, 2013.
Viñas, Ángel. Oro, guerra, diplomacia: la República española en tiempos de Stalin. Crítica, 2023.
Comentar