En este episodio sobre la historia política del Reino suevo aprenderás:

Origen de los suevos y llegada a Hispania

Los romanos en época de Julio César dieron el nombre de suevos a un conjunto de jefaturas germánicas al este del río Elba, en lo que hoy es Alemania y República checa. La categoría de suevos era un poco como los chinos llamando occidentales a cualquier caucásico o nosotros llamando negros a cualquier africano subsahariano pese a que tienen una enorme diversidad cultural, son categorías para simplificar una realidad que resulta ajena. Dentro de los suevos se incluían marcomanos, cuados, alamanes, bávaros, turingios y lombardos. Algunos de estos se quedaron donde estaban y han dado nombre a regiones como Suabia, Bavaria Turingia o la propia Alemania. Estos quedaron más adelante absorbidos por el Reino de los francos, otros como los lombardos formaron un reino en Italia, y al desintegrarse el Imperio huno un grupo de suevos formó un reino que duró poco en el Danubio y fue derrotado por los ostrogodos.

Migración de los suevos
Migración de los suevos

Pero todos esos otros grupos etiquetados por los romanos como suevos no nos interesan aquí. Los que nos interesan son los suevos que, junto a vándalos y alanos, cruzaron el río Rin helado el 31 de diciembre del 406 y estuvieron un poco liándola por la Galia antes de cruzar los Pirineos en otoño del 409. Vándalos, alanos y suevos fueron invitados a cruzar por las autoridades romanas ilegítimas que estaban en Hispania, el general Geroncio y su emperador títere Máximo, ya que querían ganar efectivos militares para combatir al emperador-usurpador Constantino III y al emperador Honorio.

En el 411, poco antes de derrumbarse su proyecto político, Máximo firmó un tratado de federación con los integrantes de la coalición del Rin para asentarlos en Hispania como aliados, para darles un sustento a cambio de sus servicios militares. Los suevos eran el grupo más reducido de entre los que cruzaron los Pirineos, con solo unas 25.000 personas de las cuales 4 o 5.000 eran guerreros. Por su número limitado de personas, los más generosos hablan de 35.000 personas, fueron incapaces de construir un poder político fuerte y estable y quedaron circunscritos a Gallaecia, la provincia romana del noroeste peninsular que incluye las actuales Galicia, norte de Portugal, y las provincias de León, Zamora y Asturias.

Los años difíciles del rey Hermerico

El rey Hermerico había sido quien lideró a los suevos hasta Gallaecia, e inicialmente se asentaron solo en la parte sur y oeste de la actual Galicia según lo acordado con Máximo. El problema es que al caer Geroncio y Máximo, el emperador Honorio no reconoció la legalidad de los tratados de federación firmados por Máximo y en cambio Honorio usó a los visigodos contra los vándalos y alanos en el 418. Los suevos y parte de los vándalos siguieron sin ser atacados, pero como los bárbaros habían quedado reducidos a la provincia de Gallaecia, no demasiado rica en recursos, pronto pelearon entre ellos. Los vándalos atacaron a los suevos en el 419 y los romanos tuvieron que enviar un ejército para actuar a favor de los suevos y mantener a los bárbaros enfrentados entre sí y débiles para que no fueran una amenaza.

Guerra suevo-vándala y campaña de Asterio, años 419-421
Guerra suevo-vándala y campaña de Asterio, años 419-421

Por eso un ejército imperial salvó a los suevos, que estaban acorralados, y evitó que fueran aniquilados por los vándalos en la batalla de los montes Nervasos del 420. Como resultado de esta campaña, los suevos se quedaron como los únicos    bárbaros de Gallaecia y los vándalos se desplazaron a la Bética, el sur de Hispania. En el 429 los vándalos abandonaron Hispania por el norte de África, y los suevos liderados por Heremigario intentaron atacar su retaguardia mientras se desplazaban, pero fueron derrotados. Los bárbaros al entrar en Hispania no tenían monarquías hereditarias consolidadas y simplemente los guerreros con más prestigio se erigían como líderes, así que desconocemos si este Heremigario era un comandante del rey Hermerico o el jefe de una banda sueva independiente.

