Dos días después de estallar el golpe de estado de julio de 1936 murió en un accidente de avión el hombre que estaba llamado a encabezar el levantamiento militar y a ser el dictador de España, el general José Sanjurjo Sacanell. ¿Cómo de diferente hubiera sido el estado sin estar encabezado por Franco? ¿Cómo se produjo el accidente de avión? ¿Estuvo Franco detrás de la muerte de Sanjurjo? Soy David Cot, presentador de Memorias Hispánicas, y en este episodio desvelaré la verdad sobre esta muerte que cambió el rumbo de la historia de España.
¿Quién era el general José Sanjurjo?
Primero de todo, ¿quién era Sanjurjo? José Sanjurjo fue el general que dirigió la operación anfibia del desembarco de Alhucemas para terminar con la guerra del Rif. Sus actuaciones en la guerra colonial de Marruecos hicieron que fuera el general de más prestigio del Ejército español y siguió ejerciendo de director general de la Guardia Civil en los primeros meses de la República. Pero Sanjurjo rápidamente quedó desencantado con el gobierno republicano y socialista, por los incidentes violentos entre policías y ciudadanos, las reformas militares de Azaña, y el proceso estatutario de Cataluña.
Azaña lo cesó a principios del 1932 y le nombró Inspector General de Carabineros, de los guardias fronterizos. Desde entonces Sanjurjo conspiró contra el gobierno de izquierdas, junto a civiles de derechas y otros militares desafectos con las medidas de la República. Sanjurjo y sus coaligados preparaban un golpe de estado con el objetivo de instaurar lo que calificaban como una República de orden. La intención era que Alejandro Lerroux fuera presidente de la República, un derechista liberal presidente del gobierno, y Sanjurjo quedaría como jefe del Estado Mayor del Ejército.
A la primera intentona golpista de Sanjurjo se unieron los alfonsinos por los proyectos republicanos de reforma agraria que afectaban negativamente a los intereses económicos de los señoritos. Sin embargo, la Sanjurjada fracasó por falta de buena organización y falta de apoyo popular y entre los militares. Sanjurjo fue condenado a muerte por traición, el gobierno de izquierdas le conmutó la condenada por cadena perpetua, y terminó exiliado en Portugal en abril de 1934 después de ser amnistiado por el gobierno derechista de la CEDA. Desde su casa de Estoril, cerca de Lisboa, Sanjurjo siguió conspirando y ejerció de líder de la trama golpista que se gestaba y que desembocó en la guerra civil española, aunque el encargado de las gestiones para preparar el golpe fue en realidad en general Emilio Mola.
El régimen político que querían instaurar los golpistas
¿Qué régimen político querían instaurar los golpistas del 36? ¿Qué futuro se imaginaban, sin pensar en Franco como jefe de estado? Esto ya lo hablé un poco en el episodio sobre quién tuvo la culpa de la guerra civil, que te recomiendo encarecidamente porque desmonto muchos mitos franquistas usados para justificar el golpe, pero vale la pena volver a esta cuestión. Acuérdate además de suscribirte para no perderte nuevos episodios y que puedes apoyar mi divulgación en Patreon. El plan de los militares traidores, coaligados con civiles derechistas, Italia y Portugal, era instaurar una dictadura militar por un tiempo indefinido y revertir todo el programa social, económico y religioso de la República española. Los rebeldes pensaban crear un directorio militar como el que ya existió bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera en los años 20.
En este caso el directorio estaría presidido por el general José Sanjurjo por ser el más respetado y el que generaba más consensos entre las diferentes familias políticas que apoyaban el golpe, esto es, los alfonsinos, carlistas, republicanos de derechas y fascistas. Generales como Mola, Cabanellas, Franco o Goded iban a formar parte del directorio militar, y además habría un gobierno o directorio civil, como también lo hubo bajo la dictadura de Primo de Rivera a partir de diciembre de 1925. El primer ministro o jefe de ese gobierno civil sería José Calvo Sotelo, el ambicioso líder de Renovación Española que para 1936 era más fascista que monárquico, como él mismo reconocía.
De hecho, según el embajador español en el Vaticano, Calvo Sotelo ya había articulado por escrito una serie de leyes y decretos para el estado que surgiese, claro que todo se fue al traste cuando fue asesinado pocos días antes de la fecha planeada para el golpe. Según documentación incautada a los golpistas, Franco, al que por cierto Sanjurjo despreciaba, podría haber sido ministro de Guerra o el máximo responsable del Marruecos español; el general Emilio Mola hubiera sido ministro de Gobernación, encargado así del orden público; Antonio Goicoechea de Renovación Española hubiera sido ministro de Estado, lo que hoy llamaríamos Asuntos Exteriores; y se reservaban otras carteras a civiles, como Marina para el líder de la CEDA Gil Robles o Industria y Comercio para la dirigente carlista María Rosa Urraca Pastor.