Incluso con un gobierno central débil y con los vándalos lejos de Hispania, los suevos aún lo tuvieron difícil para constituir un poder político temible. Los suevos se asentaron en ciudades fortificadas como Braga, Lugo y Astorga, sin que sepamos hasta qué punto poblaron los campos y los labraron. Lo que sí sabemos es que aún en la década del 430 los suevos no dominaban de forma efectiva gran parte de Gallaecia, en parte debido a que los suevos no eran numerosos. Los suevos estaban en una situación legal poco clara, y se tuvieron que enfrentar a buena parte de la población local que no los quería en su tierra ni entregarles tributos o suministros. Lo cierto es que los suevos actuaban más como unos bandidos que como un ejército, y las acciones de robar cosechas y ganado, tomar rehenes para conseguir rescates, y asediar pueblos y castros para saquear o exigir recursos eran habituales en aquellos años.

Fue un período de desórdenes e inestabilidad, sobre todo en la actual Galicia, de difícil convivencia y donde los acuerdos de paz entre suevos y poblaciones o élites locales se sellaban y rompían constantemente. Por este motivo el obispo Hidacio de Chaves encabezó una delegación en el 430 para pedir una intervención militar al hombre fuerte de la parte occidental del Imperio romano, Flavio Aecio. Sin embargo, el Imperio tenía problemas más prioritarios en regiones de mayor interés y a la periférica Gallaecia solo envió a un representante llamado Censorio para negociar la paz con los suevos y reestablecer el orden. Aunque no fuese un ejército, que llegase un enviado de Flavio Aecio debió de asustar al rey Hermerico, que liberó cautivos sin aparente contraprestación, porque no consiguió que reconocieran a los suevos como federados.

El auge del Reino suevo con Requila y Requiario

Un Hermerico ya enfermo y anciano abdicó en el trono a favor de su hijo Requila en el 438, una muestra de que el liderazgo de Hermerico estaba lo suficientemente consolidado como para elegir a su sucesor, y al mismo tiempo de que un rey suevo debía ejercer un liderazgo militar para el que Hermerico ya estaba incapacitado. Requila abandonó la prudencia de su padre y se mostró mucho más ambicioso y beligerante. El rey Requila primero aseguró su retaguardia negociando una paz duradera con los pueblos del norte de Galicia que aún no estaban sometidos, y luego se lanzó en una campaña para saquear y expandirse en las provincias de Lusitania y la Bética. Sin los vándalos en la península y el gobierno imperial preocupado en otros frentes y muy debilitado tras la conquista vándala de Cartago, los suevos se aprovecharon del vacío de poder para enriquecerse.

Los suevos avanzaron sin mucha oposición hasta enfrentarse a un ejército romano que probablemente fue constituido como ejército privado de los terratenientes hispanorromanos, porque no tenemos noticia de que el emperador Valentiniano III mandase una expedición. El ejército hispanorromano fue derrotado y los suevos pudieron hacerse con el jugoso tesoro de oro y plata que llevaban. Para el 440 los suevos habían conquistado la capital de la diócesis de las Hispanias, Mérida, donde en la primera mitad del siglo V se aprecian signos de reforzamiento de sus murallas y destrucciones en sus arrabales extramuros, quizás por esta conquista. Al año siguiente tomaron el control de Sevilla, y llegaron a expandirse hasta parte de la Cartaginense. Hay que advertir sin embargo que los mapas que se muestran con un Reino suevo controlando gran parte de Hispania son completamente engañosos y erróneos.

Conquistas suevas de Requila en Hispania
Conquistas suevas de Requila en Hispania

Recuerda que los suevos tendrían un ejército de unos 5.000 hombres, e incluso planteando la hipótesis de que incorporaran a más gente por un crecimiento demográfico o por la entrada en su grupo de hispanorromanos o de otros bárbaros, lo cierto es que eran demasiado pocos como para controlar un territorio tan extenso. Muchas veces las conquistas de ciudades no fueron por asedios, porque no tenían la maquinaria y fuerza como para conseguirlo, sino por diplomacia, traiciones y el apoyo de una facción oligárquica de una ciudad, es decir, con el colaboracionismo de hispanorromanos. Tampoco tenían suficientes hombres como para guarnecer bien las ciudades ocupadas, y eran más un ejército que se iba de un lado a otro. El dominio efectivo de los suevos era por tanto muy limitado y las bases eran tan débiles que a la mínima que soplase el viento se derrumbaría su castillo de naipes.

Básicamente con estas campañas los guerreros suevos se enriquecieron con tributos y saqueos, pero tampoco les preocupaba mucho consolidar un reino. Sin hombres para mandar, Valentiniano III envió de nuevo a Censorio para buscar una solución diplomática a esta expansión de los suevos, pero Requila lo tomó como rehén. Valentiniano III envió entre los años 441 y 446 tres expediciones a Hispania contra los bagaudas de Tarraconense y suevos de la Bética, sin mucho éxito. Los bagaudas que azotaron la Tarraconense en aquella época seguramente eran milicias vasconas que anteriormente habían servido a Roma y que ahora se dedicaban a saquear, y son relevantes para esta historia porque más tarde se aliaron con los suevos.

Requila había convertido Mérida en una sede regia de los suevos junto a Braga y ahí murió en el 448, siendo sucedido por su hijo Requiario. El sucesor no gustaba a todos los dirigentes suevos, quizás porque Requiario se había convertido al catolicismo, en vez de ser pagano como la inmensa mayoría de suevos. No sabemos si esta conversión fue por motivos políticos para ganarse la simpatía del clero y de la población hispanorromana o por otros motivos, el caso es que eso le convirtió en el primer rey germánico católico, décadas antes de la conversión del rey de los francos Clodoveo. Esto es ciertamente reseñable, pero tampoco hay que exagerar en la importancia de que Requiario fuera católico, porque eso no se tradujo en la conversión masiva de los suevos al cristianismo niceno, eso sería algo que ocurriría décadas después.

En el 449 el rey Requiario cruzó los Pirineos vascones para ir a Tolosa a casarse con la hija del rey de los visigodos Teodorico. Que él fuera católico y la hija de Teodorico fuera arriana no fue impedimento para esta alianza política. En su camino de regreso a Hispania tras su boda, Requiario se reunió con el líder bagauda más importante y los suevos y su banda de bagaudas se aliaron para saquear el valle del Ebro hasta Lérida y hacer cautivos. Pero entonces en el año 451 romanos, godos y otros bárbaros, sin la participación de los suevos, combatieron a los hunos en las Galias. Esto acercó a romanos y visigodos, pero los suevos lo pagaron perdiendo su alianza, y más tras la muerte de Teodorico. El emperador Valentiniano III negoció en el 453 con los suevos y consiguió que se retirasen de la Cartaginense y de la Bética hasta el estrecho de Gibraltar. Los suevos conservaron ciudades como Sevilla y Mérida, y consiguieron el reconocimiento de la independencia del Reino suevo, como había sucedido con el Reino vándalo del norte de África. Esto permitió que un Requiario feliz pudiera convertirse en el primer rey bárbaro en emitir monedas de plata con su nombre.

Moneda de plata emitida por Requiario
Moneda de plata emitida por Requiario

Destrucción del Reino suevo, anarquía, y reunificación bajo tutela goda

Pero la alegría le duró poco. La parte occidental del Imperio romano siguió debilitándose tras los asesinatos de Flavio Aecio y Valentiniano III y el saqueo vándalo de Roma, así que un Requiario confiado rompió los acuerdos hechos con el anterior emperador y los suevos lanzaron una campaña contra la Cartaginense. Se había erigido un nuevo emperador aupado por los visigodos, y éste envió un ultimátum a los suevos para que se retiraran de la Cartaginense. No solo Requiario hizo caso omiso de la advertencia, sino que atacó la Tarraconense. Con el visto bueno del emperador, los visigodos liderados por Teodorico II prepararon una gran campaña a la que se unieron auxiliares francos y burgundios para aplastar a los suevos en el 456.