Esto no dejan de ser planes que podrían haber cambiado según las circunstancias, porque para los golpistas lo primero era asegurarse su victoria y luego ya discutir más los detalles de qué régimen político sería instaurado. Lo esencial era que sirviera para defender a los ricos y todo lo rancio que pudiera usarse para justificar el orden social y tener a los obreros y campesinos controlados. Discutir sobre si mantener la República y separación de Iglesia y estado como querían Mola o Queipo de Llano, si restaurar la monarquía borbónica en la figura de un alfonsino o de un carlista, o si instaurar un régimen fascista era algo que solo servía para generar disensiones internas cuando debían centrarse en que el golpe tuviese éxito.
Lo que sí puedo decir es que el general José Sanjurjo y otros monárquicos como Pedro Sainz Rodríguez querían instaurar una dictadura militar, al cabo de un tiempo de afianzamiento de su control restaurar la monarquía en Alfonso XIII, y pedirle unos pocos meses después que abdicara a favor de su hijo Juan de Borbón. Sanjurjo quería retomar un modelo revisado de la Constitución de 1876 para que el régimen político fuera el de una monarquía constitucional, es decir, una monarquía donde el rey tendría poder político y no sería solamente una figura simbólica. Por tanto, de no haber muerto Sanjurjo, probablemente la monarquía alfonsina hubiera sido restaurada al cabo de poco tiempo de triunfar el golpe militar y los fascistas de Falange hubieran tenido un papel testimonial en el nuevo régimen.
El plan de regreso de Sanjurjo a España
El general Sanjurjo seguía en Portugal el 18 de julio de 1936, cuando se inició el golpe de estado, y, claro, quien debía ser la cabeza visible de la rebelión tenía que estar en España. Por eso sus amigos los carlistas mandaron a Sanjurjo un pasaporte con una identidad falsa portuguesa y la idea era llevarlo al País Vasco francés y de allí a Navarra. El dirigente carlista Manuel Fal Conde había pedido a un aviador francés apellidado Lacombe que buscase el mejor avión posible y lo pilotase para trasladar al general. El francés contactó con una propietaria británica y alquiló un veloz monoplano Miles Falcon, que podía alcanzar casi los 300 kilómetros/hora y tenía autonomía de sobras para hacer el viaje sin repostar.
El avión inglés llegó al aeródromo militar de Alverca do Ribatejo, en el distrito de Lisboa, a las 2 de la tarde del 19 de julio. Hubo un poco de confusión y Lacombe tardó varias horas en encontrarse con el delegado nacional de las juventudes carlistas, que tenía que recibir al piloto francés. La suerte hizo que se encontraran ya cuando no había suficiente luz para volar, así que los planes de vuelo se retrasaron al día siguiente. Esta casualidad permitió que otro piloto, Juan Antonio Ansaldo, se presentara para llevar a Sanjurjo. Ansaldo fue un aristócrata, piloto militar, y cabecilla de los grupos paramilitares asesinos de Falange.
Ya desde 1932 había sido un estrecho colaborador en las tramas conspirativas de Sanjurjo, por ejemplo, participó en la recaudación de fondos entre aristócratas y destacó sobre todo por su papel en firmar los acuerdos entre los golpistas españoles y la Italia fascista. El 18 de julio Ansaldo discutía con Fal Conde sobre el traslado de Sanjurjo. El líder carlista creía que lo mejor era usar el avión inglés, mientras que Ansaldo insistía en que le hacía mucha ilusión ser quien trajese a Sanjurjo a España y creía que él merecía este honor dado todo lo que había hecho para la preparación del golpe. Imagínate tú estar discutiendo sobre algo tan baladí mientras el golpe ya estaba en marcha.
A regañadientes, Fal Conde dejó que el pesado de Ansaldo saliera para Portugal, con la esperanza de que, si todo había salido bien, Sanjurjo estaría de regreso a España con el piloto francés para cuando Ansaldo llegase a Portugal. El piloto español aterrizó a las siete de la tarde en el aeródromo militar que no tocaba. Esto fue una cagada de Ansaldo, y el caso es que su avioneta fue requisada por los militares portugueses, pero luego convenció a la policía para que le dejaran ir con su avión hasta Alverca, donde había ido el francés. Al enterarse el embajador de España en Portugal, el medievalista Claudio Sánchez Albornoz, protestó ante el gobierno portugués por estas maniobras que suponían una colaboración de Portugal con los golpistas.