A Requiario ni se le pasó por la cabeza que podría recibir una respuesta tan abrumadora, y eso le costó la vida y el reino. Los pocos miles de guerreros suevos y sus aliados bagaudas no pudieron hacer nada contra tal fuerza, y sin sorpresas, el 5 de octubre del 456 los visigodos y sus auxiliares francos y burgundios aplastaron a los suevos en la batalla de Órbigo, en las proximidades de Astorga. Centenares de suevos murieron en la batalla o fueron capturados, los que pudieron huyeron, como lo hizo el propio rey Requiario, aunque no tardó en ser capturado y ejecutado, y Braga, la ciudad con más habitantes suevos, fue saqueada y sus iglesias incendiadas. Para aplastar a los suevos no hacía falta reunir a tantos hombres, así que no es de extrañar que los godos, francos y burgundios cometieran acciones violentas y saqueos contra hispanorromanos también, y eso en nombre del Imperio romano.

Mapa de la Gallaecia romana
Mapa de la Gallaecia romana

Desde Gallaecia la expedición goda avanzó a Lusitania y la Bética para reestablecer teóricamente el orden romano. Mérida evitó ser saqueada por la intervención del obispo, y no hubo resistencias relevantes en la expedición porque todo se había decidido en la batalla de Órbigo. Se demostró así que los números importan, y el Reino suevo se derrumbó. Los visigodos intentaron integrar a los supervivientes suevos en sus propias filas, sin éxito. En Gallaecia la desaparición del Reino suevo no supuso un alivio, sino todo lo contrario. El orden romano no regresó, y Gallaecia se sumió en un estado de anarquía, violencia y guerra civil por el vacío de poder y la formación de dos facciones de suevos enfrentadas.

Una banda de suevos se movía más por el sur de Gallaecia y la otra en el norte, pero ninguno de ellos tenía un poder territorial arraigado y eran básicamente bandidos y salteadores de caminos realizando saqueos de aquí para allá y viviendo sobre el terreno. En el 459, cuando el emperador Mayoriano había logrado reconquistar la Galia y reimponer su autoridad sobre visigodos y burgundios, lanzó una campaña con los federados visigodos para reestablecer el control efectivo romano sobre Hispania. Conquistaron algunas guarniciones suevas que aún permanecían en la Bética, pero las acciones relevantes de la campaña ocurrirían contra las facciones suevas en Gallaecia y Lusitania. Consiguieron arrebatarles a los suevos Lugo y Santarém, pero no lograron aplastarlos de forma decisiva.

Tras nueve años de anarquía en Gallaecia, las guerras civiles suevas o pugnas entre dos facciones terminaron en el 465 con la intervención diplomática visigoda a favor de la facción liderada por Remismundo, quien se convirtió en rey del Reino suevo reconstituido, pero siendo vasallo o cliente militar del rey visigodo Teodorico II. También como muestra de avasallamiento los suevos se convirtieron al cristianismo arriano de los godos. Sin embargo, al ser asesinado Teodorico II en el 466 o incluso unos meses antes de morir éste, Remismundo dejó de considerarse vasallo de los godos y se libró de la influencia goda con el apoyo de las élites laicas y eclesiásticas de Gallaecia y Lusitania. Resmismundo hizo campañas de saqueo, por ejemplo contra la población de Conímbriga, en el distrito portugués de Coímbra, que fue saqueada y sus campos devastados, y también hizo saqueos en poblaciones de las provincias de Zamora, León y Asturias.