El gobierno luso pretendía mostrar como que hacía algo para impedir la salida de Sanjurjo del país, pero lo cierto es que el propio dictador portugués Oliveira Salazar fue informado de la situación. Por el incidente diplomático prohibió que usaran el aeródromo militar de Alverca, pero dejó claro que las autoridades portuguesas no vigilaban los aeródromos civiles, o sea que le estaba diciendo a Sanjurjo que usara uno. Juan Antonio Ansaldo llegó a la casa de Estoril de Sanjurjo y discutió durante la noche con el líder de las juventudes carlistas sobre el tema de quién iba a trasladar al general. Pero finalmente, aunque Sanjurjo prefería ir con el avión de Lacombe por ser más rápido y capaz de viajes largos, el general no quiso disgustar a Ansaldo y accedió a su petición de que lo llevara él. Esta decisión le costó la vida al general Sanjurjo.
El mortal accidente de avión
A la mañana siguiente Ansaldo, Sanjurjo y sus allegados se trasladaron al lugar de despegue elegido. Es un detalle revelador que fueran acompañados por Óscar Carmona, presidente de la República portuguesa y por tanto una de las máximas autoridades de Portugal, lo que es una muestra más de la colaboración estrecha entre la dictadura portuguesa y los golpistas españoles. El aeródromo, por llamarlo de alguna manera, al que fueron fue la Marinha, cerca de Estoril. Era un campo con metros de sobras para despegar, pero era un mal lugar para tener árboles de frente, ser un terreno lleno de piedras, y por ser un campo sin mantenimiento como aeródromo. Seguramente si Ansaldo no hubiera provocado un incidente diplomático entre el gobierno republicano español y el portugués, hubieran podido salir de un aeródromo militar en buenas condiciones.
La avioneta de Ansaldo era una De Havilland DH-80A Puss Moth, un monoplano bastante más lento que el Miles Falcon que pilotaba el francés. Había tres Puss Moth en España antes de la guerra civil, y el que pilotaba Ansaldo era propiedad de Francisco Moreno Herrera, conde de los Andes y antiguo ministro de Economía durante la dictadura de Primo de Rivera. Ansaldo, obsesionado con colmarse de gloria por trasladar a España al líder de la sublevación, improvisó en un día un depósito de gasolina suplementario porque la autonomía del avión no daba para recorrer todos los kilómetros de Estoril al País Vasco francés o Burgos. La instalación debió ser una chapuza que no contaba con las garantías de haber pasado revisión alguna, lo cual fue un factor de riesgo añadido.
Luego está el hecho de que el peso máximo al despegue de un Puss Moth era de 852 kilos. La avioneta en sí pesaba 582, con el depósito principal y suplementario llenos llevaba una carga de 140 kilos de combustible, y el aceite eran otros 8 kilos. Así había disponibles 122 kilos entre los dos pasajeros y el equipaje. Entre el equipaje, el piloto y el pasajero, el historiador Ángel Viñas estima que el sobrepeso era de unos 60 kilos para despegar, con un total de unos 910 kilos. Ansaldo fue imprudente e incompetente al infravalorar el sobrepeso y por la chapuza de depósito auxiliar que había montado, pero no solo por eso. Realizó el despegue en julio en una hora de máximo insolación, las cuatro de la tarde, y por las altas temperaturas el motor no rindió al máximo, según confirmó en una entrevista una de las presentes en el accidente.
El Puss Moth probablemente no había siquiera tenido un mantenimiento adecuado, y el despegue se había de realizar en un campo encontrado a toda prisa y apenas preparado para la aviación. Al prepararse para arrancar, Ansaldo le pidió al general que se inclinase hacia adelante para favorecer que el morro de la avioneta se mantuviera bajo y facilitar la aceleración y el reparto equitativo de peso. Esto era una imprudencia que implicaba que Sanjurjo debía desabrocharse el cinturón de seguridad, y demuestra que Ansaldo era consciente de que había sobrepeso, aunque infravaloró cuánto. Tal medida fue insuficiente. En sus memorias Ansaldo intentó excusarse afirmando que él protestó un poco por la carga excesiva que decía que era debido al equipaje de Sanjurjo, algo bastante inverosímil. Básicamente quiso culpar al muerto del accidente.