En otros sitios como Lisboa notables locales aceptaron de buena gana el dominio suevo, y eso demuestra un cambio de actitud de algunas élites locales hacia los suevos, tras años de difícil coexistencia y tras ver todo el mundo que el Imperio romano en Occidente iba a desaparecer y ser reemplazado por reinos bárbaros. El Reino suevo de Remismundo era un reino en expansión y consolidación, pero esto no gustó al rey visigodo Eurico, que veía Hispania como su área de expansión futura y más con la presión que empezaban a ejercer desde el norte los francos. Desde la campaña del 456 había una guarnición goda en Mérida, y parece que Eurico envió un ejército para ir hostigando a los suevos en Lusitania y la frontera oriental sueva. Quedaron desde ese entonces bastante fijadas las fronteras del Reino suevo en la provincia de Gallaecia y parte de Lusitania.

Los años oscuros del Reino suevo

Desgraciadamente para nosotros, la crónica de Hidacio que es la fuente escrita principal para conocer la historia del Reino suevo de Gallaecia termina en el año 469. Eso abrió pasó a un período oscuro de ni más ni menos de ochenta años en los que prácticamente no tenemos noticias escritas de los suevos, salvo por algunas informaciones fragmentarias. Irónicamente, este período oscuro fue el período clave de consolidación del Reino suevo en Gallaecia, tal y como ya apuntaba el reinado de Remismundo. Conocemos por inscripciones algún nombre aleatorio de reyes suevos o de lo que se cree que eran reyes suevos, como Veremundo y Theodemundo, pero nada sabemos sobre su reinado o historicidad real. Entre las noticias que tenemos del Reino suevo, está la llegada de inmigrantes britanos al noreste de Galicia y occidente de Asturias en torno al año 500.

Migraciones britanas o britonas de los siglos V y VI
Migraciones britanas o britonas de los siglos V y VI

Algunos britanos, los habitantes célticos de Britania, se fueron de las islas al ser atacadas y ocupadas por pueblos germánicos, la mayoría terminaron en Armórica, en la punta noroeste de Francia que luego se conocería como Bretoña, pero hubo un grupo que terminó en el Reino suevo. Los britanos fueron suficientemente numerosos como para tener su propio obispado, el obispado de Britonia, que según se ha analizado era un obispado étnico más que territorial y por lo tanto algo muy singular dentro del Reino suevo. Por otra parte, el obispo Profuturo de Braga envió al papa Vigilio una carta en el 538 mostrando preocupación porque algunas prácticas de la herejía prisciliana parece que seguían existiendo y por la posibilidad de que el arrianismo suevo contaminase la fe de los católicos.

La reaparición del Reino suevo en las fuentes escritas

Esto no tardaría en cambiar, porque en algún momento entre el 550 y 560 los suevos se convirtieron al catolicismo. Un misionero de la lejana Panonia llamado Martín, conocido para la posteridad como Martín de Braga, llegó al Reino suevo, fundó el monasterio de Dumio, y organizó campañas para erradicar las prácticas heréticas de los galaicorromanos y suevos. Según Gregorio de Tours, el rey suevo Carriarico estaba desesperado porque su hijo había contraído la lepra. Carriarico había oído hablar de los milagros que proporcionaban las reliquias de Martín de Tours, consiguió que le mandaran algunas y eso permitió que el hijo de Carriarico se curase, lo que llevó a la conversión de los suevos. Sin embargo, Isidoro de Sevilla proporciona una historia que parece más creíble, y es que simplemente antes del 561 el rey suevo Teodomiro promovió la conversión de los suevos al catolicismo con la ayuda del venerado Martín de Braga.

Esta conversión servía para ampliar las bases sociales que apoyaban la monarquía sueva y unir Iglesia católica y estado, como harían los visigodos años después, y además podría servir para facilitar alianzas políticas entre suevos y francos e imperiales bizantinos para cuidarse de no ser absorbidos por los visigodos. El clero arriano debió quedar integrado en el católico, porque de un solo asistente con nombre germánico en el concilio de Braga del 561 se pasó en el concilio del 572 a cinco con nombre germánico, casi la mitad de los asistentes. Además, el rey Teodomiro reorganizó eclesiásticamente el Reino suevo con nuevas sedes episcopales y dos metropolitanas, Braga y Lugo, para desvincular así algunas diócesis en territorio suevo que estaban ligadas al metropolitano de Mérida, bajo control visigodo. Era una manera de reafirmar una Iglesia católica y nacional del Reino suevo.