Si realmente Ansaldo hubiera calculado bien el sobrepeso, hubiera podido descargar combustible innecesario o no haber aceptado llevar la maleta si tanto pesaba, porque ahora y siempre el piloto es quien manda en un vuelo. O le faltó persuasión, lo cual sería difícil de creer dado lo insistente que fue en llevar al general, o más probablemente asumió que con unos kilos de sobrepeso no pasaría nada y todo saldría mágicamente bien, y eso que estaba en un sitio de despegue que no conocía y era poco adecuado. Al encender motores, Juan Antonio Ansaldo quiso alcanzar la velocidad adecuada tan pronto como pudo, se pasó y bajó demasiado el morro de la avioneta, provocando que la hélice estuviera demasiado cerca del suelo y pudiera tocar una piedra y romperse.
Ansaldo dijo que sintió un fuerte golpe que provocó un gran temblor en el avión muy poco antes de despegar. Esto hizo que el motor perdiera rápidamente potencia y pasase apenas por encima de los árboles de enfrente. Tenía un campo abierto enfrente, pero había una zona llena de piedras y la avioneta justo se estrelló contra las piedras en vez de sobre el campo, lo cual hubiera podido evitar que el accidente fuese mortal. Es probable que, al estar Sanjurjo inclinado sin el cinturón de seguridad abrochado por petición de Ansaldo, el general se diese un golpe en la cabeza al estrellarse y muriese o quedase inconsciente por el golpe. La avioneta se incendió por el impacto.
Valoración del suceso
Ansaldo pudo salir vivo con heridas leves, pero Sanjurjo terminó calcinado sin que ni Ansaldo ni el pastor portugués que corrió a ayudar pudieran rescatarle antes de que la voracidad de las llamas lo hiciera imposible. Si Sanjurjo hubiera ido con el piloto francés, seguramente la historia de España hubiera sido muy diferente. Así de caprichoso es el destino. Como he comentado, el accidente de avión se produjo por una serie de errores humanos del piloto, principalmente el exceso de peso para el despegue. No hubo buena planificación para un vuelo tan importante como este y la ejecución del despegue fue pésima.
En sus memorias Ansaldo distorsionó la historia para presentarse como un experimentado piloto que había tenido mala suerte, y para así no reconocer unas cagadas mortales para ni más ni menos que el líder militar de la sublevación. Lo cierto es que Ansaldo era un piloto arrogante que alardeaba de haber hecho numerosos despegues complicados con éxito y era conocido en el Ejército de Aire por hacer temeridades. Esta excesiva seguridad en uno mismo ha sido la razón de numerosos accidentes de aviación a lo largo de la historia. Por tanto, el accidente de avión fue debido a la incompetencia y arrogancia del piloto, no por un sabotaje de Franco como algunos conspiranoicos piensan.
No hay nada que permita pensar que hubo sabotaje alguno, y es que algunos sobreestiman el poder de Franco y más en estos momentos. Hay que tener en cuenta que en los años 30 los accidentes de avión eran muy frecuentes por ser la aviación aún algo novedoso y poco desarrollado. Los fallos mecánicos y debilidades estructurales eran frecuentes; no tenían sistemas sofisticados de navegación; había falta de infraestructura adecuada para los despegues y aterrizajes, como bien muestra el caso de hoy; y por supuesto los errores humanos eran muy comunes por falta de una formación adecuada y por temeridades.
La fortuna, o en su caso la mala fortuna para el que quería ser dictador, intervino en el destino mortal del general Sanjurjo, en un accidente evitable y muy estúpido. La muerte de Sanjurjo supuso también la muerte del proyecto monárquico del golpe. Se podía encontrar un reemplazo para Calvo Sotelo, pero Sanjurjo era irremplazable para que la opción de restauración monárquica predominase. Irónicamente, fue Ansaldo, un monárquico que fue clave en firmar los contratos con la Italia fascista, el que contribuyó a descabezar el proyecto monárquico alfonsino. Francisco Franco pudo llenar el vacío de poder creado entre los sublevados gracias a que se ganó el apoyo de Hitler y al rápido avance de sus tropas de África cuando las trasladó a la península con los aviones de Italia y Alemania. ¿La lección de esta historia? No accedas a las peticiones de otros solo porque dan mucho por culo y quieras hacerlos callar.
Outro
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Fuentes
El Sol, 21 de julio de 1936.
Moradiellos, Enrique. Historia mínima de la Guerra Civil española. Turner, 2016.
Muñoz Bolaños, Roberto. Las conspiraciones del 36. Militares y civiles contra el Frente Popular. Planeta, 2019.
Viñas, Ángel. ¿Quién quiso la guerra civil? Historia de una conspiración. Editorial Crítica, 2019.
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