Sedes episcopales y parroquias mencionadas en el Parroquial suevo de Teodomiro, por la Diptuación de La Coruña
Sedes episcopales y parroquias mencionadas en el Parroquial suevo de Teodomiro, por la Diptuación de La Coruña

La conquista visigoda del Reino suevo

En el 572 el rey suevo Miro lanzó una campaña contra la Asturias central y la zona de León, y al año siguiente el rey godo Leovigildo conquistó un territorio de la frontera oriental sueva que no estaba bajo dominio claro suevo ni visigodo para reafirmar la hegemonía goda. En el 574 Leovigildo se atrevió a lanzar una campaña contra el Reino suevo, Miro se apresuró a pedir la paz y ofreció vasallaje y tributo a Leovigildo. Leovigildo aceptó porque él no tenía la ambición de unificar Spania como algunos nacionalistas han dicho, sus campañas eran predatorias para enriquecerse y con el tributo de los suevos se ahorraba los problemas y costes de un gobierno directo sobre el territorio suevo y evitaba tener que negociar con su gente el reparto del botín de guerra. Pero en el 580 el primogénito de Leovigildo, Hermenegildo, se rebeló contra su padre justificando su guerra por motivos religiosos al haberse convertido al catolicismo.

Reino suevo en el 585, por Pablo C. Díaz
Reino suevo en el 585, por Pablo C. Díaz Martínez

Tenemos informaciones contradictorias sobre si el rey Miro apoyó la rebelión de Hermenegildo. Una versión nos dice que sí, que inicialmente lo hizo, pero que en el 583 tuvo que deponer las armas y volver a jurar fidelidad a Leovigildo y participar en la campaña contra Hermenegildo. O la otra nos dice que desde el principio el rey de los suevos actuó fielmente del lado de Leovigildo. En la campaña o al regresar a Gallaecia, Miro murió y fue sustituido por su hijo Eborico, que mantuvo sus lazos de fidelidad respecto a Leovigildo. Pero parte de la nobleza sueva estaba en contra de esta dependencia, por eso un pariente de Miro llamado Audeca usurpó el trono que había recibido Eborico, lo tonsuró y encerró en un monasterio inhabilitándolo para siempre para ser rey, y Audeca empezó a acuñar moneda como muestra de su soberanía. Leovigildo no iba a tolerar un actor político que compitiese en su mismo espacio geopolítico, así que no quedaba otra que conquistar el Reino suevo e integrarlo en el Reino visigodo para evitar nuevos intentos de librarse del tributo a Toledo.

El Reino franco de Borgoña estaba en esos momentos atacando las posesiones visigodas de más allá de los Pirineos y enviaron una flota para socorrer a los suevos, pero esta flota fue derrotada. Sin ayuda de otras potencias, el Reino suevo de Gallaecia, con una aristocracia además dividida entre quienes ya colaboraban con los godos y quienes se oponían, por sí solo no tenía suficientes hombres para hacer frente a una campaña de conquista visigoda. La información de la que disponemos de la campaña es tan escueta como debió ser la conquista, y es que en el 585 los suevos fueron derrotados, su tesoro real apropiado por los visigodos, y Gallaecia fue anexada. Sin ejército y sin tesoro real no había reino, y así es como los suevos desaparecieron como nación soberana en Spania. Solo un suevo llamado Malarico intentó rebelarse a los pocos meses con algunos apoyos, pero fue rápidamente aplastado.

La integración de los suevos en el Reino visigodo

¿Cómo lograron integrar los visigodos las élites suevas y galaicorromanas laicas y las eclesiásticas? Si extrapolamos lo que sabemos de los tesoros regios francos, el tesoro suevo no habría contenido solo bienes preciosos como oro y plata, sino también documentos de propiedad del patrimonio de la monarquía y listas de donaciones hechas a personajes notables para recompensar su fidelidad. Eran las bases materiales del poder regio, y con ellas se podía redistribuir la riqueza en forma de tierras y monedas y comprar voluntades. Los visigodos no se dedicaron a tocarles el bolsillo a las élites dirigentes del Reino suevo para evitar que hicieran causa común en su contra. Se trataba de que hubiera los menores cambios posibles al pasar a estar bajo dominio godo en aras de la estabilidad del reino.

Aún en el III Concilio de Toledo que marcaba la conversión de los visigodos al catolicismo se distinguían en sus actas la gens Gothorum y la gens Suevorum. Rafael Barroso, Jorge Morín e Isabel María Sánchez han planteado la hipótesis de que la rebelión del duque Argimundo del 589 o 590 contra el rey Recaredo ocurrió en Gallaecia y fue una sublevación militar grave. Desconocemos si fue un intento de deponer al rey visigodo, o si por el contrario se trataba de un intento de restaurar el Reino suevo, aunque estos autores se decantan más por la segunda opción por algunos indicios. La conclusión es que la integración del Reino suevo dentro del Reino visigodo no fue tan sencilla y rápida como lo presentan las fuentes escritas, hecho también confirmado por operaciones militares en Gallaecia hasta el primer tercio del siglo VII y por ocultaciones de monedas. El duque Argimundo, de probable origen suevo, fue capturado, torturado al cortarle la mano derecha para quitarle la probable condición de rey que habría adoptado, y fue exhibido por las calles de Toledo a lomos de un asno para ridiculizarlo.

El Reino visigodo no solo integró a las élites de Gallaecia mediante buenos gestos, sino también con el poder disuasivo de una presencia fuerte de militares godos en Gallaecia antes y después de la rebelión del duque Argimundo para evitar intentos de independencia suevos. En este contexto se habría formado una aristocracia gótica-sueva que en la segunda mitad del siglo VII monopolizó el poder regio y provincial del Reino visigodo de Toledo. Esto se ha planteado en base a nombres personales de personajes del Reino visigodo que mezclarían raíces godas y suevas. La importancia del territorio antiguamente suevo se reflejaría en reyes como Wamba, Ervigio, Egica o Witiza. Los visigodos durante todo el siglo VII percibían que su reino estaba formado por tres unidades, Spania, Gallia y Gallaecia. Dicho de otro modo, como consecuencia de la existencia del Reino suevo durante más de un siglo Gallaecia se veía como algo separado del concepto de Spania, una región singular por su pasado suevo.

Outro

Esto es todo por este episodio repasando la historia política del Reino suevo. Si te ha gustado dale a me gusta, comenta y compártelo, suscríbete al canal de YouTube y dos pódcasts La Historia de España – Memorias Hispánicas para más sobre los suevos y otros temas de la historia de España, y si aprecias mi trabajo y quieres conseguir beneficios exclusivos como aparecer en los créditos, merchandising exclusivo y accesos anticipados, puedes convertirte en mecenas en patreon.com/lahistoriaespana. Por cierto, si quieres aprender más de los suevos te recomiendo dos obras, El Reino suevo (411-585) (enlace pagado) de Pablo de la Cruz Díaz Martínez y In tempore Sueborum coordinado por Jorge López Quiroga, dejo los enlaces en la descripción. ¡Muchas gracias por escucharme y hasta pronto!

Fuentes

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Arce Martínez, Javier. Esperando a los árabes: Los visigodos en Hispania (507-711). Marcial Pons Historia, 2013.

Barroso Cabrera, Rafael, Jorge Morín de Pablos, y Isabel Mª Sánchez Ramos. Thevdemirvs dvx el último godo. el Ducado de Aurariola y el final del Reino visigodo de Toledo. Audema, 2018.

Barroso Cabrera, Rafael, Jorge Morín de Pablos, y Isabel Mª Sánchez Ramos. Gallaecia Gothica: de la conspiración del Dux Argimundus (589/590 dC) a la integración en el Reino visigodo de Toledo. Audema, 2015.

C. Díaz Martínez, Pablo. El reino suevo (411-585). Akal, 2011.

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